Emilio Álvarez, el español que deleita con su gastronomía mediterránea en Playa Unión

Tiene 45 años y nació en Calpe, provincia de Alicante, donde en 2002 conoció a su actual pareja, la trelewense Romina Montiel. Hace 6 años decidieron venir a Chubut y empezar una nueva vida. Este verano inauguraron un puesto de comidas sobre la costa que maravilla por sus paellas y tortillas españolas.

29 ENE 2022 - 18:21 | Actualizado

Por Martín Tacón / Redacción Jornada

Mientras muchos argentinos migran a España buscándose la vida, algunos toman el camino inverso y llegan a nuestra tierra. Emilio Francisco Álvarez Rivera es español, tiene 45 años y fue el amor, más que el buscarse la vida, el que lo trajo a Playa Unión. Este verano inauguró un puesto de comidas que es furor por su gastronomía mediterránea.

Nació en Calpe, provincia de Alicante, un pueblo de marineros situado en la costa mediterránea de España, famoso por sus bonitas playas y por el emblemático peñón de Ifach, que se impone en el paisaje. Allí conoció a la trelewense Romina Montiel, su actual mujer, que había viajado a España en 2012 para buscar trabajo.

“Allí nos conocimos y formamos una familia”, cuenta Emilio a Jornada. “Hace 6 años me propuso venir a Argentina y apostamos por tener un trabajo aquí”. Viven en Playa Unión, lugar ideal para Emilio porque es donde puede ejercer su profesión: la pesca.

Desde su llegada se fue ganando la vida como un ciudadano más. “El año pasado teníamos una panadería, que se llamaba Calpe, en honor a mi pueblo. Este año decidimos invertir y comprar un carro nuevo”. La Municipalidad de Rawson les habilitó un sitio en Playa Unión, sobre la costa, donde desemboca la avenida Costamagna. Es uno de los sitios más concurridos de la costa. Allí Emilio montó su puesto de comidas, donde deleita con sus sabores españoles.

“Damos un menú diario todos los días. Hay días que hacemos paella de marisco o mixta, como hacemos allí en mi tierra. Complementamos la gastronomía de aquí con la de allá”, cuenta. Sus clientes aman sus tortillas españolas. Son la especialidad de la casa. “Hacemos tortillas grandes, de 7 kilos, que demanda mucha gente”.

Secretos mediterráneos

En el puesto trabajan su esposa Romina, su hijo Joel y su hija Guada. Ofrecen una gastronomía variada con pescados y mariscos frescos comprados en las fábricas del puerto. “Hacemos hamburguesas caseras muy ricas y lomitos. Solo nos falta criar a la vaca”, bromea Emilio.

Por momentos extrañan, por momentos no. Romina admite que a veces piensan envolver porque la vida, allá, es muy diferente. “El tema no es comparar”, acota Emilio. “La vida en España es una forma diferente a la de aquí, pero en todos los sitios hay cosas buenas y malas. Allá la vida es más cosmopolita y aquí es más hogareña”. Lo cierto es que viven bien y no les falta nada. “Nadie nos regala nada, todo es trabajando”, dice.

“Tenemos una buena clientela y viene mucha gente buscando comida de olla y los productos de otra gastronomía”. Ofrecen un langostino encebollado con vino blanco que es una exquisitez. “Cuando la gente lo prueba se da cuenta que no hace falta comer calamar con harina. Le puedes preguntar a cualquiera que compre aquí, hacemos unas rabas muy buenas con un menjunje como se hace allí en mi tierra y quedan sabrosas”.

Emilio dio a conocer los secretos de la paella: “El arroz debe quedar suelto, no lo pasamos de 3 centímetros de espesor. No debe estar pegoteado y no se le pone tanto marisco como en Argentina. Una vez hecho el caldo y puestos los condimentos y el marisco, el secreto es que el arroz agarre el gusto de la paella. Para que quede rica, en el centro tiene que quedar un poco pegadito el arroz, en mi tierra se le llama socarraet”.

Es parte de la comunidad y los vecinos que bajan a la costa lo saludan, apreciativos. “El puesto se llama Comidas Calpe, pero todos me conocen como el gallego”. Seis años lleva en Argentina y su acento español es inmutable. Es su carta de presentación y no quiere perderlo por nada en el mundo. Entre risas, dice: “El acento no lo he perdido y algunas palabras argentinas se me han pegado, pero sí es cierto que a veces me sale el ‘me cago en Dios y su puta madre’, eso no se me pasa”.

