“Fue una maniobra burda pergeñada para que fuera descubierta y poder usarla políticamente”

En su alegato final, el defensor del abogado Pablo Pugh dijo que los libros de exámenes fueron adulterados por un tercero con la intención de que se pudiera descubrir rápido para luego involucrar a su cliente. Según Dardo Vega, la responsabilidad de cuidar los libros era de las denunciantes.

Dúo. En primer plano y a la izquierda, Pugh sentado junto con su defensor en el juicio que ya se termina.
06 JUN 2022 - 21:10 | Actualizado 06 JUN 2022 - 21:23

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

Dardo Vega, defensor de Pablo Pugh, advirtió que la causa por la adulteración de libros de exámenes en la Sede Trelew de la Facultad de Ciencias Jurídicas fue una operación “evidentemente pergeñada de manera burda”. La intención era que alguien la descubriera rápidamente y así poder involucrar al abogado. “Pero ni siquiera llegaron a vislumbrar el alcance de la maniobra”, dijo.

En su alegato final ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, deslizó que la causa fue “usada políticamente” y recordó que basta con googlear el tema para verificar que “la denuncia se hizo el 27 de mayo de 2015 pero antes los profesores y las denunciantes recorrieron todos los medios para hacerla”.

Vega admitió que los libros fueron fraguados pero aseguró que Pugh no siquiera pudo haber tenido tiempo de retocarlos ya que la documentación nunca salió del edificio de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”. Alegó que no hubo perjuicio para nadie: “El material nunca sorteó ni siquiera el primero de los controles en la Facultad ya que las anomalías fueron detectadas”. El agregado del alumno Facundo Vega firmado por un secretario académico como Pugh mucho menos hubiese atravesado el estricto filtro de la Dirección de Títulos: “Lo dijo Lucía Sandoval, su titular: ´La documentación así como está no pasa ni a palos”.

El sábado 16 de mayo Pugh fue notificado con copia de la denuncia en su contra. Renunció. El lunes 18 de mayo entró al edificio de aulas y se llevó los libros para que los certifique un escribano, “como lo hace cualquier abogado para preservar prueba”.

Sin embargo, “no hay evidencia de que previo a ese lunes los libros hayan salido del edificio”, explicó su defensor. “El domingo 17 entró a llevarse dos cajas de efectos personales. Era normal y habitual que fuera los fines de semana. Por su tamaño y en un solo viaje, en esas cajas no entraban los libros. Recuerden que cuando los llevó a Comodoro Rivadavia debió usar un carro”.

Vega deslizó que Pugh renunció un sábado pero la resolución que aceptó su dimisión se fechó el viernes anterior, cuando ya todos los profesores involucrados conocían el caso. “En esta situación se percibe alguna finalidad”, sugirió. Y agregó que ese viernes 15 el decano Augusto Ferrari les pidió a las denunciantes Silvia Margusino y Lidia Villarroel guardar los libros bajo llave. “Si salieron de la Universidad, la custodia era responsabilidad de ambas”, remarcó Vega.

Aún admitiendo que ese domingo 17 a las 21 Pugh retiró los libros, y que estuvieron de vuelta el lunes siguiente a las 10, “en ese lapso es imposible manipularlos de la manera en que aparecieron y mucho menos puede determinarse que haya sido él”. Según Vega, las únicas evidencias de la causa son las fotocopias simples de los agregados con su firma, que ni siquiera se peritaron.

En buena parte de su alegato, el defensor le apuntó al fiscal federal de Rawson Fernando Gélvez por su “animosidad” contra Pugh: consideró que la denuncia la escribió él y no Villarroel y Margusino, y que con su testimonio en el juicio –además del de Alfredo Pérez Galimberti- cubrió los baches de ambas.

Vega también insistió con que hubo otras denuncias por firmas apócrifas que en el proceso ni se consideraron ya que, advirtió, hubiesen perjudicado a Romina Patiño, la fiscal subrogante que investigó. “Si el tribunal hubiese incorporado estos datos relevantes pero omitidos la causa se podría haber dirigido a otros imputados. Hubo un accionar arbitrario de la pesquisa”.
“Si un delito igual pudo ocurrir en 2007 y no fue investigado, ¿quién fue el autor y cómo sabemos que no es el mismo del delito que investigamos ahora?”, alegó. “Hay anomalías idénticas en los libros de promoción pero no en los libros de materias libres. ¿Cómo puede ser que Pugh conociendo el procedimiento administrativo y si realmente quisiera incorporar a un alumno que no rindió una materia, sabiendo las anomalías del libro de promociones no lo agregó en éste pero sí en el libro de libres?”.#

