"Empecé con el cuatriciclo a los 10 años. Mi papá quería un juguete para él y se apareció en casa con el cuatri, con la excusa de que me lo compraba a mí. Pero enseguida le empecé a prestar atención, a los 15 ya estaba corriendo y en 2014 ya estaba corriendo el primer Dakar", recuerda ahora.
El papá de Jeremías empezó a correr en cuatris en 2009, en el campeonato argentino de cross country, y él lo acompañaba, hasta que empezó a correr en 2010, "de menor a mayor", como le gusta decir.
“El año pasado fui el más joven y ahora el más joven de la historia en ganar una etapa. Significa que algo estanos haciendo bien”, dijo Jeremías después de ganar la terrible jornada que unió el salar de Uyuni, en
Bolivia, con Iquique, en el norte de Chile, superando lluvia, granizo y nieve, a temperaturas bajísimas.
Ese día, con los ojos aún muy irritados por la sal que se le había filtrado porque sus antiparras se habían roto en la ida hacia el salar, Jeremías relató su pequeño calvario con mucho humor y reveló incluso que ignoraba en qué posición había terminado la carrera hasta que se lo comunicaron al cruzar la meta.
“Largue último, estuve una hora y media frente a un río que no podía cruzar, y la pasé muy mal. Tiritaba, no me podía bajar del cuatri, la pasé muy mal, me dieron ganas de no seguir y de volverme a casa", confesaba.
En la casa rodante que compartió todo el rally con sus padres, fuera del vivac, contó entonces entre risas que tuvo que pedirle a alguien del público unas antiparras prestadas en los últimos kilómetros de dunas antes de llegar al campamento de Iquique.
“Le dije a uno que estaba en las dunas por favor, prestame las antiparras que no veo nada. Te juro que en el campamento de las devuelvo. Y me las prestó”, contó divertido el chico.
De hecho, todavía sentado en su cuatri Yamaha cuando había terminado hoy la especial acortada por lluvias camino a Buenos Aires, seguía diciendo que para él "lo más duro" de este Dakar 2015 fue el clima: "Nos moríamos de frío, nos moríamos de calor", expresó el pibe.
González Ferioli, segundo en la general detrás del campeón, el veterano polaco Rafal Sonik, se benefició por las deserciones del chileno Ignacio Casale, del uruguayo Sergio Lafuente y del argentino Sebastián Halpern.
Sin embargo, su actuación fue extraordinaria, considerando que a Buenos Aires regresaron menos de veinte cuatriciclos de los casi cincuenta que habían largado hace dos semanas, lo que convierte a González Ferioli en un gran continuador de los éxitos a los que habían acostumbrado a los argentinos los hermanos Marcos y Alejandro Patronelli, ausentes en esta edición.
"Me da mucha satisfacción, es el trabajo de todo un año", dice Jeremías como si fuera un veterano. Un pibe con madera de campeón.
"Empecé con el cuatriciclo a los 10 años. Mi papá quería un juguete para él y se apareció en casa con el cuatri, con la excusa de que me lo compraba a mí. Pero enseguida le empecé a prestar atención, a los 15 ya estaba corriendo y en 2014 ya estaba corriendo el primer Dakar", recuerda ahora.
El papá de Jeremías empezó a correr en cuatris en 2009, en el campeonato argentino de cross country, y él lo acompañaba, hasta que empezó a correr en 2010, "de menor a mayor", como le gusta decir.
“El año pasado fui el más joven y ahora el más joven de la historia en ganar una etapa. Significa que algo estanos haciendo bien”, dijo Jeremías después de ganar la terrible jornada que unió el salar de Uyuni, en
Bolivia, con Iquique, en el norte de Chile, superando lluvia, granizo y nieve, a temperaturas bajísimas.
Ese día, con los ojos aún muy irritados por la sal que se le había filtrado porque sus antiparras se habían roto en la ida hacia el salar, Jeremías relató su pequeño calvario con mucho humor y reveló incluso que ignoraba en qué posición había terminado la carrera hasta que se lo comunicaron al cruzar la meta.
“Largue último, estuve una hora y media frente a un río que no podía cruzar, y la pasé muy mal. Tiritaba, no me podía bajar del cuatri, la pasé muy mal, me dieron ganas de no seguir y de volverme a casa", confesaba.
En la casa rodante que compartió todo el rally con sus padres, fuera del vivac, contó entonces entre risas que tuvo que pedirle a alguien del público unas antiparras prestadas en los últimos kilómetros de dunas antes de llegar al campamento de Iquique.
“Le dije a uno que estaba en las dunas por favor, prestame las antiparras que no veo nada. Te juro que en el campamento de las devuelvo. Y me las prestó”, contó divertido el chico.
De hecho, todavía sentado en su cuatri Yamaha cuando había terminado hoy la especial acortada por lluvias camino a Buenos Aires, seguía diciendo que para él "lo más duro" de este Dakar 2015 fue el clima: "Nos moríamos de frío, nos moríamos de calor", expresó el pibe.
González Ferioli, segundo en la general detrás del campeón, el veterano polaco Rafal Sonik, se benefició por las deserciones del chileno Ignacio Casale, del uruguayo Sergio Lafuente y del argentino Sebastián Halpern.
Sin embargo, su actuación fue extraordinaria, considerando que a Buenos Aires regresaron menos de veinte cuatriciclos de los casi cincuenta que habían largado hace dos semanas, lo que convierte a González Ferioli en un gran continuador de los éxitos a los que habían acostumbrado a los argentinos los hermanos Marcos y Alejandro Patronelli, ausentes en esta edición.
"Me da mucha satisfacción, es el trabajo de todo un año", dice Jeremías como si fuera un veterano. Un pibe con madera de campeón.