Editorial / El mensaje de las urnas que muchos no quieren oír

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El resultado en las urnas también dejó mensajes contundentes para la dirigencia de los diferentes partidos que compitieron en Chubut.
18 SEP 2021 - 21:16 | Actualizado

La durísima derrota que el peronismo sufrió en las PASO del domingo pasado en casi todo el país tiene múltiples causas pero un mismo gen: no se puede ganar una elección abandonando los principios básicos del peronismo. Si la base de sustentación de ese movimiento la sigue pasando mal –más allá de la pandemia- y no hay respuestas a tiempo, el voto no se consigue. No hay matemática peronista más exacta.

Eso le pasó al presidente Alberto Fernández y a su tibio (ex) Gabinete, que por estas horas intentan amortiguar la crisis que causó la impericia para entender lo que estaba demandando la gente y creyeron que el corazón importaba más que el bolsillo.

También a los “conductores” del PJ en Chubut, con Carlos Linares a la cabeza, les pasó algo similar. Pensaron que señalando los errores del Gobierno provincial y repitiendo las consignas vacías que les ordenaban desde Buenos Aires les iba a alcanzar para mantener sus prebendas políticas. “La vida que queremos” quedará como una de los eslóganes más piantavotos de las que se tenga memoria, junto con el “Sí se puede” que usó el macrismo antes de ser echado del gobierno en 2019.

Es verdad que todavía falta ir a las urnas el 14 de noviembre para confirmar o cambiar lo que ocurrió en las PASO, pero el escenario para el Frente de Todos es tan complejo en todo el país que casi nadie cree que pueda darse vuelta un resultado tan contundente. Al menos en Chubut, ante semejante cachetada cívica, lo mejor sería poner la otra mejilla y bancarse lo que venga.

El club de la derrota

En Chubut, Linares, Florencia Papaiani, Eugenia Alianello y Rafael De Bernardi ni siquiera pueden aducir que la gente los castigó por gestionar mal la pandemia o la economía. Salvo Alianello, que ocupa una banca de concejal en Puerto Madryn, el resto ni siquiera tiene un cargo que implique gestión pública. En la provincia, todo ese costo político lo pagó Arcioni.

Por el contrario, el desaire que el electorado le hizo al peronismo vernáculo tiene que ver pura y exclusivamente con la falsa “unidad” que vendieron y esa pasión que tienen los dirigentes que se arrogan la conducción del PJ por seguir haciendo las cosas mal, pretendiendo resultados electorales distintos.

Si las elecciones generales confirman la debacle, la carrera de varios dirigentes estará poco menos que acabada. Inclusive la de Linares, que podría ocupar una banca en el Senado con el triste récord de haber perdido dos elecciones seguidas (tres, si se le contabiliza la de Ricardo Fueyo, que tuvo el penoso honor de salir tercer en una legislativa).

El resultado de noviembre también podría dejar en posiciones incómodas a dos aspirantes a la gobernación en 2023: Juan Pablo Luque y Ricardo Sastre. Ambos no pudieron frenar la oleada de votos de Juntos por el Cambio en sus ciudades: la alianza de centroderecha ganó por 700 sufragios en Comodoro y por más de 6 mil en Puerto Madryn. Pase lo que pase dentro de siete semanas, ambos deberán remar en ríos revueltos después de noviembre.

Otro que deberá reconfigurar su estrategia para los últimos dos años de mandato es Adrián Maderna. La alianza del PRO y la UCR se impuso en Trelew por más de 8 mil votos contra la boleta del Frente de Todos. Que además estuvo apenas 2.800 votos arriba de la lista que encabeza el ministro Federico Massoni.

Hablando del titular de la cartera de Seguridad, se puede decir que sufrió el impacto que suelen dar los baños de realidad. Se comió la curva de las encuestas que lo daban peleando arriba y, por ahora, demostró que está para pelear el voto de centroderecha en Trelew. Que dicho sea de paso, es la ciudad en donde el peronismo ha perdido en esta elección más terreno a manos de la oposición tradicional pero también de la izquierda y del difuso PICh. Entre estas 2 fuerzas sumaron más de 10 mil votos en la ciudad.

Torres y alfiles

El contundente triunfo de “Nacho” Torres en las PASO le abre las puertas a un escenario que ni el más optimista de sus seguidores imaginaba. No sólo tiene casi asegurada su banca en la Cámara Alta sino que se posiciona con autoridad para discutir la candidatura a gobernador de cara a 2023. De un plumazo, desplazó a Gustavo Menna, que se bajó de la carrera por la gobernación en una entrevista con Cadena Tiempo (después se arrepintió e intentó relativizar el peso de sus propias palabras), y a Sergio Ongarato, que tras perder las PASO –inclusive en su propio pago- sólo le queda terminar su segundo mandato en Esquel y esperar que el futuro no sea tan ingrato.

Salvo Damian Biss, que logró hacer ganar la lista de Ongarato y Menna en Rawson, el resto del radicalismo se fue derrotado y debió resignarse a un segundo puesto con la lista más afín a seguir adelante con la alianza de Juntos por el Cambio. El radicalismo histórico también sufrió un duro revés con Mario Cimadevilla, uno de los pocos que venía impulsando una salida de la alianza. El otro es Orlando Vera, que ni siquiera pudo competir en las PASO.

