"Bestia", el corto chileno que busca el Oscar

El corto chileno "Bestia", sobre una despiadada exagente de la DINA, la policía secreta de Augusto Pinochet, que fue recientemente nominado al Oscar 2022 como mejor cortometraje de animación, aborda la maldad de ese período histórico, interpela a una sociedad que aún se resiste al olvido y, según señala su director, Hugo Covarrubias, "invita a visitar esos lugares oscuros para avanzar con los ojos más abiertos".

13 FEB 2022 - 12:29 | Actualizado

El film ilustra fragmentos de la vida de Ingrid Olderock, una de las figuras más siniestras de ese cuerpo policial clandestino, que entre varios otros crímenes adiestró y utilizó a su perro para violar a prisioneras en un centro de detención llamado "La venda sexy", ubicado en el oriente de Santiago.

El animal de nombre Volodia, en sarcástica alusión al ahora fallecido dirigente comunista chileno Volodia Teitelboim, así como al pavor que despertaba entre las prisioneras, fue mencionado en numerosas ocasiones por las víctimas en los juicios de Derechos Humanos celebrados en Chile.

En una reciente entrevista con el portal chileno El Mostrador, Covarrubias describe su obra como la "radiografía de un país fracturado y repleto de heridas que no están todavía ni cerca de sanarse".

Hace tiempo que en la mente del creador y director rondaba la idea de realizar "algo con la historia política de Chile, con personajes que no fueran parte de la historia oficial, que fueran parte de la 'subtrama' de Chile", explica.

Olderock no es una más entre la nutrida lista de personajes que participaron de la represión contra opositores, su ferocidad durante los tormentos la transformó en una especie de ícono de la maldad, prominente incluso entre su oscuro elenco de colegas.

La periodista y escritora chilena Nancy Guzmán la describe en su libro "La mujer de los perros" como un ser "escalofriante", que además dirigió la Escuela Femenina de la DINA, un espacio donde "se les entregó destrezas a 70 mujeres para matar, hacer seguimientos, torturar y desaparecer a opositores".

"Entrenó mujeres para realizar actos criminales con recursos del Estado", denuncia Guzmán en su libro, donde también subraya que a Olderock se le imputó haber mandado a asesinar a su propia hermana con el fin de apropiarse de la herencia familiar.

La animación, realizada con la técnica stop motion, ilustra la gris cotideanidad de este inescrutable personaje, su rutina diaria y las fantasías sexuales con su perro Volodia, protagonista permanente de los sueños nocturnos que parecen simultáneamente apaciguarla y atormentarla.

La fría relación con sus colegas de la DINA y su adoración por las medallas, trofeos militares y cruces gamadas son expuestas también a lo largo de los 15 minutos y 54 segundos del film.

Una de las cosas que más llamó la atención a Covarrubias y gravitó en el diseño de la propuesta estética fue "lo que (Oldercok) representa" como emblema de una época.

"Ella es una pieza más en toda esa maquinaria macabra que trabajó incesantemente durante la dictadura. Pero no es un personaje como cualquier otro, era una disciplinada mujer descendiente de alemanes que se autorreconocía como nazi desde pequeña", apunta.

A Covarrubias le interesó poner la cámara desde el punto de vista de la mujer, como alguien que va a su trabajo y luego vuelve a encontrarse con la soledad de su hogar, un personaje que, quizás, en contra de la opinión popular, no es exactamente un monstruo, sino una simple burócrata que cumple órdenes, como ilustra Hannah Arendt en su desarrollo sobre la banalidad del mal.

Covarrubias enfatiza que no se trata de una biografía de la torturadora, sino "una intromisión en su vida oculta, sus miedos y frustraciones, que finalmente son la radiografía de este país fracturado".

El film, segundo corto chileno que llega a los premios Óscar, luego de la victoria de "Historia de un oso" (2014), se alinea con una tendencia de la filmografía chilena posdictadura que busca recuperar la memoria en un país que, paradójicamente, aún se debate entre recordar y olvidar los episodios más traumáticos de su historia reciente.

Esta tendencia, encabezada por el documentalista Patricio Guzmán ("El botón de nácar" y "Nostalgia de la Luz", "La batalla de Chie"), intenta neutralizar los sucesivos silenciamientos impuestos por la dictadura y la posterior transición a la democracia, e instalar un contradiscurso, una arqueología del presente que vincule la actualidad a ese pasado traumático.

En esta línea podría enmarcarse "Bestia", que aborda elípticamente la vigencia de los Derechos Humanos en el Chile surgido a partir el estallido social de octubre de 2019, que Covarrubias destaca como "muy importante, sobre todo para las nuevas generaciones que quizás no entendían muchas cosas" del período posdictadura.

"Es verdad que para el 18 de octubre -fecha del inicio del estallido- muchas heridas se reabrieron, porque vimos nuevamente el actuar desmedido de las fuerzas represivas y obviamente eso trae muy malos recuerdos", señala.

"Pero a veces -concluye- hay que visitar esos lugares de oscuridad para seguir avanzando como sociedad con los ojos mucho más abiertos en un mundo muy segregador. Lo difícil es encontrar la forma de que el mensaje llegue a la mayor cantidad de gente posible".

Olderock integró la primera generación de mujeres que ingresaron en los años sesenta a Carabineros, la Policía Nacional chilena, en contra del deseo de su padre, que quería que fuera una mujer tradicional en el hogar.

También fue la primera mujer paracaidista en el país, experta en equitación y cinturón azul en judo.

Sobrevivió insólitamente a un atentado en 1981 por parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), cuando un comando le disparó en la cabeza a la salida de su casa, un episodio también mencionado en el corto.

