Editorial / Hay que cambiar, inclusive a Cambiemos

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Complicados. Dietrich y “Nacho” Torres mirando un crucero. Es el Eclipse pero podría ser el Titanic de Cambiemos.
29 DIC 2018 - 21:18 | Actualizado

El 2018 podría ser recordado en Chubut como un año bisagra. Por supuesto, habrá que hacer muchos deberes en 2019 para que esa bisagra termine abriendo la puerta hacia algo mejor, pero sin muchas de las cosas que sucedieron este año habría sido imposible pararse a otear el horizonte con ganas de que algo cambie.

La profundización de la crisis económica a la que sumió al país durante este año el gobierno de Mauricio Macri empeoró un panorama local que ya era complejo desde finales de 2017: había muerto el gobernador Mario Das Neves; estalló el mayor escándalo de corrupción política de la historia provincial, y tuvo que tomar las riendas un dirigente sin experiencia como Mariano Arcioni. El panorama no podía ser peor.

Agobiado por la situación económica que heredó de su antecesor, con las cuentas públicas estalladas, un festival de endeudamiento en marcha y una sociedad que no está acostumbrada a respetar a los que no ejercen con mano firme el poder, Arcioni arrancó el año con un ministro coordinador que no sabía dónde estaba parado (con solo recordar la voz, el tono y las definiciones de Sergio Mammarelli, alcanza y sobra) y encima tuvo que empezar a desdoblar el pago de los salarios de los empleados públicos por primera vez en catorce años.

Hubo un momento tan crítico -y Arcioni lo sabe-, que ni su círculo íntimo confiaba en que llegaría al final del camino sano y salvo. Pero llegó. Porque en el medio aprendió con rapidez algunas cosas básicas del ejercicio del poder, empezó a mejorar su discurso de cara a la gente e hizo los recambios que tenía que hacer. Y, sobre todo, bancó a muerte a dos funcionarios parcos pero muy eficientes, como el ministro de Economía, Alejandro Garzonio, y su mano derecha, Luis Tarrío, que supieron llevar las riendas sin quemarse las manos y terminaron ordenando las cuentas como para terminar el año sin sueldos desdoblados, paritarias cerradas y un endeudamiento pesado pero manejable si las regalías petrodolarizadas siguen ayudando.

Aprendió tan rápido Arcioni que inclusive antes de terminar el año buena parte del arco político ya está convencido de que si no hay sorpresas, será reelecto en junio próximo. Sí, el mismo que hace un año no se sabía si llegaba a 2019 hoy es el candidato a vencer.

Incorregibles

Salvo unos pocos dirigentes peronistas más cerca del retiro que del poder, en el PJ han comenzado a bajarse del pony al que se habían subido hace algunos meses y empiezan a pensar que la única manera de garantizar el triunfo ante el candidato de Cambiemos, Gustavo Menna, es agachar la cabeza y encolumnarse detrás de Arcioni y Ricardo Sastre.

A muchos peronistas les empieza a preocupar el fantasma del tercer puesto (ya hubo un primer capítulo en las legislativas del año pasado) y, como es obvio, nadie quiere quedar alejado del calorcito del poder. Es por eso que en los últimos días el equilibrista comodorense Carlos Linares, el incombustible diputado provincial Blas Meza Evans y el patriarca cordillerano Rafael Williams, casi que salieron a pedir la escupidera.

Es probable que estos sectores del peronismo –algunos, al menos- terminen desistiendo de un acuerdo con el Frente Federal que encabezan el gobernador y el intendente de Puerto Madryn, pero le dieron a entender en público a César Gustavo Mac Karthy que ni locos van a inmolarse en una aventura electoralista perdedora.

El trelewense, que desde siempre se muere de ganas por ser, lanzaría el miércoles su candidatura en soledad. “Plata o mierda”, dicen en el mackarthysmo. Lo primero nunca es un problema; el tema es si hay que volver a bancar lo segundo, como les ocurrió en 2015 en Trelew.

Cambiar a Cambiemos

Es un deseo de muchos argentinos pero no en este caso. En Chubut, los que quieren cambiar a Cambiemos están en los comités radicales, no en las unidades básicas. Es posible que la cercanía de las PASO de abril y las generales de mayo no den el tiempo suficiente para que se produzca el quiebre antes, pero muchos radicales chubutenses que tienen presencia y militancia en muchos comités departamentales harán tronar su voz después de mayo si Menna es derrotado en las urnas por haber sostenido los globos amarillos con más ahínco que a las boinas blancas.

Cada vez son más los radicales de Chubut que se hartaron de la alianza Cambiemos y sus políticas de hambre y miseria. No se convirtieron en peronistas, todo lo contrario. Lo que no quieren es entregarse mansamente como lo hacen dirigentes radicales que sólo quieren defender su “statu quo”, como Menna, el diputado provincial Manuel Pagliaroni o el funcionario nacional de origen comodorense, Emiliano Álvarez Raso, que se sienten más cómodos defendiendo a Macri y a sus políticas que recordando los ejemplos de Hipólito Yrigoyen, Leandro Alem o Mario Abel Amaya, para no ir tan lejos.

En 2019, los chubutenses deberán elegir en abril y junio con qué fichas jugar. Y de esa primera elección –y de muchas otras en el país- dependerán las chances de que en diciembre del año próximo sigamos teniendo en la Casa Rosada a un presidente que continúe vaciando los bolsillos de la gente y esquilmando a los patagónicos en particular. O podamos tener a alguien que piense que es más importante recrear a la industria, generar empleo y ayudar a levantarse a los que están caídos; que cumplir las recetas del FMI, ajustar porque lo pide el mercado y gobernar para los que más tienen.

