Bonet, el fusilado que sobrevivió la balacera pero lo asesinó un tiro de gracia 9 horas después

Lucha. Alicia Bonet recorrió todos los caminos para tener justicia.
23 AGO 2022 - 16:06 | Actualizado 23 AGO 2022 - 16:09

Cuando le tocó declarar, Alicia Bonet le ofreció al tribunal que exhume el cuerpo de su marido, Rubén Pedro, que reposa en un nicho de Pergamino, provincia de Buenos Aires. Así los médicos verificarían que su esposo recibió un tiro de gracia en la nuca luego de sobrevivir 9 horas en la morgue militar. Se creía que restos como el cráneo seguían intactos con la huella de aquel balazo mortal. El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia dio por presentada la idea, que nunca se concretó.

Durante 4 horas y ante más de un centenar de personas en el Cine Teatro “José Hernández” de Rawson, Bonet repasó su vida de casada, la fuga de Rawson, los hechos de la Base, su pase a la clandestinidad y su búsqueda de justicia. La escucharon hasta alumnos del Colegio Padre Juan Muzio de Trelew. “Juro decir la verdad y nada más que la verdad en memoria de los 19 asesinados en Trelew”. De bufanda azul y vestida de negro, así se presentó Bonet.
Ese día se enteró por radio en Capital Federal de que su esposo estaba en la lista de heridos de un tiroteo tras un intento de fuga. No lo creyó. “Si no era debajo de las piedras en ese Trelew era imposible esconderse. En ese segundo supe que no era verdad porque ninguno de los presos era loco, irreflexivo, inmaduro o prepotente. Todos tenían sólida formación política”.

Al taxista que la llevó a Aeroparque le pidió más fuerte la radio para escuchar de nuevo la lista. Es mi esposo, le comentó. Hubo silencio hasta el fin del viaje. “No me pague, señora, lo mataron por luchar por nosotros”, se despidió el hombre.
Alicia debía explicar cada mala noticia a sus nenes Hernán y Mariana. Cuando su padre fue encarcelado en Rawson tras pasar por Villa Devoto, les dijo que “se había ido a un castillito”.

Tras la fuga y el traslado a la Base les contó que “se había mudado de casita”. Y con la novedad de los fusilamientos, antes de viajar a Trelew les dijo: “Papá y los tíos (los otros presos) se pelearon con la policía y les llevo curitas y mejoralitos”. ¿Cómo explicó el crimen? “No pudimos curar ni a papá ni a los tíos”. Sus hijos le preguntaron “por qué papi no se defendió”. Como no sabían escribir, dejaron dibujitos en el cajón.
Bonet escuchó de primera mano en la cárcel de Villa Devoto el relato de los sobrevivientes
María Berger, Alberto Camps y René Haidar. Y siguió en persona varios otros trámites. “Nunca bajé los brazos”. Hasta escribió cartas en inglés a presidentes norteamericanos, incluido Barack Obama, para decirles “quién era el Bravo al que protegían” al negar la extradición.

Sólo KIrchner

Pidió a todos los presidentes constitucionales que reabran la causa de la Masacre. “Sólo respondió Néstor Kirchner en 2005, cuando nos aseguró a mí y a la madre de Eduardo Capello”, uno de los asesinados, que haría todo a su alcance para que se haga el juicio.
En el 72 Rubén fue enterrado pero ahora comparte nicho con sus padres. “Siempre estuve dispuesta a hacer todo lo que fuera necesario para demostrar que lo que declaré es verdad y por si quedaba alguna duda me quedaba la última instancia: que tomen los huesos porque el agujero que tiene es imposible de borrar. Ya di lo máximo que pude”.

Alicia recordó que, por ejemplo, el Equipo de Antropología Forense identifica restos óseos de víctimas de la dictadura en peores condiciones que los de su exesposo. “Sólo hace falta mostrar que tiene una entrada de bala enorme que le rompió el cráneo. Es un tiro de gracia y con eso, ya no se puede pedir más testimonio”.

Archivo personal

Bonet fue testigo y a la vez querellante. Presentó amplia documentación de la Masacre, su archivo personal. La mayoría consta en la causa pero su valor como prueba fue relativo: muchas son fotocopias de originales perdidos o destruidos. Por ejemplo, a la semana de la balacera, Bonet inició juicio a la Armada Argentina por el asesinato de su esposo. En esa época, a esa acción se adhirieron otros familiares. Pero fue una causa civil que la justicia destruyó por el paso del tiempo, como es regla. Lo confirmaría el Archivo General del Poder Judicial de la Nación.

Ese expediente contenía una autopsia clave, del 26 de octubre del 72. Además de balazos en el pecho, brazo derecho y abdomen, los médicos hallaron un tiro de gracia que entró cerca de la oreja izquierda y salió por encima de la ceja. Tantos datos no se hubiesen perdido si hubiese iniciado una causa penal y no civil. “Pero lamentablemente ignoro por qué se tomó este camino y están todos los abogados muertos. Nadie puede responder”, se resignó.
Según la pericia –fue destruida- las primeras lesiones fueron con Bonet de pie. Pero el último balazo fue con arma de puño, de atrás hacia adelante y a muy corta distancia. Él estaba caído y su cabeza apoyada en el piso. El tiro de gracia. Los forenses lo describieron pero no lo nombraron así. Como “no llamaron las cosas por su nombre”, la viuda impugnó la pericia, hasta que los médicos le dieron la razón a regañadientes en una segunda autopsia. “Me di cuenta que más no podía hacer, ni yo ni los médicos ya que era muy arriesgado para todos. Comprendo esas situaciones porque las viví”.