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29 ENE 2022 - 18:21

Por Martín Tacón / Redacción Jornada

Mientras muchos argentinos migran a España buscándose la vida, algunos toman el camino inverso y llegan a nuestra tierra. Emilio Francisco Álvarez Rivera es español, tiene 45 años y fue el amor, más que el buscarse la vida, el que lo trajo a Playa Unión. Este verano inauguró un puesto de comidas que es furor por su gastronomía mediterránea.

Nació en Calpe, provincia de Alicante, un pueblo de marineros situado en la costa mediterránea de España, famoso por sus bonitas playas y por el emblemático peñón de Ifach, que se impone en el paisaje. Allí conoció a la trelewense Romina Montiel, su actual mujer, que había viajado a España en 2012 para buscar trabajo.

“Allí nos conocimos y formamos una familia”, cuenta Emilio a Jornada. “Hace 6 años me propuso venir a Argentina y apostamos por tener un trabajo aquí”. Viven en Playa Unión, lugar ideal para Emilio porque es donde puede ejercer su profesión: la pesca.

Desde su llegada se fue ganando la vida como un ciudadano más. “El año pasado teníamos una panadería, que se llamaba Calpe, en honor a mi pueblo. Este año decidimos invertir y comprar un carro nuevo”. La Municipalidad de Rawson les habilitó un sitio en Playa Unión, sobre la costa, donde desemboca la avenida Costamagna. Es uno de los sitios más concurridos de la costa. Allí Emilio montó su puesto de comidas, donde deleita con sus sabores españoles.

“Damos un menú diario todos los días. Hay días que hacemos paella de marisco o mixta, como hacemos allí en mi tierra. Complementamos la gastronomía de aquí con la de allá”, cuenta. Sus clientes aman sus tortillas españolas. Son la especialidad de la casa. “Hacemos tortillas grandes, de 7 kilos, que demanda mucha gente”.

Secretos mediterráneos

En el puesto trabajan su esposa Romina, su hijo Joel y su hija Guada. Ofrecen una gastronomía variada con pescados y mariscos frescos comprados en las fábricas del puerto. “Hacemos hamburguesas caseras muy ricas y lomitos. Solo nos falta criar a la vaca”, bromea Emilio.

Por momentos extrañan, por momentos no. Romina admite que a veces piensan envolver porque la vida, allá, es muy diferente. “El tema no es comparar”, acota Emilio. “La vida en España es una forma diferente a la de aquí, pero en todos los sitios hay cosas buenas y malas. Allá la vida es más cosmopolita y aquí es más hogareña”. Lo cierto es que viven bien y no les falta nada. “Nadie nos regala nada, todo es trabajando”, dice.

“Tenemos una buena clientela y viene mucha gente buscando comida de olla y los productos de otra gastronomía”. Ofrecen un langostino encebollado con vino blanco que es una exquisitez. “Cuando la gente lo prueba se da cuenta que no hace falta comer calamar con harina. Le puedes preguntar a cualquiera que compre aquí, hacemos unas rabas muy buenas con un menjunje como se hace allí en mi tierra y quedan sabrosas”.

Emilio dio a conocer los secretos de la paella: “El arroz debe quedar suelto, no lo pasamos de 3 centímetros de espesor. No debe estar pegoteado y no se le pone tanto marisco como en Argentina. Una vez hecho el caldo y puestos los condimentos y el marisco, el secreto es que el arroz agarre el gusto de la paella. Para que quede rica, en el centro tiene que quedar un poco pegadito el arroz, en mi tierra se le llama socarraet”.

Es parte de la comunidad y los vecinos que bajan a la costa lo saludan, apreciativos. “El puesto se llama Comidas Calpe, pero todos me conocen como el gallego”. Seis años lleva en Argentina y su acento español es inmutable. Es su carta de presentación y no quiere perderlo por nada en el mundo. Entre risas, dice: “El acento no lo he perdido y algunas palabras argentinas se me han pegado, pero sí es cierto que a veces me sale el ‘me cago en Dios y su puta madre’, eso no se me pasa”.


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