Opinión / El encuentro de dos creadores de compañía

Era septiembre del 2000 visité a Walter Valdéz en Rawson para que me calibrara mi Fender Stratocaster roja. Después de un rato de charla, Walter me invitó al lugar donde estaba montado su taller. Allí estaba construyendo su primera guitarra.

18 JUL 2020 - 20:34 | Actualizado

Por Pedro Méndez

Para la misma época, en los albores del Siglo XXI, Silvio Rodríguez participaba en el homenaje que le rindieron a Luis Eduardo Aute en Filipinas, Jorge Drexler, Joaquín Sabina, Ana Belén, Ismael Serrano, Joan Manuel Serrat, y algunos más.

Todo buen retrato de Silvio debe reflejar su historia creativa, su primer interés por el piano, luego la pintura y también el cine. Seguro de que el piano no le daría la oportunidad que sus posibilidades y condiciones requerían, se decidió por la guitarra. Así fue cómo llegó a su vida la guitarra de Esteban, aquel zapatero “remendón”, que poseía el instrumento en el que Silvio Rodríguez declaró sus primeras intenciones.

De allí en más, la relación con la guitarra trajo poco a poco, no sólo melodías para aquellas palabras versadas y los poemas urgentes. También trajo días a la vida y flores a la creación. Superada su estadía en el ejercito su cofre rebalsaba con alrededor de cien canciones.

El nombre de Silvio se escuchó por primera vez en Argentina en 1984. Su música se escuchó en aquel popular álbum: “Silvio Rodríguez y Pablo Milanes, en vivo en Argentina”. Desde entonces y hasta nuestros días, la apreciación por la obra y la persona de Silvio Rodríguez siempre fue “in crescendo” en nuestro país.

Walter Valdéz recuerda aquel taller en Rawson y su primera creación. “El proceso (de construcción) había empezado algunos años antes del 2000, guiado por la curiosidad que es la madre de todos los desafíos. Después de un tiempo terminé mi primera guitarra que me duró solo un día. Me la compró Alejandro Conti, un conocido vecino de Rawson, músico, windsurfista, piloto de autos, comerciante. En fin, él me compró esa guitarra por 350 dólares. Un lindo recuerdo del oficio. Desde entonces he construido más de 60 guitarras”.

Valdéz es hoy un renombrado lutier. Ha recibido reconocimientos importantes a nivel nacional. Participó en tres ocasiones de las convocatorias del Fondo Nacional de Las Artes. Las tres veces finalista, una vez segundo y dos veces primero.

Las guitarras sacaron a su creador a recorrer Latinoamérica. Walter Valdéz participó y fue Medalla de Honor en el Foro Internacional de la guitarra en Paraguay, en el 2015. En la ocasión dictó clases magistrales en las que participaron más de 200 lutiers de todo el mundo.

La guitarra de Silvio

“La historia de la guitarra de Silvio empieza cuando Ismael Serrano visitó mi taller en Puerto Madryn, en 2014. Él llegó a mi taller para conocer algunas cosas relacionadas a mi forma de construir guitarras. A él interesaba la Lutería desde el punto de vista técnico y desde el aspecto de la física. Serrano estudió física y dejó en el último año para dedicarse a ser músico profesional. Él tiene un conocimiento muy amplio desde el punto de la física en lo que respecta al desplazamiento del aire a través las cavidades del instrumento. Tuvimos una gran charla. Mi formación autodidacta hizo que tuviera que experimentar. Así fue cómo es que llegué a conseguir un tipo de diseño que llamó la atención a muchos músicos. Principalmente, el rendimiento del instrumento fue el aspecto más elogiado”.

Para parafrasear a Silvio Rodríguez, se puede tener todo el talento del mundo pero hay que tener un poco suerte. Y Valdéz lo reconoce: “Soy un afortunado. Al margen de que le pongo muchas hora al taller, porque soy detallista en cada pedacito y cada pieza de la guitarra. Trató de que quede perfecto aunque no se vea. En esos detalles está basado el prestigio de las guitarras que construyo. Finalmente, en 2015 tuve mi primer contacto con Silvio Rodríguez, y en un par de mail quedamos en que yo le construiría su próxima guitarra”.

