El Club de Lectura evoluciona a la virtualidad

Grupo lector de la Biblioteca “Agustín Álvarez” de Trelew.

02 AGO 2020 - 20:19 | Actualizado

Por Martín Tacón

El año pasado, la Biblioteca Popular “Agustín Álvarez” de Trelew inició su Club de Lectura, un espacio en el que los amantes de los libros acuden para leer novelas, cuentos y poesías junto a otros contertulios. El Club funciona desde 2019 en el corazón de la Biblioteca, todos los lunes a la hora del té, entre las 16 y las 17. Con el tiempo, el Club se ha transformado en una familia literaria.

La pandemia del Covid-19 puso trabas a toda actividad social y cultural. El Club, susceptible a este tipo de vicisitudes, debió buscar otras vías de acción. Dialogamos con Beatriz Radice, la madre de esta iniciativa. Recuerda el nacimiento del club y cómo se abrió paso al plano virtual.

Beatriz es contadora pública y practicó la docencia en la Universidad, donde fue profesora de materias contables. Con sus conocimientos en desarrollo de grupos, tomó las riendas del Club a pedido de los directivos. “Un día me llamaron de la Biblioteca Agustín Álvarez y me preguntaron si me gustaría coordinar un Club de Lectura”, cuenta Beatriz. “A los 65 años me había jubilado y ya no tenía actividad. Esto era ad honorem, así que me tomé 15 días para pensarlo. Yo tenía mucha experiencia en trabajo de grupos. Así que me di cuenta que podía hacerlo. Les dije que sí y comenzamos”.

Beatriz Radice relata: “Empezamos en la Biblioteca con una muy buena inscripción, casi 20 lectoras. Van sobre todo mujeres, pero son grupos heterogéneos. Hay jóvenes y muchos mayores, gente con un gran gusto por la lectura”.

El funcionamiento del club es sencillo: Beatriz diagrama las lecturas semanales y los lunes se desarrollan los debates sobre el material leído.

Dos personas de la comisión ayudan en el trabajo diario, ellas son Graciela Del Río y Patricia Wheeler. Beatriz dice que “la gente viene por el gusto a la lectura”. Para evitar reglamentaciones incómodas, en el Club existe la “lista del no y del sí”, una suerte de manual de instrucciones que dicen así:

“No lee alto si no quiere, no hay que intervenir forzosamente en los debates, no tiene que comprar el libro, no hay que pagar nada en el club. Sí se lee en casa, sí ir a los encuentros aunque no termine de leer lo convenido, sí ver películas basadas en la novela que se lee (si fuera posible), sí hacer actividades culturales complementarias, sí escribir la bitácora de las lecturas”.

El valor literario más nutritivo del club tiene lugar los lunes durante los debates. En la reunión se realiza el intercambio de ideas basado en la lectura. Los lectores reflexionan sobre la acción narrativa de la obra, definen el perfil de los personajes, estudian su contenido y analizan a los autores. El debate se mezcla con el aprendizaje. Cualquiera puede intervenir si lo desea, sin embargo Beatriz señala: “Nadie está obligado a hablar si no quiere. Algunos pasan días o un mes sin hablar, y de pronto un día escuchás que alguien encuentra un tema del que sabe mucho y empieza a hablar. Esa es la riqueza de este grupo”.

Las lecturas son variadas, narrativas breves, novelas y poesías. “Leemos de todo: poemas, relatos, cuentos, novelas. A cada uno le gusta algo diferente y hay que hacer una ensalada con un poco de todo”.

Sus años de docencia la ayudan a conducir el grupo de forma organizada. Establecer el orden de lectura en una novela no es tarea fácil. Beatriz revela su sistema: “Con las novelas les presento cinco obras de cinco autores distintos con un resumen de cada uno y se lleva a votación. Leemos las novelas por capítulos de forma organizada. Yo les planifico las lecturas y les doy tantas páginas por semana. Cada lunes hay que llevar leída una determinada cantidad de capítulos. En base a eso, yo les hago preguntas. Yo me siento bien si participan”.

Al acabar una lectura, el producto final es “la bitácora”. Beatriz explica: “La bitácora contiene los comentarios que se hicieron de lo leído, en base a nuestro sistema (personajes, autores, argumento). Eso lo pasan por escrito y lo dejan impreso en una bitácora para el club”.

La bitácora de cada lectura queda almacenada en la Biblioteca como testimonio inmortal de la lectura. “Un club sin historia no sirve, se disuelve. Yo pensé que el Club debía tener una historia desde el primer día. Ese objetivo lo cumple la bitácora, que se redacta y se escribe cuando ya todo está leído y comentado”.

Ante la imposibilidad de asistir a la Biblioteca, los integrantes del Club encontraron otra manera de hacer tertulia: el WhatsApp. Beatriz cuenta que internet brindó las herramientas que necesitaban. “Todas las novedades se pasan por WhatsApp y todos los materiales se pasan por correo electrónico. Los comentarios los hacemos los lunes a las 4 de la tarde. Yo les organizo la lectura semanal y después todos saben que los lunes a esa hora abrimos los temas”.

Los asiduos se mantienen fieles al club, y de vez en cuando aparece algún nuevo lector que se suma a la familia. “Siempre está entrando gente. Podes ingresar en cualquier momento al club. Cuando ingresás, las chicas te dicen qué lectura estamos haciendo, te pasan el PDF o te prestan el libro”.

Como integrante del grupo de “Abuelas leecuentos” de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”, Beatriz Radice aceptó la propuesta de elaborar videos leyendo cuentos en el marco del aniversario de la Biblioteca. Estos videos pueden verse en las redes sociales de la Biblioteca Popular.

