La clave del día / La búsqueda de un responsable

30 NOV 2021 - 21:17 | Actualizado

El autor material o intelectual de la atrocidad cometida en Punta Tombo podrá estar satisfecho con su aberrante acción, que fue tema de discusión en los medios de todo el país. Si lo que pretendía era llamar la atención, lo consiguió. No hubo espacio en el que no se hablara del desastre ambiental en la reserva natural de Chubut, donde los pingüinos son un emblema de su fauna. Cuando el daño está hecho nos preguntamos si el remordimiento o la pena son sentimientos que afectan la conciencia del autor. Como en todo desastre ambiental, la principal víctima es la naturaleza, y ninguna causa penal recuperará aquellos 140 nidos destruidos ni la vida de los 300 pichones que murieron bajo la topadora.

Los familiares dueños del campo señalados por el dedo popular como responsables del hecho, parecen echarse la culpa entre sí. El abogado de Alberto La Regina desligó de responsabilidad a su cliente y manifestó que tanto el sendero trazado como el alambrado eléctrico tendido fueron descubiertos por la familia. No hay testigos. Nadie vio nada. Nadie sabe quién lo hizo, cómo ni cuándo. El otro hermano, Alberto La Regina, dará una conferencia hoy, donde se presume que desmienta lo sucedido o, al menos, se limpie de toda culpabilidad.

Una de las partes habló de usurpación de terreno. Es insólito pensar que esta barbaridad haya sido cometida por una disputa familiar. Los hechos nos hacen ver que a veces, por lamentable que suene, la propiedad privada está por encima de la naturaleza. La Justicia actuará a su ritmo en la solución de este problema y tomará medidas contra el o los culpables. Mientras tanto Chubut se estremece y vuelve a sufrir la inconsciencia de su gente, apuntado en todo el país por sus desastres ambientales que parecen no tener tregua. Va siendo tiempo de reconocer que la culpa de nuestros males no siempre es de los políticos.

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30 NOV 2021 - 21:17

El autor material o intelectual de la atrocidad cometida en Punta Tombo podrá estar satisfecho con su aberrante acción, que fue tema de discusión en los medios de todo el país. Si lo que pretendía era llamar la atención, lo consiguió. No hubo espacio en el que no se hablara del desastre ambiental en la reserva natural de Chubut, donde los pingüinos son un emblema de su fauna. Cuando el daño está hecho nos preguntamos si el remordimiento o la pena son sentimientos que afectan la conciencia del autor. Como en todo desastre ambiental, la principal víctima es la naturaleza, y ninguna causa penal recuperará aquellos 140 nidos destruidos ni la vida de los 300 pichones que murieron bajo la topadora.

Los familiares dueños del campo señalados por el dedo popular como responsables del hecho, parecen echarse la culpa entre sí. El abogado de Alberto La Regina desligó de responsabilidad a su cliente y manifestó que tanto el sendero trazado como el alambrado eléctrico tendido fueron descubiertos por la familia. No hay testigos. Nadie vio nada. Nadie sabe quién lo hizo, cómo ni cuándo. El otro hermano, Alberto La Regina, dará una conferencia hoy, donde se presume que desmienta lo sucedido o, al menos, se limpie de toda culpabilidad.

Una de las partes habló de usurpación de terreno. Es insólito pensar que esta barbaridad haya sido cometida por una disputa familiar. Los hechos nos hacen ver que a veces, por lamentable que suene, la propiedad privada está por encima de la naturaleza. La Justicia actuará a su ritmo en la solución de este problema y tomará medidas contra el o los culpables. Mientras tanto Chubut se estremece y vuelve a sufrir la inconsciencia de su gente, apuntado en todo el país por sus desastres ambientales que parecen no tener tregua. Va siendo tiempo de reconocer que la culpa de nuestros males no siempre es de los políticos.


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