Más de un millón de desplazados en Afganistán por la violencia

Afganistán duplicó en los últimos tres años hasta 1,2 millones el número de personas desplazadas a nivel interno por la escalada en el conflicto que vive el país, según un informe difundido hoy por la organización Amnistía Internacional (AI).

31 MAY 2016 - 15:08 | Actualizado

En el informe titulado "Mis hijos morirán este invierno", AI consignó que en 2013 el número de desplazados era de 500.000, pero el aumento de los choques entre las fuerzas de seguridad y las diferentes facciones insurgentes obligó a que más civiles abandonaran sus hogares hacia otras zonas más seguras del país.

Concretamente, entre los números detallados en el documento, hubo en 2015 un total de 335.000 afganos que debieron abandonar sus casas por el conflicto, un 78% más que en 2014, y en los cuatro primeros meses de este año la cifra ascendió a 118.000 desplazados, unas mil personas al día.

Olof Blomqvist, uno de los investigadores, consideró que esos desplazados son las "personas más vulnerables en Afganistán".

Para el investigador, entre los desafíos diarios de los desplazados está el acceso a la comida, al refugio, la salud y la educación, al tiempo que debido al "gran aumento de desplazados" cada vez hay "mayores rivalidades a la hora de acceder a los escasos recursos disponibles".

Por su parte, la directora de AI para el sur de Asia, Champa Patel fue tajante: "Mientras la atención mundial parece haberse alejado de Afganistán, corremos el riesgo de olvidar los problemas de aquellos que quedaron atrás por el conflicto".

Y advirtió en declaraciones a la agencias de noticias DPA, que tras huir de sus casas para estar a salvo, "cada vez un mayor número de afganos languidece en terribles condiciones en su propio país y lucha por su supervivencia sin que haya un fin (del conflicto) a la vista".

Según el informe, los desplazados en Afganistán aumentaron considerablemente en provincias del norte y oeste del país: Badakhshan, Baghlan, Takhar y Kunduz

Dos de ellos dieron su testimonio a la prensa. Uno fue Habibullah, un hombre de más de 60 años, que contó que tanto él como su familia viven en carpas en Kabul "desde hace 14 años", sin que nadie se haya molestado en proporcionarles un refugio estable.

"En junio pasado varios miembros de la Policía nos quisieron desalojar de manera forzosa de nuestras tiendas y cuando nos negamos abrieron fuego contra nosotros", contó el hombre, que recordó que dos personas murieron y hubo 15 heridos, entre ellos él y uno de sus hijos.

Mastan, una mujer de 50 años que vive en un campamento en Herat, también relató su terrible experiencia: "Ni siquiera un animal viviría en esta choza, pero tenemos que hacerlo. Preferiría vivir en prisión que en este lugar, al menos en la cárcel no tendría que preocuparme por tener un techo y comida".

Según AI, las políticas sobre personas desplazadas introducidas por el Ejecutivo en 2014 están estancadas debido a la falta de experiencia y de capacidad, así como a la corrupción.

En tierras afganas las muertes son moneda corriente. Hoy, al menos 13 viajeros murieron y unos 200 fueron secuestrados por los talibanes después de que los vehículos en los que se trasladaban fueran detenidos en un puesto de control de los insurgentes en la provincia de Kunduz, al norte del país.

Según un vocero de la policía provincial, se lograron liberar a 160 de los 200 pasajeros secuestrados y el resto fueron trasladados por los insurgentes al vecino distrito de Chahar Dara.

"Todos los pasajeros son civiles", detalló el oficial Hijratullah, que añadió que según la primera información recibida el número de muertos es de 13, pero no descartó que esa cifra pueda aumentar; aún los talibanes ni se adjudicaron ni desmintieron el ataque.

La Misión de Naciones Unidas para Afganistán (UNAMA) anunció el mes pasado que durante el primer trimestre de este año 600 civiles perdieron la vida y 1.343 resultaron heridos, lo que suponen 1.943 víctimas (610 niños), un 2% más que en el primer trimestre de 2015, consignó la agencia de noticias EFE.

