El regreso más esperado, la economía que no levanta y un Gobierno nacional desorientado

Leé La Columna del Domingo, el tradicional editorial de la edición dominical de Jornada.

En marcha. Das Neves llegó, asumió y ya condujo la primera reunión de gabinete en la capital provincial.
20 AGO 2016 - 21:52 | Actualizado

Volvió. Pulverizando rumores, contra viento y marea, el gobernador Mario Das Neves regresó para tomar las riendas de la provincia y emocionó hasta al más pintado. No sólo por la fortaleza que expone para bancar una situación que a cualquier otro ya lo hubiera tumbado, sino por la pasión con la que habla de la gestión.

A comienzos de la semana ya se le habían terminado las “vacaciones” a varios funcionarios provinciales, que empezaron a recibir llamados del gobernador como es costumbre cuando gobierna 24 por 7.

El viernes por teléfono, antes de llegar a Chubut, desactivó un paro de varios días que había dejado bolsas de residuos patogénicos sin recoger en hospitales públicos y clínicas privadas de Trelew.

Bastó que llamara con un tono firme a Jorge Taboada, el diputado nacional y líder de los Camioneros en Chubut, que impulsaba el paro en una empresa privada que se encarga de ese tipo de residuos, para que lo obvio ocurriera. Se puede hacer un reclamo pero no jugar con la salud de la gente.

El conflicto se estiró más de la cuenta, inclusive luego de que los sueldos estuvieran pagados. Por algún motivo poco claro, el gremio tensó la cuerda sin que nadie en Fontana 50 levantara el teléfono para descomprimir. Ni siquiera una visita del vicegobernador Mariano Arcioni al intendente Adrián Maderna, el jueves pasado, ayudó. Tuvo que llamar Das Neves para que Taboada y sus muchachos bajaran el tono.

Es bueno tener un gobernador con ese poder y vocación para resolver problemas. Pero no le pueden cargar todo el tiempo la responsabilidad de ir a cabecear los centros que él mismo se tiene que tirar.

Gestiones rengas

A pesar de su genio, el gobernador sigue necesitando tranquilidad para recuperarse en plenitud y el día a día de la gestión puede no ser el mejor remedio.

Nadie desconoce que para Das Neves, gobernar y ejercer el poder es casi tan vital como respirar. Pero la situación política y económica requiere un nivel de desgaste en el ejercicio del poder que podría terminar jugando en contra.

Es imprescindible que todas las áreas del Gobierno provincial marchen a la misma velocidad. La presencia en el terreno de Das Neves puede ayudar a que algunos que gastan las sillas de estar sentados, empiecen a gastar las suelas de los zapatos.

Por ejemplo, la crisis de la inseguridad no se distiende y en muchos lugares, como Trelew, sigue golpeando sin que nadie haga lo suficiente. Los robos domiciliarios con gente adentro, que son golpeados, atados con alambres y aterrorizados, se siguen sucediendo.

En enero pasado, cuando desde esta misma Columna se hizo notar la “ausencia” del ministro de Gobierno, Rafael Williams, de la primera línea en donde se deben buscar las soluciones a los problemas de la seguridad, no fueron pocos los que salieron a cruzar a los medios que se preguntaban dónde estaba el exintendente de Esquel.

Pasaron casi siete meses y la situación, lejos de mejorar, ha empeorado. Williams sigue sin aparecer, apenas se lo ve en actos protocolares y no ha salido de su despacho ni siquiera para responder a las operaciones mediáticas que surgen desde usinas paraoficiales y cuyo objetivo es ubicar en su lugar al exvicegobernador César Gustavo Mac Karthy.

De Guatemala a Guatepeor.

Fondos demorados

La endeblez de las cuentas públicas, en gran parte por la herencia que dejó el exgobernador Martín Buzzi pero también por el impacto que causaron las medidas económicas de la gestión nacional de Cambiemos, no parece que pueda ser combatida solamente con el bono de 650 millones de dólares que emitió el Gobierno provincial a buen plazo y tasas razonables.

