También suele darse en el boxeo, la frase “no todo lo que brilla es oro”. La guerra que se prometía no fue tal. Se pareció más a un conflicto entre vecinos por la medianera. El que suponía ver un choque de trenes apenas observó a dos hombres muy normales, cuidando su territorio. Nada de lo que construyó el imaginario colectivo sobre esta pelea entre Héctor Saldivia y Sebastián Luján se pareció a la realidad.
Fueron diez rounds con altas y bajas; lagunas del local y un planteo no demasiado ambicioso por parte de “Iron”. Y por eso, el público que a veces suele mover la aguja esta vez sintió que el clima previo se diluyó cuando sonó la campana. En el primer capítulo, avisaron que el trámite podía instalarse en el plano del rigor.
Luján pareció ganar la distancia, voleando con ganas y cerrándole los ángulos de tiro al comodorense quien se plantó con piernas y combinaciones para responder. Lo logró por momentos, cuando encontró la medida para hacer valer su mayor velocidad. El rosarino dejó en claro su experiencia y recursos para mantener el trámite bajo control.
En cantidad, Luján intentó “engordar” el ojo de los jurados aunque la mayoría de sus golpes no llegaran al objetivo, ni pusieran en aprietos al local. Por el contrario, fue Saldivia quien tuvo los principales aciertos ofensivos en el primer segmento de la lucha. Complicó con manos ascendentes y pareció por momentos, sacar de foco al rosarino.
No se dieron situaciones de quiebre, ni nada que levantara al público de sus asientos. “Iron” se tomó su tiempo para trabajar y el “Tigre” tuvo demasiadas lagunas en ataque. Esa discontinuidad le restó posibilidades ante un oponente de mentón inexpugnable, contragolpeador y hábil para dar vuelta cualquier tipo de circunstancia.
El tramo intermedio no generó emociones. Más bien, dejó en evidencia que el ahogo físico y cierto desgaste, comenzó a influir en el desarrollo: escasearon los cruces y se repitió una y otra vez, una escena efectista más pensando en la calculadora que en tomar riesgos a cambio de una equivocación. Solamente Luján volvió a tomar las riendas promediando el noveno round solamente repitiendo la fórmula: golpe abierto a la cabeza. Saldivia a esta altura había insinuado que la falta de continuidad y sus baches, le jugaban en contra a su propia estrategia.
Lógicamente todo debía morir en las tarjetas: el jurado y veedor designado del CMB, Jorge Millicay vio 96-94 al igual que Edgardo Grossi y Ángel Felipe Zabala premió a Saldivia con un 96-93. El sureño quien en breve cumplirá 31 años terminó coronándose como nuevo campeón Latino superwelter del Consejo aunque en medio de un clima poco festivo.
La gente entendió un fallo diferente y hasta aplaudió la salida del ring de Sebastián Luján más como un gesto de desaprobación a lo visto en escena que por los merecimientos reales del visitante. Saldivia por su parte, desde la autocrítica reconoció no haber convencido y haber tenido “la pelea más difícil” de todas las que realizó en la ciudad.
Aguirre, lo mejor de la noche
Por otra parte, el invicto Sebastián Ezequiel Aguirre (10-0) le puso el cuerpo a la mejor pelea del festival. El rosarino que representa al Sindicato de Trabajadores Camioneros definió a pura adrenalina cuando promediaba el quinto round, al bonaerense Federico Malaspina. Cuando el panorama no era el ideal para Aguirre y el rival prevalecía en el momento definitorio del match, la potencia del local frenó toda reacción.
El caso de Martín Ríos fue diametralmente opuesto ya que casi no tuvo oposición por parte del rionegrino Daniel Espinosa. Casi sin equivalencias, todo pasó por la potencia del pampeano excampeón argentino medianos. Imposible parar el vendaval y evitar que el rionegrino, otra incógnita a la hora de develar el DNI. También las amateurs “salvaron” la ropa: la dominicana María Luisa Peña, del Sindicato Camionero empató en fallo no unánime con Gabriela Casarosa (Rawson) y Mariana Navarro GFNU4 Micaela Torres, de Trelew.#
También suele darse en el boxeo, la frase “no todo lo que brilla es oro”. La guerra que se prometía no fue tal. Se pareció más a un conflicto entre vecinos por la medianera. El que suponía ver un choque de trenes apenas observó a dos hombres muy normales, cuidando su territorio. Nada de lo que construyó el imaginario colectivo sobre esta pelea entre Héctor Saldivia y Sebastián Luján se pareció a la realidad.