Certificado clave

Otro dato clave: el certificado de defunción de su esposo –firmado por médicos de la Base- dice que falleció el 22 de agosto a las 12.55 por “muerte violenta” a causa de ese balazo en elcráneo. Pero el supuesto intento de fuga de los calabozos ocurrió a las 3.30. Había dos alternativas: el certificado de defunción es falso y a Bonet lo remataron de madrugada tras el tiroteo, o sobrevivió herido durante 9 horas y lo mató el tiro de gracia al mediodía. Ella cree lo segundo aunque ambas hipótesis derriban la versión militar.

“Quiero que algún día alguien me responda quién y por qué asesinó a mi esposo a las 12.55 –dijo Bonet-. Tras el fusilamiento, en ese momento lo mataron por segunda vez y definitivamente. En él se sintetiza la Masacre: la decisión de aniquilar a un grupo de jóvenes desarmados porque eran la semilla de la oposición”.
Hubo una orden militar para que los cuerpos sean enterrados de inmediato, en féretros herméticamente soldados y en sus provincias de origen. Pero en la morgue de Pergamino logró una excepción y entró sola, con lápiz y papel, a reconocer el cadáver de su esposo. Había un enorme despliegue militar porque se creía que el Ejército Revolucionario del Pueblo quería recuperar el cadáver.

“Todavía escucho el soplete que abre el cajón –se emocionó-. Era un hermoso muchacho y yo nunca había visto un cuerpo desnudo con balazos. Parecían lunares grandes en el brazo, el pecho y el abdomen. Su cabeza la habían arreglado como si fuese plastilina porque estaba destrozada”.
Sobre el final de su presentación, Bonet miró fijo a los jueces Enrique Guanziroli, Pedro De Diego y Nora Cabrera de Monella: “Sea cual sea su sentencia, ustedes van a escribir una página fundamental y sus nombres quedarán inscriptos en la historia. Si los condenan, ese día los familiares que quedamos vivos podremos enterrar en paz y dignidad a los 19 muertos de Trelew. Y si no, seguiré luchando como hace 40 años”.
La sala entera la aplaudió al bajar del estrado. #

Lucha. Alicia Bonet recorrió todos los caminos para tener justicia.
23 AGO 2022 - 16:06

Cuando le tocó declarar, Alicia Bonet le ofreció al tribunal que exhume el cuerpo de su marido, Rubén Pedro, que reposa en un nicho de Pergamino, provincia de Buenos Aires. Así los médicos verificarían que su esposo recibió un tiro de gracia en la nuca luego de sobrevivir 9 horas en la morgue militar. Se creía que restos como el cráneo seguían intactos con la huella de aquel balazo mortal. El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia dio por presentada la idea, que nunca se concretó.

Durante 4 horas y ante más de un centenar de personas en el Cine Teatro “José Hernández” de Rawson, Bonet repasó su vida de casada, la fuga de Rawson, los hechos de la Base, su pase a la clandestinidad y su búsqueda de justicia. La escucharon hasta alumnos del Colegio Padre Juan Muzio de Trelew. “Juro decir la verdad y nada más que la verdad en memoria de los 19 asesinados en Trelew”. De bufanda azul y vestida de negro, así se presentó Bonet.
Ese día se enteró por radio en Capital Federal de que su esposo estaba en la lista de heridos de un tiroteo tras un intento de fuga. No lo creyó. “Si no era debajo de las piedras en ese Trelew era imposible esconderse. En ese segundo supe que no era verdad porque ninguno de los presos era loco, irreflexivo, inmaduro o prepotente. Todos tenían sólida formación política”.

Al taxista que la llevó a Aeroparque le pidió más fuerte la radio para escuchar de nuevo la lista. Es mi esposo, le comentó. Hubo silencio hasta el fin del viaje. “No me pague, señora, lo mataron por luchar por nosotros”, se despidió el hombre.
Alicia debía explicar cada mala noticia a sus nenes Hernán y Mariana. Cuando su padre fue encarcelado en Rawson tras pasar por Villa Devoto, les dijo que “se había ido a un castillito”.

Tras la fuga y el traslado a la Base les contó que “se había mudado de casita”. Y con la novedad de los fusilamientos, antes de viajar a Trelew les dijo: “Papá y los tíos (los otros presos) se pelearon con la policía y les llevo curitas y mejoralitos”. ¿Cómo explicó el crimen? “No pudimos curar ni a papá ni a los tíos”. Sus hijos le preguntaron “por qué papi no se defendió”. Como no sabían escribir, dejaron dibujitos en el cajón.
Bonet escuchó de primera mano en la cárcel de Villa Devoto el relato de los sobrevivientes
María Berger, Alberto Camps y René Haidar. Y siguió en persona varios otros trámites. “Nunca bajé los brazos”. Hasta escribió cartas en inglés a presidentes norteamericanos, incluido Barack Obama, para decirles “quién era el Bravo al que protegían” al negar la extradición.

