Extrañando el sur, con música de la tierra y una guitarra “llena de vientos”

Rubén Patagonia añora la vuelta al sur y transita la pandemia en el norte del país. Lanzará un nuevo disco con Ricardo Mollo, el cantante de Divididos.

23 NOV 2020 - 20:08 | Actualizado

Por Ismael Tebes / @ismatebes

Aunque a través del teléfono, su voz se escuche lejana, nunca la Patagonia le quedará lejos. “La pandemia ha hecho que me quede por acá, estaba de gira por Paraná y todo el Litoral. Luchando y andando siempre; preparando nuevo material como tiene que ser. La cuestión es que seguimos poniéndole el pecho a todo”, describe Rubén Patagonia (64) desde la casa de su hijo Jeremías a un costado de un brazo del Río Paraná.

“Se extraña todo, como no se va a extrañar”, reconoce uno de los principales referentes de la música patagónica y difusor de un género que parece cada vez más metido en el gusto del público. “Uno tiene que llegar con su mensaje y quizás estando en el sur cuesta mucho que eso llegue. Fui haciendo una escala primero por Cipolletti; después anduvimos por Buenos Aires y luego en Córdoba”, reafirmando que Dios no solamente atiende en Capital sino en las ciudades más grandes.

Su primer material discográfico, surge en 1997 con el título “Miremos el Sur” y un año más tarde llegaría con una genial interpretación del tema “Cutral-có (Mensaje de invierno)” de Sergio Castro. Ya lleva nueve discos realizados y llegó a cantar en los más variados matices como Calle 13; Divididos, Flavio Cianciarullo (Los Fabulosos Cadillacs), Lito Vitale, Bersuit Vergarabat y el grupo de heavy metal Almafuerte.

Además de la música, la carga testimonial; la memoria de los ancestros tehuelches y la vinculación con el rock, Rubén Patagonia también se ha destacado por sus incursiones cinematográficas en “La película del rey”, “La eterna sonrisa”, “El navegante y los cóndores”, “El camino” y “Lonko Pincen” además de la tira “El elegido” (Telefé).

“Seguimos haciendo cosas y distintos trabajos a través del Zoom y los medios virtuales. He estado trabajando con Víctor Heredia y León Gieco y antes de fin de año saldrá un hermoso trabajo con Ricardo Mollo, el cantante de Didividos con algo muy lindo que hemos logrado, que él le ponga su voz a un tema en mapuzungún, el lenguaje mapuche. Será una cosa hermosa”.

En cuanto a las referencias que destaca a lo largo de su carrera musical, Rubén Patagonia destaca haber cantado con autores y compositores como Marcelo Berbel, Nelson Aguilar y los mellizos Pehuenches. “Grabé canciones de Abelardo Epuyén González, Lito Gutiérrez y fundamentalmente de Hugo Giménez Agüero al margen de que hay canciones de mi autoría. Lo importante que patagónicamente hablando, tenemos ocho hechas por Jeremías que se largó a la huella”, resalta.

“Llena de vinetos”

Rubén dice estar “donde lo llaman” a la hora de cantar y multiplicar su música. Con la presencia quizás limitada en estos tiempos de COVID pero con la voz libre, sin barbijo. “Lo más importante de todo es seguir estando presentes en todos lados. Así tiene que ser”.

“La música patagónica –cuenta Rubén- viene bien desde hace años. Yo ando cantando cosas desde los catorce años y llevo casi cincuenta años de andar con la guitarra llena de vientos de la Patagonia. No es una moda. Hay que mantener intacto todo esto que tiene que ver con nuestro sur. Cuesta mucho pero siempre estaremos poniendo el hombro, con la familia que es lo más importante”.

Ahí prefiere detenerse. En el orgullo de sus hijos –con raíz musical inevitable- y los nietos que lo llenan de vida. “El que me acompaña más y anda en todo es mi hijo Jeremías que ha marcado un rumbo dentro de la música con su guitarra y sus temas; maneja todo la parte de grabación y en éste momento, tenemos un estudio armado”. Y explica que Elal, su otro hijo músico optó por la familia; Kuaniep Elesken reside en Capilla del Monte, su hija Kospi Chorch en Cipolletti y completa Kaliquen Aluen, la menor de la dinastía.

De aquel inspector de tránsito; al pelo largo y la fuerza de la raza. “Mi padre fue petrolero y llegué a vivir un par de años en Cañadón Perdido en un hermoso lugar, ahí estuvo hasta los 7 años y de entrada nomás, me gustaba cantar. Mi madre me decía que mientras cocinaba, me sentaba en un banco de madera a su lado y ahí empecé a cantar. Después nos trasladaron al 62; después a barrio Saavedra y definitivamente en barrio Paso Nuevo al costado del ex estadio de YPF”, rememora sobre su niñez comodorense.

“A los 13 tomé rumbo para Sarmiento donde estudié agronomía. Ahí conocí a Elena, mi compañera. Estuvo al lado mío treinta y seis años poniendo cosas importantes; la vida misma. Lamentablemente ya partió y los hijos están grandes, casados y la mayoría me hizo abuelo. Este el camino que transito vaya a saber hasta cuándo”.

