Tres penas perpetuas y dos absoluciones en un mediodía de frío y llovizna en Rawson

El Tribunal Oral Federal definió a la Masacre como un crimen de lesa humanidad y condenó a prisión perpetua a Luis Sosa, Emilio del Real y Carlos Marandino. Liberó a Jorge Bautista y sorprendió a todos al absolver a Rubén Paccagnini. Además recomendó insistir con la extradición de Bravo.

Por fin. Las lágrimas de Ilda Bonardi, la viuda de Humberto Toschi, bañada por el cariño militante tras escuchar el fallo que condenó a tres de los marinos en Rawson.
23 AGO 2022 - 18:03 | Actualizado 23 AGO 2022 - 18:40

A las 13.25 del 15 de octubre de 20212, en un mediodía con algo de frío y llovizna, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condenó a prisión perpetua a Luis Sosa, Emilio Del Real y Carlos Marandino, al considerar que la madrugada del 22 de agosto de 1972 fusilaron a 16 presos políticos en la Base Almirante Zar de Trelew, e hirieron de gravedad a otros tres. Eran 19 guerrilleros que no habían podido fugarse de la Unidad 6 de Rawson, el 15 de agosto de ese año.

El Cine Teatro “José Hernández” de Rawson estaba repleto. Hubo murmullos, silbidos y hasta lágrimas cuando el presidente del TOF, Enrique Guanziroli, leyó las absoluciones de Jorge Bautista y Rubén Paccagnini. Todo trocó en suspiros de alivio, aplausos, mil insultos y gritos y más lágrimas cuando el falló calificó a la Masacre de Trelew como un crimen de lesa humanidad, ordenado por el presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse; un delito imprescriptible por ser parte de un plan generalizado de represión de la sociedad civil.

Aunque la orden fue encerrar al trío en un penal federal común, ese día sólo quedó preso Marandino ya que restaba el sinuoso sendero de las apelaciones.
Ese día la sorpresa fue la absolución de Paccagnini, el exjefe de la Base Zar. Los acusadores no entendían cómo es que no quedó involucrado en la cadena de mando: era el superior de los tres condenados. Para querellantes y fiscales, el hombre que recibió la orden de fusilamiento de parte de Lanusse.
Fue menor el impacto de la absolución de Bautista, el juez militar que investigó los fusilamientos y que estaba imputado de encubrimiento. Para el tribunal, si Bautista cometió errores no se probó que lo hizo para favorecer a los marinos.

Guanziroli, Juan Velásquez y Nora Cabrera de Monella coincidieron en las tres perpetuas y en la absolución de Bautista. Pero la magistrada opinó diferente de sus pares al considerar que Paccagnini era culpable, y que los marinos debían ser detenidos de inmediato.

A pedido de Gerardo Ibañez, defensor de Bautista, el tribunal sólo leyó la decisión y no las 270 páginas de fundamentos de la sentencia.
El fallo pidió insistir con el pedido de extradición de Roberto Guillermo Bravo, acusado de disparar aquella madrugada. En 2008 había fracasado el primer intento ante la justicia de Estados Unidos. Se creía que con la sentencia había más argumentos de peso para su entrega a la Argentina.
El tribunal ordenó exámenes médicos para los condenados y para el contraalmirante retirado Horacio Mayorga, que ese año evitó el banquillo de los acusados por su mala salud. Moriría en 2016, a los 91 años.

Los jueces no incluyeron la “aplicación de tormentos” en la pena, ya que fue una acusación de último momento, que no figuraba en los cargos originales.
Guanziroli explicó que los marinos no quedaron presos por su buena conducta en el proceso: no faltaron a las audiencias y aún excarcelados, no entorpecieron el proceso ni intentaron fugarse.

De la absolución de Bautista, dijo que según “una doctrina jurídica muy fuerte, no hay delito hasta que un juez no lo dice, y por ende no hay delincuente”. Según este criterio, Bautista mal pudo encubrir un crimen que por esos días no era tal.
A lo sumo su actuación fue “negligente, puede ser que no haya hecho todo lo que debía, pero de ahí a decir que tuvo la intención de encubrir algo, que además en ese momento no se sabía bien qué era, hay un largo trecho”.

En cuanto a la absolución de Paccagnini, “no necesariamente el plan represivo siguió la cadena de mandos que el imputado representa. Máxime cuando la custodia de estas personas era de la Infantería de Marina y había otros jefes navales importantes en la zona”. Según el juez federal ya jubilado, no se probó que el exjefe de la Base haya liderado el operativo fusilamiento. “En la toma del aeropuerto, Paccagnini dijo ´Vayan y tomen el aeropuerto´ pero la Infantería no lo hizo. Hay una autonomía de la voluntad muy grande respecto a los actores”. Casi como decir que no le hacían mucho caso.
En cuanto a la situación de Bravo, hace 10 años Guanziroli evaluaba que con las condenas “hay elementos de juicio más importantes y desde ya el pedido de extradición se tiene que concretar: Argentina debe pedirla”. Todavía no sospechaba lo largo del camino.