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Dúo. En primer plano y a la izquierda, Pugh sentado junto con su defensor en el juicio que ya se termina.
06 JUN 2022 - 21:10

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

Dardo Vega, defensor de Pablo Pugh, advirtió que la causa por la adulteración de libros de exámenes en la Sede Trelew de la Facultad de Ciencias Jurídicas fue una operación “evidentemente pergeñada de manera burda”. La intención era que alguien la descubriera rápidamente y así poder involucrar al abogado. “Pero ni siquiera llegaron a vislumbrar el alcance de la maniobra”, dijo.

En su alegato final ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, deslizó que la causa fue “usada políticamente” y recordó que basta con googlear el tema para verificar que “la denuncia se hizo el 27 de mayo de 2015 pero antes los profesores y las denunciantes recorrieron todos los medios para hacerla”.

Vega admitió que los libros fueron fraguados pero aseguró que Pugh no siquiera pudo haber tenido tiempo de retocarlos ya que la documentación nunca salió del edificio de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”. Alegó que no hubo perjuicio para nadie: “El material nunca sorteó ni siquiera el primero de los controles en la Facultad ya que las anomalías fueron detectadas”. El agregado del alumno Facundo Vega firmado por un secretario académico como Pugh mucho menos hubiese atravesado el estricto filtro de la Dirección de Títulos: “Lo dijo Lucía Sandoval, su titular: ´La documentación así como está no pasa ni a palos”.

El sábado 16 de mayo Pugh fue notificado con copia de la denuncia en su contra. Renunció. El lunes 18 de mayo entró al edificio de aulas y se llevó los libros para que los certifique un escribano, “como lo hace cualquier abogado para preservar prueba”.

Sin embargo, “no hay evidencia de que previo a ese lunes los libros hayan salido del edificio”, explicó su defensor. “El domingo 17 entró a llevarse dos cajas de efectos personales. Era normal y habitual que fuera los fines de semana. Por su tamaño y en un solo viaje, en esas cajas no entraban los libros. Recuerden que cuando los llevó a Comodoro Rivadavia debió usar un carro”.

Vega deslizó que Pugh renunció un sábado pero la resolución que aceptó su dimisión se fechó el viernes anterior, cuando ya todos los profesores involucrados conocían el caso. “En esta situación se percibe alguna finalidad”, sugirió. Y agregó que ese viernes 15 el decano Augusto Ferrari les pidió a las denunciantes Silvia Margusino y Lidia Villarroel guardar los libros bajo llave. “Si salieron de la Universidad, la custodia era responsabilidad de ambas”, remarcó Vega.

Aún admitiendo que ese domingo 17 a las 21 Pugh retiró los libros, y que estuvieron de vuelta el lunes siguiente a las 10, “en ese lapso es imposible manipularlos de la manera en que aparecieron y mucho menos puede determinarse que haya sido él”. Según Vega, las únicas evidencias de la causa son las fotocopias simples de los agregados con su firma, que ni siquiera se peritaron.

En buena parte de su alegato, el defensor le apuntó al fiscal federal de Rawson Fernando Gélvez por su “animosidad” contra Pugh: consideró que la denuncia la escribió él y no Villarroel y Margusino, y que con su testimonio en el juicio –además del de Alfredo Pérez Galimberti- cubrió los baches de ambas.

Vega también insistió con que hubo otras denuncias por firmas apócrifas que en el proceso ni se consideraron ya que, advirtió, hubiesen perjudicado a Romina Patiño, la fiscal subrogante que investigó. “Si el tribunal hubiese incorporado estos datos relevantes pero omitidos la causa se podría haber dirigido a otros imputados. Hubo un accionar arbitrario de la pesquisa”.
“Si un delito igual pudo ocurrir en 2007 y no fue investigado, ¿quién fue el autor y cómo sabemos que no es el mismo del delito que investigamos ahora?”, alegó. “Hay anomalías idénticas en los libros de promoción pero no en los libros de materias libres. ¿Cómo puede ser que Pugh conociendo el procedimiento administrativo y si realmente quisiera incorporar a un alumno que no rindió una materia, sabiendo las anomalías del libro de promociones no lo agregó en éste pero sí en el libro de libres?”.#


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