“En el intestino viven colonias de bacterias benéficas que desempeñan funciones fisiológicas tan importantes que se las considera en la actualidad un órgano: la microbiota intestinal", explicó a Télam Gabriel Vinderola, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe, Argentina.
El especialista graficó: "Para que tengamos una idea, tenemos más bacterias en el intestino que personas en el mundo. Hay microbiota en la piel, boca y vagina, pero la más densamente poblada está en el intestino", dijo durante el simposio “Probióticos: su impacto en la nutrición y la salud. Una visión desde el Cono Sur".
“Las investigaciones demostraron que lo que ocurre en el intestino puede afectar funciones cerebrales, así como también el intestino puede verse afectado ante determinados estados emocionales”, indicó a Télam Mary Ellen Sanders, directora de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos de Estados Unidos, quien participó del encuentro.
La experta precisó que el intestino está conectado con una enorme red de neuronas que se conectan a su vez directamente con el cerebro.
"El intestino tiene millones de bacterias que, al consumir fibras, producen sustancias que viajan por el cuerpo y muchas veces tienen efecto en el cerebro.
Por ejemplo, el 90% de la serotonina se produce en el intestino y eso es lo que nos da estabilidad y buen humor, y a partir de esos hallazgos es que se están relacionando los desbalances de la microbiota con los problemas mentales o la depresión”, complementó Vinderola.
Los especialistas recomendaron "cuidar la microbiota intestinal para prevenir enfermedades".
"Son varios los factores que contribuyen para tener una microbiota sana, como el parto natural, la lactancia materna y el consumo de alimentos con probióticos, que son bacterias beneficiosas para la salud intestinal", retomó Vinderola.
Y Sanders completó: “Los probióticos son buenos para la salud si se los administra en cantidades adecuadas, ya que reducen la incidencia de diarreas y otros síntomas digestivos, contribuyen a disminuir los niveles lipídicos como el colesterol y en los niños pueden reducir los cólicos”.
Además del yogurt, otros alimentos ricos en probióticos son el chucrut, el kefir, la kombucha y el miso, aunque los especialistas destacaron que "los principales probióticos se encuentran en los lácteos con algún grado de fermentación".
“En el intestino viven colonias de bacterias benéficas que desempeñan funciones fisiológicas tan importantes que se las considera en la actualidad un órgano: la microbiota intestinal", explicó a Télam Gabriel Vinderola, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe, Argentina.
El especialista graficó: "Para que tengamos una idea, tenemos más bacterias en el intestino que personas en el mundo. Hay microbiota en la piel, boca y vagina, pero la más densamente poblada está en el intestino", dijo durante el simposio “Probióticos: su impacto en la nutrición y la salud. Una visión desde el Cono Sur".
“Las investigaciones demostraron que lo que ocurre en el intestino puede afectar funciones cerebrales, así como también el intestino puede verse afectado ante determinados estados emocionales”, indicó a Télam Mary Ellen Sanders, directora de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos de Estados Unidos, quien participó del encuentro.
La experta precisó que el intestino está conectado con una enorme red de neuronas que se conectan a su vez directamente con el cerebro.
"El intestino tiene millones de bacterias que, al consumir fibras, producen sustancias que viajan por el cuerpo y muchas veces tienen efecto en el cerebro.
Por ejemplo, el 90% de la serotonina se produce en el intestino y eso es lo que nos da estabilidad y buen humor, y a partir de esos hallazgos es que se están relacionando los desbalances de la microbiota con los problemas mentales o la depresión”, complementó Vinderola.
Los especialistas recomendaron "cuidar la microbiota intestinal para prevenir enfermedades".
"Son varios los factores que contribuyen para tener una microbiota sana, como el parto natural, la lactancia materna y el consumo de alimentos con probióticos, que son bacterias beneficiosas para la salud intestinal", retomó Vinderola.
Y Sanders completó: “Los probióticos son buenos para la salud si se los administra en cantidades adecuadas, ya que reducen la incidencia de diarreas y otros síntomas digestivos, contribuyen a disminuir los niveles lipídicos como el colesterol y en los niños pueden reducir los cólicos”.
Además del yogurt, otros alimentos ricos en probióticos son el chucrut, el kefir, la kombucha y el miso, aunque los especialistas destacaron que "los principales probióticos se encuentran en los lácteos con algún grado de fermentación".