Editorial / El plan pospandemia de Alberto vs. la falta de acuerdos que paraliza a Chubut

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

25 JUL 2020 - 21:10 | Actualizado

Las frases que pronuncian los líderes que gobiernan, aunque a veces suenen trilladas, casi siempre definen el espíritu de su gestión. “La Argentina que se viene nos necesita a todos y las pequeñas y medianas empresas son los principales aliados”; “es necesario que estemos juntos en la construcción de un nuevo país para un desarrollo igualitario en el que ganen todos, y no donde unos ganen y otros pierdan”; “desde la hora cero supimos que teníamos que garantizar la continuidad del empleo”; “después de la pandemia tenemos la oportunidad única de construir otro país más justo”; “necesito que lo hagamos entre todos”.

Estas cinco frases fueron pronunciadas el viernes por el presidente Alberto Fernández en la presentación de una nueva etapa del programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), ese que se creó en plena pandemia para que el Estado pague una parte importante del salario de trabajadores registrados del sector privado.

Cuando algún opositor dice que la economía se destrozó por la cuarentena, en verdad hay que explicarle que la pandemia dejó a la economía mundial al borde del colapso y que sólo la mano ejecutora del Estado salvará a casi todos los países. También a la Argentina.

De esta crisis global (que es inmensamente más profunda que la del 2008, que hizo explotar las burbujas del neoliberalismo) se saldrá con más y mejor Estado, con mayor gasto público productivo para sostener el empleo y a las pymes (aunque la máquina de hacer billetes se recaliente un poco) y con la mayor cantidad de actores políticos, sociales y sindicales sentados a la mesa de la concertación.

En ese sentido está llevando el barco Alberto Fernández y por eso los niveles de apoyo a la gestión del Presidente siguen siendo altos a pesar del hartazgo emocional que causa la cuarentena.

De virtuoso a vicioso

Esta semana, Jornada publicó un informe con datos oficiales del Gobierno nacional que dimensionan en su justa medida el nivel de asistencia que Nación le ha dado a Chubut en medio de la pandemia: son, nada más y nada menos, que 9.980 millones de pesos que bajaron a la Provincia a través de fondos girados de manera directa al Gobierno provincial (casi el 60% fueron mediante el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial y de Aportes del Tesoro Nacional) y de diferentes programas de apoyo directo a beneficiarios.

Este segundo segmento equivale a casi 4.000 millones de pesos que llegaron directamente a los bolsillos de los chubutenses en cuatro meses: 1.346 millones de pesos a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y unos 925 millones de pesos a través de los ATP para pagar parte del sueldo de trabajadores privados.

Si no hubiera llegado estos aportes desde Nación (sobre todo los 5.000 millones de pesos en dos tramos que utilizó el Gobierno provincial para achicar un poco el desfasaje salarial que arrastra hace más de un año), la situación sería mucho más grave aún.

Es odioso comparar, también en política, pero es evidente que la crisis interminable de Chubut impide tener un “plan pospandemia” propio. Si el Gobierno provincial no puede garantizar mínimamente un cronograma de pago de salarios y aún no definió en cuántas cuotas va a saldar el medio aguinaldo, menos se va a poder intentar crear un círculo virtuoso, inyectando dinero en la gente para crezca el consumo y esto ayude a recomponer la actividad de los servicios y la producción.

No poder generar un nivel de consumo sustentable, que a su vez genere un mayor consumo en los comercios y en la industria, es un problema. Generar valor agregado a lo que se consume terminaría por redondear un “círculo virtuoso” que en Chubut está roto y nadie sabe ni parece tener ganas de arreglar.

En este sentido, no se le puede pedir más esfuerzos a los sectores privados más golpeados cuando es el propio Estado el que no cumple con su parte. Pero tampoco nadie se sienta con los sectores empresarios a los que les ha ido bien en todos estos años a pedirles una ayuda, un gesto, un hombro, sin que esto signifique que deje de ser negocio invertir en Chubut.

