El oficial mayor Julio Oscar Capandegui cumplirá en octubre tres años del retiro de Gendarmería Nacional. “Esta fecha es muy cara a nuestro sentimiento, afloran todos los recuerdos”, relató a Jornada. Y dijo estar contento porque “estamos asistiendo a escuelas para exponer lo que hicimos en las Islas Malvinas”.
Capandegui recordó el traslado al territorio de la guerra. Del Escuadrón 36 Esquel salieron a Comodoro Rivadavia, de donde los transportó un avión Hércules hasta Puerto Argentino, el viernes 28 de abril. Al día siguiente, se reunieron los Comandos de la Compañía 601 de Gendarmería y la 602 del Ejército al mando de Aldo Rico.
“El domingo 30 tuvimos nuestro bautismo de fuego; nos bajaron un helicóptero, y fallecieron seis compañeros”.
Capandegui pertenecía al Grupo Alacrán de Gendarmería. El nombre surgió en Comodoro. “No teníamos un nombre, y como éramos de distintos lugares del país, estábamos en el Colegio Perito Moreno, y empezamos a tirar ideas hasta dejar el nombre de Alacrán, que se arrastra, y se asemejaba a la tarea de la Compañía”.
Eran 60 los integrantes del GA destinado a la guerra pero pasaron 40 por falta de lugar en el primer vuelo del Hércules, que regresó a embarcar a los 20 gendarmes restantes. En el segundo viaje tuvieron dificultades; no pudo aterrizar el avión porque los ingleses atacaban el aeropuerto cada día con más intensidad, hasta que los vuelos desde el territorio se suspendieron.
A la base la tenían en Puerto Argentino, en un galpón de chapas que se ve aún en algunas imágenes. De ahí salían al terreno de combate todos los días, en grupos de 15 hombres del Grupo Alacrán, y 15 del Ejército.
Se dirigían a los Montes Twister, Kent, Longdon, Dos Hermanas, y también a Darwin y sectores cercanos al aeropuerto, de acuerdo a la planificación de los comandantes de las fuerzas argentinas.
Capandegui tuvo 11 misiones, y en los primeros días le hacían seguridad en Puerto Argentino al gobernador designado, general Mario Benjamín Menéndez, oficial del Ejército.
Los combates eran nocturnos, a una distancia de no más de 150 metros de los ingleses. “De repente el cielo se iluminaba con bengalas, que parecía Buenos Aires, y comenzaban los combates”, acotó.
Los enemigos tenían fusiles, al igual que los comandos argentinos, con la diferencia de que ellos disponían de visores nocturnos y “nosotros teníamos uno solo”.
La estrategia de los ingleses era dejar tres o cuatros hombres en un sector para llamar la atención de nuestros combatientes, y dejaban el grupo mayor para atacar, lo que fue entendido por Gendarmería y Ejército.
“Todos los días combatíamos”, contó. “Los ingleses tiraban con munición trazante luminosa, y estando en el piso veíamos cómo nos pasaban los proyectiles por arriba. Cuando dejaban de disparar, comenzábamos a tirar nosotros”.
Admisión
Aseguró el oficial mayor que “en los ingleses hubo numerosas bajas, y ellos mismos reconocieron que los enfrentamientos no les eran fáciles”. Como los choques eran a la distancia y de noche, no puede decir que mató enemigos. Pero sí recalcó que eran 15 ó 20 hombres que disparaban 20 municiones en automático por vez con cada fusil, más las ametralladoras.
“Lo que hizo el Grupo Alacrán fue muchísimo, y lo reconocieron los ingleses, porque en la actualidad todo se sabe”, expresó Capandegui, uno de los once hombres del Escuadrón Esquel que formaron parte del Comando, para el que estaba preparado por haber realizado un curso en 1981, con especialización en montaña, cuyas prácticas se llevaron a cabo en escenarios de la Cordillera. “Así se planificó la guerra”.
Rememoró el 14 de junio de 1982, día de la rendición. “A las 9.05 se escuchó el último disparo; llegaron los ingleses con los tanques, arrearon la bandera argentina y subieron la suya. Fue muy triste y doloroso que te bajen la bandera como un trapo, y suban la inglesa”.
Capandegui enfatizó que “las Malvinas históricamente fueron nuestras, y seguirán siendo nuestras; ellos usurparon y ahora queda en mano de los políticos el tema”.
