Un cuento entre las cenizas: el último signo de la esperanza en un paraíso devastado por el fuego

En el segundo día de la recorrida de Jornada, Cadena Tiempo y Jornada Play, nos adentramos en los barrios Las Golondrinas y Bella Vista, las zonas más afectadas por los incendios en la Comarca Andina.

Ternura en la destrucción. Sophie le lee un cuento a Melodie, que con sus 3 años vivió una noche de terror junto con sus padres.
14 MAR 2021 - 21:05 | Actualizado

Por Martín Tacón / Fotografía Daniel Feldman / Enviados especiales

Uno de los primeros focos ígneos se produjo en terreno elevado, donde el bosque comienza a vestir las faldas de la montaña. Los vientos lo condujeron colina abajo, en dirección a El Hoyo, arrasando todo en el camino. Quienes residen allí vivieron instantes de terror: un apagón anticipó la catástrofe y el fuego rodeó casas y terrenos. Algunos recibieron un llamado de alerta y escaparon con tiempo. Otros sólo se enteraron cuando el feroz incendio acechaba sus puertas. “Nos quedamos con lo puesto”, es la frase común.

Entre los escombros de las casas arruinadas, conocimos a Sophie. Es francesa y lleva diez años viviendo en Argentina. Estaba con su hija, Melodie, de 3 años. Sentadas en medio de su hogar destruido, la madre leía un cuento a su pequeña.

“Yo no me enteré, porque había poca visibilidad”, dijo Sophie relatando el momento del incendio. “Éste era un paraíso muy resguardado, y no vi el humo al principio. Estaba con mi nena, tranquilas sin enterarnos de nada”.

El paraíso se volvió infierno. “Cuando mi marido desde El Bolsón vio el fuego y supo que estaba muy cerca de nuestra casa, vino rápido para avisarme. Tuvimos una hora para juntar nuestras cositas, lo más importante. Es difícil en un momento así pensar qué salvar para empezar de cero”.

El fuego lo devoró todo. Las cuatro casas de su familia, donde vivían el abuelo, las tías y ellos. “Nos fuimos a El Bolsón y lo esperamos a mi marido. Pensaba que me seguía, y en realidad tardó varias horas en llegar. Estábamos incomunicados, intentando llamarlo, no contestaba. Lo imaginé atrapado en las llamas. El peor momento fueron esas tres horas esperando ver a mi marido”.

A pesar de todo, Sophie se siente afortunada. “Tuve suerte de tener esa hora”, dijo. “Hay gente que no la tuvo y escapó de las llamas para salvar su vida, no sus cosas. Ahora no quedó nada”, dijo Sophie con acento francés. “La casa que estábamos por construir, podemos recuperar las paredes. Pero la casa de mis tías, el abuelo y la suegra, más dos cabañitas de madera, lo vamos a tener que demoler”.

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Ternura en la destrucción. Sophie le lee un cuento a Melodie, que con sus 3 años vivió una noche de terror junto con sus padres.
14 MAR 2021 - 21:05

Por Martín Tacón / Fotografía Daniel Feldman / Enviados especiales

Uno de los primeros focos ígneos se produjo en terreno elevado, donde el bosque comienza a vestir las faldas de la montaña. Los vientos lo condujeron colina abajo, en dirección a El Hoyo, arrasando todo en el camino. Quienes residen allí vivieron instantes de terror: un apagón anticipó la catástrofe y el fuego rodeó casas y terrenos. Algunos recibieron un llamado de alerta y escaparon con tiempo. Otros sólo se enteraron cuando el feroz incendio acechaba sus puertas. “Nos quedamos con lo puesto”, es la frase común.

Entre los escombros de las casas arruinadas, conocimos a Sophie. Es francesa y lleva diez años viviendo en Argentina. Estaba con su hija, Melodie, de 3 años. Sentadas en medio de su hogar destruido, la madre leía un cuento a su pequeña.

“Yo no me enteré, porque había poca visibilidad”, dijo Sophie relatando el momento del incendio. “Éste era un paraíso muy resguardado, y no vi el humo al principio. Estaba con mi nena, tranquilas sin enterarnos de nada”.

El paraíso se volvió infierno. “Cuando mi marido desde El Bolsón vio el fuego y supo que estaba muy cerca de nuestra casa, vino rápido para avisarme. Tuvimos una hora para juntar nuestras cositas, lo más importante. Es difícil en un momento así pensar qué salvar para empezar de cero”.

El fuego lo devoró todo. Las cuatro casas de su familia, donde vivían el abuelo, las tías y ellos. “Nos fuimos a El Bolsón y lo esperamos a mi marido. Pensaba que me seguía, y en realidad tardó varias horas en llegar. Estábamos incomunicados, intentando llamarlo, no contestaba. Lo imaginé atrapado en las llamas. El peor momento fueron esas tres horas esperando ver a mi marido”.

A pesar de todo, Sophie se siente afortunada. “Tuve suerte de tener esa hora”, dijo. “Hay gente que no la tuvo y escapó de las llamas para salvar su vida, no sus cosas. Ahora no quedó nada”, dijo Sophie con acento francés. “La casa que estábamos por construir, podemos recuperar las paredes. Pero la casa de mis tías, el abuelo y la suegra, más dos cabañitas de madera, lo vamos a tener que demoler”.


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