Cinco mujeres de entre 20 y 30 años se despidieron de su madre, en Puerto Madryn, este viernes a la tarde temprano. Le dijeron que iban a caminar por las bardas aprovechando los últimos rayos del sol. Una de ellas llevó su hija de 15 años y al más pequeño de ocho.
Después de tres horas, cuando el sol empezaba a caer y hacía frío, la mujer comenzó a preocuparse porque no regresaban, llamó por teléfono a las cinco pero ninguna de ellas contestó
La mujer tenía un mal presagio. Habían pasado las 18 horas, se venía la noche y ella, desesperada, fue a pedir ayuda a la comisaría más cercana.
Los efectivos subieron a la señora al patrullero y le pidieron que indicara dónde podrían haber ido. La mujer intentó recordar el lugar donde solían ir a caminar juntas.
El móvil tomó la calle Moreno hacia el oeste, pasando las chancherías, aún de día.
Los policías y los bomberos no perdían las esperanzas. Personal de Defensa Civil también se sumó a la búsqueda.
Algo -un presentimiento, quizá- los llevó al sector Las Bardas II, con la esperanza de ver algún movimiento inusual, pero ahí todo era calma y quietud.
En el fondo estaba oscuro, el suelo apenas iluminado por las luces del patrullero.
En un tercer intento, regresaron por Moreno para ver si, esta vez, empezando de cero, la búsqueda los llevaba a buen puerto.
Cuando ya había oscurecido ocurrió lo inesperado. Un luz destelló a lo lejos. Era una señal. En ese momento, sonó el teléfono. "Mamá, somos nosotras", se oyó una voz.
Allá estaban, en la lejanía, haciendo señas de luces. La madre volvió a respirar.
Hacía frío, estaban bien, era tiempo de volver a casa.
Cinco mujeres de entre 20 y 30 años se despidieron de su madre, en Puerto Madryn, este viernes a la tarde temprano. Le dijeron que iban a caminar por las bardas aprovechando los últimos rayos del sol. Una de ellas llevó su hija de 15 años y al más pequeño de ocho.
Después de tres horas, cuando el sol empezaba a caer y hacía frío, la mujer comenzó a preocuparse porque no regresaban, llamó por teléfono a las cinco pero ninguna de ellas contestó
La mujer tenía un mal presagio. Habían pasado las 18 horas, se venía la noche y ella, desesperada, fue a pedir ayuda a la comisaría más cercana.
Los efectivos subieron a la señora al patrullero y le pidieron que indicara dónde podrían haber ido. La mujer intentó recordar el lugar donde solían ir a caminar juntas.
El móvil tomó la calle Moreno hacia el oeste, pasando las chancherías, aún de día.
Los policías y los bomberos no perdían las esperanzas. Personal de Defensa Civil también se sumó a la búsqueda.
Algo -un presentimiento, quizá- los llevó al sector Las Bardas II, con la esperanza de ver algún movimiento inusual, pero ahí todo era calma y quietud.
En el fondo estaba oscuro, el suelo apenas iluminado por las luces del patrullero.
En un tercer intento, regresaron por Moreno para ver si, esta vez, empezando de cero, la búsqueda los llevaba a buen puerto.
Cuando ya había oscurecido ocurrió lo inesperado. Un luz destelló a lo lejos. Era una señal. En ese momento, sonó el teléfono. "Mamá, somos nosotras", se oyó una voz.
Allá estaban, en la lejanía, haciendo señas de luces. La madre volvió a respirar.
Hacía frío, estaban bien, era tiempo de volver a casa.