La bala quedó alojada y a Olderock no le pasó nada.

Ante la justicia, argumentó que estaba loca por la bala en su cabeza y logró morir -sin condena- de una hemorragia digestiva aguda casi dos décadas después del atentado, el 17 de marzo de 2001.

13 FEB 2022 - 12:29

El film ilustra fragmentos de la vida de Ingrid Olderock, una de las figuras más siniestras de ese cuerpo policial clandestino, que entre varios otros crímenes adiestró y utilizó a su perro para violar a prisioneras en un centro de detención llamado "La venda sexy", ubicado en el oriente de Santiago.

El animal de nombre Volodia, en sarcástica alusión al ahora fallecido dirigente comunista chileno Volodia Teitelboim, así como al pavor que despertaba entre las prisioneras, fue mencionado en numerosas ocasiones por las víctimas en los juicios de Derechos Humanos celebrados en Chile.

En una reciente entrevista con el portal chileno El Mostrador, Covarrubias describe su obra como la "radiografía de un país fracturado y repleto de heridas que no están todavía ni cerca de sanarse".

Hace tiempo que en la mente del creador y director rondaba la idea de realizar "algo con la historia política de Chile, con personajes que no fueran parte de la historia oficial, que fueran parte de la 'subtrama' de Chile", explica.

Olderock no es una más entre la nutrida lista de personajes que participaron de la represión contra opositores, su ferocidad durante los tormentos la transformó en una especie de ícono de la maldad, prominente incluso entre su oscuro elenco de colegas.

La periodista y escritora chilena Nancy Guzmán la describe en su libro "La mujer de los perros" como un ser "escalofriante", que además dirigió la Escuela Femenina de la DINA, un espacio donde "se les entregó destrezas a 70 mujeres para matar, hacer seguimientos, torturar y desaparecer a opositores".

"Entrenó mujeres para realizar actos criminales con recursos del Estado", denuncia Guzmán en su libro, donde también subraya que a Olderock se le imputó haber mandado a asesinar a su propia hermana con el fin de apropiarse de la herencia familiar.

La animación, realizada con la técnica stop motion, ilustra la gris cotideanidad de este inescrutable personaje, su rutina diaria y las fantasías sexuales con su perro Volodia, protagonista permanente de los sueños nocturnos que parecen simultáneamente apaciguarla y atormentarla.

La fría relación con sus colegas de la DINA y su adoración por las medallas, trofeos militares y cruces gamadas son expuestas también a lo largo de los 15 minutos y 54 segundos del film.

Una de las cosas que más llamó la atención a Covarrubias y gravitó en el diseño de la propuesta estética fue "lo que (Oldercok) representa" como emblema de una época.

"Ella es una pieza más en toda esa maquinaria macabra que trabajó incesantemente durante la dictadura. Pero no es un personaje como cualquier otro, era una disciplinada mujer descendiente de alemanes que se autorreconocía como nazi desde pequeña", apunta.

A Covarrubias le interesó poner la cámara desde el punto de vista de la mujer, como alguien que va a su trabajo y luego vuelve a encontrarse con la soledad de su hogar, un personaje que, quizás, en contra de la opinión popular, no es exactamente un monstruo, sino una simple burócrata que cumple órdenes, como ilustra Hannah Arendt en su desarrollo sobre la banalidad del mal.

Covarrubias enfatiza que no se trata de una biografía de la torturadora, sino "una intromisión en su vida oculta, sus miedos y frustraciones, que finalmente son la radiografía de este país fracturado".

El film, segundo corto chileno que llega a los premios Óscar, luego de la victoria de "Historia de un oso" (2014), se alinea con una tendencia de la filmografía chilena posdictadura que busca recuperar la memoria en un país que, paradójicamente, aún se debate entre recordar y olvidar los episodios más traumáticos de su historia reciente.

Esta tendencia, encabezada por el documentalista Patricio Guzmán ("El botón de nácar" y "Nostalgia de la Luz", "La batalla de Chie"), intenta neutralizar los sucesivos silenciamientos impuestos por la dictadura y la posterior transición a la democracia, e instalar un contradiscurso, una arqueología del presente que vincule la actualidad a ese pasado traumático.

En esta línea podría enmarcarse "Bestia", que aborda elípticamente la vigencia de los Derechos Humanos en el Chile surgido a partir el estallido social de octubre de 2019, que Covarrubias destaca como "muy importante, sobre todo para las nuevas generaciones que quizás no entendían muchas cosas" del período posdictadura.

"Es verdad que para el 18 de octubre -fecha del inicio del estallido- muchas heridas se reabrieron, porque vimos nuevamente el actuar desmedido de las fuerzas represivas y obviamente eso trae muy malos recuerdos", señala.

"Pero a veces -concluye- hay que visitar esos lugares de oscuridad para seguir avanzando como sociedad con los ojos mucho más abiertos en un mundo muy segregador. Lo difícil es encontrar la forma de que el mensaje llegue a la mayor cantidad de gente posible".

Olderock integró la primera generación de mujeres que ingresaron en los años sesenta a Carabineros, la Policía Nacional chilena, en contra del deseo de su padre, que quería que fuera una mujer tradicional en el hogar.

También fue la primera mujer paracaidista en el país, experta en equitación y cinturón azul en judo.

Sobrevivió insólitamente a un atentado en 1981 por parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), cuando un comando le disparó en la cabeza a la salida de su casa, un episodio también mencionado en el corto.

La bala quedó alojada y a Olderock no le pasó nada.

Ante la justicia, argumentó que estaba loca por la bala en su cabeza y logró morir -sin condena- de una hemorragia digestiva aguda casi dos décadas después del atentado, el 17 de marzo de 2001.


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