Se cumplen 4 años de la crisis del agua en el Valle

En 2017, una catástrofe climática dejó sin agua a 250 mil chubutenses y desnudó los problemas que trae la ausencia de obra en el cauce del río Chubut. Hoy, cuatro años después, recordamos la efeméride con una situación similar: otra vez la turbiedad del río deja a la población sin agua.

09 ABR 2021 - 20:43 | Actualizado

Por Martín Tacón

El domingo 9 de abril de 2017, la Cooperativa Eléctrica de Trelew anunciaba que el servicio de agua potable se cortaba indefinidamente debido a la alta turbiedad del río Chubut. Comenzaba así la crisis hídrica en las localidades del Valle Inferior y Puerto Madryn, en una sucesiva restricción del suministro que se prolongaría durante dos semanas.

Para quienes lo vivieron, aquellos fueron días inolvidables. Los platos sucios se apilaban en la cocina. En los baños se acumulaban los desperdicios. Los que tenían más de un tanque en su casa cuidaban el agua como si fuera oro. La gente andaba de acá para allá con bidones buscando dónde cargar agua. Algunos montaban tanques en la caja de su camioneta y trasladaban su abastecimiento. Otros pedían un baño prestado para ducharse.

La Cooperativa instaló canillas comunitarias. Allí, botella en mano, hacían cola los vecinos. En distintos barrios de la ciudad, la Municipalidad distribuía agua con sus camiones cisterna. El agua era para higiene personal, de modo que si alguien quería beberla debía esterilizarla con dos gotas de lavandina o hervirla. El abastecimiento fue lento, y un día dos camiones se rompieron, dificultando la distribución a clínicas y hospitales. Todos los días la Cooperativa comunicaba que la potabilización era imposible. La situación se volvió insostenible.

El origen del problema

¿Qué ocasionó esto? Los valores extraordinarios de turbiedad se habían originado en el embalse del Dique Florentino Ameghino a consecuencia de los sedimentos arrastrados por el río Chico y el río Chubut tras una serie de intensas lluvias en la región que superaron los 200 milímetros. El río rebalsaba de agua, pero no se podía tomar. La Cooperativa rápidamente estimó que se necesitarían algunos días para recuperar la claridad del agua. La restricción se dilató más de lo pensado. La falta de obras adecuadas impidió la pronta actuación sobre el problema. El resultado: 250 mil chubutenses se quedaron sin agua.

Los problemas no tardaron en presentarse, y se sumaron a la catástrofe del diluvio que días antes había arrasado Comodoro Rivadavia. Los oportunistas querían sacar tajada de la crisis; Mario Das Neves, gobernador por aquel entonces, tuvo que facultar a Defensa del Consumidor para multar y frenar los sobreprecios. Las clases se suspendieron. La vida sin agua no era la misma.

Das Neves pidió celeridad a las cooperativas, culpó al cambio climático y señaló la importancia de invertir en obras “porque si no vamos a estar corriendo siempre con estas situaciones tan difíciles”.

La bronca del pueblo

La salida rápida fue la construcción de piletones a cielo abierto, frente a la Planta Potabilizadora. Tenían una superficie de 6.400 metros cuadrados y servirían de presedimentadores. Para la obra, el Gobierno provincial solicitó el uso de la maquinaria de Lázaro Báez.

El martes 18 por la noche, nueve días después del primer corte, empezó la inyección de agua a la red. Fue a cuentagotas. El bombeo fue sectorizado y el servicio se interrumpía continuamente.

La gente se levantó en protesta. El proyecto que pretendía declarar la emergencia hídrica no prosperó. El martes 25 de abril se desató “la marcha de la bronca”. Una multitud de vecinos de Trelew, hartos de soportar la escasez de agua, se movilizó a las puertas del Palacio Municipal. El intendente Adrián Maderna salió a dar la cara, con un megáfono. Dijo: “¿Quién se imaginó que el río Chico iba a estar de esa manera y que el dique iba a tener ese nivel de turbiedad?”. En Rawson, un grupo de vecinos marchó hasta la Municipalidad al grito de “queremos agua”. La intendenta Rossana Artero atendió la protesta y los acompañó hasta la Cooperativa.

La Cooperativa se había negado a descontar el ítem “agua” en la boleta por el gasto de los presedimentadores, sin embargo la presión fue tal que terminó cediendo. La gente no pagó los platos rotos.

Los presedimentadores construidos para resolver el problema permanecen allí actualmente, en desuso, como un legado de la crisis. Das Neves había dicho: “El piletón va a terminar cementado para que quede, como así se soñó tantos años atrás”.

