En su totalidad, los chacareros de la Comarca Andina del Paralelo 42° se quejaron nuevamente este año de las consecuencias de la mosca de “alas manchadas” en la cosecha de fruta fina, que apareció en 2018 y mantiene un incremento sostenido.
En la jornada de hoy, en la localidad de El Hoyo, hubo un seminario internacional sobre el manejo de la “drosophila suzukii”, organizado por la Comisión Provincial de Sanidad Vegetal (COPROSAVE), con los disertantes Gerardo de la Vega (Conicet) y Wilson Edwards (Senasa), a los que se sumó (vía zoom) el chileno Luis Devotto (INIA), de la que participaron productores y funcionarios de distintos municipios y organismos comprometidos con una red de monitoreo establecida hace un tiempo en la región y con un programa específico para el control de la plaga.
En la previa, el coordinador Javier Mariño (Inta) señaló que “es de difícil control, aunque existen prácticas y herramientas para disminuir el daño que causa. En coincidencia, a lo largo del año hay talleres y capacitaciones destinados a los productores con la premisa de que se puedan interiorizar en la problemática, preferentemente durante el invierno porque tienen más tiempo”.
Sumó también a los cosecheros, quienes “tienen un rol fundamental en el proceso. Observamos que la cosecha temprana y frecuente es uno de los mejores métodos para bajar el nivel de la plaga. Las buenas prácticas hacen que los procesos sean cada vez más eficientes”.
A su turno, Wilson Edwards record que “desde el año 2014 venimos trabajando en Patagonia, luego de detectar la presencia de la ‘mosca de los frutos’ en el valle de Chole Choel (Río Negro). Entre otras acciones, comenzamos a identificar la distribución de la plaga. A partir de 2018, montamos en la zona cordillerana tres redes de monitoreo (El Bolsón, Lago Puelo/El Hoyo y Bariloche) para prestar atención a su ambiente y realidad”.
Puntualmente, “en la Comarca Andina encontramos todas las condiciones para que el insecto se desarrolle de forma óptima, tanto por humedad y temperatura”. Precisamente, en Río Negro y Chubut, la plaga se encuentra en la etapa “de crecimiento exponencial y se desconoce cuál es el techo. Por eso es tan importante la comunicación, el diseño de estrategias y la investigación. Se intenta mitigar los niveles poblacionales”, agregó el supervisor del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria.
No obstante, recomendó a los productores medidas concretas, de acuerdo a la época del año, como “el manejo de la densidad de varas de frambuesa por metro lineal para generar un cultivo más aireado; la intensificación de los trampeos en invierno ya que las moscas se refugian en las cortinas forestales colindantes a los lotes productivos; la limpieza del lote productivo y las cosechas constantes cada dos o tres días, sin dejar fruta remanente en la planta o en el piso, con el objetivo de empeorar el ambiente para la mosca”.
Más cosecheros
Por su lado, Gerardo de la Vega apuntó a que el insecto “no afecte de manera significativa a los grandes y pequeños productores”. En tal sentido, recomendó “aumentar la cantidad de cosecheros en los cultivos y sacar rápidamente los frutos de los lugares donde la mosca puede poner sus huevos”.
Acerca de la utilización de productos artificiales para su control, el experto remarcó que “desde Senasa hay una discusión y un debate importante acerca de los compuestos químicos que se pueden llegar a aprobar o que se deben descartar. En el país tenemos aprobados tres productos y uno de ellos se puede utilizar para la agricultura orgánica. Independientemente, debemos pensar estrategias para evitar el uso de insecticidas, considerando que el uso de labranza agroecológica tiene un impacto distinto para la población a un manejo convencional”.
Asimismo, resaltó que la presencia de larvas en frambuesas y otras frutas finas “no genera ningún daño para el consumo humano y tranquilamente podemos convivir. Solo es fea a la vista”.
Origen asiático
La “Drosophila suzukii” es una especie de origen asiático que en los últimos años se ha expandido por todo el mundo. Se la conoce como la mosca de las “alas manchadas” porque los machos tienen una mancha en cada ala.
Es una mosca es muy pequeña (apenas unos cuatro milímetros de longitud) y de gran glotonería. Genera daños en la fruta fina (frambuesas, frutillas, arándanos, moras, sauco y otros berries), aunque también afecta frutales de carozo, como los cerezos, y los parrales. Si la plaga no se controla, la fruta se cosecha con las larvas blancas en su interior. Esto causa el rechazo y/o pérdidas de venta o depreciación del producto.
