Acusado por el Caso Bel, condenado por “marcar” a soldado para su secuestro

Se trata de Hernán Álvaro Hermelo. Fue sentenciado a 5 años de prisión. Según un tribunal federal, como jefe de inteligencia en Puerto Belgrano señaló a Helvio Mellino como “infiltrado” en la fuerza. El joven nunca apareció. El fallo hace referencia a su rol para detectar “subversivos” dentro de la Armada.

Apuntado. Hermelo en una postal del juicio por Elvio Bel en Rawson.
23 DIC 2019 - 20:40 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

Hernán Álvaro Hermelo fue condenado a 5 años de prisión, inhabilitación absoluta por el tiempo de la condena y el pago de costas por el secuestro del conscripto Helvio Alcides Mellino. Quedó excarcelado por el tiempo que ya pasó en prisión preventiva y su falta de antecedentes.

Hermelo es el militar retirado que junto con Tito Nichols, está acusado por la desaparición de Elvio Ángel Bel, el 5 de noviembre de 1976 en Trelew.

La causa Mellino se elevó a juicio en 2014. Es del Juzgado Federal N° 1 de Bahía Blanca. Hermelo y otros acusados fueron juzgados por ese Tribunal Oral Federal.

Mellino fue secuestrado entre el 8 y el 24 de marzo de 1977. Cumplía con el servicio militar obligatorio en el Comando de Infantería de Marina, Base Naval Puerto Belgrano, Punta Alta. Sigue desaparecido. La Armada lo disfrazó de “deserción”. Por su caso ya hubo dos condenas. Hubo actividad de contrainteligencia para ocultarle a la familia su destino.

Hermelo era capitán de corbeta, jefe de inteligencia y contrainteligencia de la Brigada de Infantería de Marina N° 1. Asesoraba al comandante. Entre enero y agosto de 1977 fue evaluado por su superiores Ernesto Menghetti (jefe del Estado mayor de la Brigada), y por Alfredo Fernández (comandante de la Brigada). Dijeron sobre Hermelo: “Presenta dificultad para la captación de los aspectos importantes de una situación, lo que sumado a una natural lentitud en la resolución de problemas conforman un accionar a veces poco rápido y eficaz, lo que atenta contra el resultado de su gestión”, dijeron sobre Hermelo.

“Evidencia capacidad para dirigir sus facultades hacia objetivos prácticos de su mayor interés (operacionales o de la inteligencia de combate) por lo que las tareas que le son apropiadas son las de carácter operativo. Desarrolla mejor sus cualidades en los trabajos en equipo, en los que su atención inteligente se muestra más dirigida al logro de los objetivos fijados. Fue observado verbalmente en los aspectos desfavorables de su accionar, por lo que se observará su capacidad de reacción”.

“En el planeamiento y ejecución de tareas rutinarias a veces insume mayor tiempo que el normal. No ocurrió ello cuando se trató de operaciones reales”, concluyeron.

Hermelo estaba en la Brigada de la cual dependía el Batallón Comando, donde a su vez estaba destinado Mellino. En su alegato el Ministerio Público Fiscal destacó la importancia de esta Brigada en la lucha contra la subversión y el rol del acusado.

Según su legajo, Hermelo tenía predilección por esta tarea desde inicios de los 70. Le agradaba dictar clases a oficiales y subalternos en “Combate y Lucha contra la subversión”. Según sus informes de calificación de 1975, Hermelo “obtuvo resultados positivos y satisfactorios en tareas de Contrainteligencia, hacia las cuales mostró mayor inclinación y predilección”.

En 1976, en el Batallón de Infantería de Marina 4 de Trelew, también fue jefe de contrainteligencia. Su legajo dio cuenta de su formación.

La contrainteligencia contrasubversiva era tan importante, que en 1973 Hermelo fue sancionado por no detectar a tiempo “el desarrollo de adoctrinamiento subversivo” de un oficial de su unidad. Esta falla provocó un alzamiento de la compañía.

Indagado en 2018, Hermelo negó todo. “Estaba totalmente abocado en la lucha contra estados vecinos, estábamos a punto de ir a la guerra con Chile y era una cosa totalmente absorbente. Nadie me habló de la subversión”, dijo. Negó que su Brigada fuera una fuerza de tareas. Sobre la hipótesis Chile, “trabajé en publicaciones norteamericanas y francesas para formar un procedimiento de combate apto para nosotros”.

Los jueces compararon su legajo con su declaración. “Hermelo no fue ajeno a la lucha contra la subversión”, dijeron. Se probó que detectó que Mellino era un “infiltrado” que tenía militancia anarquista y que había sido detenido en 1975.

La contrainteligencia rastreaba “elementos subversivos” entre conscriptos. Un informe de Prefectura advertía en 1977 sobre cómo la subversión se infiltraba en la fuerza para reunir información. Por eso recomendaba “más control e investigación del comportamiento y actitudes” de los conscriptos, y buscar indicios de su participación en “tareas insurreccionales”. Se vigilaban lugares de esparcimiento, amistades, familia, medios de vida, etcétera. La idea era organizar una “red confidencial” para detectar a tiempo “la capacitación y adoctrinamiento de los infiltrados para constituir células subversivas”. Además se sugería “un intenso adoctrinamiento en todo el personal”.

La acusación recordó otra publicación dedicada a la subversión en las Fuerzas Armadas: “La gran tarea está en los conscriptos. En la actualidad los que ya son comunistas no anotan nada, no tienen material ni hacen propaganda alguna. Se entrenan para robar información, memorizar y transmitir al contacto. Otros son captados en los trenes, bares, etcétera al salir de los Centros de Reclutamiento”.

