Los tres presidentes, más Tabaré Vázquez del Uruguay, se mantuvieron firmes detrás de la consigna de crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática, concepto que dio origen al título del documento final de la IV Cumbre de las Américas, que abrió la discusión el viernes 4 y cerró el debate el sábado 5 de noviembre de 2005 en la ciudad balnearia.
Frente a la posición monolítica del Mercosur se plantaron las naciones del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), integrado por México, Canadá y Estados Unidos, cuyo presidente George W. Bush comandó la ofensiva para lograr que los 34 jefes de Estado americanos firmaran el acta de creación del ALCA, el mercado único de Alaska a Tierra del Fuego.
Kirchner presidió las dos sesiones en la que los mandatarios americanos debatieron casi como en una asamblea universitaria sobre la conveniencia o no de crear el ALCA. A tal nivel de apasionamiento llegó el intercambio de los dignatarios el sábado 5, que las pausas de reflexión y refrigerio previstas por el protocolo quedaron de lado y el almuerzo para reponer energías ni siquiera fue servido.
En un momento de la discusión, uno de los jefes de Estado aliados de Bush hizo mención explícita a la posibilidad de votar para volcar a favor la posición de los que querían el ALCA. Entonces, Kirchner respondió desde la presidencia de la asamblea que estaba "asombrado por el planteo. No es cuestión de votos, sino de consenso. No creo que quieran enemistarse con el 75 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de América del Sur", dijo.
Allí terminó el embate final en pos del ALCA, luego de un año y medio pleno de negociaciones y presiones. Kirchner desarmó el último intento de creación del mercado libre, que llegaba bajo la amenaza de ganar la asamblea por la vía de la votación.
Si el gobierno argentino pudo sostener la posición contra el ALCA fue por la convicción de Kirchner, el apoyo irrestricto del Brasil de Lula, el del Uruguay de Vázquez, el del Paraguay de Nicanor Duarte y el respaldo sonoro de Hugo Chávez, que encabezó el acto de repudio al proyecto y a Bush en el estadio Mundialista de Mar del Plata, el viernes al mediodía.
La novedad histórica en noviembre de 2005 fue la unidad de pensamiento entre Kirchner y Lula, que era decir entre la Argentina y el Brasil, naciones que hasta no hace muchos años habían sido rivales en un conflicto del que sólo se beneficiaban las naciones desarrolladas del Norte.
La Argentina y el Brasil son dos países con grandes ventajas económicas en el agro, que esta vez se unieron para negociar con el Norte las condiciones para que aquella región del planeta bajara los subsidios al campo y de esta manera compensar el pedido de eliminación de los aranceles industriales en el Sur.
En la negociación, Estados Unidos jamás accedió a bajar los subsidios al campo norteamericano, razón por la cual el Mercosur tampoco aceptó reducir los aranceles a las manufacturas. La línea que guió los pasos de los negociadores argentinos ante los norteamericanos fue: "si abrimos la frontera a los productos industriales y ustedes no hacen lo mismo con el campo en el Norte, nos quedamos sin nada".
El jefe de la Casa Blanca se retiró de Mar del Plata sin haber podido lograr la creación del ALCA y tampoco consiguió que el documento de la IV Cumbre dejara abierta la posibilidad de que se constituyera en la siguiente asamblea, que tuvo lugar en Trinidad y Tobago, en 2009, donde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reafirmó la posición y el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama no volvió a pedir por el ALCA.
La enseñanza que dejó en la región el rechazo a la creación del ALCA facilitó la constitución de la Unión Suramericana del Sur (Unasur), la entidad política que defendió la estabilidad democrática de Ecuador y el respeto a la voluntad de los pueblos, además de negociar la solución pacífica al conflicto entre Venezuela y Colombia.
Mar del Plata sirvió también para que los países de la región comprendieran que los problemas de ésta área del mundo podía solucionar los diferendos sin recurrir a la intervención de líderes de otros continentes.
En febrero de 2005 la Argentina salió de la cesación de pagos de la deuda externa con el cierre exitoso del primer canje de bonos, en octubre Cristina ganó las elecciones como senadora nacional por la provincia de Buenos Aires, en noviembre rechazó el ALCA y en diciembre Néstor decidió cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el organismo que imponía las recetas económicas de la doctrina liberal que llevaron al país a la peor crisis de la historia.
Sin estas decisiones, muy poco o nada de lo que se avanzó en la reindustrialización, en la creación de trabajo, en la distribución de la riqueza y en la solidaridad social hubiera sido posible.