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23 NOV 2020 - 20:08

Por Ismael Tebes / @ismatebes

Aunque a través del teléfono, su voz se escuche lejana, nunca la Patagonia le quedará lejos. “La pandemia ha hecho que me quede por acá, estaba de gira por Paraná y todo el Litoral. Luchando y andando siempre; preparando nuevo material como tiene que ser. La cuestión es que seguimos poniéndole el pecho a todo”, describe Rubén Patagonia (64) desde la casa de su hijo Jeremías a un costado de un brazo del Río Paraná.

“Se extraña todo, como no se va a extrañar”, reconoce uno de los principales referentes de la música patagónica y difusor de un género que parece cada vez más metido en el gusto del público. “Uno tiene que llegar con su mensaje y quizás estando en el sur cuesta mucho que eso llegue. Fui haciendo una escala primero por Cipolletti; después anduvimos por Buenos Aires y luego en Córdoba”, reafirmando que Dios no solamente atiende en Capital sino en las ciudades más grandes.

Su primer material discográfico, surge en 1997 con el título “Miremos el Sur” y un año más tarde llegaría con una genial interpretación del tema “Cutral-có (Mensaje de invierno)” de Sergio Castro. Ya lleva nueve discos realizados y llegó a cantar en los más variados matices como Calle 13; Divididos, Flavio Cianciarullo (Los Fabulosos Cadillacs), Lito Vitale, Bersuit Vergarabat y el grupo de heavy metal Almafuerte.

Además de la música, la carga testimonial; la memoria de los ancestros tehuelches y la vinculación con el rock, Rubén Patagonia también se ha destacado por sus incursiones cinematográficas en “La película del rey”, “La eterna sonrisa”, “El navegante y los cóndores”, “El camino” y “Lonko Pincen” además de la tira “El elegido” (Telefé).

“Seguimos haciendo cosas y distintos trabajos a través del Zoom y los medios virtuales. He estado trabajando con Víctor Heredia y León Gieco y antes de fin de año saldrá un hermoso trabajo con Ricardo Mollo, el cantante de Didividos con algo muy lindo que hemos logrado, que él le ponga su voz a un tema en mapuzungún, el lenguaje mapuche. Será una cosa hermosa”.

En cuanto a las referencias que destaca a lo largo de su carrera musical, Rubén Patagonia destaca haber cantado con autores y compositores como Marcelo Berbel, Nelson Aguilar y los mellizos Pehuenches. “Grabé canciones de Abelardo Epuyén González, Lito Gutiérrez y fundamentalmente de Hugo Giménez Agüero al margen de que hay canciones de mi autoría. Lo importante que patagónicamente hablando, tenemos ocho hechas por Jeremías que se largó a la huella”, resalta.

“Llena de vinetos”

Rubén dice estar “donde lo llaman” a la hora de cantar y multiplicar su música. Con la presencia quizás limitada en estos tiempos de COVID pero con la voz libre, sin barbijo. “Lo más importante de todo es seguir estando presentes en todos lados. Así tiene que ser”.

“La música patagónica –cuenta Rubén- viene bien desde hace años. Yo ando cantando cosas desde los catorce años y llevo casi cincuenta años de andar con la guitarra llena de vientos de la Patagonia. No es una moda. Hay que mantener intacto todo esto que tiene que ver con nuestro sur. Cuesta mucho pero siempre estaremos poniendo el hombro, con la familia que es lo más importante”.

Ahí prefiere detenerse. En el orgullo de sus hijos –con raíz musical inevitable- y los nietos que lo llenan de vida. “El que me acompaña más y anda en todo es mi hijo Jeremías que ha marcado un rumbo dentro de la música con su guitarra y sus temas; maneja todo la parte de grabación y en éste momento, tenemos un estudio armado”. Y explica que Elal, su otro hijo músico optó por la familia; Kuaniep Elesken reside en Capilla del Monte, su hija Kospi Chorch en Cipolletti y completa Kaliquen Aluen, la menor de la dinastía.

De aquel inspector de tránsito; al pelo largo y la fuerza de la raza. “Mi padre fue petrolero y llegué a vivir un par de años en Cañadón Perdido en un hermoso lugar, ahí estuvo hasta los 7 años y de entrada nomás, me gustaba cantar. Mi madre me decía que mientras cocinaba, me sentaba en un banco de madera a su lado y ahí empecé a cantar. Después nos trasladaron al 62; después a barrio Saavedra y definitivamente en barrio Paso Nuevo al costado del ex estadio de YPF”, rememora sobre su niñez comodorense.

“A los 13 tomé rumbo para Sarmiento donde estudié agronomía. Ahí conocí a Elena, mi compañera. Estuvo al lado mío treinta y seis años poniendo cosas importantes; la vida misma. Lamentablemente ya partió y los hijos están grandes, casados y la mayoría me hizo abuelo. Este el camino que transito vaya a saber hasta cuándo”.


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