Sólo KIrchner

Pidió a todos los presidentes constitucionales que reabran la causa de la Masacre. “Sólo respondió Néstor Kirchner en 2005, cuando nos aseguró a mí y a la madre de Eduardo Capello”, uno de los asesinados, que haría todo a su alcance para que se haga el juicio.
En el 72 Rubén fue enterrado pero ahora comparte nicho con sus padres. “Siempre estuve dispuesta a hacer todo lo que fuera necesario para demostrar que lo que declaré es verdad y por si quedaba alguna duda me quedaba la última instancia: que tomen los huesos porque el agujero que tiene es imposible de borrar. Ya di lo máximo que pude”.

Alicia recordó que, por ejemplo, el Equipo de Antropología Forense identifica restos óseos de víctimas de la dictadura en peores condiciones que los de su exesposo. “Sólo hace falta mostrar que tiene una entrada de bala enorme que le rompió el cráneo. Es un tiro de gracia y con eso, ya no se puede pedir más testimonio”.

Archivo personal

Bonet fue testigo y a la vez querellante. Presentó amplia documentación de la Masacre, su archivo personal. La mayoría consta en la causa pero su valor como prueba fue relativo: muchas son fotocopias de originales perdidos o destruidos. Por ejemplo, a la semana de la balacera, Bonet inició juicio a la Armada Argentina por el asesinato de su esposo. En esa época, a esa acción se adhirieron otros familiares. Pero fue una causa civil que la justicia destruyó por el paso del tiempo, como es regla. Lo confirmaría el Archivo General del Poder Judicial de la Nación.

Ese expediente contenía una autopsia clave, del 26 de octubre del 72. Además de balazos en el pecho, brazo derecho y abdomen, los médicos hallaron un tiro de gracia que entró cerca de la oreja izquierda y salió por encima de la ceja. Tantos datos no se hubiesen perdido si hubiese iniciado una causa penal y no civil. “Pero lamentablemente ignoro por qué se tomó este camino y están todos los abogados muertos. Nadie puede responder”, se resignó.
Según la pericia –fue destruida- las primeras lesiones fueron con Bonet de pie. Pero el último balazo fue con arma de puño, de atrás hacia adelante y a muy corta distancia. Él estaba caído y su cabeza apoyada en el piso. El tiro de gracia. Los forenses lo describieron pero no lo nombraron así. Como “no llamaron las cosas por su nombre”, la viuda impugnó la pericia, hasta que los médicos le dieron la razón a regañadientes en una segunda autopsia. “Me di cuenta que más no podía hacer, ni yo ni los médicos ya que era muy arriesgado para todos. Comprendo esas situaciones porque las viví”.

Certificado clave

Otro dato clave: el certificado de defunción de su esposo –firmado por médicos de la Base- dice que falleció el 22 de agosto a las 12.55 por “muerte violenta” a causa de ese balazo en elcráneo. Pero el supuesto intento de fuga de los calabozos ocurrió a las 3.30. Había dos alternativas: el certificado de defunción es falso y a Bonet lo remataron de madrugada tras el tiroteo, o sobrevivió herido durante 9 horas y lo mató el tiro de gracia al mediodía. Ella cree lo segundo aunque ambas hipótesis derriban la versión militar.

“Quiero que algún día alguien me responda quién y por qué asesinó a mi esposo a las 12.55 –dijo Bonet-. Tras el fusilamiento, en ese momento lo mataron por segunda vez y definitivamente. En él se sintetiza la Masacre: la decisión de aniquilar a un grupo de jóvenes desarmados porque eran la semilla de la oposición”.
Hubo una orden militar para que los cuerpos sean enterrados de inmediato, en féretros herméticamente soldados y en sus provincias de origen. Pero en la morgue de Pergamino logró una excepción y entró sola, con lápiz y papel, a reconocer el cadáver de su esposo. Había un enorme despliegue militar porque se creía que el Ejército Revolucionario del Pueblo quería recuperar el cadáver.

“Todavía escucho el soplete que abre el cajón –se emocionó-. Era un hermoso muchacho y yo nunca había visto un cuerpo desnudo con balazos. Parecían lunares grandes en el brazo, el pecho y el abdomen. Su cabeza la habían arreglado como si fuese plastilina porque estaba destrozada”.
Sobre el final de su presentación, Bonet miró fijo a los jueces Enrique Guanziroli, Pedro De Diego y Nora Cabrera de Monella: “Sea cual sea su sentencia, ustedes van a escribir una página fundamental y sus nombres quedarán inscriptos en la historia. Si los condenan, ese día los familiares que quedamos vivos podremos enterrar en paz y dignidad a los 19 muertos de Trelew. Y si no, seguiré luchando como hace 40 años”.
La sala entera la aplaudió al bajar del estrado. #


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