La población de ballena franca crece al 7% anual

El biólogo marino Ricardo Bastida dio detalles sobre el crecimiento de la población de este cetáceo y su distribución en las aguas de nuestro país.

23 AGO 2016 - 11:21 | Actualizado

Ricardo Bastida es pionero en Argentina en el estudio de estos cetáceos y fue quien avistó por primera vez su presencia en la costa marplatense al inicio de la década de los '70, según informa en una entrevista el diario La Capital de esa ciudad bonaerense

El investigador asegura que “el incremento poblacional de las ballenas francas australes (Eubalaena australis) en nuestro país ha oscilado entre un 5 y un 10% anual; en promedio un 7%, valor importante para la recuperación de la especie”, asegura el doctor Ricardo Bastida.

Profesor emérito e investigador principal del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras UNMdP – Conicet, Bastida fue quien en 1970 pudo registrar el primer avistaje de una ballena franca austral frente a las costas de Mar del Plata, tras diez años de observaciones metódicas y sistemáticas.

En esta charla el especialista cuenta por qué son cada vez más comunes los avistajes de ballena franca austral desde la costa local -entre junio y septiembre aproximadamente- y por qué no es recomendable generar, a raíz de su asidua presencia, un turismo embarcado de observación.

– ¿Cuándo fue el primer avistaje científico de ballena franca austral en Mar del Plata?

– En 1970 se registró por primera vez en la costa una ballena franca. Tenemos buenos registros de la fauna costera desde la década del ’60, en vinculación con la creación del Instituto de Biología Marina -Playa Grande- (lo que hoy es la Normandía). Dado que era una institución nueva se trataba de registrar todos los fenómenos que se observaban en la zona costera. Por eso podemos afirmar que durante la década del ’60 no apareció ninguna ballena.

– Y cuando apareció le tocó a usted verla.

– Efectivamente, tuve la suerte, y la gran sorpresa, de observar un gigantesco ejemplar justo frente a mi laboratorio de Playa Grande. Luego, hasta 1974, no se las vuelve a registrar en Mar del Plata. En esa época no sabíamos mucho a qué se debía que aparecieran estas ballenas, en realidad no se conocían las áreas de reproducción ni el ciclo de vida de esta especie.

– ¿Por qué fueron incrementándose los avistajes?

– Porque la población de ballena franca austral fue aumentando paulatinamente. Nuestro grupo de investigación comenzó a ser responsable del estudio de la ballena franca desde la década del ’80 por un convenio suscripto entre el Inidep, la gobernación de Chubut y la Universidad Nacional de Mar del Plata. El incremento poblacional de la ballena franca en la Península Valdés durante las últimas décadas fue muy importante. Cuando iniciamos nuestros censos había poco más de 100 ejemplares en toda la Península y una década después de observaciones ininterrumpidas ascendía a más de 300. En la actualidad la población que visita los golfos Nuevo y San José puede oscilar, según los últimos censos que pertenecen al Cenpat de Puerto Madryn entre 1.000 y 1.500 ejemplares. En base a estudios que hicimos nosotros y siguen otros grupos, el incremento poblacional anual ha oscilado entre un 5 y un 10%, el promedio es aproximadamente de 7%. Es muy elevado y es lo que ha permitido que se hayan recuperado de manera importante las poblaciones de ballena franca austral, tanto de la costa atlántica de Sudamérica como la de Sudáfrica.

– ¿Cuál es la razón por la que pasan frente a Mar del Plata?

– Están migrando hacia una de sus zonas reproductivas. Las que pasan por acá, en general están a mitad de camino hacia el área reproductiva de Santa Catarina (Brasil), que concentra menor cantidad de ejemplares que la de Península Valdés.

– Durante mucho tiempo la gente pensaba que las ballenas que pasaban por aquí iban a Península Valdés.

– Sí, pero en realidad son las que se dirigen al sur de Brasil. Cuando termina la estación reproductiva en Brasil, hacia fines de primavera, las ballenas migran a sus zonas de alimentación en zonas subantárticas y si bien algunos ejemplares pasan por Mar del Plata, la mayor parte de ellos no lo hace cerca de la costa sino alejadas, de tal manera que se ven muchas menos ballenas cuando vuelven de reproducirse en Brasil que cuando van hacia Brasil. Ahí se producen las cópulas entre los adultos, las hembras paren, alimentan y protegen a sus crías durante varios meses. Lo mismo ocurre en Península Valdés ya que cuando la abandonan se alejan de la costa, tomando un rumbo hacia la zona subantártica, alrededor de las Islas Georgias del Sur. Ahí comienza una intensa alimentación de las ballenas para recuperar las reservas empleadas durante la estación reproductiva del invierno.

