Editorial / Tres pasos inevitables: deuda sostenible, reforma tributaria y cambio de ministros
Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.
No por sabido deja de ser un nuevo foco de conflicto. El anuncio oficial de que el medio aguinaldo de los empleados públicos de Chubut se pagará en varias cuotas volvió a poner al Gobierno más cerca de la pared ante su mayor problema: sostener a un Estado que tiene ingresos infinitamente menores al nivel de sus gastos.
Es tan sencilla y matemática la cuenta que abruma explicarla. Si al Gobierno le cuesta a achicar la brecha de dos meses de atraso en el pago de sueldos, sólo hay que imaginarse lo que está pesando ahora juntar unos 2.500 millones de pesos extras para pagar los aguinaldos.
El Gobierno, de la mano de su nuevo “hombre fuerte”, el secretario general de Gobierno, Andrés Meiszner, logró acercar posiciones con algunos de los gremios más fuertes y combativos. En esta lista están ATE y los viales, que sin embargo ya advirtieron que el aguinaldo en cuotas no puede ser aceptado así como así.
Otros gremios también le están haciendo saber a Meiszner –por ahora con sordina- que la tensa calma podría convertirse en tempestad si no se toman medidas más rápidas y se corren del medio a varios lastres que no hacen más que hundir un poco más a la gestión de Arcioni.
En la cuerda floja
El caso de Federico Massoni es uno de ellos. Su performance mediática ya dejó de ser simpática y Sergio Berni hay uno solo. Al ministro de Seguridad no sólo le rodearon la manzana puertas adentro del Gobierno sino también desde Nación, donde ya no quieren saber más nada con él.
Tras la grave situación de violencia institucional ejercida por policías en el barrio INTA de Trelew la semana pasada, la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, dio un ultimátum.
No es el único, pero Massoni encabeza por varios cuerpos la lista de funcionarios provinciales a los que desde Nación les bajaron el pulgar. Ya le dijeron varias veces al gobernador que debe dar señales si quiere seguir recibiéndolas.
Uno más uno
El gobernador resiste estos embates pero entendió las lecciones de matemática política que le bajaron desde la Casa Rosada y en estos días, dicen en su entorno, tomará cartas en el asunto. Cansado de tener un bloque de diputados provinciales con poco empuje numérico, volvió a apelar esta semana a cultivar sus vínculos con los nexos nacionales. Recibió a Emanuel Coliñir, el joven trelewense que es un estrecho colaborador del diputado nacional Santiago Igon y fue designado en el Ministerio de Interior para acercar posiciones con los gobiernos e intendencias patagónicas.
El viernes, además, cumplió agenda con el intendente Juan Pablo Luque, otro mimado de la Rosada que aun marcando sus discrepancias con el gobernador, ha hecho más por Arcioni que muchos de los propios.
Para el Gobierno nacional, más que nunca, “es con todos”, incluido Arcioni y las “patrullas perdidas” del peronismo que abrevaron en otras aguas tras quedarse afuera del corral cuando algunos dirigentes del PJ local cerraron las puertas del partido y escondieron las llaves.
Deuda y déficit
Sin planes electorales en el corto plazo, lo único que le queda a Arcioni es construir un poco de poder para que el camino hasta diciembre de 2023 sea lo más digno posible. Por eso sabe que sacar lo más rápido que se pueda el proyecto de reperfilamiento de deuda es clave y le daría un poco de la sustentabilidad de la que carece.
Además, se piensa en una reforma tributaria para intentar mejorar los ingresos, texto que por ahora es una incógnita y preocupa a varios sectores empresarios. Meiszner y el ministro de Economía, Oscar Antonena, trabajan contrarreloj para poder delinearla y luego negociarla con los diputados. Ambos saben que patear vencimientos de deuda no alcanza en sí mismo, que hay que delinear un plan más amplio para salir del pozo.
Claro que no alcanza con Meiszner y Antonena atajando penales a cuatro manos. Al Gobierno le sigue faltando volumen político. Avanzar un paso y retroceder dos no le sirve a nadie.
Virtualidad
La estrategia empezó mal: el jefe del bloque arcionista, Juan Horacio Pais, se cruzó con el vicegobernador Ricardo Sastre sobre la forma en que se podría sesionar de manera no presencial.
Sastre, al que no le gustan muchas cosas pero menos que lo quieran arriar por los diarios, le recordó a Pais que si quiere una sesión virtual primero hay presentar un proyecto para modificar el reglamento de la Cámara.
Horas después, todos bajaron un poco el tono pero desde el sastrismo advirtieron que al menos se necesitarían dos sesiones virtuales: una para darle estado parlamentario a los temas que envió el Ejecutivo; y otra para poder tratarlos y aprobarlos.
Sastre tiró fechas: si se pagan los sueldos del rango 3 (por ahora depositaron apenas 30.000 pesos) y del rango 4, podría sesionarse en forma virtual el martes 30 de junio y el jueves 2 de julio.
