Editorial / Es hora de hacer lo que hay que hacer

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02 ENE 2021 - 21:00 | Actualizado

A los saltos, derrapando, muchas veces al borde del precipicio, sacando la cabeza a la superficie cuando el agua parecía cubrirlo todo, con pocos aciertos y muchos errores. Así podría resumirse el primer año de gestión de Mariano Arcioni como gobernador elegido por la mayoría de los chubutenses.

Sin embargo, 2021 le ofrecerá una serie de oportunidades que, de aprovecharlas, le pueden dar la cuerda suficiente para intentar poner en caja la mayor crisis económica que le haya tocado administrar a un gobernador chubutense en los últimos veinte años.

Arcioni no es una víctima de los problemas que le toca gestionar. Nadie lo obligó a estar donde está. Pero también es cierto que Mario Das Neves lo puso ahí –y muchos aplaudieron- y cuando la pelea se puso difícil le sacaron hasta el banquito del rincón, como solía decir el mítico Ringo Bonavena.

También es verdad que muchos otros que estuvieron y siguen estando, que manejaron y siguen administrando poder, que tomaron o ayudaron a tomar muchas de las decisiones que llevaron a Chubut hasta el fondo del pozo en el que cayó, encontraron en el escribano comodorense a un buen chivo expiatorio.

Si hay algo que se debería asumirse es que la crisis de Chubut tuvo muchos padres. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Otra oportunidad

El Gobierno provincial tiene ahora chances de salir del fango y comenzar a caminar hacia adelante. Es verdad que si alguien limita el análisis a recordar que todavía se adeudan hasta dos masas salariales y más de un aguinaldo a miles de empleados públicos, parece difícil sostener este optimismo discursivo.

Pero no es menos cierto que el nuevo año ofrecerá un “rebote” económico de dimensiones por ahora moderadas que si Chubut lo sabe aprovechar podría marcar el comienzo del despegue

“Todos hemos hecho algo para estar así, por acción o por omisión”, se sinceró el ministro de Economía, Oscar Antonena, en una entrevista con Cadena Tiempo el miércoles pasado. “Lo que está pasando hoy en Chubut no es producto de lo que sucedió la semana pasada, sino que viene de muchos años y de muchas decisiones que llevaron a que tengamos que atravesar estos problemas. Y todo esto se agravó por la pandemia”, agregó.

El reperfilamiento de la deuda de Chubut, uno de los logros de este Gobierno, le dará un horizonte de cierta tranquilidad financiera que debería cimentar la plataforma de despegue. No se trata sólo de pagar sueldos a estatales. Se trata de recrear la obra pública, de sostener el desarrollo de las pymes desde la banca pública provincial y de eliminar el gasto político superfluo.

Hasta que el Gobierno no se ponga al día con los salarios de los estatales no se podrá abordar en profundidad otro tema de fondo. Pero en algún momento habrá que discutir el tamaño del Estado. No con el sentido economicista ultraliberal que piensa en equilibrar las cuentas tirando gente por la ventana; sino con el sentido peronista de la administración del Estado, que postula que “no existe más que una sola clase de hombres: los que trabajan”.

Dos reformas

El Gobierno esbozó sobre finales del año dos intentos de reformas de fondo que por ahora no tienen la claridad suficiente. Por un lado, un cambio productivo que es necesario como el agua pero que se ató casi exclusivamente a la posibilidad de habilitar la minería.

Tal vez, los tiempos se precipitaron y las cuestiones políticas no se manejaron de la mejor manera. Con un gobernador decidido a poner las dos mejillas por una actividad que sigue generando dudas, fueron pocos los funcionarios que salieron a explicar claramente de qué se trataba.

El tema no está cerrado ni mucho menos. Todavía tiene chances de discutirse de manera más amplia en la Legislatura, con más voces. Ni “sí porque sí”, ni “no es no”.

El otro cambio que Arcioni se propone para este año es una reforma judicial, que incluiría enviar este mismo mes a la Legislatura los pliegos para cubrir las cuatro vacantes en la Corte provincial.

El ida y vuelta que viene habiendo entre el Gobierno y la cúpula de la Justicia no le hace bien a nadie. El tironeo por los aumentos salariales que se disponen sin contar con la venia del Ejecutivo, o la autarquía financiera que impulso Arcioni sin consultar a los magistrados, tampoco.

Lo que nadie puede negar es que el Poder Judicial necesita, como los otros poderes, reformas para hacer más eficiente su funcionamiento. No toda la Justicia funciona igual de bien o mal. Hay de todo, como en todos los poderes.

Deudas

Lo que no se puede negar es que hay sectores de la Justicia provincial que se manejan de manera discrecional y que los sistemas de controles no funcionan adecuadamente.

El Consejo de la Magistratura tiene que volver a las fuentes que dieron pie a su creación hace 26 años. Debería ser igual de fácil investigar, juzgar y remover a un funcionario político corrupto que a un magistrado ineficiente. De los primeros hay varios en la cárcel. De los segundos, casi nadie.

Además, cubrir las vacantes del Superior Tribunal con paridad de género es urgente, una deuda de la democracia que hay que saldar. También en los otros poderes la ausencia de mujeres en lugares de decisión es un tema pendiente.

Que las mujeres hayan conseguido una conquista histórica como el aborto legal y gratuito debería marcar un antes y un después, también en Chubut.

Es hora de que empiecen a ocupar el lugar que se ganaron hace rato.