– ¿Cómo se comprobó eso?

– Esto ha sido claramente detectado gracias a la aplicación de marcas satelitales a varios ejemplares, antes de abandonar la Península Valdés. A medida que pasaron los años, desde la década del ’70, la aparición de ejemplares en la costa marplatense se hizo cada vez más frecuente. En un principio se trataba de ejemplares individuales o parejas, pero luego hicieron su aparición grupos más numerosos, hasta que en determinado momento comenzaron a avistarse también madres con crías. Si bien esto no es frecuente, pues las crías nacen en Valdés o en Santa Catarina, donde sus costas protegidas brindan buenas condiciones para la crianza. Pero, como pasa con las mujeres, puede ser que el parto se anticipe, y se produzca antes de la llegada a las zonas reproductivas.

– ¿Cómo se relacionan las hembras con sus crías?

– Son mamíferos y por lo tanto las hembras amamantan a sus crías que crecen muy rápidamente. Pueden crecer hasta 3 centímetros por día. Para ello son fundamentales las reservas de las madres. Una vez que termina el período de alimentación en la zona subantártica tiene que llegar a la zona de reproducción, tener a su cría y permanecer varios meses amamantando. En forma circunstancial pueden alimentarse en zonas de reproducción, si encuentran algún alimento, pero en realidad no lo necesitan pues subsisten gracias a sus reservas acumuladas en las productivas aguas subantárticas durante el verano.
Por eso es fundamental para las ballenas el ahorro de la energía que les brinda su importante reserva de materia grasa. Por ello también es importante que las ballenas no sean perseguidas o acosadas para no generarles pérdidas energéticas y luego no pueda cumplir su migración hacia las lejanas zonas de alimentación subantárticas.

– ¿Por este motivo se desaconseja promover en Mar del Plata el avistaje de ballenas desde embarcaciones?

– Ese es uno de los motivos, pero además Mar del Plata tiene una ventaja, un sector costero con una carretera y zonas de altos acantilados lo que brinda excelentes puntos de observación que facilitan con comodidad el avistaje de las ballenas y muchas otras especies. Además no es zona propicia para hacer avistaje desde el agua pues no es zona de aguas calmas. En Valdés las aguas lo son y las ballenas permanecen por largo tiempo en la zona. En Mar del Plata están de paso, de tal manera que puede ser de interés el turismo de ballenas durante breves períodos. Además no aconsejamos que las embarcaciones de cualquier tipo se acerquen a las ballenas, ni tampoco las personas que practican diversos deportes náuticos. Todo ello las altera, modificando su comportamiento natural y también les quita la posibilidad de verlas por más tiempo a las personas que las observan desde la costa. Nuestro grupo de trabajo, que posee una amplia experiencia mundial en proyectos de avistajes de grandes cetáceos, propone que los avistajes en Mar del Plata se hagan pura y exclusivamente desde la costa. En nuestra ciudad hay excelentes lugares para realizar avistajes como la loma de Punta Iglesia, El Torreón, Cabo Corrientes, Waikiki, el Faro y el extenso sector de acantilados de la zona sur.

– ¿Por qué estuvo a punto de extinguirse esta especie?

– Son las primeras ballenas que comenzó a cazar el hombre, porque se movían muy lentamente y podían ser fácilmente alcanzadas por embarcaciones a vela o remos de la época y porque cuando mueren no se hunden, quedan flotando y eso era fundamental, teniendo en cuenta que los balleneros las cazaban con arpones manuales y los botes empleados en dicha maniobra eran pequeños. De esa forma podían ser arrastrados durante mucho tiempo por el ejemplar herido, llegando muchas veces incluso a hundir dichas embarcaciones. En la antigüedad el objeto de la caza de ballena era la obtención del aceite producido por su grasa y también las barbas de la ballena que eran usados para construir los miriñaques que se usaban en la vestimenta de la época. Ya en el siglo XX no había parte de la ballena que no se aprovechara industrialmente.
A nuestro grupo de investigación le llamó la atención que si bien a nivel mundial en la década del ’30 esta especie ya fue protegida y no se la capturaba, las poblaciones permanecían sin mostrar incremento alguno. Luego se investigó que en el sur de Brasil había una estación ballenera artesanal que se ocupaba de cazar los pocos ejemplares que quedaban en la zona, y para peor la técnica de captura era cazar al cachorro para que la madre se quede protegiéndolo, así fácilmente desde los botes capturaban a ambos. Esta estación ballenera actuó hasta inicio de la década de los ’70. Por eso en este sector del Atlántico no se incrementaba la población de esta especie. Además cuando desaparece la Unión Soviética nos enteramos que su flota ballenera no había respetado la prohibición de captura de ballena franca austral y que entre 1951 y 1970 habían cazado más de 3.000 ejemplares; la mayor parte de ellos en el Atlántico frente a las costas patagónicas. Afortunadamente a partir de la década del ’80, comienza a incrementarse notablemente la población de ballena franca de Valdés y de Sudáfrica. Gracias a ello hoy día la población está en niveles importantes, aunque no en los históricos.
Experiencia internacional

- ¿Cómo fue su experiencia en la Comisión Ballenera Internacional?