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02 AGO 2020 - 20:19

Por Martín Tacón

El año pasado, la Biblioteca Popular “Agustín Álvarez” de Trelew inició su Club de Lectura, un espacio en el que los amantes de los libros acuden para leer novelas, cuentos y poesías junto a otros contertulios. El Club funciona desde 2019 en el corazón de la Biblioteca, todos los lunes a la hora del té, entre las 16 y las 17. Con el tiempo, el Club se ha transformado en una familia literaria.

La pandemia del Covid-19 puso trabas a toda actividad social y cultural. El Club, susceptible a este tipo de vicisitudes, debió buscar otras vías de acción. Dialogamos con Beatriz Radice, la madre de esta iniciativa. Recuerda el nacimiento del club y cómo se abrió paso al plano virtual.

Beatriz es contadora pública y practicó la docencia en la Universidad, donde fue profesora de materias contables. Con sus conocimientos en desarrollo de grupos, tomó las riendas del Club a pedido de los directivos. “Un día me llamaron de la Biblioteca Agustín Álvarez y me preguntaron si me gustaría coordinar un Club de Lectura”, cuenta Beatriz. “A los 65 años me había jubilado y ya no tenía actividad. Esto era ad honorem, así que me tomé 15 días para pensarlo. Yo tenía mucha experiencia en trabajo de grupos. Así que me di cuenta que podía hacerlo. Les dije que sí y comenzamos”.

Beatriz Radice relata: “Empezamos en la Biblioteca con una muy buena inscripción, casi 20 lectoras. Van sobre todo mujeres, pero son grupos heterogéneos. Hay jóvenes y muchos mayores, gente con un gran gusto por la lectura”.

El funcionamiento del club es sencillo: Beatriz diagrama las lecturas semanales y los lunes se desarrollan los debates sobre el material leído.

Dos personas de la comisión ayudan en el trabajo diario, ellas son Graciela Del Río y Patricia Wheeler. Beatriz dice que “la gente viene por el gusto a la lectura”. Para evitar reglamentaciones incómodas, en el Club existe la “lista del no y del sí”, una suerte de manual de instrucciones que dicen así:

“No lee alto si no quiere, no hay que intervenir forzosamente en los debates, no tiene que comprar el libro, no hay que pagar nada en el club. Sí se lee en casa, sí ir a los encuentros aunque no termine de leer lo convenido, sí ver películas basadas en la novela que se lee (si fuera posible), sí hacer actividades culturales complementarias, sí escribir la bitácora de las lecturas”.

El valor literario más nutritivo del club tiene lugar los lunes durante los debates. En la reunión se realiza el intercambio de ideas basado en la lectura. Los lectores reflexionan sobre la acción narrativa de la obra, definen el perfil de los personajes, estudian su contenido y analizan a los autores. El debate se mezcla con el aprendizaje. Cualquiera puede intervenir si lo desea, sin embargo Beatriz señala: “Nadie está obligado a hablar si no quiere. Algunos pasan días o un mes sin hablar, y de pronto un día escuchás que alguien encuentra un tema del que sabe mucho y empieza a hablar. Esa es la riqueza de este grupo”.

Las lecturas son variadas, narrativas breves, novelas y poesías. “Leemos de todo: poemas, relatos, cuentos, novelas. A cada uno le gusta algo diferente y hay que hacer una ensalada con un poco de todo”.

Sus años de docencia la ayudan a conducir el grupo de forma organizada. Establecer el orden de lectura en una novela no es tarea fácil. Beatriz revela su sistema: “Con las novelas les presento cinco obras de cinco autores distintos con un resumen de cada uno y se lleva a votación. Leemos las novelas por capítulos de forma organizada. Yo les planifico las lecturas y les doy tantas páginas por semana. Cada lunes hay que llevar leída una determinada cantidad de capítulos. En base a eso, yo les hago preguntas. Yo me siento bien si participan”.

Al acabar una lectura, el producto final es “la bitácora”. Beatriz explica: “La bitácora contiene los comentarios que se hicieron de lo leído, en base a nuestro sistema (personajes, autores, argumento). Eso lo pasan por escrito y lo dejan impreso en una bitácora para el club”.

La bitácora de cada lectura queda almacenada en la Biblioteca como testimonio inmortal de la lectura. “Un club sin historia no sirve, se disuelve. Yo pensé que el Club debía tener una historia desde el primer día. Ese objetivo lo cumple la bitácora, que se redacta y se escribe cuando ya todo está leído y comentado”.

Ante la imposibilidad de asistir a la Biblioteca, los integrantes del Club encontraron otra manera de hacer tertulia: el WhatsApp. Beatriz cuenta que internet brindó las herramientas que necesitaban. “Todas las novedades se pasan por WhatsApp y todos los materiales se pasan por correo electrónico. Los comentarios los hacemos los lunes a las 4 de la tarde. Yo les organizo la lectura semanal y después todos saben que los lunes a esa hora abrimos los temas”.

Los asiduos se mantienen fieles al club, y de vez en cuando aparece algún nuevo lector que se suma a la familia. “Siempre está entrando gente. Podes ingresar en cualquier momento al club. Cuando ingresás, las chicas te dicen qué lectura estamos haciendo, te pasan el PDF o te prestan el libro”.

Como integrante del grupo de “Abuelas leecuentos” de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”, Beatriz Radice aceptó la propuesta de elaborar videos leyendo cuentos en el marco del aniversario de la Biblioteca. Estos videos pueden verse en las redes sociales de la Biblioteca Popular.


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