Tal vez con exagerada cautela, principalmente ante la presión salarial de los gremios, el Gobierno ha demorado la llegada de los primeros fondos y eso no sólo causó preocupación en los proveedores que esperan empezar a cobrar hace meses, sino también en los municipios que necesitan como el agua que las obras públicas que se van a financiar con el bono, arranquen de una buena vez.

El ministro de Economía, Pablo Oca, ya dejó de ponerle fecha al ingreso a las arcas provinciales de los primeros dólares pesificados. Ahora dicen que esta semana llegan, pero ya nadie quiere asegurarlo.

Presión gremial

En este marco, la presión de algunos gremios más enfrentados al Gobierno, como la ATECh, no cesa. Otros sindicatos un poco más conciliadores, como la actual conducción interventora de ATE, que lidera Guillermo Quiroga, se mostraron un poco más flexibles y anunciaron que como gesto de buena voluntad van a esperar hasta septiembre para volver a sentarse a discutir salarios con el Gobierno.

Quiroga quiso dar una buena señal pero quedó descolocado, luego de que el propio Cisterna saliera a pedir al menos tres meses de gracia antes de volver a sentarse a negociar salarios de empleados estatales.

El jefe de Gabinete sostiene que prefiere que le hagan paro por no dar un aumento a que se lo hagan por no poder pagarlo ante las dificultades financieras de la provincia. Es razonable, pero nadie garantiza que los gremios acepten esta postura con docilidad.

En rojo

El fallo de la Corte Suprema de Justicia que anuló el tarifazo de gas en el sector domiciliario fue un golpe para el Gobierno nacional pero, hay que decirlo, podría haber sido peor. Apenas si pagará un costo político por la desprolijidad que le mandaron hacer –y él ejecutó con pasión- al ministro Juan José Aranguren. En dos meses, habrá que pagar el tarifazo como ya lo están haciendo las pymes y las industrias.

Más allá del interés colectivo que tiene el fallo de la Corte, subyace una preocupación un poco más compleja de entender para el ciudadano común pero que podría tener consecuencias indirectas para toda la sociedad. Una especia de “daño colateral” inevitable del fallo de la Corte: cómo impactará en los ingresos por regalías la readecuación de las tarifas de gas, que incluye una baja en el precio del fluido en boca de pozo.

Criollo al horno

La situación podría agravarse si el Gobierno de Mauricio Macri avanza con la idea de eliminar el “barril criollo” de crudo de 67 dólares para “sincerar” el precio interno del petróleo. Aunque el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, le aseguró la semana pasada al gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, que el Gobierno no piensa meter mano en el precio interno del petróleo, el siempre dispuesto Aranguren pronunció una frase en su paso por el Senado que para algunos pasó inadvertida pero que debe alertar a las provincias productoras de hidrocarburos: “Hay que ir hacia los precios internacionales del crudo. Hay que discutir con todos los actores: empresas, sindicatos y las provincias productoras. Pero si no hay acuerdo, actuarán las leyes que rigen la importación”.

Aranguren conoce como pocos el mercado de los hidrocarburos y sabe que si el “barril criollo” se elimina, muchas inversiones petroleras, sobre todo en Chubut y Neuquén, se harán inviables. Hace jueguito para la tribuna diciendo que bajando el precio interno del petróleo van a bajar los precios de los combustibles, algo que no va a ocurrir ni esta ni en la próxima vida de cualquier argentino.

Lo que sí es seguro que ocurra es que con proyectos de extracción antieconómicos, miles de trabajadores quedarán en la calle. Y los ingresos por regalías a las provincias productoras se caerán a pedazos.

Claro que Aranguren no da puntada sin hilo: en ese escenario de crisis interna del petróleo, se potenciaría el mercado de las importaciones de crudo y combustibles más baratos, que –oh, casualidad- son autorizadas por el área que lidera el ministro de Energía.

En ese escenario, la gran beneficiada sería una empresa que no está en el negocio grueso de la extracción y sólo importa y refina: Shell, la misma que Aranguren presidió durante décadas y de la que todavía es accionista.

