El liderazgo del justicialismo se desmorona día a día

El editorial de “El Día G”.

15 NOV 2016 - 22:02 | Actualizado

Por Esteban Gallo

El justicialismo de Chubut sumó otro capítulo de colección a su turbulento presente partidario y volvió a quedar expuesto a la mirada azorada de la sociedad.

La posibilidad de dirimir en una interna, como Dios y la historia del peronismo mandan, quedó frustrada por una polémica decisión judicial pero también por las triquiñuelas de la conducción partidaria que hizo todo lo que estaba a su alcance para embarrar la cancha y abortar la concreción del acto eleccionario.

El resultado logrado en el plano judicial los puso a resguardo de un papelón electoral pero no los redime de la situación en la que se encuentran frente a sus “compañeros”, a los que le siguen negando la posibilidad de participar activamente de la vida política del partido.

Es muy extraña la conducta del cuerpo gobernante del peronismo de Chubut. Ha construido un partido para un grupo selecto y pretende adueñarse compulsivamente de ese espacio de poder, sin hacer la menor autocrítica, sin un solo atisbo de cambio, aferrado a su política de dispersión que tanto rechazo ha generado en sus representados.

Quizá no se hayan dado cuenta todavía que el episodio no redundará en ningún rédito político. El fallo de la Cámara no los acerca a los afiliados ni tampoco los rescata de la pobre relación que hoy tienen con la sociedad chubutense.

La conducción del PJ se sostiene “con alambre” mientras el partido se viene a pique en caída libre sin que eso pareciera darles un poquito de escozor. Hoy la energía de los popes del peronismo está dirigida a librar batallas que parecen perdidas. Por un lado, defienden a capa y espada a dirigentes que no solo cayeron en desgracia puertas para adentro del partido, sino que además generan un fuerte repudio en la comunidad.

Por la otra banda, se lanzan en una lucha despiadada con el gobierno provincial, que pierden por goleada, porque mientras el gobernador Das Neves sigue fortaleciéndose con el apoyo de la gente, ellos quedan parados en las antípodas de los intereses de los vecinos. Como si fuera poco, el liderazgo que debieran ejercer hacia las entrañas del partido se desmorona día a día, en la medida en que profundizan la práctica de obstruir las vías de participación para otros sectores internos del peronismo. Haberse quedado con el sello de una organización no les otorga legitimidad en tanto y en cuanto continúen alejados de las bases.

No es una idea de provincia lo que los sostiene, ni la fortaleza de una plataforma pensada para los chubutenses. Se han transformado en un puñado de dirigentes de vuelo rasante, cuyo único objetivo es “pegarse” desesperadamente a la figura de Carlos Linares, porque saben que sus carreras en la política están ligadas exclusivamente a la suerte del intendente de Comodoro, el único referente del sector con capital político propio.

Quedó instalado un gusto amargo en el paladar de los afiliados que en su gran mayoría apostaban a producir un viraje de ciento ochenta grados para sacar al partido de la inacción en la que se encuentra.

Fue un mérito de la Lista Celeste y Blanca haber aparecido en el escenario político de la provincia, demostrando una notable capacidad de movilización, aglutinando a porciones heterogéneas del partido Justicialista y seduciendo a dos sectores históricos que habían sido dejados de lado: las mujeres y los jóvenes.

El reto que tienen por delante es demostrar que el proyecto de renovación que levantan como bandera forma parte de una convicción auténtica que puede ser sustentada en el tiempo.

Que la idea de abrir puertas que en otros lados se cierran para contener a los afiliados no es una mera promesa de campaña sino una prioridad innegociable. Y que los mueve el deseo ferviente de transformar al peronismo de Chubut en la potencia que supo ser. Es el rol que no solo los justicialistas sino el conjunto de la sociedad están esperando que asuman.