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02 ENE 2021 - 21:00

A los saltos, derrapando, muchas veces al borde del precipicio, sacando la cabeza a la superficie cuando el agua parecía cubrirlo todo, con pocos aciertos y muchos errores. Así podría resumirse el primer año de gestión de Mariano Arcioni como gobernador elegido por la mayoría de los chubutenses.

Sin embargo, 2021 le ofrecerá una serie de oportunidades que, de aprovecharlas, le pueden dar la cuerda suficiente para intentar poner en caja la mayor crisis económica que le haya tocado administrar a un gobernador chubutense en los últimos veinte años.

Arcioni no es una víctima de los problemas que le toca gestionar. Nadie lo obligó a estar donde está. Pero también es cierto que Mario Das Neves lo puso ahí –y muchos aplaudieron- y cuando la pelea se puso difícil le sacaron hasta el banquito del rincón, como solía decir el mítico Ringo Bonavena.

También es verdad que muchos otros que estuvieron y siguen estando, que manejaron y siguen administrando poder, que tomaron o ayudaron a tomar muchas de las decisiones que llevaron a Chubut hasta el fondo del pozo en el que cayó, encontraron en el escribano comodorense a un buen chivo expiatorio.

Si hay algo que se debería asumirse es que la crisis de Chubut tuvo muchos padres. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Otra oportunidad

El Gobierno provincial tiene ahora chances de salir del fango y comenzar a caminar hacia adelante. Es verdad que si alguien limita el análisis a recordar que todavía se adeudan hasta dos masas salariales y más de un aguinaldo a miles de empleados públicos, parece difícil sostener este optimismo discursivo.

Pero no es menos cierto que el nuevo año ofrecerá un “rebote” económico de dimensiones por ahora moderadas que si Chubut lo sabe aprovechar podría marcar el comienzo del despegue

“Todos hemos hecho algo para estar así, por acción o por omisión”, se sinceró el ministro de Economía, Oscar Antonena, en una entrevista con Cadena Tiempo el miércoles pasado. “Lo que está pasando hoy en Chubut no es producto de lo que sucedió la semana pasada, sino que viene de muchos años y de muchas decisiones que llevaron a que tengamos que atravesar estos problemas. Y todo esto se agravó por la pandemia”, agregó.

El reperfilamiento de la deuda de Chubut, uno de los logros de este Gobierno, le dará un horizonte de cierta tranquilidad financiera que debería cimentar la plataforma de despegue. No se trata sólo de pagar sueldos a estatales. Se trata de recrear la obra pública, de sostener el desarrollo de las pymes desde la banca pública provincial y de eliminar el gasto político superfluo.

Hasta que el Gobierno no se ponga al día con los salarios de los estatales no se podrá abordar en profundidad otro tema de fondo. Pero en algún momento habrá que discutir el tamaño del Estado. No con el sentido economicista ultraliberal que piensa en equilibrar las cuentas tirando gente por la ventana; sino con el sentido peronista de la administración del Estado, que postula que “no existe más que una sola clase de hombres: los que trabajan”.

Dos reformas

El Gobierno esbozó sobre finales del año dos intentos de reformas de fondo que por ahora no tienen la claridad suficiente. Por un lado, un cambio productivo que es necesario como el agua pero que se ató casi exclusivamente a la posibilidad de habilitar la minería.

Tal vez, los tiempos se precipitaron y las cuestiones políticas no se manejaron de la mejor manera. Con un gobernador decidido a poner las dos mejillas por una actividad que sigue generando dudas, fueron pocos los funcionarios que salieron a explicar claramente de qué se trataba.

El tema no está cerrado ni mucho menos. Todavía tiene chances de discutirse de manera más amplia en la Legislatura, con más voces. Ni “sí porque sí”, ni “no es no”.

El otro cambio que Arcioni se propone para este año es una reforma judicial, que incluiría enviar este mismo mes a la Legislatura los pliegos para cubrir las cuatro vacantes en la Corte provincial.

El ida y vuelta que viene habiendo entre el Gobierno y la cúpula de la Justicia no le hace bien a nadie. El tironeo por los aumentos salariales que se disponen sin contar con la venia del Ejecutivo, o la autarquía financiera que impulso Arcioni sin consultar a los magistrados, tampoco.

Lo que nadie puede negar es que el Poder Judicial necesita, como los otros poderes, reformas para hacer más eficiente su funcionamiento. No toda la Justicia funciona igual de bien o mal. Hay de todo, como en todos los poderes.

Deudas

Lo que no se puede negar es que hay sectores de la Justicia provincial que se manejan de manera discrecional y que los sistemas de controles no funcionan adecuadamente.

El Consejo de la Magistratura tiene que volver a las fuentes que dieron pie a su creación hace 26 años. Debería ser igual de fácil investigar, juzgar y remover a un funcionario político corrupto que a un magistrado ineficiente. De los primeros hay varios en la cárcel. De los segundos, casi nadie.

Además, cubrir las vacantes del Superior Tribunal con paridad de género es urgente, una deuda de la democracia que hay que saldar. También en los otros poderes la ausencia de mujeres en lugares de decisión es un tema pendiente.

Que las mujeres hayan conseguido una conquista histórica como el aborto legal y gratuito debería marcar un antes y un después, también en Chubut.

Es hora de que empiecen a ocupar el lugar que se ganaron hace rato.


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