Se cumplieron 4 años de la tragedia de Lobos : “Nos condenaron a vivir una noche eterna”

Así lo sostuvo Carlos Silvestri, padre de uno de los jóvenes fallecidos. El pasado 10 colocaron una estrella amarilla.

El jueves último se clocó -en el lugar del siniestro vial- una estrella amarilla. Para no olvidar. Y homenajear.
12 NOV 2022 - 21:11 | Actualizado 12 NOV 2022 - 21:13

Por Carlos Guajardo

Ibamos tranquilos, tomando mates. Algunos hablaban con sus familiares por su celular. En un momento paramos al costado de la ruta porque llovía mucho y se veía poco. Después seguimos. Hasta que un auto que venía de frente se cruzó de carril y nos chocó. No recuerdo casi nada de eso porque creo que venía dormitando. Me desperté dos semanas después sin saber nada de lo que había pasado. Cuando pasan estas cosas te planteas: o seguís o te rendís. Yo decidí seguir. Por mi madre, por mis amigos que se fueron”.

Es miércoles 9 de noviembre. Carlos Silvestri acomoda las últimas cosas antes de partir. Desde Trelew le espera un largo viaje hasta la ciudad de Lobos donde sobre la ruta 205 se colocará una estrella amarilla. En ese lugar, hace 4 años su hijo Franco y tres amigos murieron al chocar de frente con otro vehículo conducido por un joven que tenía 1,8 de alcohol en sangre. Es decir, conducía en estado de ebriedad. Carlos aprieta el dolor contra su pecho, pero sigue adelante: “Lo nuestro es una lucha diaria. Todos los días. Estamos inmersos en una noche eterna. Nos robaron el derecho a la sonrisa y el derecho a ser felices. No tengo más derecho a ser feliz. La familia Silvestre se componía de mi hijo, mi esposa, mi hermana y yo. Ya no tengo descendencia. Eso me costó y es demasiado. Ya no tengo descendencia y ni tampoco voy a tener felicidad”, le dice a Jornada

Además de su hijo Franco, en el choque fatal murieron Sebastián Berra, César Ezequiel Jones y Malcom Vitton. Fue el 10 de noviembre de 2018. Viajaban rumbo a la cancha de Boca para ver el primer partido por la final de la Copa Libertadores contra River, el rival eterno. No pudieron llegar. Los arrastró una Toyota Hilux que conducía Juan Francisco Lucesole por entonces de 21 años. Recién arrancaba el día y el joven, perteneciente a una familia poderosa de la zona regresaba de una noche de alcohol y diversión. Aún está libre porque aunque la causa fue elevada a juicio todavía no hay fecha. “Nosotros la seguimos peleando aunque en este país no hay justicia. Y no lo digo solo por lo que nos pasó a nosotros. A este muchacho le darán a lo sumo seis años de condena. Y con suerte. Pueden darle cinco. Porque la causa no tiene todos los agravantes que debiera tener. Entonces, si va preso es muy posible que lea alguna página de la Biblia, tenga buena conducta y haga un curso de bonsai y en 3 años está otra vez en la calle. Y tal vez manejando. Sin embargo, si rompes un alambrado y matas una vaca te dan una pena de 10 años. Es asi”, agrega Silvestri.

Desde que el dolor golpeó a su puerta, Silvestri eligió un camino. El de pelear para que esto no vuelva a pasar. “Asi como algunos hacen su duelo o canalizan su angustia llorando en un rincón, nosotros (con otros familiares víctimas de la misma causa) trabajamos para que a nadie más le pase lo mismo. Siempre digo que somos poseedores de la energía más renovable que es el dolor. Si todos los días transformas esa energía en una fuerza positiva, para bien, para sumar, nunca se agota. Eso les dije a los diputados nacionales en una reunión de las tantas que tuvimos. Ellos tienen otra agenda, están en otras cosas. Nosotros peleamos para que cosas como estas no les pasen más a nadie. Hay que cambiar las leyes, tiene que haber otras penas. Y además, el alcohol cero. Es nuestra lucha”.

