Editorial / A los piedrazos

Leé La Columna del Domingo, el tradicional editorial de la edición impresa de Jornada.

20 MAR 2021 - 20:36 | Actualizado

El intenso fuego cruzado que se desató entre el Gobierno nacional y el provincial para dilucidar quién tenía más responsabilidades en la serie de desprolijidades que terminaron con el violento ataque al presidente Alberto Fernández en Lago Puelo, empieza a extinguirse lentamente pero dejó roces y resquemores que se podrían haber evitado.

La decisión del ministro de Seguridad de Chubut, Federico Massoni, de salir con un lanzallamas en medio de tanques de combustible tuvo las consecuencias esperables. Es cierto que desde la Casa Rosada y en la voz de varios de sus representantes locales salieron el mismo fin de semana a señalar contra Arcioni y a su gobierno, haciéndolos enteramente responsables de una situación que fue, por lo menos, compartida.

Massoni, como lo ha hecho ya otras veces, se subió al personaje que una parte de la sociedad cuestiona severamente pero que a otra le cae muy en gracia, y acusó directamente al diputado nacional Santiago Igon y al intendente Augusto Sánchez por lo sucedido en Lago Puelo. Cuesta creer que el ministro haya elevado el tono de voz y disparado sin miramientos contra ambos sin antes advertir al menos al gobernador del salto mortal que estaba por dar frente a las cámaras.

Más allá de los tonos, lo que el ministro expuso sin filtros es bastante parecido a lo que ocurrió. En medio de la tragedia causada por el fuego, algunos dirigentes políticos no midieron consecuencias y decidieron apropiarse de una visita presidencial con un ojo puesto en los que vendrá, no en lo que había pasado.

Aunque cuestionables, los codazos de la dirigencia local para estar más cerca del Presidente en las fotos no es algo nuevo. El problema es que esta vez se les fue de las manos y nadie midió los riesgos de cambiar el lugar de la visita y dejar a Alberto Fernández a merced de un puñado de vecinos de la Comarca que creyeron que era una buena idea golpear el vehículo presidencial y, peor aún, hacer estallar sus cristales a piedrazos.

Para variar, la interna peronista y la mala relación de parte del peronismo con el Gobierno provincial, hicieron el resto. Cuentan las malas lenguas que el viernes anterior a la visita presidencial, cuando nada hacía prever lo que finalmente pasó, el presidente del PJ, Carlos Linares, recibió un llamado desde el Instituto Patria, la segunda casa de Cristina Fernández de Kirchner. Alguien le hizo saber al exintendente de Comodoro que bajara el tono y que se corriera de la carrera por una senaduría: “El candidato va a ser otro”.

El “otro”, según muchos, es un mimado de algunos sectores jóvenes que rodean a la presidenta del Senado, el actual diputado nacional e integrante de La Cámpora, Santiago Igon. El esquelense viene levantando hace tiempo su perfil puertas adentro de Chubut, transita su segundo período como diputado nacional y algunos aseguran que tiene chances de ser ungido para algo “más importante”.

La entronización de Igon desde el norte no cayó bien en varios sectores que se apropiaron del sello del PJ en Chubut (el propio Linares y José Arrechea, entre otros). Eso explicaría por qué no hubo dirigentes del PJ ni movilización de militancia para recibir a Alberto Fernández.

De algún modo, la bolsa de gatos que es hoy el peronismo de Chubut abrió la puerta para que el siempre expansivo camporismo porteño detectara una hendija para ocupar espacios dentro de una provincia en la que se juegan muchos intereses. Políticos y económicos.

No por nada el primero en salir a devolver las llamaradas lanzadas por Massoni fue Wado de Pedro, uno de los líderes de La Cámpora, muy cercano a Cristina. De Pedro tiró munición gruesa pero pareció patinar en esta reacción, convirtiéndose en el primer ministro del Interior en muchos años que en vez de tejer con los gobernadores usa una red social para revolcar a uno de ellos.

La respuesta hostil de la Casa Rosada a Arcioni por lo ocurrido en Puelo –con medios de comunicación porteños pegándole al chubutense al unísono como si se tratara de una exhibición de nado sincronizado- fue absolutamente desmedida. Inclusive, generó ruidos puertas adentro de la alianza gobernante porque Sergio Massa se vio obligado a recordarles que el escribano que gobierna Chubut es de su palo.

El presidente de la Cámara de Diputados también se molestó por las declaraciones de Massoni y le pidió a Arcioni que lo ponga en su lugar, pero descomprimió la tensión porque les recordó a sus aliados que en las elecciones legislativas de octubre se renuevan tres bancas de senadores en Chubut y el Gobierno nacional va a necesitar buenos candidatos peronistas pero, además, una opción potable de parte de Chubut al Frente para frenar las aspiraciones de Juntos por el Cambio de birlar una banca en la Cámara Alta.

Tratando de que el incidente de Lago Puelo quede en el pasado, Arcioni le pidió a Massoni que baje el tono porque el Gobierno seguirá necesitando de la Casa Rosada para tratar de salir del pozo. Lo que todavía genera dudas es cuánto daño hizo este fuego cruzado y si todos entendieron que era hora de un cese del fuego.