Sin gesto alguno, Sosa, Del Real y Marandino terminaron de escuchar la sentencia y se fueron caminando en silencio por una puerta lateral del recinto. Separados por vallas, soportaron otro par de minutos de insultos de la militancia. Se los llevaron en coches policiales. Ya no volverían a pisar Rawson.
Ni Trelew.#

Por fin. Las lágrimas de Ilda Bonardi, la viuda de Humberto Toschi, bañada por el cariño militante tras escuchar el fallo que condenó a tres de los marinos en Rawson.
23 AGO 2022 - 18:03

A las 13.25 del 15 de octubre de 20212, en un mediodía con algo de frío y llovizna, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condenó a prisión perpetua a Luis Sosa, Emilio Del Real y Carlos Marandino, al considerar que la madrugada del 22 de agosto de 1972 fusilaron a 16 presos políticos en la Base Almirante Zar de Trelew, e hirieron de gravedad a otros tres. Eran 19 guerrilleros que no habían podido fugarse de la Unidad 6 de Rawson, el 15 de agosto de ese año.

El Cine Teatro “José Hernández” de Rawson estaba repleto. Hubo murmullos, silbidos y hasta lágrimas cuando el presidente del TOF, Enrique Guanziroli, leyó las absoluciones de Jorge Bautista y Rubén Paccagnini. Todo trocó en suspiros de alivio, aplausos, mil insultos y gritos y más lágrimas cuando el falló calificó a la Masacre de Trelew como un crimen de lesa humanidad, ordenado por el presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse; un delito imprescriptible por ser parte de un plan generalizado de represión de la sociedad civil.

Aunque la orden fue encerrar al trío en un penal federal común, ese día sólo quedó preso Marandino ya que restaba el sinuoso sendero de las apelaciones.
Ese día la sorpresa fue la absolución de Paccagnini, el exjefe de la Base Zar. Los acusadores no entendían cómo es que no quedó involucrado en la cadena de mando: era el superior de los tres condenados. Para querellantes y fiscales, el hombre que recibió la orden de fusilamiento de parte de Lanusse.
Fue menor el impacto de la absolución de Bautista, el juez militar que investigó los fusilamientos y que estaba imputado de encubrimiento. Para el tribunal, si Bautista cometió errores no se probó que lo hizo para favorecer a los marinos.

Guanziroli, Juan Velásquez y Nora Cabrera de Monella coincidieron en las tres perpetuas y en la absolución de Bautista. Pero la magistrada opinó diferente de sus pares al considerar que Paccagnini era culpable, y que los marinos debían ser detenidos de inmediato.

A pedido de Gerardo Ibañez, defensor de Bautista, el tribunal sólo leyó la decisión y no las 270 páginas de fundamentos de la sentencia.
El fallo pidió insistir con el pedido de extradición de Roberto Guillermo Bravo, acusado de disparar aquella madrugada. En 2008 había fracasado el primer intento ante la justicia de Estados Unidos. Se creía que con la sentencia había más argumentos de peso para su entrega a la Argentina.
El tribunal ordenó exámenes médicos para los condenados y para el contraalmirante retirado Horacio Mayorga, que ese año evitó el banquillo de los acusados por su mala salud. Moriría en 2016, a los 91 años.

Los jueces no incluyeron la “aplicación de tormentos” en la pena, ya que fue una acusación de último momento, que no figuraba en los cargos originales.
Guanziroli explicó que los marinos no quedaron presos por su buena conducta en el proceso: no faltaron a las audiencias y aún excarcelados, no entorpecieron el proceso ni intentaron fugarse.

De la absolución de Bautista, dijo que según “una doctrina jurídica muy fuerte, no hay delito hasta que un juez no lo dice, y por ende no hay delincuente”. Según este criterio, Bautista mal pudo encubrir un crimen que por esos días no era tal.
A lo sumo su actuación fue “negligente, puede ser que no haya hecho todo lo que debía, pero de ahí a decir que tuvo la intención de encubrir algo, que además en ese momento no se sabía bien qué era, hay un largo trecho”.

En cuanto a la absolución de Paccagnini, “no necesariamente el plan represivo siguió la cadena de mandos que el imputado representa. Máxime cuando la custodia de estas personas era de la Infantería de Marina y había otros jefes navales importantes en la zona”. Según el juez federal ya jubilado, no se probó que el exjefe de la Base haya liderado el operativo fusilamiento. “En la toma del aeropuerto, Paccagnini dijo ´Vayan y tomen el aeropuerto´ pero la Infantería no lo hizo. Hay una autonomía de la voluntad muy grande respecto a los actores”. Casi como decir que no le hacían mucho caso.
En cuanto a la situación de Bravo, hace 10 años Guanziroli evaluaba que con las condenas “hay elementos de juicio más importantes y desde ya el pedido de extradición se tiene que concretar: Argentina debe pedirla”. Todavía no sospechaba lo largo del camino.

Sin gesto alguno, Sosa, Del Real y Marandino terminaron de escuchar la sentencia y se fueron caminando en silencio por una puerta lateral del recinto. Separados por vallas, soportaron otro par de minutos de insultos de la militancia. Se los llevaron en coches policiales. Ya no volverían a pisar Rawson.
Ni Trelew.#


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