– Por varios años fui miembro de la Delegación Argentina ante la Comisión Ballenera Internacional. En este organismo se establecían la cuotas de captura de todos los países balleneros del mundo, si bien muchas especies de ballenas ya estaban protegidas internacionalmente, entre ellas nuestra ballena franca, pero ya vimos que no todos los países respetaron dichas normas. Desgraciadamente, como tantas otras cosas que ha encarado el hombre, la política de la Comisión Ballenera fue un total fracaso. Si bien reunía a los mayores especialistas en el tema se trabajó tan mal que no sirvió para conservar en forma sustentable a las especies comerciales, sino que todas declinaron notablemente, muchas de ellas cercanas a la extinción. Fue un desastre y por eso se luchó tanto por suspender la captura comercial de ballenas. Junto con el embajador Eduardo Iglesias, que fue presidente de la Comisión Ballenera, tuvimos una lucha muy grande para lograr mayoría de los miembros para la suspensión de la captura comercial de ballenas. Finalmente nuestro objetivo pudo lograrse a mediados de la década de los ’80. No quiere decir que en la actualidad no haya captura alguna de ballenas, hay de ballena Minke que es una pequeña especie que anteriormente no había sido explotada, pero en la actualidad la gran mayoría está totalmente protegida a nivel mundial.

– ¿Será cada vez más amplia la posibilidad de verlas en esta zona?

– Podemos asegurar que los marplatenses y turistas, año a año, tendrán mayor posibilidad de realizar interesantes avistajes desde nuestras costas y así convertirnos en otra de las ciudades que luche por la protección de esta especie que, en 1984, fue declarada Monumento Natural de la Argentina. Por eso no debe extrañarnos que su imagen figure en uno de los billetes que usamos diariamente.

Fuente: La Capital (Mar del Plata)
 

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23 AGO 2016 - 11:21

Ricardo Bastida es pionero en Argentina en el estudio de estos cetáceos y fue quien avistó por primera vez su presencia en la costa marplatense al inicio de la década de los '70, según informa en una entrevista el diario La Capital de esa ciudad bonaerense

El investigador asegura que “el incremento poblacional de las ballenas francas australes (Eubalaena australis) en nuestro país ha oscilado entre un 5 y un 10% anual; en promedio un 7%, valor importante para la recuperación de la especie”, asegura el doctor Ricardo Bastida.

Profesor emérito e investigador principal del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras UNMdP – Conicet, Bastida fue quien en 1970 pudo registrar el primer avistaje de una ballena franca austral frente a las costas de Mar del Plata, tras diez años de observaciones metódicas y sistemáticas.

En esta charla el especialista cuenta por qué son cada vez más comunes los avistajes de ballena franca austral desde la costa local -entre junio y septiembre aproximadamente- y por qué no es recomendable generar, a raíz de su asidua presencia, un turismo embarcado de observación.

– ¿Cuándo fue el primer avistaje científico de ballena franca austral en Mar del Plata?

– En 1970 se registró por primera vez en la costa una ballena franca. Tenemos buenos registros de la fauna costera desde la década del ’60, en vinculación con la creación del Instituto de Biología Marina -Playa Grande- (lo que hoy es la Normandía). Dado que era una institución nueva se trataba de registrar todos los fenómenos que se observaban en la zona costera. Por eso podemos afirmar que durante la década del ’60 no apareció ninguna ballena.

– Y cuando apareció le tocó a usted verla.

– Efectivamente, tuve la suerte, y la gran sorpresa, de observar un gigantesco ejemplar justo frente a mi laboratorio de Playa Grande. Luego, hasta 1974, no se las vuelve a registrar en Mar del Plata. En esa época no sabíamos mucho a qué se debía que aparecieran estas ballenas, en realidad no se conocían las áreas de reproducción ni el ciclo de vida de esta especie.

– ¿Por qué fueron incrementándose los avistajes?

