Editorial / Coparticipación, una cadena de desigualdades

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Arcioni deberá ahora navegar en la discusión del reparto, que jamás fue sencillo.
12 SEP 2020 - 21:01 | Actualizado

Cuando este diario enfatizó hace tres domingos desde esta misma columna editorial que la salida gradual de la pandemia debería incluir un necesario y postergado debate sobre el reparto de fondos que la Provincia hace con los municipios, algunos dirigentes y medios de comunicación de la zona sur de Chubut cayeron en la crítica fácil: cuestionar a Jornada por su postura y señalarlo como un “vocero” de los intereses del Valle. Nada más extemporáneo que una reacción regionalista en tiempos en los que se necesita estar todos arriba del mismo barco.

La iniciativa sobre la coparticipación provincial, en cambio, tuvo mucha repercusión en la gran mayoría de la clase dirigente de las ciudades y pueblos que sienten que el reparto de fondos coparticipables es inequitativo. Y como viene proponiendo este diario, lo que hay que hacer es agrandar la torta de fondos coparticipables y equilibrar su distribución. Es decir, no caer en la trampa de la “manta corta”, en la simpleza de sacarles a unos para beneficiar a otros.

Esta cadena de desigualdades se repite. Comienza con el Estado nacional repartiendo mal a las provincias y con las provincias haciendo lo mismo con sus municipios. El cambio que hay que hacer es de fondo. De arriba a abajo.

Años de reclamos

“Coparticipación: la discusión local no debería dejar de lado los reclamos a Nación”. Podría ser el título de este editorial pero fue el de uno publicado en Jornada el domingo 28 de septiembre de 2014. Hace seis años este diario ya postulaba la necesidad de equilibrar el reparto interno y de ir de manera decidida a Nación a reclamar lo que se perdió hace ya más de tres décadas cuando el gobierno radical de entonces, encabezado por Atilio Viglione, cedió 0,3 puntos de coparticipación a cambio de obras que nunca llegaron.

Para no hacerlo tan complejo y que se entienda, el ministro de Economía de Viglione, el geólogo cordobés Cristian Asensio, firmó a la baja en 1984 un pacto fiscal que le hizo perder a la provincia miles y miles de millones de pesos a lo largo de 36 años. Mansamente, Chubut aceptó bajar el porcentaje de coparticipación de 1,9588% a 1,5842%. Es decir, 0,3746 puntos porcentuales.

En este caso, la matemática no es tan sencilla de aplicar pero los innumerables cálculos que se han hecho a lo largo de los años le dan a Chubut una acreencia histórica que debería comenzar a saldarse en algún momento. Este, con una crisis provincial profunda y justo cuando el presidente Alberto Fernández dio el puntapié inicial para equiparar a la siempre beneficiada Ciudad de Buenos Aires contra la inmensa Provincia de Buenos Aires, podría ser EL momento.

Políticos, no politiqueros

Hay un punto central si se pretende empezar a dar la discusión con Nación para conseguir una reparación histórica: cohesión política. En estas cuatro décadas en las que Chubut cedió fondos millonarios muy pocas veces hubo dirigentes políticos que pensaran en actuar en conjunto al menos por este objetivo. No es exagerado decir que casi nunca.

Para conseguir que un gobierno nacional atienda el reclamo de Chubut se necesita, como medida básica, un gobernador firme que sepa lo que está reclamando y un grupo de legisladores nacionales (hoy tres senadores y cinco diputados nacionales) que se levanten y se acuesten pensando en defender los intereses de la Provincia y de sus ciudadanos. Algunos de ellos –antes y ahora- parecen no haber entendido nunca para qué los votaron.

No es justo generalizar pero los actuales legisladores nacionales por Chubut suelen hablar poco y sin demasiado conocimiento de lo que está en juego. Algunos, como el ultramacrista Gustavo Menna, se la pasa chicaneando al Gobierno nacional por la falta de asistencia financiera a Chubut, cuando estuvo dos años sentado en una banca durante el largo “invierno” macrista mirando para otro lado. O peor, votando leyes en contra de los intereses de la Patagonia.

También los sectores gremiales, sobre todos los representantes de trabajadores estatales, deberían dejar de enarbolar consignas impracticables. Seguir arengando a la gente de que el actual Gobierno provincial debe ponerse al día con los salarios así como así, o esperando que Nación haga un salvataje económico de un día para otro, es ingenuo o hipócrita. Las dos cosas son nefastas en política.

Tampoco el gobernador Mariano Arcioni se ayuda a sí mismo firmando acuerdos como el que firmó con la Justicia, porque si hay un sector del Estado por donde comenzar a equilibrar el desfasaje del pago de salarios no es precisamente ese.

Lo que Arcioni necesita urgente es un plan integral. Se lo reclamaron la semana pasada –otra vez- desde la Casa Rosada y los tiempos se acortan. En Fontana 50 se entusiasman con un proyecto por ahora reservado: un Plan Productivo que intentará dar vuelta la matriz económica de la provincia. No sólo instaurando el demorado debate sobre la minería sino también desarrollando un amplio espectro de actividades para que nadie piense que una sola actividad salvará a Chubut, históricamente dependiente de la extracción petrolera.

Ya hubo reuniones (una con sindicalistas mercantiles y algunos contactos con diputados provinciales) y seguirá habiendo más encuentros con otros sectores esta semana.

Hay que abrir un debate amplio y sostener fuerte las riendas porque lo que se viene no será sencillo. Para empezar a salir de la crisis hay que aguantarse el corcoveo, talonear las verijas y dar algunos rebencazos a los propios para que se despierten antes de caerse del caballo. Es hora de ponerse los pantalones largos.