La frase con la que comienza esta nota pertenece a Luciano Virgilli, el único sobreviviente de la tragedia. Se la dijo a Jornada el 9 de noviembre de 2019, cuando se cumplió el primer año. Es el único sostén de su madre y también viajó a Lobos para homenajear a sus amigos y un reconocimiento a la lucha de sus familiares. Como dijo, eligió seguir y no rendirse. También lo eligió Carlos Silvestri, que la sigue peleando y luchando aunque el destino lo haya condenado a vivir una noche eterna. #

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El jueves último se clocó -en el lugar del siniestro vial- una estrella amarilla. Para no olvidar. Y homenajear.
12 NOV 2022 - 21:11

Por Carlos Guajardo

Ibamos tranquilos, tomando mates. Algunos hablaban con sus familiares por su celular. En un momento paramos al costado de la ruta porque llovía mucho y se veía poco. Después seguimos. Hasta que un auto que venía de frente se cruzó de carril y nos chocó. No recuerdo casi nada de eso porque creo que venía dormitando. Me desperté dos semanas después sin saber nada de lo que había pasado. Cuando pasan estas cosas te planteas: o seguís o te rendís. Yo decidí seguir. Por mi madre, por mis amigos que se fueron”.

Es miércoles 9 de noviembre. Carlos Silvestri acomoda las últimas cosas antes de partir. Desde Trelew le espera un largo viaje hasta la ciudad de Lobos donde sobre la ruta 205 se colocará una estrella amarilla. En ese lugar, hace 4 años su hijo Franco y tres amigos murieron al chocar de frente con otro vehículo conducido por un joven que tenía 1,8 de alcohol en sangre. Es decir, conducía en estado de ebriedad. Carlos aprieta el dolor contra su pecho, pero sigue adelante: “Lo nuestro es una lucha diaria. Todos los días. Estamos inmersos en una noche eterna. Nos robaron el derecho a la sonrisa y el derecho a ser felices. No tengo más derecho a ser feliz. La familia Silvestre se componía de mi hijo, mi esposa, mi hermana y yo. Ya no tengo descendencia. Eso me costó y es demasiado. Ya no tengo descendencia y ni tampoco voy a tener felicidad”, le dice a Jornada

Además de su hijo Franco, en el choque fatal murieron Sebastián Berra, César Ezequiel Jones y Malcom Vitton. Fue el 10 de noviembre de 2018. Viajaban rumbo a la cancha de Boca para ver el primer partido por la final de la Copa Libertadores contra River, el rival eterno. No pudieron llegar. Los arrastró una Toyota Hilux que conducía Juan Francisco Lucesole por entonces de 21 años. Recién arrancaba el día y el joven, perteneciente a una familia poderosa de la zona regresaba de una noche de alcohol y diversión. Aún está libre porque aunque la causa fue elevada a juicio todavía no hay fecha. “Nosotros la seguimos peleando aunque en este país no hay justicia. Y no lo digo solo por lo que nos pasó a nosotros. A este muchacho le darán a lo sumo seis años de condena. Y con suerte. Pueden darle cinco. Porque la causa no tiene todos los agravantes que debiera tener. Entonces, si va preso es muy posible que lea alguna página de la Biblia, tenga buena conducta y haga un curso de bonsai y en 3 años está otra vez en la calle. Y tal vez manejando. Sin embargo, si rompes un alambrado y matas una vaca te dan una pena de 10 años. Es asi”, agrega Silvestri.

Desde que el dolor golpeó a su puerta, Silvestri eligió un camino. El de pelear para que esto no vuelva a pasar. “Asi como algunos hacen su duelo o canalizan su angustia llorando en un rincón, nosotros (con otros familiares víctimas de la misma causa) trabajamos para que a nadie más le pase lo mismo. Siempre digo que somos poseedores de la energía más renovable que es el dolor. Si todos los días transformas esa energía en una fuerza positiva, para bien, para sumar, nunca se agota. Eso les dije a los diputados nacionales en una reunión de las tantas que tuvimos. Ellos tienen otra agenda, están en otras cosas. Nosotros peleamos para que cosas como estas no les pasen más a nadie. Hay que cambiar las leyes, tiene que haber otras penas. Y además, el alcohol cero. Es nuestra lucha”.

La frase con la que comienza esta nota pertenece a Luciano Virgilli, el único sobreviviente de la tragedia. Se la dijo a Jornada el 9 de noviembre de 2019, cuando se cumplió el primer año. Es el único sostén de su madre y también viajó a Lobos para homenajear a sus amigos y un reconocimiento a la lucha de sus familiares. Como dijo, eligió seguir y no rendirse. También lo eligió Carlos Silvestri, que la sigue peleando y luchando aunque el destino lo haya condenado a vivir una noche eterna. #


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