Los ciudadanos exigen y necesitan partidos políticos fuertes, comprometidos con los grandes temas y destinatarios de las demandas de la sociedad. Y eso, más que un desafío es una obligación.#

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15 NOV 2016 - 22:02

Por Esteban Gallo

El justicialismo de Chubut sumó otro capítulo de colección a su turbulento presente partidario y volvió a quedar expuesto a la mirada azorada de la sociedad.

La posibilidad de dirimir en una interna, como Dios y la historia del peronismo mandan, quedó frustrada por una polémica decisión judicial pero también por las triquiñuelas de la conducción partidaria que hizo todo lo que estaba a su alcance para embarrar la cancha y abortar la concreción del acto eleccionario.

El resultado logrado en el plano judicial los puso a resguardo de un papelón electoral pero no los redime de la situación en la que se encuentran frente a sus “compañeros”, a los que le siguen negando la posibilidad de participar activamente de la vida política del partido.

Es muy extraña la conducta del cuerpo gobernante del peronismo de Chubut. Ha construido un partido para un grupo selecto y pretende adueñarse compulsivamente de ese espacio de poder, sin hacer la menor autocrítica, sin un solo atisbo de cambio, aferrado a su política de dispersión que tanto rechazo ha generado en sus representados.

Quizá no se hayan dado cuenta todavía que el episodio no redundará en ningún rédito político. El fallo de la Cámara no los acerca a los afiliados ni tampoco los rescata de la pobre relación que hoy tienen con la sociedad chubutense.

La conducción del PJ se sostiene “con alambre” mientras el partido se viene a pique en caída libre sin que eso pareciera darles un poquito de escozor. Hoy la energía de los popes del peronismo está dirigida a librar batallas que parecen perdidas. Por un lado, defienden a capa y espada a dirigentes que no solo cayeron en desgracia puertas para adentro del partido, sino que además generan un fuerte repudio en la comunidad.

Por la otra banda, se lanzan en una lucha despiadada con el gobierno provincial, que pierden por goleada, porque mientras el gobernador Das Neves sigue fortaleciéndose con el apoyo de la gente, ellos quedan parados en las antípodas de los intereses de los vecinos. Como si fuera poco, el liderazgo que debieran ejercer hacia las entrañas del partido se desmorona día a día, en la medida en que profundizan la práctica de obstruir las vías de participación para otros sectores internos del peronismo. Haberse quedado con el sello de una organización no les otorga legitimidad en tanto y en cuanto continúen alejados de las bases.

No es una idea de provincia lo que los sostiene, ni la fortaleza de una plataforma pensada para los chubutenses. Se han transformado en un puñado de dirigentes de vuelo rasante, cuyo único objetivo es “pegarse” desesperadamente a la figura de Carlos Linares, porque saben que sus carreras en la política están ligadas exclusivamente a la suerte del intendente de Comodoro, el único referente del sector con capital político propio.

Quedó instalado un gusto amargo en el paladar de los afiliados que en su gran mayoría apostaban a producir un viraje de ciento ochenta grados para sacar al partido de la inacción en la que se encuentra.

Fue un mérito de la Lista Celeste y Blanca haber aparecido en el escenario político de la provincia, demostrando una notable capacidad de movilización, aglutinando a porciones heterogéneas del partido Justicialista y seduciendo a dos sectores históricos que habían sido dejados de lado: las mujeres y los jóvenes.

El reto que tienen por delante es demostrar que el proyecto de renovación que levantan como bandera forma parte de una convicción auténtica que puede ser sustentada en el tiempo.

Que la idea de abrir puertas que en otros lados se cierran para contener a los afiliados no es una mera promesa de campaña sino una prioridad innegociable. Y que los mueve el deseo ferviente de transformar al peronismo de Chubut en la potencia que supo ser. Es el rol que no solo los justicialistas sino el conjunto de la sociedad están esperando que asuman.

Los ciudadanos exigen y necesitan partidos políticos fuertes, comprometidos con los grandes temas y destinatarios de las demandas de la sociedad. Y eso, más que un desafío es una obligación.#


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