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Arcioni deberá ahora navegar en la discusión del reparto, que jamás fue sencillo.
12 SEP 2020 - 21:01

Cuando este diario enfatizó hace tres domingos desde esta misma columna editorial que la salida gradual de la pandemia debería incluir un necesario y postergado debate sobre el reparto de fondos que la Provincia hace con los municipios, algunos dirigentes y medios de comunicación de la zona sur de Chubut cayeron en la crítica fácil: cuestionar a Jornada por su postura y señalarlo como un “vocero” de los intereses del Valle. Nada más extemporáneo que una reacción regionalista en tiempos en los que se necesita estar todos arriba del mismo barco.

La iniciativa sobre la coparticipación provincial, en cambio, tuvo mucha repercusión en la gran mayoría de la clase dirigente de las ciudades y pueblos que sienten que el reparto de fondos coparticipables es inequitativo. Y como viene proponiendo este diario, lo que hay que hacer es agrandar la torta de fondos coparticipables y equilibrar su distribución. Es decir, no caer en la trampa de la “manta corta”, en la simpleza de sacarles a unos para beneficiar a otros.

Esta cadena de desigualdades se repite. Comienza con el Estado nacional repartiendo mal a las provincias y con las provincias haciendo lo mismo con sus municipios. El cambio que hay que hacer es de fondo. De arriba a abajo.

Años de reclamos

“Coparticipación: la discusión local no debería dejar de lado los reclamos a Nación”. Podría ser el título de este editorial pero fue el de uno publicado en Jornada el domingo 28 de septiembre de 2014. Hace seis años este diario ya postulaba la necesidad de equilibrar el reparto interno y de ir de manera decidida a Nación a reclamar lo que se perdió hace ya más de tres décadas cuando el gobierno radical de entonces, encabezado por Atilio Viglione, cedió 0,3 puntos de coparticipación a cambio de obras que nunca llegaron.

Para no hacerlo tan complejo y que se entienda, el ministro de Economía de Viglione, el geólogo cordobés Cristian Asensio, firmó a la baja en 1984 un pacto fiscal que le hizo perder a la provincia miles y miles de millones de pesos a lo largo de 36 años. Mansamente, Chubut aceptó bajar el porcentaje de coparticipación de 1,9588% a 1,5842%. Es decir, 0,3746 puntos porcentuales.

En este caso, la matemática no es tan sencilla de aplicar pero los innumerables cálculos que se han hecho a lo largo de los años le dan a Chubut una acreencia histórica que debería comenzar a saldarse en algún momento. Este, con una crisis provincial profunda y justo cuando el presidente Alberto Fernández dio el puntapié inicial para equiparar a la siempre beneficiada Ciudad de Buenos Aires contra la inmensa Provincia de Buenos Aires, podría ser EL momento.

Políticos, no politiqueros

Hay un punto central si se pretende empezar a dar la discusión con Nación para conseguir una reparación histórica: cohesión política. En estas cuatro décadas en las que Chubut cedió fondos millonarios muy pocas veces hubo dirigentes políticos que pensaran en actuar en conjunto al menos por este objetivo. No es exagerado decir que casi nunca.

Para conseguir que un gobierno nacional atienda el reclamo de Chubut se necesita, como medida básica, un gobernador firme que sepa lo que está reclamando y un grupo de legisladores nacionales (hoy tres senadores y cinco diputados nacionales) que se levanten y se acuesten pensando en defender los intereses de la Provincia y de sus ciudadanos. Algunos de ellos –antes y ahora- parecen no haber entendido nunca para qué los votaron.

No es justo generalizar pero los actuales legisladores nacionales por Chubut suelen hablar poco y sin demasiado conocimiento de lo que está en juego. Algunos, como el ultramacrista Gustavo Menna, se la pasa chicaneando al Gobierno nacional por la falta de asistencia financiera a Chubut, cuando estuvo dos años sentado en una banca durante el largo “invierno” macrista mirando para otro lado. O peor, votando leyes en contra de los intereses de la Patagonia.

También los sectores gremiales, sobre todos los representantes de trabajadores estatales, deberían dejar de enarbolar consignas impracticables. Seguir arengando a la gente de que el actual Gobierno provincial debe ponerse al día con los salarios así como así, o esperando que Nación haga un salvataje económico de un día para otro, es ingenuo o hipócrita. Las dos cosas son nefastas en política.

Tampoco el gobernador Mariano Arcioni se ayuda a sí mismo firmando acuerdos como el que firmó con la Justicia, porque si hay un sector del Estado por donde comenzar a equilibrar el desfasaje del pago de salarios no es precisamente ese.

Lo que Arcioni necesita urgente es un plan integral. Se lo reclamaron la semana pasada –otra vez- desde la Casa Rosada y los tiempos se acortan. En Fontana 50 se entusiasman con un proyecto por ahora reservado: un Plan Productivo que intentará dar vuelta la matriz económica de la provincia. No sólo instaurando el demorado debate sobre la minería sino también desarrollando un amplio espectro de actividades para que nadie piense que una sola actividad salvará a Chubut, históricamente dependiente de la extracción petrolera.

Ya hubo reuniones (una con sindicalistas mercantiles y algunos contactos con diputados provinciales) y seguirá habiendo más encuentros con otros sectores esta semana.

Hay que abrir un debate amplio y sostener fuerte las riendas porque lo que se viene no será sencillo. Para empezar a salir de la crisis hay que aguantarse el corcoveo, talonear las verijas y dar algunos rebencazos a los propios para que se despierten antes de caerse del caballo. Es hora de ponerse los pantalones largos.


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