Los 40 años de guerra ininterrumpida en Afganistán provoca que al drama de los desplazados se sume el de los refugiados, que alcanzaron la cifra de 2,6 millones, una de las más altas del mundo.

31 MAY 2016 - 15:08

En el informe titulado "Mis hijos morirán este invierno", AI consignó que en 2013 el número de desplazados era de 500.000, pero el aumento de los choques entre las fuerzas de seguridad y las diferentes facciones insurgentes obligó a que más civiles abandonaran sus hogares hacia otras zonas más seguras del país.

Concretamente, entre los números detallados en el documento, hubo en 2015 un total de 335.000 afganos que debieron abandonar sus casas por el conflicto, un 78% más que en 2014, y en los cuatro primeros meses de este año la cifra ascendió a 118.000 desplazados, unas mil personas al día.

Olof Blomqvist, uno de los investigadores, consideró que esos desplazados son las "personas más vulnerables en Afganistán".

Para el investigador, entre los desafíos diarios de los desplazados está el acceso a la comida, al refugio, la salud y la educación, al tiempo que debido al "gran aumento de desplazados" cada vez hay "mayores rivalidades a la hora de acceder a los escasos recursos disponibles".

Por su parte, la directora de AI para el sur de Asia, Champa Patel fue tajante: "Mientras la atención mundial parece haberse alejado de Afganistán, corremos el riesgo de olvidar los problemas de aquellos que quedaron atrás por el conflicto".

Y advirtió en declaraciones a la agencias de noticias DPA, que tras huir de sus casas para estar a salvo, "cada vez un mayor número de afganos languidece en terribles condiciones en su propio país y lucha por su supervivencia sin que haya un fin (del conflicto) a la vista".

Según el informe, los desplazados en Afganistán aumentaron considerablemente en provincias del norte y oeste del país: Badakhshan, Baghlan, Takhar y Kunduz

Dos de ellos dieron su testimonio a la prensa. Uno fue Habibullah, un hombre de más de 60 años, que contó que tanto él como su familia viven en carpas en Kabul "desde hace 14 años", sin que nadie se haya molestado en proporcionarles un refugio estable.

"En junio pasado varios miembros de la Policía nos quisieron desalojar de manera forzosa de nuestras tiendas y cuando nos negamos abrieron fuego contra nosotros", contó el hombre, que recordó que dos personas murieron y hubo 15 heridos, entre ellos él y uno de sus hijos.

Mastan, una mujer de 50 años que vive en un campamento en Herat, también relató su terrible experiencia: "Ni siquiera un animal viviría en esta choza, pero tenemos que hacerlo. Preferiría vivir en prisión que en este lugar, al menos en la cárcel no tendría que preocuparme por tener un techo y comida".

Según AI, las políticas sobre personas desplazadas introducidas por el Ejecutivo en 2014 están estancadas debido a la falta de experiencia y de capacidad, así como a la corrupción.

En tierras afganas las muertes son moneda corriente. Hoy, al menos 13 viajeros murieron y unos 200 fueron secuestrados por los talibanes después de que los vehículos en los que se trasladaban fueran detenidos en un puesto de control de los insurgentes en la provincia de Kunduz, al norte del país.

Según un vocero de la policía provincial, se lograron liberar a 160 de los 200 pasajeros secuestrados y el resto fueron trasladados por los insurgentes al vecino distrito de Chahar Dara.

"Todos los pasajeros son civiles", detalló el oficial Hijratullah, que añadió que según la primera información recibida el número de muertos es de 13, pero no descartó que esa cifra pueda aumentar; aún los talibanes ni se adjudicaron ni desmintieron el ataque.

La Misión de Naciones Unidas para Afganistán (UNAMA) anunció el mes pasado que durante el primer trimestre de este año 600 civiles perdieron la vida y 1.343 resultaron heridos, lo que suponen 1.943 víctimas (610 niños), un 2% más que en el primer trimestre de 2015, consignó la agencia de noticias EFE.

Los 40 años de guerra ininterrumpida en Afganistán provoca que al drama de los desplazados se sume el de los refugiados, que alcanzaron la cifra de 2,6 millones, una de las más altas del mundo.


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