Pocas ideas, muchas trabas

La parálisis de ideas y toma de decisiones del Gobierno provincial no son una novedad. Por supuesto, hay excepciones, hay funcionarios que se sientan y reman en medio de la tormenta. Pero sobran los que ni siquiera intentan poner un remo en el agua. Así se le va a hacer muy difícil al gobernador Mariano Arcioni remontar el mar embravecido.

Tampoco la oposición parece terminar de entender que a esta altura de la “soirée”, si el barco se hunde nadie podrá salir seco del fondo del mar.

Una de las novedades de la semana fue la confirmación de la Sala de Acusar de la Legislatura provincial, que presidirá la radical Andrea Aguilera. Es verdad que se trata de un paso constitucional que se activó debido al ingreso de cuatro pedidos de juicio político (dos contra Arcioni, otro contra el ministro Federico Massoni y uno contra el ministro de la Corte provincial, Miguel Donnet), pero el caldo que se comienza a calentar en la cocina de la política no es la mejor comida para degustar en medio de semejante crisis.

La intentona de juicio político contra Arcioni no debe avanzar porque podría terminar doliéndole a toda la provincia. Es inoportuno e inviable. Y ningún legislador en su sano juicio podría votar seriamente la destitución de un gobernador en este momento.

Con una Legislatura que tiene tan poca acción por la pandemia y los desplantes del gremio, las pocas oportunidades que hay para legislar deberían ocuparse en temas importantes.

El ejemplo de la localidad de El Hoyo, en donde una interna política terminó suspendiendo al intendente con herramientas constitucionales, fue una aventura que por ahora terminó con el rechazo de la Justicia y con todo el arco político condenando la intención de ir en contra del voto popular.

Chubut tiene tantos problemas por resolver que una “salida constitucional” podría terminar causando un problema mayor, como ocurrió en El Hoyo, con amenazas de intervención incluida.

Enterate de las noticias de PROVINCIA a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.

Las más leídas

25 JUL 2020 - 21:10

Las frases que pronuncian los líderes que gobiernan, aunque a veces suenen trilladas, casi siempre definen el espíritu de su gestión. “La Argentina que se viene nos necesita a todos y las pequeñas y medianas empresas son los principales aliados”; “es necesario que estemos juntos en la construcción de un nuevo país para un desarrollo igualitario en el que ganen todos, y no donde unos ganen y otros pierdan”; “desde la hora cero supimos que teníamos que garantizar la continuidad del empleo”; “después de la pandemia tenemos la oportunidad única de construir otro país más justo”; “necesito que lo hagamos entre todos”.

Estas cinco frases fueron pronunciadas el viernes por el presidente Alberto Fernández en la presentación de una nueva etapa del programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), ese que se creó en plena pandemia para que el Estado pague una parte importante del salario de trabajadores registrados del sector privado.

Cuando algún opositor dice que la economía se destrozó por la cuarentena, en verdad hay que explicarle que la pandemia dejó a la economía mundial al borde del colapso y que sólo la mano ejecutora del Estado salvará a casi todos los países. También a la Argentina.

De esta crisis global (que es inmensamente más profunda que la del 2008, que hizo explotar las burbujas del neoliberalismo) se saldrá con más y mejor Estado, con mayor gasto público productivo para sostener el empleo y a las pymes (aunque la máquina de hacer billetes se recaliente un poco) y con la mayor cantidad de actores políticos, sociales y sindicales sentados a la mesa de la concertación.

En ese sentido está llevando el barco Alberto Fernández y por eso los niveles de apoyo a la gestión del Presidente siguen siendo altos a pesar del hartazgo emocional que causa la cuarentena.