– Porque la población de ballena franca austral fue aumentando paulatinamente. Nuestro grupo de investigación comenzó a ser responsable del estudio de la ballena franca desde la década del ’80 por un convenio suscripto entre el Inidep, la gobernación de Chubut y la Universidad Nacional de Mar del Plata. El incremento poblacional de la ballena franca en la Península Valdés durante las últimas décadas fue muy importante. Cuando iniciamos nuestros censos había poco más de 100 ejemplares en toda la Península y una década después de observaciones ininterrumpidas ascendía a más de 300. En la actualidad la población que visita los golfos Nuevo y San José puede oscilar, según los últimos censos que pertenecen al Cenpat de Puerto Madryn entre 1.000 y 1.500 ejemplares. En base a estudios que hicimos nosotros y siguen otros grupos, el incremento poblacional anual ha oscilado entre un 5 y un 10%, el promedio es aproximadamente de 7%. Es muy elevado y es lo que ha permitido que se hayan recuperado de manera importante las poblaciones de ballena franca austral, tanto de la costa atlántica de Sudamérica como la de Sudáfrica.

– ¿Cuál es la razón por la que pasan frente a Mar del Plata?

– Están migrando hacia una de sus zonas reproductivas. Las que pasan por acá, en general están a mitad de camino hacia el área reproductiva de Santa Catarina (Brasil), que concentra menor cantidad de ejemplares que la de Península Valdés.

– Durante mucho tiempo la gente pensaba que las ballenas que pasaban por aquí iban a Península Valdés.

– Sí, pero en realidad son las que se dirigen al sur de Brasil. Cuando termina la estación reproductiva en Brasil, hacia fines de primavera, las ballenas migran a sus zonas de alimentación en zonas subantárticas y si bien algunos ejemplares pasan por Mar del Plata, la mayor parte de ellos no lo hace cerca de la costa sino alejadas, de tal manera que se ven muchas menos ballenas cuando vuelven de reproducirse en Brasil que cuando van hacia Brasil. Ahí se producen las cópulas entre los adultos, las hembras paren, alimentan y protegen a sus crías durante varios meses. Lo mismo ocurre en Península Valdés ya que cuando la abandonan se alejan de la costa, tomando un rumbo hacia la zona subantártica, alrededor de las Islas Georgias del Sur. Ahí comienza una intensa alimentación de las ballenas para recuperar las reservas empleadas durante la estación reproductiva del invierno.

– ¿Cómo se comprobó eso?

– Esto ha sido claramente detectado gracias a la aplicación de marcas satelitales a varios ejemplares, antes de abandonar la Península Valdés. A medida que pasaron los años, desde la década del ’70, la aparición de ejemplares en la costa marplatense se hizo cada vez más frecuente. En un principio se trataba de ejemplares individuales o parejas, pero luego hicieron su aparición grupos más numerosos, hasta que en determinado momento comenzaron a avistarse también madres con crías. Si bien esto no es frecuente, pues las crías nacen en Valdés o en Santa Catarina, donde sus costas protegidas brindan buenas condiciones para la crianza. Pero, como pasa con las mujeres, puede ser que el parto se anticipe, y se produzca antes de la llegada a las zonas reproductivas.

– ¿Cómo se relacionan las hembras con sus crías?

– Son mamíferos y por lo tanto las hembras amamantan a sus crías que crecen muy rápidamente. Pueden crecer hasta 3 centímetros por día. Para ello son fundamentales las reservas de las madres. Una vez que termina el período de alimentación en la zona subantártica tiene que llegar a la zona de reproducción, tener a su cría y permanecer varios meses amamantando. En forma circunstancial pueden alimentarse en zonas de reproducción, si encuentran algún alimento, pero en realidad no lo necesitan pues subsisten gracias a sus reservas acumuladas en las productivas aguas subantárticas durante el verano.
Por eso es fundamental para las ballenas el ahorro de la energía que les brinda su importante reserva de materia grasa. Por ello también es importante que las ballenas no sean perseguidas o acosadas para no generarles pérdidas energéticas y luego no pueda cumplir su migración hacia las lejanas zonas de alimentación subantárticas.

– ¿Por este motivo se desaconseja promover en Mar del Plata el avistaje de ballenas desde embarcaciones?

