El verano se vive a pleno en la costa madrynense. La Navidad trajo una jornada soleada y que permitió tener agradables temperaturas que generaron un combo perfecto para disfrutar de la playa a orillas del Golfo Nuevo.
A lo largo de la jornada la gente vivió intensamente de otro día al aire libre y entregando sus cuerpos a febo para que realice el ansiado bronceado. Desde hora temprano el boulevard Brown se convirtió en una gran playa de estacionamiento de familias, adolescentes, hombres y mujeres que buscaban la arena para refrescarse. Las horas se sucedieron y la gente permaneció en la costa.
Al caer la tarde muchos optaron por permanecer en la rambla para compartir una cena bajo las estrellas aprovechando los días generosos en materia climática y térmica.
El verano se vive a pleno en la costa madrynense. La Navidad trajo una jornada soleada y que permitió tener agradables temperaturas que generaron un combo perfecto para disfrutar de la playa a orillas del Golfo Nuevo.
A lo largo de la jornada la gente vivió intensamente de otro día al aire libre y entregando sus cuerpos a febo para que realice el ansiado bronceado. Desde hora temprano el boulevard Brown se convirtió en una gran playa de estacionamiento de familias, adolescentes, hombres y mujeres que buscaban la arena para refrescarse. Las horas se sucedieron y la gente permaneció en la costa.
Al caer la tarde muchos optaron por permanecer en la rambla para compartir una cena bajo las estrellas aprovechando los días generosos en materia climática y térmica.