De virtuoso a vicioso

Esta semana, Jornada publicó un informe con datos oficiales del Gobierno nacional que dimensionan en su justa medida el nivel de asistencia que Nación le ha dado a Chubut en medio de la pandemia: son, nada más y nada menos, que 9.980 millones de pesos que bajaron a la Provincia a través de fondos girados de manera directa al Gobierno provincial (casi el 60% fueron mediante el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial y de Aportes del Tesoro Nacional) y de diferentes programas de apoyo directo a beneficiarios.

Este segundo segmento equivale a casi 4.000 millones de pesos que llegaron directamente a los bolsillos de los chubutenses en cuatro meses: 1.346 millones de pesos a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y unos 925 millones de pesos a través de los ATP para pagar parte del sueldo de trabajadores privados.

Si no hubiera llegado estos aportes desde Nación (sobre todo los 5.000 millones de pesos en dos tramos que utilizó el Gobierno provincial para achicar un poco el desfasaje salarial que arrastra hace más de un año), la situación sería mucho más grave aún.

Es odioso comparar, también en política, pero es evidente que la crisis interminable de Chubut impide tener un “plan pospandemia” propio. Si el Gobierno provincial no puede garantizar mínimamente un cronograma de pago de salarios y aún no definió en cuántas cuotas va a saldar el medio aguinaldo, menos se va a poder intentar crear un círculo virtuoso, inyectando dinero en la gente para crezca el consumo y esto ayude a recomponer la actividad de los servicios y la producción.

No poder generar un nivel de consumo sustentable, que a su vez genere un mayor consumo en los comercios y en la industria, es un problema. Generar valor agregado a lo que se consume terminaría por redondear un “círculo virtuoso” que en Chubut está roto y nadie sabe ni parece tener ganas de arreglar.

En este sentido, no se le puede pedir más esfuerzos a los sectores privados más golpeados cuando es el propio Estado el que no cumple con su parte. Pero tampoco nadie se sienta con los sectores empresarios a los que les ha ido bien en todos estos años a pedirles una ayuda, un gesto, un hombro, sin que esto signifique que deje de ser negocio invertir en Chubut.

Pocas ideas, muchas trabas

La parálisis de ideas y toma de decisiones del Gobierno provincial no son una novedad. Por supuesto, hay excepciones, hay funcionarios que se sientan y reman en medio de la tormenta. Pero sobran los que ni siquiera intentan poner un remo en el agua. Así se le va a hacer muy difícil al gobernador Mariano Arcioni remontar el mar embravecido.

Tampoco la oposición parece terminar de entender que a esta altura de la “soirée”, si el barco se hunde nadie podrá salir seco del fondo del mar.

Una de las novedades de la semana fue la confirmación de la Sala de Acusar de la Legislatura provincial, que presidirá la radical Andrea Aguilera. Es verdad que se trata de un paso constitucional que se activó debido al ingreso de cuatro pedidos de juicio político (dos contra Arcioni, otro contra el ministro Federico Massoni y uno contra el ministro de la Corte provincial, Miguel Donnet), pero el caldo que se comienza a calentar en la cocina de la política no es la mejor comida para degustar en medio de semejante crisis.

La intentona de juicio político contra Arcioni no debe avanzar porque podría terminar doliéndole a toda la provincia. Es inoportuno e inviable. Y ningún legislador en su sano juicio podría votar seriamente la destitución de un gobernador en este momento.

Con una Legislatura que tiene tan poca acción por la pandemia y los desplantes del gremio, las pocas oportunidades que hay para legislar deberían ocuparse en temas importantes.

El ejemplo de la localidad de El Hoyo, en donde una interna política terminó suspendiendo al intendente con herramientas constitucionales, fue una aventura que por ahora terminó con el rechazo de la Justicia y con todo el arco político condenando la intención de ir en contra del voto popular.

Chubut tiene tantos problemas por resolver que una “salida constitucional” podría terminar causando un problema mayor, como ocurrió en El Hoyo, con amenazas de intervención incluida.


NOTICIAS RELACIONADAS