Vergonzoso por donde se lo mire.

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En marcha. Das Neves llegó, asumió y ya condujo la primera reunión de gabinete en la capital provincial.
20 AGO 2016 - 21:52

Volvió. Pulverizando rumores, contra viento y marea, el gobernador Mario Das Neves regresó para tomar las riendas de la provincia y emocionó hasta al más pintado. No sólo por la fortaleza que expone para bancar una situación que a cualquier otro ya lo hubiera tumbado, sino por la pasión con la que habla de la gestión.

A comienzos de la semana ya se le habían terminado las “vacaciones” a varios funcionarios provinciales, que empezaron a recibir llamados del gobernador como es costumbre cuando gobierna 24 por 7.

El viernes por teléfono, antes de llegar a Chubut, desactivó un paro de varios días que había dejado bolsas de residuos patogénicos sin recoger en hospitales públicos y clínicas privadas de Trelew.

Bastó que llamara con un tono firme a Jorge Taboada, el diputado nacional y líder de los Camioneros en Chubut, que impulsaba el paro en una empresa privada que se encarga de ese tipo de residuos, para que lo obvio ocurriera. Se puede hacer un reclamo pero no jugar con la salud de la gente.

El conflicto se estiró más de la cuenta, inclusive luego de que los sueldos estuvieran pagados. Por algún motivo poco claro, el gremio tensó la cuerda sin que nadie en Fontana 50 levantara el teléfono para descomprimir. Ni siquiera una visita del vicegobernador Mariano Arcioni al intendente Adrián Maderna, el jueves pasado, ayudó. Tuvo que llamar Das Neves para que Taboada y sus muchachos bajaran el tono.

Es bueno tener un gobernador con ese poder y vocación para resolver problemas. Pero no le pueden cargar todo el tiempo la responsabilidad de ir a cabecear los centros que él mismo se tiene que tirar.

Gestiones rengas

A pesar de su genio, el gobernador sigue necesitando tranquilidad para recuperarse en plenitud y el día a día de la gestión puede no ser el mejor remedio.

Nadie desconoce que para Das Neves, gobernar y ejercer el poder es casi tan vital como respirar. Pero la situación política y económica requiere un nivel de desgaste en el ejercicio del poder que podría terminar jugando en contra.

Es imprescindible que todas las áreas del Gobierno provincial marchen a la misma velocidad. La presencia en el terreno de Das Neves puede ayudar a que algunos que gastan las sillas de estar sentados, empiecen a gastar las suelas de los zapatos.

Por ejemplo, la crisis de la inseguridad no se distiende y en muchos lugares, como Trelew, sigue golpeando sin que nadie haga lo suficiente. Los robos domiciliarios con gente adentro, que son golpeados, atados con alambres y aterrorizados, se siguen sucediendo.

En enero pasado, cuando desde esta misma Columna se hizo notar la “ausencia” del ministro de Gobierno, Rafael Williams, de la primera línea en donde se deben buscar las soluciones a los problemas de la seguridad, no fueron pocos los que salieron a cruzar a los medios que se preguntaban dónde estaba el exintendente de Esquel.

Pasaron casi siete meses y la situación, lejos de mejorar, ha empeorado. Williams sigue sin aparecer, apenas se lo ve en actos protocolares y no ha salido de su despacho ni siquiera para responder a las operaciones mediáticas que surgen desde usinas paraoficiales y cuyo objetivo es ubicar en su lugar al exvicegobernador César Gustavo Mac Karthy.

De Guatemala a Guatepeor.

Fondos demorados

La endeblez de las cuentas públicas, en gran parte por la herencia que dejó el exgobernador Martín Buzzi pero también por el impacto que causaron las medidas económicas de la gestión nacional de Cambiemos, no parece que pueda ser combatida solamente con el bono de 650 millones de dólares que emitió el Gobierno provincial a buen plazo y tasas razonables.

