En su rol de instructor internacional del Comité Guía Internacional para la Capacitación en el Manejo del Fuego, ya en 2008 advirtió sobre el peligro de los incendios interfase (viviendas construidas dentro del bosque), que hace pocos días afectó seriamente a vecinos del Lote 26 y El Pinar, dentro del ejido de Lago Puelo.
Precisamente, Ivandic hablaba en un artículo especializado “sobre el incesante aumento demográfico que experimenta desde hace décadas la región cordillerana, en la zona de bosques andino patagónicos”, poniendo en el análisis “la gran demanda de espacios para nuevas edificaciones, con la consiguiente expansión de las áreas suburbanizadas que envuelven a pueblos y ciudades”.
Señalaba por entonces “las deficiencias en la planificación o el diseño de los códigos urbanísticos nunca aplicados por los gobiernos, que condujeron a que las construcciones proliferen anárquicamente en medio del monte, quedando expuestas a la amenaza de los incendios forestales”.
Asimismo, definía como “interfase urbano rural” a las áreas donde “viviendas y otras estructuras se hallan entremezcladas con vegetación. Desde emprendimientos turísticos, productivos y de servicios, hasta viviendas temporarias o permanentes, en casi todo el mundo son cada vez más las urbanizaciones construidas en terrenos silvestres que, periódicamente, son afectadas por incendios forestales y de montes”. A su criterio, “puede decirse que ya no tenemos un fuego que quema bosque y ocasionalmente alguna vivienda. Ha nacido una nueva generación de incendios que se propaga por masa forestal, jardines y casas sin dificultad ni diferenciaciones”.
También comparaba que “pese a los esfuerzos que vienen realizando desde hace décadas, Australia, España, EE.UU., Francia o Canadá, entre otros países líderes en tecnología y recursos, no logran eludir los impactos de las llamas que arrasan bosques, casas, instalaciones e incluso vidas. Los técnicos afirman que ese objetivo no se podrá alcanzar sólo apelando a más medios de combate ya que, ante un fuego descontrolado, los esfuerzos de hombres y máquinas suelen ser estériles”. Estos hechos, en la actualidad se los denomina “incendios de quinta generación”, donde “no hay nada que alcance ni nada que se pueda hacer”, como ocurrió el 9 M en la Comarca Andina.
Hace 13 años, Felipe Ivandic comparaba que “un porcentaje muy bajo de fuegos alcanza dimensiones considerables. Ello habla bien de la eficiencia de los servicios de protección regionales. Sin embargo, la posibilidad de que ocurra algo serio está siempre latente. En tal sentido, ya hubo algunos llamados de atención pues, en muchas ocasiones, los medios de extinción pudieron evitar ajustadamente que el fuego destruyera zonas de interfase en San Martín de los Andes, Bariloche, El Bolsón, Epuyén, Lago Puelo, El Hoyo y Esquel”.
Bautizado por sus pares como “el señor del fuego”, Felipe Ivandic recordó hace poco que “el Plan Nacional de Manejo del Fuego no fue iniciativa por ningún gobierno, nació a instancias de cinco locos que nos juntamos en Bariloche luego de que desapareció el IFONA”. Desde su óptica, “no se pueden cubrir los cargos técnicos con cuadros políticos. El país está lleno de ñoquis, en cambio los brigadistas trabajan y merecen la mejor consideración, aún con sus obligaciones, derechos, capacitación y organización institucional eficiente”.
“No puede ser que gente con tamaña experiencia aún esté con una pala en la línea, acá se necesita capacitación continua, que es otra de las cosas que se están olvidando, además de un buen estado físico y psicológico”, aseveró.#
En su rol de instructor internacional del Comité Guía Internacional para la Capacitación en el Manejo del Fuego, ya en 2008 advirtió sobre el peligro de los incendios interfase (viviendas construidas dentro del bosque), que hace pocos días afectó seriamente a vecinos del Lote 26 y El Pinar, dentro del ejido de Lago Puelo.
Precisamente, Ivandic hablaba en un artículo especializado “sobre el incesante aumento demográfico que experimenta desde hace décadas la región cordillerana, en la zona de bosques andino patagónicos”, poniendo en el análisis “la gran demanda de espacios para nuevas edificaciones, con la consiguiente expansión de las áreas suburbanizadas que envuelven a pueblos y ciudades”.
Señalaba por entonces “las deficiencias en la planificación o el diseño de los códigos urbanísticos nunca aplicados por los gobiernos, que condujeron a que las construcciones proliferen anárquicamente en medio del monte, quedando expuestas a la amenaza de los incendios forestales”.
Asimismo, definía como “interfase urbano rural” a las áreas donde “viviendas y otras estructuras se hallan entremezcladas con vegetación. Desde emprendimientos turísticos, productivos y de servicios, hasta viviendas temporarias o permanentes, en casi todo el mundo son cada vez más las urbanizaciones construidas en terrenos silvestres que, periódicamente, son afectadas por incendios forestales y de montes”. A su criterio, “puede decirse que ya no tenemos un fuego que quema bosque y ocasionalmente alguna vivienda. Ha nacido una nueva generación de incendios que se propaga por masa forestal, jardines y casas sin dificultad ni diferenciaciones”.
También comparaba que “pese a los esfuerzos que vienen realizando desde hace décadas, Australia, España, EE.UU., Francia o Canadá, entre otros países líderes en tecnología y recursos, no logran eludir los impactos de las llamas que arrasan bosques, casas, instalaciones e incluso vidas. Los técnicos afirman que ese objetivo no se podrá alcanzar sólo apelando a más medios de combate ya que, ante un fuego descontrolado, los esfuerzos de hombres y máquinas suelen ser estériles”. Estos hechos, en la actualidad se los denomina “incendios de quinta generación”, donde “no hay nada que alcance ni nada que se pueda hacer”, como ocurrió el 9 M en la Comarca Andina.
Hace 13 años, Felipe Ivandic comparaba que “un porcentaje muy bajo de fuegos alcanza dimensiones considerables. Ello habla bien de la eficiencia de los servicios de protección regionales. Sin embargo, la posibilidad de que ocurra algo serio está siempre latente. En tal sentido, ya hubo algunos llamados de atención pues, en muchas ocasiones, los medios de extinción pudieron evitar ajustadamente que el fuego destruyera zonas de interfase en San Martín de los Andes, Bariloche, El Bolsón, Epuyén, Lago Puelo, El Hoyo y Esquel”.
Bautizado por sus pares como “el señor del fuego”, Felipe Ivandic recordó hace poco que “el Plan Nacional de Manejo del Fuego no fue iniciativa por ningún gobierno, nació a instancias de cinco locos que nos juntamos en Bariloche luego de que desapareció el IFONA”. Desde su óptica, “no se pueden cubrir los cargos técnicos con cuadros políticos. El país está lleno de ñoquis, en cambio los brigadistas trabajan y merecen la mejor consideración, aún con sus obligaciones, derechos, capacitación y organización institucional eficiente”.
“No puede ser que gente con tamaña experiencia aún esté con una pala en la línea, acá se necesita capacitación continua, que es otra de las cosas que se están olvidando, además de un buen estado físico y psicológico”, aseveró.#