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Complicados. Dietrich y “Nacho” Torres mirando un crucero. Es el Eclipse pero podría ser el Titanic de Cambiemos.
29 DIC 2018 - 21:18

El 2018 podría ser recordado en Chubut como un año bisagra. Por supuesto, habrá que hacer muchos deberes en 2019 para que esa bisagra termine abriendo la puerta hacia algo mejor, pero sin muchas de las cosas que sucedieron este año habría sido imposible pararse a otear el horizonte con ganas de que algo cambie.

La profundización de la crisis económica a la que sumió al país durante este año el gobierno de Mauricio Macri empeoró un panorama local que ya era complejo desde finales de 2017: había muerto el gobernador Mario Das Neves; estalló el mayor escándalo de corrupción política de la historia provincial, y tuvo que tomar las riendas un dirigente sin experiencia como Mariano Arcioni. El panorama no podía ser peor.

Agobiado por la situación económica que heredó de su antecesor, con las cuentas públicas estalladas, un festival de endeudamiento en marcha y una sociedad que no está acostumbrada a respetar a los que no ejercen con mano firme el poder, Arcioni arrancó el año con un ministro coordinador que no sabía dónde estaba parado (con solo recordar la voz, el tono y las definiciones de Sergio Mammarelli, alcanza y sobra) y encima tuvo que empezar a desdoblar el pago de los salarios de los empleados públicos por primera vez en catorce años.

Hubo un momento tan crítico -y Arcioni lo sabe-, que ni su círculo íntimo confiaba en que llegaría al final del camino sano y salvo. Pero llegó. Porque en el medio aprendió con rapidez algunas cosas básicas del ejercicio del poder, empezó a mejorar su discurso de cara a la gente e hizo los recambios que tenía que hacer. Y, sobre todo, bancó a muerte a dos funcionarios parcos pero muy eficientes, como el ministro de Economía, Alejandro Garzonio, y su mano derecha, Luis Tarrío, que supieron llevar las riendas sin quemarse las manos y terminaron ordenando las cuentas como para terminar el año sin sueldos desdoblados, paritarias cerradas y un endeudamiento pesado pero manejable si las regalías petrodolarizadas siguen ayudando.

Aprendió tan rápido Arcioni que inclusive antes de terminar el año buena parte del arco político ya está convencido de que si no hay sorpresas, será reelecto en junio próximo. Sí, el mismo que hace un año no se sabía si llegaba a 2019 hoy es el candidato a vencer.

Incorregibles

Salvo unos pocos dirigentes peronistas más cerca del retiro que del poder, en el PJ han comenzado a bajarse del pony al que se habían subido hace algunos meses y empiezan a pensar que la única manera de garantizar el triunfo ante el candidato de Cambiemos, Gustavo Menna, es agachar la cabeza y encolumnarse detrás de Arcioni y Ricardo Sastre.

A muchos peronistas les empieza a preocupar el fantasma del tercer puesto (ya hubo un primer capítulo en las legislativas del año pasado) y, como es obvio, nadie quiere quedar alejado del calorcito del poder. Es por eso que en los últimos días el equilibrista comodorense Carlos Linares, el incombustible diputado provincial Blas Meza Evans y el patriarca cordillerano Rafael Williams, casi que salieron a pedir la escupidera.

Es probable que estos sectores del peronismo –algunos, al menos- terminen desistiendo de un acuerdo con el Frente Federal que encabezan el gobernador y el intendente de Puerto Madryn, pero le dieron a entender en público a César Gustavo Mac Karthy que ni locos van a inmolarse en una aventura electoralista perdedora.

El trelewense, que desde siempre se muere de ganas por ser, lanzaría el miércoles su candidatura en soledad. “Plata o mierda”, dicen en el mackarthysmo. Lo primero nunca es un problema; el tema es si hay que volver a bancar lo segundo, como les ocurrió en 2015 en Trelew.

Cambiar a Cambiemos

Es un deseo de muchos argentinos pero no en este caso. En Chubut, los que quieren cambiar a Cambiemos están en los comités radicales, no en las unidades básicas. Es posible que la cercanía de las PASO de abril y las generales de mayo no den el tiempo suficiente para que se produzca el quiebre antes, pero muchos radicales chubutenses que tienen presencia y militancia en muchos comités departamentales harán tronar su voz después de mayo si Menna es derrotado en las urnas por haber sostenido los globos amarillos con más ahínco que a las boinas blancas.

Cada vez son más los radicales de Chubut que se hartaron de la alianza Cambiemos y sus políticas de hambre y miseria. No se convirtieron en peronistas, todo lo contrario. Lo que no quieren es entregarse mansamente como lo hacen dirigentes radicales que sólo quieren defender su “statu quo”, como Menna, el diputado provincial Manuel Pagliaroni o el funcionario nacional de origen comodorense, Emiliano Álvarez Raso, que se sienten más cómodos defendiendo a Macri y a sus políticas que recordando los ejemplos de Hipólito Yrigoyen, Leandro Alem o Mario Abel Amaya, para no ir tan lejos.

En 2019, los chubutenses deberán elegir en abril y junio con qué fichas jugar. Y de esa primera elección –y de muchas otras en el país- dependerán las chances de que en diciembre del año próximo sigamos teniendo en la Casa Rosada a un presidente que continúe vaciando los bolsillos de la gente y esquilmando a los patagónicos en particular. O podamos tener a alguien que piense que es más importante recrear a la industria, generar empleo y ayudar a levantarse a los que están caídos; que cumplir las recetas del FMI, ajustar porque lo pide el mercado y gobernar para los que más tienen.


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