Hoy, sábado 10 de abril de 2021, cuatro años después de aquel episodio y en medio de una pandemia infinita, recordamos la efeméride con una situación similar: otra vez la turbiedad del río, otra vez la falta de obras y otra vez sin agua.#

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09 ABR 2021 - 20:43

Por Martín Tacón

El domingo 9 de abril de 2017, la Cooperativa Eléctrica de Trelew anunciaba que el servicio de agua potable se cortaba indefinidamente debido a la alta turbiedad del río Chubut. Comenzaba así la crisis hídrica en las localidades del Valle Inferior y Puerto Madryn, en una sucesiva restricción del suministro que se prolongaría durante dos semanas.

Para quienes lo vivieron, aquellos fueron días inolvidables. Los platos sucios se apilaban en la cocina. En los baños se acumulaban los desperdicios. Los que tenían más de un tanque en su casa cuidaban el agua como si fuera oro. La gente andaba de acá para allá con bidones buscando dónde cargar agua. Algunos montaban tanques en la caja de su camioneta y trasladaban su abastecimiento. Otros pedían un baño prestado para ducharse.

La Cooperativa instaló canillas comunitarias. Allí, botella en mano, hacían cola los vecinos. En distintos barrios de la ciudad, la Municipalidad distribuía agua con sus camiones cisterna. El agua era para higiene personal, de modo que si alguien quería beberla debía esterilizarla con dos gotas de lavandina o hervirla. El abastecimiento fue lento, y un día dos camiones se rompieron, dificultando la distribución a clínicas y hospitales. Todos los días la Cooperativa comunicaba que la potabilización era imposible. La situación se volvió insostenible.

El origen del problema

¿Qué ocasionó esto? Los valores extraordinarios de turbiedad se habían originado en el embalse del Dique Florentino Ameghino a consecuencia de los sedimentos arrastrados por el río Chico y el río Chubut tras una serie de intensas lluvias en la región que superaron los 200 milímetros. El río rebalsaba de agua, pero no se podía tomar. La Cooperativa rápidamente estimó que se necesitarían algunos días para recuperar la claridad del agua. La restricción se dilató más de lo pensado. La falta de obras adecuadas impidió la pronta actuación sobre el problema. El resultado: 250 mil chubutenses se quedaron sin agua.

Los problemas no tardaron en presentarse, y se sumaron a la catástrofe del diluvio que días antes había arrasado Comodoro Rivadavia. Los oportunistas querían sacar tajada de la crisis; Mario Das Neves, gobernador por aquel entonces, tuvo que facultar a Defensa del Consumidor para multar y frenar los sobreprecios. Las clases se suspendieron. La vida sin agua no era la misma.

Das Neves pidió celeridad a las cooperativas, culpó al cambio climático y señaló la importancia de invertir en obras “porque si no vamos a estar corriendo siempre con estas situaciones tan difíciles”.

La bronca del pueblo

La salida rápida fue la construcción de piletones a cielo abierto, frente a la Planta Potabilizadora. Tenían una superficie de 6.400 metros cuadrados y servirían de presedimentadores. Para la obra, el Gobierno provincial solicitó el uso de la maquinaria de Lázaro Báez.

El martes 18 por la noche, nueve días después del primer corte, empezó la inyección de agua a la red. Fue a cuentagotas. El bombeo fue sectorizado y el servicio se interrumpía continuamente.

La gente se levantó en protesta. El proyecto que pretendía declarar la emergencia hídrica no prosperó. El martes 25 de abril se desató “la marcha de la bronca”. Una multitud de vecinos de Trelew, hartos de soportar la escasez de agua, se movilizó a las puertas del Palacio Municipal. El intendente Adrián Maderna salió a dar la cara, con un megáfono. Dijo: “¿Quién se imaginó que el río Chico iba a estar de esa manera y que el dique iba a tener ese nivel de turbiedad?”. En Rawson, un grupo de vecinos marchó hasta la Municipalidad al grito de “queremos agua”. La intendenta Rossana Artero atendió la protesta y los acompañó hasta la Cooperativa.

La Cooperativa se había negado a descontar el ítem “agua” en la boleta por el gasto de los presedimentadores, sin embargo la presión fue tal que terminó cediendo. La gente no pagó los platos rotos.

Los presedimentadores construidos para resolver el problema permanecen allí actualmente, en desuso, como un legado de la crisis. Das Neves había dicho: “El piletón va a terminar cementado para que quede, como así se soñó tantos años atrás”.

Hoy, sábado 10 de abril de 2021, cuatro años después de aquel episodio y en medio de una pandemia infinita, recordamos la efeméride con una situación similar: otra vez la turbiedad del río, otra vez la falta de obras y otra vez sin agua.#


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