Como sea, la dirigencia local sigue abonando el terreno de la desunión entre regiones y en vez de plantear una mesa de diálogo para solucionar los problemas comunes, se la pasan levantando el dedo acusador contra “los del Valle”, “los de Comodoro” o “los de la Cordillera”. Nadie habla de Chubut, que es lo único que debería importar como un todo.#

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20 MAR 2021 - 20:36

El intenso fuego cruzado que se desató entre el Gobierno nacional y el provincial para dilucidar quién tenía más responsabilidades en la serie de desprolijidades que terminaron con el violento ataque al presidente Alberto Fernández en Lago Puelo, empieza a extinguirse lentamente pero dejó roces y resquemores que se podrían haber evitado.

La decisión del ministro de Seguridad de Chubut, Federico Massoni, de salir con un lanzallamas en medio de tanques de combustible tuvo las consecuencias esperables. Es cierto que desde la Casa Rosada y en la voz de varios de sus representantes locales salieron el mismo fin de semana a señalar contra Arcioni y a su gobierno, haciéndolos enteramente responsables de una situación que fue, por lo menos, compartida.

Massoni, como lo ha hecho ya otras veces, se subió al personaje que una parte de la sociedad cuestiona severamente pero que a otra le cae muy en gracia, y acusó directamente al diputado nacional Santiago Igon y al intendente Augusto Sánchez por lo sucedido en Lago Puelo. Cuesta creer que el ministro haya elevado el tono de voz y disparado sin miramientos contra ambos sin antes advertir al menos al gobernador del salto mortal que estaba por dar frente a las cámaras.

Más allá de los tonos, lo que el ministro expuso sin filtros es bastante parecido a lo que ocurrió. En medio de la tragedia causada por el fuego, algunos dirigentes políticos no midieron consecuencias y decidieron apropiarse de una visita presidencial con un ojo puesto en los que vendrá, no en lo que había pasado.

Aunque cuestionables, los codazos de la dirigencia local para estar más cerca del Presidente en las fotos no es algo nuevo. El problema es que esta vez se les fue de las manos y nadie midió los riesgos de cambiar el lugar de la visita y dejar a Alberto Fernández a merced de un puñado de vecinos de la Comarca que creyeron que era una buena idea golpear el vehículo presidencial y, peor aún, hacer estallar sus cristales a piedrazos.

Para variar, la interna peronista y la mala relación de parte del peronismo con el Gobierno provincial, hicieron el resto. Cuentan las malas lenguas que el viernes anterior a la visita presidencial, cuando nada hacía prever lo que finalmente pasó, el presidente del PJ, Carlos Linares, recibió un llamado desde el Instituto Patria, la segunda casa de Cristina Fernández de Kirchner. Alguien le hizo saber al exintendente de Comodoro que bajara el tono y que se corriera de la carrera por una senaduría: “El candidato va a ser otro”.

El “otro”, según muchos, es un mimado de algunos sectores jóvenes que rodean a la presidenta del Senado, el actual diputado nacional e integrante de La Cámpora, Santiago Igon. El esquelense viene levantando hace tiempo su perfil puertas adentro de Chubut, transita su segundo período como diputado nacional y algunos aseguran que tiene chances de ser ungido para algo “más importante”.

La entronización de Igon desde el norte no cayó bien en varios sectores que se apropiaron del sello del PJ en Chubut (el propio Linares y José Arrechea, entre otros). Eso explicaría por qué no hubo dirigentes del PJ ni movilización de militancia para recibir a Alberto Fernández.

De algún modo, la bolsa de gatos que es hoy el peronismo de Chubut abrió la puerta para que el siempre expansivo camporismo porteño detectara una hendija para ocupar espacios dentro de una provincia en la que se juegan muchos intereses. Políticos y económicos.

No por nada el primero en salir a devolver las llamaradas lanzadas por Massoni fue Wado de Pedro, uno de los líderes de La Cámpora, muy cercano a Cristina. De Pedro tiró munición gruesa pero pareció patinar en esta reacción, convirtiéndose en el primer ministro del Interior en muchos años que en vez de tejer con los gobernadores usa una red social para revolcar a uno de ellos.

La respuesta hostil de la Casa Rosada a Arcioni por lo ocurrido en Puelo –con medios de comunicación porteños pegándole al chubutense al unísono como si se tratara de una exhibición de nado sincronizado- fue absolutamente desmedida. Inclusive, generó ruidos puertas adentro de la alianza gobernante porque Sergio Massa se vio obligado a recordarles que el escribano que gobierna Chubut es de su palo.

El presidente de la Cámara de Diputados también se molestó por las declaraciones de Massoni y le pidió a Arcioni que lo ponga en su lugar, pero descomprimió la tensión porque les recordó a sus aliados que en las elecciones legislativas de octubre se renuevan tres bancas de senadores en Chubut y el Gobierno nacional va a necesitar buenos candidatos peronistas pero, además, una opción potable de parte de Chubut al Frente para frenar las aspiraciones de Juntos por el Cambio de birlar una banca en la Cámara Alta.

Tratando de que el incidente de Lago Puelo quede en el pasado, Arcioni le pidió a Massoni que baje el tono porque el Gobierno seguirá necesitando de la Casa Rosada para tratar de salir del pozo. Lo que todavía genera dudas es cuánto daño hizo este fuego cruzado y si todos entendieron que era hora de un cese del fuego.

Como sea, la dirigencia local sigue abonando el terreno de la desunión entre regiones y en vez de plantear una mesa de diálogo para solucionar los problemas comunes, se la pasan levantando el dedo acusador contra “los del Valle”, “los de Comodoro” o “los de la Cordillera”. Nadie habla de Chubut, que es lo único que debería importar como un todo.#


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