La reforma que elimina los Federales B y C es la iniciativa política más impactante en décadas del Consejo Federal.
Hay una razón bien simple: no hay dinero para sostener la estructura tal como está planteada.
Vacas gordas
El Federal B, llamado entonces Argentino B, se convirtió en un torneo regular en el 2004. Un año más tarde, se gestó el Argentino C.
Nacía una estructura que jamás había existido antes en el fútbol argentino. Y lo hizo al amparo de una economía sonriente. Eran los primeros años de la gestión kirchnerista en la Argentina. El crecimiento del país era a tasas chinas. Es decir, abundaba el dinero por doquier.
Provincias y municipios poseían amplios ingresos. A su vez, los actores de la economía privada, que en el Interior encuentran un aliado imprescindible en el Estado, también florecían en los distintos puntos del país.
Esos actores, los públicos y los privados, eran la fuente de ingreso de los clubes del Interior profundo. Conseguir sponsoreo para fichar jugadores, pagar ambulancias, arbitrajes, policías, traslados de largas distancias y hoteles no era una labor tan dificil.
En ese contexto, la estructura se amplió. Durante la gestión de Gustavo Ceresa como titular del CF, iniciada en 2009 la expansión tuvo su momento de mayor explosión
Desde el quinto piso de AFA, observaron la posibilidad de recaudar un jugoso ingreso propio. A más equipos, más dinero. El primer Argentino B agrupó a 48 equipos. En el último Federal B, participaron 160.
Cambio de époica
Con el avance del tiempo y el cambio de clima político, los clubes empezaron a tener complicaciones para pagar los costos. Hubo una alerta a finales de 2015 de que el modelo de torneo agonizaba. La mitad de los clubes del Federal B desertó del torneo de transición del año próximo.
Clubes conformes
En 2018, el país kirchnerista no existe más. La economía volvió a concentrarse en la Pampa Húmeda, región compuesta por Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Así fue siempre.
Se profundizó el unitarismo reinante en Argentina desde la declaración de Independencia en 1816. Pese al aluvión de ingresos durante la década pasada, Argentina jamás dejó de ser un país unitario.
Por estas circunstancias, los equipos ven con alivio la resolución del Consejo Federal.
En off the record, varios dirigentesde distintas regiones no desaprueban la idea. La mayoría jamás lo hará público. Desear no participar de un torneo federal es piantavotos.
Pero la enorme mayoría no puede sostener un ritmo de gasto elevado en un país donde Dios volvió a atender con fuerza en Buenos Aires.
Esta es la cruda realidad de la Argentina y por ende la del fútbol del Interior profundo. Es hiriente, pero no hay remedio cercano.
Sostener torneos de cuarta y de quinta división con alto nivel de gastos en un país unitario que mira a la Pampa Húmeda, es imposible. Históricamente, siempre lo fue.
Los Federales B y C fueron torneos de una época que no existe más. Esto es un sinceramiento de una situación que excede largamente a los campos de juego. Duele. Pero la verdad, supo decir alguien más sabio, es la única realidad.
La reforma que elimina los Federales B y C es la iniciativa política más impactante en décadas del Consejo Federal.
Hay una razón bien simple: no hay dinero para sostener la estructura tal como está planteada.
Vacas gordas
El Federal B, llamado entonces Argentino B, se convirtió en un torneo regular en el 2004. Un año más tarde, se gestó el Argentino C.
Nacía una estructura que jamás había existido antes en el fútbol argentino. Y lo hizo al amparo de una economía sonriente. Eran los primeros años de la gestión kirchnerista en la Argentina. El crecimiento del país era a tasas chinas. Es decir, abundaba el dinero por doquier.
Provincias y municipios poseían amplios ingresos. A su vez, los actores de la economía privada, que en el Interior encuentran un aliado imprescindible en el Estado, también florecían en los distintos puntos del país.
Esos actores, los públicos y los privados, eran la fuente de ingreso de los clubes del Interior profundo. Conseguir sponsoreo para fichar jugadores, pagar ambulancias, arbitrajes, policías, traslados de largas distancias y hoteles no era una labor tan dificil.
En ese contexto, la estructura se amplió. Durante la gestión de Gustavo Ceresa como titular del CF, iniciada en 2009 la expansión tuvo su momento de mayor explosión
Desde el quinto piso de AFA, observaron la posibilidad de recaudar un jugoso ingreso propio. A más equipos, más dinero. El primer Argentino B agrupó a 48 equipos. En el último Federal B, participaron 160.
Cambio de époica
Con el avance del tiempo y el cambio de clima político, los clubes empezaron a tener complicaciones para pagar los costos. Hubo una alerta a finales de 2015 de que el modelo de torneo agonizaba. La mitad de los clubes del Federal B desertó del torneo de transición del año próximo.
Clubes conformes
En 2018, el país kirchnerista no existe más. La economía volvió a concentrarse en la Pampa Húmeda, región compuesta por Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Así fue siempre.
Se profundizó el unitarismo reinante en Argentina desde la declaración de Independencia en 1816. Pese al aluvión de ingresos durante la década pasada, Argentina jamás dejó de ser un país unitario.
Por estas circunstancias, los equipos ven con alivio la resolución del Consejo Federal.
En off the record, varios dirigentesde distintas regiones no desaprueban la idea. La mayoría jamás lo hará público. Desear no participar de un torneo federal es piantavotos.
Pero la enorme mayoría no puede sostener un ritmo de gasto elevado en un país donde Dios volvió a atender con fuerza en Buenos Aires.
Esta es la cruda realidad de la Argentina y por ende la del fútbol del Interior profundo. Es hiriente, pero no hay remedio cercano.
Sostener torneos de cuarta y de quinta división con alto nivel de gastos en un país unitario que mira a la Pampa Húmeda, es imposible. Históricamente, siempre lo fue.
Los Federales B y C fueron torneos de una época que no existe más. Esto es un sinceramiento de una situación que excede largamente a los campos de juego. Duele. Pero la verdad, supo decir alguien más sabio, es la única realidad.