Tal vez con exagerada cautela, principalmente ante la presión salarial de los gremios, el Gobierno ha demorado la llegada de los primeros fondos y eso no sólo causó preocupación en los proveedores que esperan empezar a cobrar hace meses, sino también en los municipios que necesitan como el agua que las obras públicas que se van a financiar con el bono, arranquen de una buena vez.

El ministro de Economía, Pablo Oca, ya dejó de ponerle fecha al ingreso a las arcas provinciales de los primeros dólares pesificados. Ahora dicen que esta semana llegan, pero ya nadie quiere asegurarlo.

Presión gremial

En este marco, la presión de algunos gremios más enfrentados al Gobierno, como la ATECh, no cesa. Otros sindicatos un poco más conciliadores, como la actual conducción interventora de ATE, que lidera Guillermo Quiroga, se mostraron un poco más flexibles y anunciaron que como gesto de buena voluntad van a esperar hasta septiembre para volver a sentarse a discutir salarios con el Gobierno.

Quiroga quiso dar una buena señal pero quedó descolocado, luego de que el propio Cisterna saliera a pedir al menos tres meses de gracia antes de volver a sentarse a negociar salarios de empleados estatales.

El jefe de Gabinete sostiene que prefiere que le hagan paro por no dar un aumento a que se lo hagan por no poder pagarlo ante las dificultades financieras de la provincia. Es razonable, pero nadie garantiza que los gremios acepten esta postura con docilidad.

En rojo

El fallo de la Corte Suprema de Justicia que anuló el tarifazo de gas en el sector domiciliario fue un golpe para el Gobierno nacional pero, hay que decirlo, podría haber sido peor. Apenas si pagará un costo político por la desprolijidad que le mandaron hacer –y él ejecutó con pasión- al ministro Juan José Aranguren. En dos meses, habrá que pagar el tarifazo como ya lo están haciendo las pymes y las industrias.

Más allá del interés colectivo que tiene el fallo de la Corte, subyace una preocupación un poco más compleja de entender para el ciudadano común pero que podría tener consecuencias indirectas para toda la sociedad. Una especia de “daño colateral” inevitable del fallo de la Corte: cómo impactará en los ingresos por regalías la readecuación de las tarifas de gas, que incluye una baja en el precio del fluido en boca de pozo.

Criollo al horno

La situación podría agravarse si el Gobierno de Mauricio Macri avanza con la idea de eliminar el “barril criollo” de crudo de 67 dólares para “sincerar” el precio interno del petróleo. Aunque el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, le aseguró la semana pasada al gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, que el Gobierno no piensa meter mano en el precio interno del petróleo, el siempre dispuesto Aranguren pronunció una frase en su paso por el Senado que para algunos pasó inadvertida pero que debe alertar a las provincias productoras de hidrocarburos: “Hay que ir hacia los precios internacionales del crudo. Hay que discutir con todos los actores: empresas, sindicatos y las provincias productoras. Pero si no hay acuerdo, actuarán las leyes que rigen la importación”.

Aranguren conoce como pocos el mercado de los hidrocarburos y sabe que si el “barril criollo” se elimina, muchas inversiones petroleras, sobre todo en Chubut y Neuquén, se harán inviables. Hace jueguito para la tribuna diciendo que bajando el precio interno del petróleo van a bajar los precios de los combustibles, algo que no va a ocurrir ni esta ni en la próxima vida de cualquier argentino.

Lo que sí es seguro que ocurra es que con proyectos de extracción antieconómicos, miles de trabajadores quedarán en la calle. Y los ingresos por regalías a las provincias productoras se caerán a pedazos.

Claro que Aranguren no da puntada sin hilo: en ese escenario de crisis interna del petróleo, se potenciaría el mercado de las importaciones de crudo y combustibles más baratos, que –oh, casualidad- son autorizadas por el área que lidera el ministro de Energía.

En ese escenario, la gran beneficiada sería una empresa que no está en el negocio grueso de la extracción y sólo importa y refina: Shell, la misma que Aranguren presidió durante décadas y de la que todavía es accionista.

Vergonzoso por donde se lo mire.


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