– Ese es uno de los motivos, pero además Mar del Plata tiene una ventaja, un sector costero con una carretera y zonas de altos acantilados lo que brinda excelentes puntos de observación que facilitan con comodidad el avistaje de las ballenas y muchas otras especies. Además no es zona propicia para hacer avistaje desde el agua pues no es zona de aguas calmas. En Valdés las aguas lo son y las ballenas permanecen por largo tiempo en la zona. En Mar del Plata están de paso, de tal manera que puede ser de interés el turismo de ballenas durante breves períodos. Además no aconsejamos que las embarcaciones de cualquier tipo se acerquen a las ballenas, ni tampoco las personas que practican diversos deportes náuticos. Todo ello las altera, modificando su comportamiento natural y también les quita la posibilidad de verlas por más tiempo a las personas que las observan desde la costa. Nuestro grupo de trabajo, que posee una amplia experiencia mundial en proyectos de avistajes de grandes cetáceos, propone que los avistajes en Mar del Plata se hagan pura y exclusivamente desde la costa. En nuestra ciudad hay excelentes lugares para realizar avistajes como la loma de Punta Iglesia, El Torreón, Cabo Corrientes, Waikiki, el Faro y el extenso sector de acantilados de la zona sur.

– ¿Por qué estuvo a punto de extinguirse esta especie?

– Son las primeras ballenas que comenzó a cazar el hombre, porque se movían muy lentamente y podían ser fácilmente alcanzadas por embarcaciones a vela o remos de la época y porque cuando mueren no se hunden, quedan flotando y eso era fundamental, teniendo en cuenta que los balleneros las cazaban con arpones manuales y los botes empleados en dicha maniobra eran pequeños. De esa forma podían ser arrastrados durante mucho tiempo por el ejemplar herido, llegando muchas veces incluso a hundir dichas embarcaciones. En la antigüedad el objeto de la caza de ballena era la obtención del aceite producido por su grasa y también las barbas de la ballena que eran usados para construir los miriñaques que se usaban en la vestimenta de la época. Ya en el siglo XX no había parte de la ballena que no se aprovechara industrialmente.
A nuestro grupo de investigación le llamó la atención que si bien a nivel mundial en la década del ’30 esta especie ya fue protegida y no se la capturaba, las poblaciones permanecían sin mostrar incremento alguno. Luego se investigó que en el sur de Brasil había una estación ballenera artesanal que se ocupaba de cazar los pocos ejemplares que quedaban en la zona, y para peor la técnica de captura era cazar al cachorro para que la madre se quede protegiéndolo, así fácilmente desde los botes capturaban a ambos. Esta estación ballenera actuó hasta inicio de la década de los ’70. Por eso en este sector del Atlántico no se incrementaba la población de esta especie. Además cuando desaparece la Unión Soviética nos enteramos que su flota ballenera no había respetado la prohibición de captura de ballena franca austral y que entre 1951 y 1970 habían cazado más de 3.000 ejemplares; la mayor parte de ellos en el Atlántico frente a las costas patagónicas. Afortunadamente a partir de la década del ’80, comienza a incrementarse notablemente la población de ballena franca de Valdés y de Sudáfrica. Gracias a ello hoy día la población está en niveles importantes, aunque no en los históricos.
Experiencia internacional

- ¿Cómo fue su experiencia en la Comisión Ballenera Internacional?

– Por varios años fui miembro de la Delegación Argentina ante la Comisión Ballenera Internacional. En este organismo se establecían la cuotas de captura de todos los países balleneros del mundo, si bien muchas especies de ballenas ya estaban protegidas internacionalmente, entre ellas nuestra ballena franca, pero ya vimos que no todos los países respetaron dichas normas. Desgraciadamente, como tantas otras cosas que ha encarado el hombre, la política de la Comisión Ballenera fue un total fracaso. Si bien reunía a los mayores especialistas en el tema se trabajó tan mal que no sirvió para conservar en forma sustentable a las especies comerciales, sino que todas declinaron notablemente, muchas de ellas cercanas a la extinción. Fue un desastre y por eso se luchó tanto por suspender la captura comercial de ballenas. Junto con el embajador Eduardo Iglesias, que fue presidente de la Comisión Ballenera, tuvimos una lucha muy grande para lograr mayoría de los miembros para la suspensión de la captura comercial de ballenas. Finalmente nuestro objetivo pudo lograrse a mediados de la década de los ’80. No quiere decir que en la actualidad no haya captura alguna de ballenas, hay de ballena Minke que es una pequeña especie que anteriormente no había sido explotada, pero en la actualidad la gran mayoría está totalmente protegida a nivel mundial.

– ¿Será cada vez más amplia la posibilidad de verlas en esta zona?

– Podemos asegurar que los marplatenses y turistas, año a año, tendrán mayor posibilidad de realizar interesantes avistajes desde nuestras costas y así convertirnos en otra de las ciudades que luche por la protección de esta especie que, en 1984, fue declarada Monumento Natural de la Argentina. Por eso no debe extrañarnos que su imagen figure en uno de los billetes que usamos diariamente.

Fuente: La Capital (Mar del Plata)
 


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