Donald Trump, uno de los presidentes más polémicos de la historia de Estados Unidos, salió este miércoles de la Casa Blanca por última vez como mandatario y partió hacia su retiro en Florida, dejando detrás un legado de caos y una nación fracturada.
"Estos fueron cuatro años increíbles. Hemos logrado tanto juntos (...) Nuestro Gobierno no fue normal", dijo el republicano en declaraciones de despedida en la base aérea de Andrews, cerca de Washington, al pie del avión presidencial que luego lo llevó a Florida.
"Volveremos de alguna manera", señaló, repasando lo que consideró sus principales logros: "la reconstrucción de las Fuerzas Armadas", el "mayor recorte de impuestos de la historia" y el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus en tiempo récord.
Sin mencionar por su nombre a su sucesor, el demócrata Joe Biden, y luego de tomar la decisión sin precedentes de no asistir a su investidura de hoy, Trump deseó suerte al futuro Gobierno del país, al tiempo que lanzó un mensaje a sus partidarios.
"Siempre lucharé por ustedes. Estaré vigilando. Estaré escuchando, y les digo que el futuro de este país nunca ha sido mejor", declaró.
"Deseo al nuevo Gobierno mucha suerte y mucho éxito. Tienen los fundamentos para hacer algo realmente espectacular", agregó, citado por CNN.
El mandatario saliente agradeció a la primera dama, Melania Trump, y a toda su familia, que lo miraba desde un costado del atrio, por su respaldo.
Poco antes, junto a la primera dama, salió caminando de la Casa Blanca y saludó a las cámaras sobre una corta alfombra roja, antes de abordar el helicóptero oficial Marine One en dirección a la base de Andrews, estado de Maryland.
Cuatro años después de su propia investidura, en la que presentó a Estados Unidos como un país en decadencia, Trump deja el cargo sometido a dos juicios políticos, con millones de desocupados más y más de 400.000 muertos por coronavirus.
Durante su mandato, su Partido Republicano perdió la Casa Blanca y ambas cámaras de Congreso, y ahora enfrenta un futuro incierto marcado por las divisiones internas en torno a la figura de Trump y sus ambiciones electorales futuras.
El presidente saliente será recordado para siempre por el acto final de su Presidencia: incitar el asalto al Capitolio de una muchedumbre de partidarios para frustrar la certificación del triunfo de Biden en las elecciones del año pasado.
Cinco personas, entre ellas un policía del Capitolio, murieron en los escandalosos desmanes, que horrorizaron a la nación y derivaron en la apertura de un segundo juicio político a un mismo presidente, algo sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
Trump será el primer presidente de la historia moderna en boicotear la ceremonia de investidura de su sucesor, aún enojado por su derrota.
Funcionarios republicanos de varios estados, miembros de su propio Gobierno, entre ellos su exfiscal general, han rechazado esos argumentos, también desestimados por decenas de jueces de todo el país en respuesta a decenas de demandas interpuestas por Trump.
De todos modos, Trump decidió no participar de ninguna de las simbólicas tradiciones de traspaso pacífico del poder, incluyendo la acostumbrada recepción en la Casa Blanca de la nueva familia presidencial, un día antes de la investidura.
Para cuando Biden haya asumido, Trump estará ya en su residencia en su club privado de Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida, enfrentado a futuro de dudas, no sin antes darse una despedida con alfombra roja, banda militar y 21 salvas de cañón en la base de Andrews.
Incluso el vicepresidente Mike Pence planea faltar a la ceremonia de jura de Biden, argumentando desafíos logísticos para despegar hacia el lugar desde una base aérea cercana.
La investidura en las escalinatas del Capitolio se dará con Washington transformado en una fortaleza, con unos 25.000 integrantes de la Guardia Nacional y miles de policías desplegados, vallas y puestos de control para evitar una recurrencia de hecho violentos.
Donald Trump, uno de los presidentes más polémicos de la historia de Estados Unidos, salió este miércoles de la Casa Blanca por última vez como mandatario y partió hacia su retiro en Florida, dejando detrás un legado de caos y una nación fracturada.
"Estos fueron cuatro años increíbles. Hemos logrado tanto juntos (...) Nuestro Gobierno no fue normal", dijo el republicano en declaraciones de despedida en la base aérea de Andrews, cerca de Washington, al pie del avión presidencial que luego lo llevó a Florida.
"Volveremos de alguna manera", señaló, repasando lo que consideró sus principales logros: "la reconstrucción de las Fuerzas Armadas", el "mayor recorte de impuestos de la historia" y el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus en tiempo récord.
Sin mencionar por su nombre a su sucesor, el demócrata Joe Biden, y luego de tomar la decisión sin precedentes de no asistir a su investidura de hoy, Trump deseó suerte al futuro Gobierno del país, al tiempo que lanzó un mensaje a sus partidarios.
"Siempre lucharé por ustedes. Estaré vigilando. Estaré escuchando, y les digo que el futuro de este país nunca ha sido mejor", declaró.
"Deseo al nuevo Gobierno mucha suerte y mucho éxito. Tienen los fundamentos para hacer algo realmente espectacular", agregó, citado por CNN.
El mandatario saliente agradeció a la primera dama, Melania Trump, y a toda su familia, que lo miraba desde un costado del atrio, por su respaldo.
Poco antes, junto a la primera dama, salió caminando de la Casa Blanca y saludó a las cámaras sobre una corta alfombra roja, antes de abordar el helicóptero oficial Marine One en dirección a la base de Andrews, estado de Maryland.
Cuatro años después de su propia investidura, en la que presentó a Estados Unidos como un país en decadencia, Trump deja el cargo sometido a dos juicios políticos, con millones de desocupados más y más de 400.000 muertos por coronavirus.
Durante su mandato, su Partido Republicano perdió la Casa Blanca y ambas cámaras de Congreso, y ahora enfrenta un futuro incierto marcado por las divisiones internas en torno a la figura de Trump y sus ambiciones electorales futuras.
El presidente saliente será recordado para siempre por el acto final de su Presidencia: incitar el asalto al Capitolio de una muchedumbre de partidarios para frustrar la certificación del triunfo de Biden en las elecciones del año pasado.
Cinco personas, entre ellas un policía del Capitolio, murieron en los escandalosos desmanes, que horrorizaron a la nación y derivaron en la apertura de un segundo juicio político a un mismo presidente, algo sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
Trump será el primer presidente de la historia moderna en boicotear la ceremonia de investidura de su sucesor, aún enojado por su derrota.
Funcionarios republicanos de varios estados, miembros de su propio Gobierno, entre ellos su exfiscal general, han rechazado esos argumentos, también desestimados por decenas de jueces de todo el país en respuesta a decenas de demandas interpuestas por Trump.
De todos modos, Trump decidió no participar de ninguna de las simbólicas tradiciones de traspaso pacífico del poder, incluyendo la acostumbrada recepción en la Casa Blanca de la nueva familia presidencial, un día antes de la investidura.
Para cuando Biden haya asumido, Trump estará ya en su residencia en su club privado de Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida, enfrentado a futuro de dudas, no sin antes darse una despedida con alfombra roja, banda militar y 21 salvas de cañón en la base de Andrews.
Incluso el vicepresidente Mike Pence planea faltar a la ceremonia de jura de Biden, argumentando desafíos logísticos para despegar hacia el lugar desde una base aérea cercana.
La investidura en las escalinatas del Capitolio se dará con Washington transformado en una fortaleza, con unos 25.000 integrantes de la Guardia Nacional y miles de policías desplegados, vallas y puestos de control para evitar una recurrencia de hecho violentos.