El oficial mayor Julio Oscar Capandegui cumplirá en octubre tres años del retiro de Gendarmería Nacional. “Esta fecha es muy cara a nuestro sentimiento, afloran todos los recuerdos”, relató a Jornada. Y dijo estar contento porque “estamos asistiendo a escuelas para exponer lo que hicimos en las Islas Malvinas”.
Capandegui recordó el traslado al territorio de la guerra. Del Escuadrón 36 Esquel salieron a Comodoro Rivadavia, de donde los transportó un avión Hércules hasta Puerto Argentino, el viernes 28 de abril. Al día siguiente, se reunieron los Comandos de la Compañía 601 de Gendarmería y la 602 del Ejército al mando de Aldo Rico.
“El domingo 30 tuvimos nuestro bautismo de fuego; nos bajaron un helicóptero, y fallecieron seis compañeros”.
Capandegui pertenecía al Grupo Alacrán de Gendarmería. El nombre surgió en Comodoro. “No teníamos un nombre, y como éramos de distintos lugares del país, estábamos en el Colegio Perito Moreno, y empezamos a tirar ideas hasta dejar el nombre de Alacrán, que se arrastra, y se asemejaba a la tarea de la Compañía”.
Eran 60 los integrantes del GA destinado a la guerra pero pasaron 40 por falta de lugar en el primer vuelo del Hércules, que regresó a embarcar a los 20 gendarmes restantes. En el segundo viaje tuvieron dificultades; no pudo aterrizar el avión porque los ingleses atacaban el aeropuerto cada día con más intensidad, hasta que los vuelos desde el territorio se suspendieron.
A la base la tenían en Puerto Argentino, en un galpón de chapas que se ve aún en algunas imágenes. De ahí salían al terreno de combate todos los días, en grupos de 15 hombres del Grupo Alacrán, y 15 del Ejército.
Se dirigían a los Montes Twister, Kent, Longdon, Dos Hermanas, y también a Darwin y sectores cercanos al aeropuerto, de acuerdo a la planificación de los comandantes de las fuerzas argentinas.
Capandegui tuvo 11 misiones, y en los primeros días le hacían seguridad en Puerto Argentino al gobernador designado, general Mario Benjamín Menéndez, oficial del Ejército.
Los combates eran nocturnos, a una distancia de no más de 150 metros de los ingleses. “De repente el cielo se iluminaba con bengalas, que parecía Buenos Aires, y comenzaban los combates”, acotó.
Los enemigos tenían fusiles, al igual que los comandos argentinos, con la diferencia de que ellos disponían de visores nocturnos y “nosotros teníamos uno solo”.
La estrategia de los ingleses era dejar tres o cuatros hombres en un sector para llamar la atención de nuestros combatientes, y dejaban el grupo mayor para atacar, lo que fue entendido por Gendarmería y Ejército.
“Todos los días combatíamos”, contó. “Los ingleses tiraban con munición trazante luminosa, y estando en el piso veíamos cómo nos pasaban los proyectiles por arriba. Cuando dejaban de disparar, comenzábamos a tirar nosotros”.
Admisión
Aseguró el oficial mayor que “en los ingleses hubo numerosas bajas, y ellos mismos reconocieron que los enfrentamientos no les eran fáciles”. Como los choques eran a la distancia y de noche, no puede decir que mató enemigos. Pero sí recalcó que eran 15 ó 20 hombres que disparaban 20 municiones en automático por vez con cada fusil, más las ametralladoras.
“Lo que hizo el Grupo Alacrán fue muchísimo, y lo reconocieron los ingleses, porque en la actualidad todo se sabe”, expresó Capandegui, uno de los once hombres del Escuadrón Esquel que formaron parte del Comando, para el que estaba preparado por haber realizado un curso en 1981, con especialización en montaña, cuyas prácticas se llevaron a cabo en escenarios de la Cordillera. “Así se planificó la guerra”.
Rememoró el 14 de junio de 1982, día de la rendición. “A las 9.05 se escuchó el último disparo; llegaron los ingleses con los tanques, arrearon la bandera argentina y subieron la suya. Fue muy triste y doloroso que te bajen la bandera como un trapo, y suban la inglesa”.
Capandegui enfatizó que “las Malvinas históricamente fueron nuestras, y seguirán siendo nuestras; ellos usurparon y ahora queda en mano de los políticos el tema”.