Los tres presidentes, más Tabaré Vázquez del Uruguay, se mantuvieron firmes detrás de la consigna de crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática, concepto que dio origen al título del documento final de la IV Cumbre de las Américas, que abrió la discusión el viernes 4 y cerró el debate el sábado 5 de noviembre de 2005 en la ciudad balnearia.
Frente a la posición monolítica del Mercosur se plantaron las naciones del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), integrado por México, Canadá y Estados Unidos, cuyo presidente George W. Bush comandó la ofensiva para lograr que los 34 jefes de Estado americanos firmaran el acta de creación del ALCA, el mercado único de Alaska a Tierra del Fuego.
Kirchner presidió las dos sesiones en la que los mandatarios americanos debatieron casi como en una asamblea universitaria sobre la conveniencia o no de crear el ALCA. A tal nivel de apasionamiento llegó el intercambio de los dignatarios el sábado 5, que las pausas de reflexión y refrigerio previstas por el protocolo quedaron de lado y el almuerzo para reponer energías ni siquiera fue servido.
En un momento de la discusión, uno de los jefes de Estado aliados de Bush hizo mención explícita a la posibilidad de votar para volcar a favor la posición de los que querían el ALCA. Entonces, Kirchner respondió desde la presidencia de la asamblea que estaba "asombrado por el planteo. No es cuestión de votos, sino de consenso. No creo que quieran enemistarse con el 75 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de América del Sur", dijo.
Allí terminó el embate final en pos del ALCA, luego de un año y medio pleno de negociaciones y presiones. Kirchner desarmó el último intento de creación del mercado libre, que llegaba bajo la amenaza de ganar la asamblea por la vía de la votación.
Si el gobierno argentino pudo sostener la posición contra el ALCA fue por la convicción de Kirchner, el apoyo irrestricto del Brasil de Lula, el del Uruguay de Vázquez, el del Paraguay de Nicanor Duarte y el respaldo sonoro de Hugo Chávez, que encabezó el acto de repudio al proyecto y a Bush en el estadio Mundialista de Mar del Plata, el viernes al mediodía.
La novedad histórica en noviembre de 2005 fue la unidad de pensamiento entre Kirchner y Lula, que era decir entre la Argentina y el Brasil, naciones que hasta no hace muchos años habían sido rivales en un conflicto del que sólo se beneficiaban las naciones desarrolladas del Norte.
La Argentina y el Brasil son dos países con grandes ventajas económicas en el agro, que esta vez se unieron para negociar con el Norte las condiciones para que aquella región del planeta bajara los subsidios al campo y de esta manera compensar el pedido de eliminación de los aranceles industriales en el Sur.
En la negociación, Estados Unidos jamás accedió a bajar los subsidios al campo norteamericano, razón por la cual el Mercosur tampoco aceptó reducir los aranceles a las manufacturas. La línea que guió los pasos de los negociadores argentinos ante los norteamericanos fue: "si abrimos la frontera a los productos industriales y ustedes no hacen lo mismo con el campo en el Norte, nos quedamos sin nada".
El jefe de la Casa Blanca se retiró de Mar del Plata sin haber podido lograr la creación del ALCA y tampoco consiguió que el documento de la IV Cumbre dejara abierta la posibilidad de que se constituyera en la siguiente asamblea, que tuvo lugar en Trinidad y Tobago, en 2009, donde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reafirmó la posición y el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama no volvió a pedir por el ALCA.
La enseñanza que dejó en la región el rechazo a la creación del ALCA facilitó la constitución de la Unión Suramericana del Sur (Unasur), la entidad política que defendió la estabilidad democrática de Ecuador y el respeto a la voluntad de los pueblos, además de negociar la solución pacífica al conflicto entre Venezuela y Colombia.
Mar del Plata sirvió también para que los países de la región comprendieran que los problemas de ésta área del mundo podía solucionar los diferendos sin recurrir a la intervención de líderes de otros continentes.
En febrero de 2005 la Argentina salió de la cesación de pagos de la deuda externa con el cierre exitoso del primer canje de bonos, en octubre Cristina ganó las elecciones como senadora nacional por la provincia de Buenos Aires, en noviembre rechazó el ALCA y en diciembre Néstor decidió cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el organismo que imponía las recetas económicas de la doctrina liberal que llevaron al país a la peor crisis de la historia.
Sin estas decisiones, muy poco o nada de lo que se avanzó en la reindustrialización, en la creación de trabajo, en la distribución de la riqueza y en la solidaridad social hubiera sido posible.