Fueron diez rounds con altas y bajas; lagunas del local y un planteo no demasiado ambicioso por parte de “Iron”. Y por eso, el público que a veces suele mover la aguja esta vez sintió que el clima previo se diluyó cuando sonó la campana. En el primer capítulo, avisaron que el trámite podía instalarse en el plano del rigor.
Luján pareció ganar la distancia, voleando con ganas y cerrándole los ángulos de tiro al comodorense quien se plantó con piernas y combinaciones para responder. Lo logró por momentos, cuando encontró la medida para hacer valer su mayor velocidad. El rosarino dejó en claro su experiencia y recursos para mantener el trámite bajo control.
En cantidad, Luján intentó “engordar” el ojo de los jurados aunque la mayoría de sus golpes no llegaran al objetivo, ni pusieran en aprietos al local. Por el contrario, fue Saldivia quien tuvo los principales aciertos ofensivos en el primer segmento de la lucha. Complicó con manos ascendentes y pareció por momentos, sacar de foco al rosarino.
No se dieron situaciones de quiebre, ni nada que levantara al público de sus asientos. “Iron” se tomó su tiempo para trabajar y el “Tigre” tuvo demasiadas lagunas en ataque. Esa discontinuidad le restó posibilidades ante un oponente de mentón inexpugnable, contragolpeador y hábil para dar vuelta cualquier tipo de circunstancia.
El tramo intermedio no generó emociones. Más bien, dejó en evidencia que el ahogo físico y cierto desgaste, comenzó a influir en el desarrollo: escasearon los cruces y se repitió una y otra vez, una escena efectista más pensando en la calculadora que en tomar riesgos a cambio de una equivocación. Solamente Luján volvió a tomar las riendas promediando el noveno round solamente repitiendo la fórmula: golpe abierto a la cabeza. Saldivia a esta altura había insinuado que la falta de continuidad y sus baches, le jugaban en contra a su propia estrategia.
Lógicamente todo debía morir en las tarjetas: el jurado y veedor designado del CMB, Jorge Millicay vio 96-94 al igual que Edgardo Grossi y Ángel Felipe Zabala premió a Saldivia con un 96-93. El sureño quien en breve cumplirá 31 años terminó coronándose como nuevo campeón Latino superwelter del Consejo aunque en medio de un clima poco festivo.
La gente entendió un fallo diferente y hasta aplaudió la salida del ring de Sebastián Luján más como un gesto de desaprobación a lo visto en escena que por los merecimientos reales del visitante. Saldivia por su parte, desde la autocrítica reconoció no haber convencido y haber tenido “la pelea más difícil” de todas las que realizó en la ciudad.
Aguirre, lo mejor de la noche
Por otra parte, el invicto Sebastián Ezequiel Aguirre (10-0) le puso el cuerpo a la mejor pelea del festival. El rosarino que representa al Sindicato de Trabajadores Camioneros definió a pura adrenalina cuando promediaba el quinto round, al bonaerense Federico Malaspina. Cuando el panorama no era el ideal para Aguirre y el rival prevalecía en el momento definitorio del match, la potencia del local frenó toda reacción.
El caso de Martín Ríos fue diametralmente opuesto ya que casi no tuvo oposición por parte del rionegrino Daniel Espinosa. Casi sin equivalencias, todo pasó por la potencia del pampeano excampeón argentino medianos. Imposible parar el vendaval y evitar que el rionegrino, otra incógnita a la hora de develar el DNI. También las amateurs “salvaron” la ropa: la dominicana María Luisa Peña, del Sindicato Camionero empató en fallo no unánime con Gabriela Casarosa (Rawson) y Mariana Navarro GFNU4 Micaela Torres, de Trelew.#