Después de participar en la Guerra de Malvinas prestando apoyo desde el continente, Manuel Contreras ingresó en una depresión que lo dejó en su casa por mucho tiempo. Gracias a un familiar ingresó en la sucursal de Trelew del Correo Argentino y empezó una nueva vida.
“Este es un trabajo de todos los días. Empiezo a repartir a las 9.30 hs y recorro 4 hs la ciudad. Avisos, carta documentos, facturas de servicios, correspondencia, entrego un promedio de 350 sobres por día”, contó en JornadaPlay.
Una responsabilidad inherente al oficio es el servicio a la comunidad que prestan los mensajeros: “Pasan muchas cosas mientras trabajamos, vemos accidentes, incendios, personas pidiendo ayuda y nuestra responsabilidad es acudir y brindar ayuda”.
Contreras, asegura que la virtualidad, y sobre todo la invención del email como sistema de mensajería, atentó contra la versión romántica de las cartas escritas de puño y letra: “Hoy ya no se escriben tantas cartas y no pasa lo de antes, cuando la gente esperaba con ansiedad al cartero para recibir las novedades”.
“Es un trabajo que te acerca mucho a la gente. Un cartero nunca se puede olvidar la birome, el talonario de avisos que se dejan en el caso de que la persona no esté en la casa y el celular donde se tiene el registro de todas las cartas”, finalizó Contreras.
Después de participar en la Guerra de Malvinas prestando apoyo desde el continente, Manuel Contreras ingresó en una depresión que lo dejó en su casa por mucho tiempo. Gracias a un familiar ingresó en la sucursal de Trelew del Correo Argentino y empezó una nueva vida.
“Este es un trabajo de todos los días. Empiezo a repartir a las 9.30 hs y recorro 4 hs la ciudad. Avisos, carta documentos, facturas de servicios, correspondencia, entrego un promedio de 350 sobres por día”, contó en JornadaPlay.
Una responsabilidad inherente al oficio es el servicio a la comunidad que prestan los mensajeros: “Pasan muchas cosas mientras trabajamos, vemos accidentes, incendios, personas pidiendo ayuda y nuestra responsabilidad es acudir y brindar ayuda”.
Contreras, asegura que la virtualidad, y sobre todo la invención del email como sistema de mensajería, atentó contra la versión romántica de las cartas escritas de puño y letra: “Hoy ya no se escriben tantas cartas y no pasa lo de antes, cuando la gente esperaba con ansiedad al cartero para recibir las novedades”.
“Es un trabajo que te acerca mucho a la gente. Un cartero nunca se puede olvidar la birome, el talonario de avisos que se dejan en el caso de que la persona no esté en la casa y el celular donde se tiene el registro de todas las cartas”, finalizó Contreras.