Casi una eternidad para un Gobierno al que a cada minuto le aparece una piedra nueva en el zapato.
No por sabido deja de ser un nuevo foco de conflicto. El anuncio oficial de que el medio aguinaldo de los empleados públicos de Chubut se pagará en varias cuotas volvió a poner al Gobierno más cerca de la pared ante su mayor problema: sostener a un Estado que tiene ingresos infinitamente menores al nivel de sus gastos.
Es tan sencilla y matemática la cuenta que abruma explicarla. Si al Gobierno le cuesta a achicar la brecha de dos meses de atraso en el pago de sueldos, sólo hay que imaginarse lo que está pesando ahora juntar unos 2.500 millones de pesos extras para pagar los aguinaldos.
El Gobierno, de la mano de su nuevo “hombre fuerte”, el secretario general de Gobierno, Andrés Meiszner, logró acercar posiciones con algunos de los gremios más fuertes y combativos. En esta lista están ATE y los viales, que sin embargo ya advirtieron que el aguinaldo en cuotas no puede ser aceptado así como así.
Otros gremios también le están haciendo saber a Meiszner –por ahora con sordina- que la tensa calma podría convertirse en tempestad si no se toman medidas más rápidas y se corren del medio a varios lastres que no hacen más que hundir un poco más a la gestión de Arcioni.
En la cuerda floja
El caso de Federico Massoni es uno de ellos. Su performance mediática ya dejó de ser simpática y Sergio Berni hay uno solo. Al ministro de Seguridad no sólo le rodearon la manzana puertas adentro del Gobierno sino también desde Nación, donde ya no quieren saber más nada con él.
Tras la grave situación de violencia institucional ejercida por policías en el barrio INTA de Trelew la semana pasada, la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, dio un ultimátum.
No es el único, pero Massoni encabeza por varios cuerpos la lista de funcionarios provinciales a los que desde Nación les bajaron el pulgar. Ya le dijeron varias veces al gobernador que debe dar señales si quiere seguir recibiéndolas.
Uno más uno
El gobernador resiste estos embates pero entendió las lecciones de matemática política que le bajaron desde la Casa Rosada y en estos días, dicen en su entorno, tomará cartas en el asunto. Cansado de tener un bloque de diputados provinciales con poco empuje numérico, volvió a apelar esta semana a cultivar sus vínculos con los nexos nacionales. Recibió a Emanuel Coliñir, el joven trelewense que es un estrecho colaborador del diputado nacional Santiago Igon y fue designado en el Ministerio de Interior para acercar posiciones con los gobiernos e intendencias patagónicas.
El viernes, además, cumplió agenda con el intendente Juan Pablo Luque, otro mimado de la Rosada que aun marcando sus discrepancias con el gobernador, ha hecho más por Arcioni que muchos de los propios.
Para el Gobierno nacional, más que nunca, “es con todos”, incluido Arcioni y las “patrullas perdidas” del peronismo que abrevaron en otras aguas tras quedarse afuera del corral cuando algunos dirigentes del PJ local cerraron las puertas del partido y escondieron las llaves.
Deuda y déficit
Sin planes electorales en el corto plazo, lo único que le queda a Arcioni es construir un poco de poder para que el camino hasta diciembre de 2023 sea lo más digno posible. Por eso sabe que sacar lo más rápido que se pueda el proyecto de reperfilamiento de deuda es clave y le daría un poco de la sustentabilidad de la que carece.
Además, se piensa en una reforma tributaria para intentar mejorar los ingresos, texto que por ahora es una incógnita y preocupa a varios sectores empresarios. Meiszner y el ministro de Economía, Oscar Antonena, trabajan contrarreloj para poder delinearla y luego negociarla con los diputados. Ambos saben que patear vencimientos de deuda no alcanza en sí mismo, que hay que delinear un plan más amplio para salir del pozo.
Claro que no alcanza con Meiszner y Antonena atajando penales a cuatro manos. Al Gobierno le sigue faltando volumen político. Avanzar un paso y retroceder dos no le sirve a nadie.
Virtualidad
La estrategia empezó mal: el jefe del bloque arcionista, Juan Horacio Pais, se cruzó con el vicegobernador Ricardo Sastre sobre la forma en que se podría sesionar de manera no presencial.
Sastre, al que no le gustan muchas cosas pero menos que lo quieran arriar por los diarios, le recordó a Pais que si quiere una sesión virtual primero hay presentar un proyecto para modificar el reglamento de la Cámara.
Horas después, todos bajaron un poco el tono pero desde el sastrismo advirtieron que al menos se necesitarían dos sesiones virtuales: una para darle estado parlamentario a los temas que envió el Ejecutivo; y otra para poder tratarlos y aprobarlos.
Sastre tiró fechas: si se pagan los sueldos del rango 3 (por ahora depositaron apenas 30.000 pesos) y del rango 4, podría sesionarse en forma virtual el martes 30 de junio y el jueves 2 de julio.
Casi una eternidad para un Gobierno al que a cada minuto le aparece una piedra nueva en el zapato.