Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez
El Juzgado Federal de Rawson autorizó a una mujer, en representación de su hija, a cultivar 25 plantas de cannabis para uso medicinal en su domicilio. La demandante es Berta Delia Thachek, vecina de Puerto Madryn. Será por seis meses o hasta que el Estado le provea el suministro de aceites, cremas, y material vaporizable, en cantidad suficiente.
La joven tiene 21 años y se llama Salomé. Padece encefalopatía crónica. Puede presentar un amplio espectro de síntomas leves y graves: letargo, convulsiones, temblores, espasmos musculares, dificultad para controlar extremidades, fatiga, problemas de visión, dificultades en la alimentación, tono muscular débil, movimientos espasmódicos anormales, problemas con respiración potencialmente mortales, parálisis cerebral, problemas de aprendizaje, retraso metal, autismo, retraso del habla, déficit de atención, y problemas de audición.
En su recurso, la madre describió: “Lo más difícil de sobrellevar fue siempre la falta de comunicación, saber si estaba bien, si sentía frío, dolor, o si algo la angustiaba; ningún medicamento aumentaba su conexión con el mundo exterior, ni su capacidad de comunicación”.
Apeló a la estimulación dentro y fuera de la escuela, controlada en forma permanente para que no se agravara su cuadro oftalmológico, odontológico y neurológico.
Probó diferentes tratamientos médicos sin éxito. “No quedaba mucho más por hacer. En su desesperación por encontrar una forma de mejorar la calidad de vida de su hija, empezó primero a investigar sobre células madres, y luego sobre el cannabis medicinal”.
Descubrió un lugar en Mendoza donde trabajaban con este tipo de terapia. En abril de 2017 decidió suministrarle “el famoso aceite”. Describió que “el cambio fue milagroso tras sólo dos días de tratamiento: comenzó a comunicarse y expresar su sentir”. En su camino de búsqueda de remedios, Berta aprendió los secretos de este cultivo domiciliario.
En poco más de un año de tratamiento pasó de ser una nena totalmente dependiente, incapaz de comunicarse y de valerse por sí misma, a higienizarse sola, vestirse, hablar, prepararse el desayuno y expresar sus emociones. “Sus doctoras, maestros, y la familia en general quedaron asombrados con su evolución”. La joven nunca más sufrió una convulsión, el glaucoma cedió y por primera vez pudo cerrar los ojos al dormir.
Necesita consumir ambas cepas, tres veces al día tres gotas de cada una: el THC mejora su glaucoma, su rigidez muscular, calambres, espasmos, y vómitos, mientras que el CBD mejora su desarrollo neurológico, su conexión y capacidad de comunicación.
En una oportunidad, a Thachek le incautaron los frascos y le iniciaron una causa penal. Fue absuelta pero debió interrumpir el tratamiento, y a las 24 horas su hija ya manifestó su primera crisis.
Zona gris
La mujer le pidió a la justicia cultivar para uso medicinal sin correr peligro de otro proceso penal. Caso contrario “se vería obligada a continuar con una práctica que se encuentra en una zona gris entre la legalidad y la clandestinidad, con una grave disminución práctica y real del pleno goce de los derechos a la salud y a la vida”.
El juez Hugo Sastre tuvo en cuenta un informe de la pediatra de la joven, que aseguró que su calidad de vida mejoró notablemente en los dos últimos años, favoreciendo incluso la vida de las personas que la rodean. Puede expresar emociones y sentimientos, comunicarse, vestirse e higienizarse por su propia cuenta, y prepararse el desayuno, entre otros avances. La atiende desde los 10 años y 9 meses y nunca había expresado palabras que demuestren sentimientos o el desarrollo de sus sentidos de manera fluida, hasta el tratamiento a base de aceite de cannabis. “Por primera vez pudo expresarse y hablar con su madre y las convulsiones tuvieron una notoria reducción”.
“Es indudable la importancia del uso de aceite de cannabis en su estado general de salud –dijo la pediatra-, su suspensión no puede ser suplida por otra sustancia. Actualmente no presenta síntomas ni signos que puedan ser considerados para evaluar su tolerancia y efectos secundarios”.
Si se suspende el aceite “se revierten los efectos positivos evidenciados en la actitud, conducta y bienestar general cotidiano, generando irritabilidad, gran inestabilidad emocional y pérdida de vínculos afectivos”.
Un Equipo Médico Interdisciplinario entrevistó a la paciente. “Surgieron los avances y mejora en su calidad de vida, así como en el estado de salud psicofísica integral de la adolescente”. Aconsejó que siga el “exitoso” tratamiento: asistir a la institución educativa como ahora, a controles médicos y las gotas de cannabis bajo supervisión profesional.
Sastre destacó que hoy, con la ley de cannabis medicinal vigente, la paciente no podría ser inscripta en el Programa para recibir esta sustancia porque no padece epilepsia refractaria. “Pero el derecho a la salud, que implica un estado completo de bienestar físico, mental, y social, es impostergable y operativo, y no es susceptible de ser cercenado, reducido, modificado o dejado de lado por reglamentaciones o condiciones que no se adaptan con la necesidad concreta del paciente”.
Por lo tanto, señaló Sastre, hasta que su dolencia sea incorporada y el Estado Nacional se encuentre en condiciones de proveerle de manera gratuita, regular, y suficiente la medicación de cannabis, el autocultivo es la única alternativa que le permitiría hacerse del aceite gozar de una mejor calidad de vida.
En esa línea, el Juzgado habilitó a la mujer el cultivo de cannabis en su domicilio y le dio un plazo al Estado de seis meses para que le otorgue de manera regular la medicación que necesita la joven discapacitada.
Pasaron ocho meses entre la presentación del recurso y la decisión del magistrado.
Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez
El Juzgado Federal de Rawson autorizó a una mujer, en representación de su hija, a cultivar 25 plantas de cannabis para uso medicinal en su domicilio. La demandante es Berta Delia Thachek, vecina de Puerto Madryn. Será por seis meses o hasta que el Estado le provea el suministro de aceites, cremas, y material vaporizable, en cantidad suficiente.
La joven tiene 21 años y se llama Salomé. Padece encefalopatía crónica. Puede presentar un amplio espectro de síntomas leves y graves: letargo, convulsiones, temblores, espasmos musculares, dificultad para controlar extremidades, fatiga, problemas de visión, dificultades en la alimentación, tono muscular débil, movimientos espasmódicos anormales, problemas con respiración potencialmente mortales, parálisis cerebral, problemas de aprendizaje, retraso metal, autismo, retraso del habla, déficit de atención, y problemas de audición.
En su recurso, la madre describió: “Lo más difícil de sobrellevar fue siempre la falta de comunicación, saber si estaba bien, si sentía frío, dolor, o si algo la angustiaba; ningún medicamento aumentaba su conexión con el mundo exterior, ni su capacidad de comunicación”.
Apeló a la estimulación dentro y fuera de la escuela, controlada en forma permanente para que no se agravara su cuadro oftalmológico, odontológico y neurológico.
Probó diferentes tratamientos médicos sin éxito. “No quedaba mucho más por hacer. En su desesperación por encontrar una forma de mejorar la calidad de vida de su hija, empezó primero a investigar sobre células madres, y luego sobre el cannabis medicinal”.
Descubrió un lugar en Mendoza donde trabajaban con este tipo de terapia. En abril de 2017 decidió suministrarle “el famoso aceite”. Describió que “el cambio fue milagroso tras sólo dos días de tratamiento: comenzó a comunicarse y expresar su sentir”. En su camino de búsqueda de remedios, Berta aprendió los secretos de este cultivo domiciliario.
En poco más de un año de tratamiento pasó de ser una nena totalmente dependiente, incapaz de comunicarse y de valerse por sí misma, a higienizarse sola, vestirse, hablar, prepararse el desayuno y expresar sus emociones. “Sus doctoras, maestros, y la familia en general quedaron asombrados con su evolución”. La joven nunca más sufrió una convulsión, el glaucoma cedió y por primera vez pudo cerrar los ojos al dormir.
Necesita consumir ambas cepas, tres veces al día tres gotas de cada una: el THC mejora su glaucoma, su rigidez muscular, calambres, espasmos, y vómitos, mientras que el CBD mejora su desarrollo neurológico, su conexión y capacidad de comunicación.
En una oportunidad, a Thachek le incautaron los frascos y le iniciaron una causa penal. Fue absuelta pero debió interrumpir el tratamiento, y a las 24 horas su hija ya manifestó su primera crisis.
Zona gris
La mujer le pidió a la justicia cultivar para uso medicinal sin correr peligro de otro proceso penal. Caso contrario “se vería obligada a continuar con una práctica que se encuentra en una zona gris entre la legalidad y la clandestinidad, con una grave disminución práctica y real del pleno goce de los derechos a la salud y a la vida”.
El juez Hugo Sastre tuvo en cuenta un informe de la pediatra de la joven, que aseguró que su calidad de vida mejoró notablemente en los dos últimos años, favoreciendo incluso la vida de las personas que la rodean. Puede expresar emociones y sentimientos, comunicarse, vestirse e higienizarse por su propia cuenta, y prepararse el desayuno, entre otros avances. La atiende desde los 10 años y 9 meses y nunca había expresado palabras que demuestren sentimientos o el desarrollo de sus sentidos de manera fluida, hasta el tratamiento a base de aceite de cannabis. “Por primera vez pudo expresarse y hablar con su madre y las convulsiones tuvieron una notoria reducción”.
“Es indudable la importancia del uso de aceite de cannabis en su estado general de salud –dijo la pediatra-, su suspensión no puede ser suplida por otra sustancia. Actualmente no presenta síntomas ni signos que puedan ser considerados para evaluar su tolerancia y efectos secundarios”.
Si se suspende el aceite “se revierten los efectos positivos evidenciados en la actitud, conducta y bienestar general cotidiano, generando irritabilidad, gran inestabilidad emocional y pérdida de vínculos afectivos”.
Un Equipo Médico Interdisciplinario entrevistó a la paciente. “Surgieron los avances y mejora en su calidad de vida, así como en el estado de salud psicofísica integral de la adolescente”. Aconsejó que siga el “exitoso” tratamiento: asistir a la institución educativa como ahora, a controles médicos y las gotas de cannabis bajo supervisión profesional.
Sastre destacó que hoy, con la ley de cannabis medicinal vigente, la paciente no podría ser inscripta en el Programa para recibir esta sustancia porque no padece epilepsia refractaria. “Pero el derecho a la salud, que implica un estado completo de bienestar físico, mental, y social, es impostergable y operativo, y no es susceptible de ser cercenado, reducido, modificado o dejado de lado por reglamentaciones o condiciones que no se adaptan con la necesidad concreta del paciente”.
Por lo tanto, señaló Sastre, hasta que su dolencia sea incorporada y el Estado Nacional se encuentre en condiciones de proveerle de manera gratuita, regular, y suficiente la medicación de cannabis, el autocultivo es la única alternativa que le permitiría hacerse del aceite gozar de una mejor calidad de vida.
En esa línea, el Juzgado habilitó a la mujer el cultivo de cannabis en su domicilio y le dio un plazo al Estado de seis meses para que le otorgue de manera regular la medicación que necesita la joven discapacitada.
Pasaron ocho meses entre la presentación del recurso y la decisión del magistrado.