En su totalidad, los chacareros de la Comarca Andina del Paralelo 42° se quejaron nuevamente este año de las consecuencias de la mosca de “alas manchadas” en la cosecha de fruta fina, que apareció en 2018 y mantiene un incremento sostenido.
En la jornada de hoy, en la localidad de El Hoyo, hubo un seminario internacional sobre el manejo de la “drosophila suzukii”, organizado por la Comisión Provincial de Sanidad Vegetal (COPROSAVE), con los disertantes Gerardo de la Vega (Conicet) y Wilson Edwards (Senasa), a los que se sumó (vía zoom) el chileno Luis Devotto (INIA), de la que participaron productores y funcionarios de distintos municipios y organismos comprometidos con una red de monitoreo establecida hace un tiempo en la región y con un programa específico para el control de la plaga.
En la previa, el coordinador Javier Mariño (Inta) señaló que “es de difícil control, aunque existen prácticas y herramientas para disminuir el daño que causa. En coincidencia, a lo largo del año hay talleres y capacitaciones destinados a los productores con la premisa de que se puedan interiorizar en la problemática, preferentemente durante el invierno porque tienen más tiempo”.
Sumó también a los cosecheros, quienes “tienen un rol fundamental en el proceso. Observamos que la cosecha temprana y frecuente es uno de los mejores métodos para bajar el nivel de la plaga. Las buenas prácticas hacen que los procesos sean cada vez más eficientes”.
A su turno, Wilson Edwards record que “desde el año 2014 venimos trabajando en Patagonia, luego de detectar la presencia de la ‘mosca de los frutos’ en el valle de Chole Choel (Río Negro). Entre otras acciones, comenzamos a identificar la distribución de la plaga. A partir de 2018, montamos en la zona cordillerana tres redes de monitoreo (El Bolsón, Lago Puelo/El Hoyo y Bariloche) para prestar atención a su ambiente y realidad”.
Puntualmente, “en la Comarca Andina encontramos todas las condiciones para que el insecto se desarrolle de forma óptima, tanto por humedad y temperatura”. Precisamente, en Río Negro y Chubut, la plaga se encuentra en la etapa “de crecimiento exponencial y se desconoce cuál es el techo. Por eso es tan importante la comunicación, el diseño de estrategias y la investigación. Se intenta mitigar los niveles poblacionales”, agregó el supervisor del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria.
No obstante, recomendó a los productores medidas concretas, de acuerdo a la época del año, como “el manejo de la densidad de varas de frambuesa por metro lineal para generar un cultivo más aireado; la intensificación de los trampeos en invierno ya que las moscas se refugian en las cortinas forestales colindantes a los lotes productivos; la limpieza del lote productivo y las cosechas constantes cada dos o tres días, sin dejar fruta remanente en la planta o en el piso, con el objetivo de empeorar el ambiente para la mosca”.
Más cosecheros
Por su lado, Gerardo de la Vega apuntó a que el insecto “no afecte de manera significativa a los grandes y pequeños productores”. En tal sentido, recomendó “aumentar la cantidad de cosecheros en los cultivos y sacar rápidamente los frutos de los lugares donde la mosca puede poner sus huevos”.
Acerca de la utilización de productos artificiales para su control, el experto remarcó que “desde Senasa hay una discusión y un debate importante acerca de los compuestos químicos que se pueden llegar a aprobar o que se deben descartar. En el país tenemos aprobados tres productos y uno de ellos se puede utilizar para la agricultura orgánica. Independientemente, debemos pensar estrategias para evitar el uso de insecticidas, considerando que el uso de labranza agroecológica tiene un impacto distinto para la población a un manejo convencional”.
Asimismo, resaltó que la presencia de larvas en frambuesas y otras frutas finas “no genera ningún daño para el consumo humano y tranquilamente podemos convivir. Solo es fea a la vista”.
Origen asiático
La “Drosophila suzukii” es una especie de origen asiático que en los últimos años se ha expandido por todo el mundo. Se la conoce como la mosca de las “alas manchadas” porque los machos tienen una mancha en cada ala.
Es una mosca es muy pequeña (apenas unos cuatro milímetros de longitud) y de gran glotonería. Genera daños en la fruta fina (frambuesas, frutillas, arándanos, moras, sauco y otros berries), aunque también afecta frutales de carozo, como los cerezos, y los parrales. Si la plaga no se controla, la fruta se cosecha con las larvas blancas en su interior. Esto causa el rechazo y/o pérdidas de venta o depreciación del producto.