La clave del día / No nos olvidamos

24 ENE 2022 - 21:20 | Actualizado

Han pasado 25 años del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, el hombre al que una foto le costó la vida.

Reflejar la verdad desde el lente de su cámara fue su sentencia de muerte por meterse con la persona equivocada.

Aquel golpe a la libertad de expresión marcó un antes y después, fue el punto y aparte del que poder empezar a contar la historia desde otro lado.

En cada ataque contra la prensa emerge la figura de José Luis, y tal como indicó la FATPREN, su nombre viene a representar a los más de 200 periodistas detenidos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado.

Su caso trae aún a nuestros días el simbolismo de una lucha colectiva que perdura con firmeza y que se replicó por años en distintos escenarios. “No podemos permitir que nos callen nunca más”, era la consigna. Desde aquel suceso se desató un trabajo cotidiano de visibilización y movilizaciones que buscaron perpetuar su memoria para que la historia no vuelva a repetirse.

La presión popular fue clave para que su caso encuentre un desenlace, y sin embargo la justicia impartida dejó inconformes a quienes padecieron su pérdida y a quienes creían que era necesario un castigo mayor. El rigor de la pena no alcanzó para sanar la herida. Y es que a pesar de toda resolución, a veces las injusticias más burdas son necesarias para destapar las cloacas donde el mal se reproduce y crece. No nos olvidamos de Cabezas. Vive en la memoria y en la lucha cotidiana.

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24 ENE 2022 - 21:20

Han pasado 25 años del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, el hombre al que una foto le costó la vida.

Reflejar la verdad desde el lente de su cámara fue su sentencia de muerte por meterse con la persona equivocada.

Aquel golpe a la libertad de expresión marcó un antes y después, fue el punto y aparte del que poder empezar a contar la historia desde otro lado.

En cada ataque contra la prensa emerge la figura de José Luis, y tal como indicó la FATPREN, su nombre viene a representar a los más de 200 periodistas detenidos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado.

Su caso trae aún a nuestros días el simbolismo de una lucha colectiva que perdura con firmeza y que se replicó por años en distintos escenarios. “No podemos permitir que nos callen nunca más”, era la consigna. Desde aquel suceso se desató un trabajo cotidiano de visibilización y movilizaciones que buscaron perpetuar su memoria para que la historia no vuelva a repetirse.

La presión popular fue clave para que su caso encuentre un desenlace, y sin embargo la justicia impartida dejó inconformes a quienes padecieron su pérdida y a quienes creían que era necesario un castigo mayor. El rigor de la pena no alcanzó para sanar la herida. Y es que a pesar de toda resolución, a veces las injusticias más burdas son necesarias para destapar las cloacas donde el mal se reproduce y crece. No nos olvidamos de Cabezas. Vive en la memoria y en la lucha cotidiana.


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