El encuentro

El encuentro en La Habana no pudo ser pero una nueva gira de Silvio por Argentina realizada en octubre de 2018 lo resolvería todo. “Le pedí a un amigo entrañable, gran conocedor de la obra de Silvio que me acompañara a la cita que fue un mediodía en el Luna Park, llegamos al lugar en plena prueba de sonido de su banda, Trovarroco, así que disfrutamos un rato de la espera. Estábamos nosotros dos y a unos pocos metros Nahuel Pennisi que también tenía su cita. Cuando llegó, lo estaba esperando gente de protocolo del Gobierno de la Ciudad con la declaración de Huésped de Honor y tras un breve acto ceremonial se encamina hacia nosotros, al acercarse con una sonrisa y abriendo los brazos pregunta ¿Quién es Walter?. ¿Dónde está el lutier?”.

Así se dio el encuentro entre Walter Valdez, lutier y Silvio Rodríguez, trovador. Declarado fan de siempre del artista cubano, Valdéz afirma: “Hay discos completos que son maravillosos. Creo que estamos hablando del mayor trovador de nuestra historia en nuestra lengua por lo extenso y la calidad de su obra. Nunca decayó y siempre se mantuvo brillante”.

Silvio Rodríguez fue elegido en Cuba junto a Ernesto Lecuona como el mejor compositor cubano del siglo XX y, además, recibió el premio al mejor cantautor hispanoamericano de la segunda mitad de siglo.

Como poeta consumado tiene palabras únicas para referirse a la guitarra.? “En todos los amores hay una mejilla que de pone y unos labios que la besan. En mi caso yo soy la mejilla y la guitarra me besa. A la más mínima caricia me empieza a susurrar maravillas”.

Walter Valdez es el creador de la guitarra y Silvio Rodríguez es Trovador que ofrece su mejilla para que el beso pulse el corazón, los dedos de ese corazón pulsarán las cuerdas de la guitarra cuya vibración recorrerá las curvas del instrumento buscando la cavidad que liberará un sentimiento, profundo y único, que quedará atrapado en una canción.

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18 JUL 2020 - 20:34

Por Pedro Méndez

Para la misma época, en los albores del Siglo XXI, Silvio Rodríguez participaba en el homenaje que le rindieron a Luis Eduardo Aute en Filipinas, Jorge Drexler, Joaquín Sabina, Ana Belén, Ismael Serrano, Joan Manuel Serrat, y algunos más.

Todo buen retrato de Silvio debe reflejar su historia creativa, su primer interés por el piano, luego la pintura y también el cine. Seguro de que el piano no le daría la oportunidad que sus posibilidades y condiciones requerían, se decidió por la guitarra. Así fue cómo llegó a su vida la guitarra de Esteban, aquel zapatero “remendón”, que poseía el instrumento en el que Silvio Rodríguez declaró sus primeras intenciones.

De allí en más, la relación con la guitarra trajo poco a poco, no sólo melodías para aquellas palabras versadas y los poemas urgentes. También trajo días a la vida y flores a la creación. Superada su estadía en el ejercito su cofre rebalsaba con alrededor de cien canciones.

El nombre de Silvio se escuchó por primera vez en Argentina en 1984. Su música se escuchó en aquel popular álbum: “Silvio Rodríguez y Pablo Milanes, en vivo en Argentina”. Desde entonces y hasta nuestros días, la apreciación por la obra y la persona de Silvio Rodríguez siempre fue “in crescendo” en nuestro país.

Walter Valdéz recuerda aquel taller en Rawson y su primera creación. “El proceso (de construcción) había empezado algunos años antes del 2000, guiado por la curiosidad que es la madre de todos los desafíos. Después de un tiempo terminé mi primera guitarra que me duró solo un día. Me la compró Alejandro Conti, un conocido vecino de Rawson, músico, windsurfista, piloto de autos, comerciante. En fin, él me compró esa guitarra por 350 dólares. Un lindo recuerdo del oficio. Desde entonces he construido más de 60 guitarras”.