El electorado de Chubut le sigue dando la espalda al peronismo y al radicalismo porque ninguno de los dos partidos históricamente mayoritarios logra recuperar la capacidad de escuchar a la gente. Sin debate, sin propuestas y sin discusión interna, seguirán manejando una agenda ajena a la realidad.#

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El resultado en las urnas también dejó mensajes contundentes para la dirigencia de los diferentes partidos que compitieron en Chubut.
18 SEP 2021 - 21:16

La durísima derrota que el peronismo sufrió en las PASO del domingo pasado en casi todo el país tiene múltiples causas pero un mismo gen: no se puede ganar una elección abandonando los principios básicos del peronismo. Si la base de sustentación de ese movimiento la sigue pasando mal –más allá de la pandemia- y no hay respuestas a tiempo, el voto no se consigue. No hay matemática peronista más exacta.

Eso le pasó al presidente Alberto Fernández y a su tibio (ex) Gabinete, que por estas horas intentan amortiguar la crisis que causó la impericia para entender lo que estaba demandando la gente y creyeron que el corazón importaba más que el bolsillo.

También a los “conductores” del PJ en Chubut, con Carlos Linares a la cabeza, les pasó algo similar. Pensaron que señalando los errores del Gobierno provincial y repitiendo las consignas vacías que les ordenaban desde Buenos Aires les iba a alcanzar para mantener sus prebendas políticas. “La vida que queremos” quedará como una de los eslóganes más piantavotos de las que se tenga memoria, junto con el “Sí se puede” que usó el macrismo antes de ser echado del gobierno en 2019.

Es verdad que todavía falta ir a las urnas el 14 de noviembre para confirmar o cambiar lo que ocurrió en las PASO, pero el escenario para el Frente de Todos es tan complejo en todo el país que casi nadie cree que pueda darse vuelta un resultado tan contundente. Al menos en Chubut, ante semejante cachetada cívica, lo mejor sería poner la otra mejilla y bancarse lo que venga.

El club de la derrota

En Chubut, Linares, Florencia Papaiani, Eugenia Alianello y Rafael De Bernardi ni siquiera pueden aducir que la gente los castigó por gestionar mal la pandemia o la economía. Salvo Alianello, que ocupa una banca de concejal en Puerto Madryn, el resto ni siquiera tiene un cargo que implique gestión pública. En la provincia, todo ese costo político lo pagó Arcioni.

Por el contrario, el desaire que el electorado le hizo al peronismo vernáculo tiene que ver pura y exclusivamente con la falsa “unidad” que vendieron y esa pasión que tienen los dirigentes que se arrogan la conducción del PJ por seguir haciendo las cosas mal, pretendiendo resultados electorales distintos.

Si las elecciones generales confirman la debacle, la carrera de varios dirigentes estará poco menos que acabada. Inclusive la de Linares, que podría ocupar una banca en el Senado con el triste récord de haber perdido dos elecciones seguidas (tres, si se le contabiliza la de Ricardo Fueyo, que tuvo el penoso honor de salir tercer en una legislativa).

El resultado de noviembre también podría dejar en posiciones incómodas a dos aspirantes a la gobernación en 2023: Juan Pablo Luque y Ricardo Sastre. Ambos no pudieron frenar la oleada de votos de Juntos por el Cambio en sus ciudades: la alianza de centroderecha ganó por 700 sufragios en Comodoro y por más de 6 mil en Puerto Madryn. Pase lo que pase dentro de siete semanas, ambos deberán remar en ríos revueltos después de noviembre.

Otro que deberá reconfigurar su estrategia para los últimos dos años de mandato es Adrián Maderna. La alianza del PRO y la UCR se impuso en Trelew por más de 8 mil votos contra la boleta del Frente de Todos. Que además estuvo apenas 2.800 votos arriba de la lista que encabeza el ministro Federico Massoni.

Hablando del titular de la cartera de Seguridad, se puede decir que sufrió el impacto que suelen dar los baños de realidad. Se comió la curva de las encuestas que lo daban peleando arriba y, por ahora, demostró que está para pelear el voto de centroderecha en Trelew. Que dicho sea de paso, es la ciudad en donde el peronismo ha perdido en esta elección más terreno a manos de la oposición tradicional pero también de la izquierda y del difuso PICh. Entre estas 2 fuerzas sumaron más de 10 mil votos en la ciudad.

Torres y alfiles

El contundente triunfo de “Nacho” Torres en las PASO le abre las puertas a un escenario que ni el más optimista de sus seguidores imaginaba. No sólo tiene casi asegurada su banca en la Cámara Alta sino que se posiciona con autoridad para discutir la candidatura a gobernador de cara a 2023. De un plumazo, desplazó a Gustavo Menna, que se bajó de la carrera por la gobernación en una entrevista con Cadena Tiempo (después se arrepintió e intentó relativizar el peso de sus propias palabras), y a Sergio Ongarato, que tras perder las PASO –inclusive en su propio pago- sólo le queda terminar su segundo mandato en Esquel y esperar que el futuro no sea tan ingrato.

Salvo Damian Biss, que logró hacer ganar la lista de Ongarato y Menna en Rawson, el resto del radicalismo se fue derrotado y debió resignarse a un segundo puesto con la lista más afín a seguir adelante con la alianza de Juntos por el Cambio. El radicalismo histórico también sufrió un duro revés con Mario Cimadevilla, uno de los pocos que venía impulsando una salida de la alianza. El otro es Orlando Vera, que ni siquiera pudo competir en las PASO.

El electorado de Chubut le sigue dando la espalda al peronismo y al radicalismo porque ninguno de los dos partidos históricamente mayoritarios logra recuperar la capacidad de escuchar a la gente. Sin debate, sin propuestas y sin discusión interna, seguirán manejando una agenda ajena a la realidad.#


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