La contrainteligencia se aplicaba al propio personal. “Cada integrante de la Armada es un agente natural de Contrainteligencia, que debe informar todo lo que pueda estar fuera de lugar y avizorar una actividad sospechosa que ponga en riesgo a la Armada”. Todos eran controlados y se informaba toda actitud sospechosa.

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Apuntado. Hermelo en una postal del juicio por Elvio Bel en Rawson.
23 DIC 2019 - 20:40

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

Hernán Álvaro Hermelo fue condenado a 5 años de prisión, inhabilitación absoluta por el tiempo de la condena y el pago de costas por el secuestro del conscripto Helvio Alcides Mellino. Quedó excarcelado por el tiempo que ya pasó en prisión preventiva y su falta de antecedentes.

Hermelo es el militar retirado que junto con Tito Nichols, está acusado por la desaparición de Elvio Ángel Bel, el 5 de noviembre de 1976 en Trelew.

La causa Mellino se elevó a juicio en 2014. Es del Juzgado Federal N° 1 de Bahía Blanca. Hermelo y otros acusados fueron juzgados por ese Tribunal Oral Federal.

Mellino fue secuestrado entre el 8 y el 24 de marzo de 1977. Cumplía con el servicio militar obligatorio en el Comando de Infantería de Marina, Base Naval Puerto Belgrano, Punta Alta. Sigue desaparecido. La Armada lo disfrazó de “deserción”. Por su caso ya hubo dos condenas. Hubo actividad de contrainteligencia para ocultarle a la familia su destino.

Hermelo era capitán de corbeta, jefe de inteligencia y contrainteligencia de la Brigada de Infantería de Marina N° 1. Asesoraba al comandante. Entre enero y agosto de 1977 fue evaluado por su superiores Ernesto Menghetti (jefe del Estado mayor de la Brigada), y por Alfredo Fernández (comandante de la Brigada). Dijeron sobre Hermelo: “Presenta dificultad para la captación de los aspectos importantes de una situación, lo que sumado a una natural lentitud en la resolución de problemas conforman un accionar a veces poco rápido y eficaz, lo que atenta contra el resultado de su gestión”, dijeron sobre Hermelo.

“Evidencia capacidad para dirigir sus facultades hacia objetivos prácticos de su mayor interés (operacionales o de la inteligencia de combate) por lo que las tareas que le son apropiadas son las de carácter operativo. Desarrolla mejor sus cualidades en los trabajos en equipo, en los que su atención inteligente se muestra más dirigida al logro de los objetivos fijados. Fue observado verbalmente en los aspectos desfavorables de su accionar, por lo que se observará su capacidad de reacción”.

“En el planeamiento y ejecución de tareas rutinarias a veces insume mayor tiempo que el normal. No ocurrió ello cuando se trató de operaciones reales”, concluyeron.

Hermelo estaba en la Brigada de la cual dependía el Batallón Comando, donde a su vez estaba destinado Mellino. En su alegato el Ministerio Público Fiscal destacó la importancia de esta Brigada en la lucha contra la subversión y el rol del acusado.

Según su legajo, Hermelo tenía predilección por esta tarea desde inicios de los 70. Le agradaba dictar clases a oficiales y subalternos en “Combate y Lucha contra la subversión”. Según sus informes de calificación de 1975, Hermelo “obtuvo resultados positivos y satisfactorios en tareas de Contrainteligencia, hacia las cuales mostró mayor inclinación y predilección”.

En 1976, en el Batallón de Infantería de Marina 4 de Trelew, también fue jefe de contrainteligencia. Su legajo dio cuenta de su formación.

La contrainteligencia contrasubversiva era tan importante, que en 1973 Hermelo fue sancionado por no detectar a tiempo “el desarrollo de adoctrinamiento subversivo” de un oficial de su unidad. Esta falla provocó un alzamiento de la compañía.

Indagado en 2018, Hermelo negó todo. “Estaba totalmente abocado en la lucha contra estados vecinos, estábamos a punto de ir a la guerra con Chile y era una cosa totalmente absorbente. Nadie me habló de la subversión”, dijo. Negó que su Brigada fuera una fuerza de tareas. Sobre la hipótesis Chile, “trabajé en publicaciones norteamericanas y francesas para formar un procedimiento de combate apto para nosotros”.

Los jueces compararon su legajo con su declaración. “Hermelo no fue ajeno a la lucha contra la subversión”, dijeron. Se probó que detectó que Mellino era un “infiltrado” que tenía militancia anarquista y que había sido detenido en 1975.

La contrainteligencia rastreaba “elementos subversivos” entre conscriptos. Un informe de Prefectura advertía en 1977 sobre cómo la subversión se infiltraba en la fuerza para reunir información. Por eso recomendaba “más control e investigación del comportamiento y actitudes” de los conscriptos, y buscar indicios de su participación en “tareas insurreccionales”. Se vigilaban lugares de esparcimiento, amistades, familia, medios de vida, etcétera. La idea era organizar una “red confidencial” para detectar a tiempo “la capacitación y adoctrinamiento de los infiltrados para constituir células subversivas”. Además se sugería “un intenso adoctrinamiento en todo el personal”.

La acusación recordó otra publicación dedicada a la subversión en las Fuerzas Armadas: “La gran tarea está en los conscriptos. En la actualidad los que ya son comunistas no anotan nada, no tienen material ni hacen propaganda alguna. Se entrenan para robar información, memorizar y transmitir al contacto. Otros son captados en los trenes, bares, etcétera al salir de los Centros de Reclutamiento”.

La contrainteligencia se aplicaba al propio personal. “Cada integrante de la Armada es un agente natural de Contrainteligencia, que debe informar todo lo que pueda estar fuera de lugar y avizorar una actividad sospechosa que ponga en riesgo a la Armada”. Todos eran controlados y se informaba toda actitud sospechosa.


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