Valdéz es hoy un renombrado lutier. Ha recibido reconocimientos importantes a nivel nacional. Participó en tres ocasiones de las convocatorias del Fondo Nacional de Las Artes. Las tres veces finalista, una vez segundo y dos veces primero.

Las guitarras sacaron a su creador a recorrer Latinoamérica. Walter Valdéz participó y fue Medalla de Honor en el Foro Internacional de la guitarra en Paraguay, en el 2015. En la ocasión dictó clases magistrales en las que participaron más de 200 lutiers de todo el mundo.

La guitarra de Silvio

“La historia de la guitarra de Silvio empieza cuando Ismael Serrano visitó mi taller en Puerto Madryn, en 2014. Él llegó a mi taller para conocer algunas cosas relacionadas a mi forma de construir guitarras. A él interesaba la Lutería desde el punto de vista técnico y desde el aspecto de la física. Serrano estudió física y dejó en el último año para dedicarse a ser músico profesional. Él tiene un conocimiento muy amplio desde el punto de la física en lo que respecta al desplazamiento del aire a través las cavidades del instrumento. Tuvimos una gran charla. Mi formación autodidacta hizo que tuviera que experimentar. Así fue cómo es que llegué a conseguir un tipo de diseño que llamó la atención a muchos músicos. Principalmente, el rendimiento del instrumento fue el aspecto más elogiado”.

Para parafrasear a Silvio Rodríguez, se puede tener todo el talento del mundo pero hay que tener un poco suerte. Y Valdéz lo reconoce: “Soy un afortunado. Al margen de que le pongo muchas hora al taller, porque soy detallista en cada pedacito y cada pieza de la guitarra. Trató de que quede perfecto aunque no se vea. En esos detalles está basado el prestigio de las guitarras que construyo. Finalmente, en 2015 tuve mi primer contacto con Silvio Rodríguez, y en un par de mail quedamos en que yo le construiría su próxima guitarra”.

El encuentro

El encuentro en La Habana no pudo ser pero una nueva gira de Silvio por Argentina realizada en octubre de 2018 lo resolvería todo. “Le pedí a un amigo entrañable, gran conocedor de la obra de Silvio que me acompañara a la cita que fue un mediodía en el Luna Park, llegamos al lugar en plena prueba de sonido de su banda, Trovarroco, así que disfrutamos un rato de la espera. Estábamos nosotros dos y a unos pocos metros Nahuel Pennisi que también tenía su cita. Cuando llegó, lo estaba esperando gente de protocolo del Gobierno de la Ciudad con la declaración de Huésped de Honor y tras un breve acto ceremonial se encamina hacia nosotros, al acercarse con una sonrisa y abriendo los brazos pregunta ¿Quién es Walter?. ¿Dónde está el lutier?”.

Así se dio el encuentro entre Walter Valdez, lutier y Silvio Rodríguez, trovador. Declarado fan de siempre del artista cubano, Valdéz afirma: “Hay discos completos que son maravillosos. Creo que estamos hablando del mayor trovador de nuestra historia en nuestra lengua por lo extenso y la calidad de su obra. Nunca decayó y siempre se mantuvo brillante”.

Silvio Rodríguez fue elegido en Cuba junto a Ernesto Lecuona como el mejor compositor cubano del siglo XX y, además, recibió el premio al mejor cantautor hispanoamericano de la segunda mitad de siglo.

Como poeta consumado tiene palabras únicas para referirse a la guitarra.? “En todos los amores hay una mejilla que de pone y unos labios que la besan. En mi caso yo soy la mejilla y la guitarra me besa. A la más mínima caricia me empieza a susurrar maravillas”.

Walter Valdez es el creador de la guitarra y Silvio Rodríguez es Trovador que ofrece su mejilla para que el beso pulse el corazón, los dedos de ese corazón pulsarán las cuerdas de la guitarra cuya vibración recorrerá las curvas del instrumento buscando la cavidad que liberará un sentimiento, profundo y único, que quedará atrapado en una canción.


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