El amor-odio entre brasileños y argentinos

La invasión Argentina en Porto Alegre hizo que los medios locales se preguntaran por enésima vez sobre la naturaleza de la relación sentimental con sus hermanos argentinos.

29 JUN 2014 - 22:39 | Actualizado

Por Walter García Moreno, especial para Jornada

El diario Correo del Pueblo, uno de los principales medios de la ciudad, en su editorial del día posterior al partido con Nigeria, hablaba de la pasión que une ambos países: el fútbol. Y hasta reconocía que los argentinos son más fanáticos que los mismos brasileños. Basta ver los cien mil hinchas que invadieron Porto Alegre para alentar a la selección, algo jamás visto en cualquier otra copa del mundo, en que las fronteras cercanas a los países anfitriones podrían haber proporcionado una invasión semejante de hinchas.

Sigue diciendo que si bien Argentina ya no es más aquel país cuya capital, Buenos Aires, también era la capital de Brasil en algunos libros de geografía del Primer Mundo, reconoce que Argentina cuenta en su historia con una colección de hechos que producen en nosotros aquel orgullo nacional que, a veces, los brasileños definen como “arrogancia o soberbia”.

Que si Pelé fue más grande que Maradona y que ellos tienen cinco copas contra apenas dos de Argentina es una comparación, afirma, más que superflua; Argentina gana por goleada en premios Nobel: ¡5 a 0!.

Sigue diciendo la editorial que el noventa por ciento de los brasileños se siente superior a los argentinos aunque la porción que piensa en este país siente un complejo de inferioridad ante la presencia cultural argentina en el mundo de la ciencia y de los derechos humanos.

Los brasileños podrán ser, dice, séxtuple campeón, pero va a ser muy difícil que sea pentacampeón en premios nobel, como Argentina que cuenta con dos premios de la Paz, dos de Medicina y uno de Química, lo que le garantiza a nuestro país una clasificación muy especial en la Copa de la Inteligencia de la Humanidad.

Para muchas generaciones de brasileños que soñaban con viajar al exterior, Buenos Aires era la primera opción. Admiraban de la ciudad sus cafés elegantes, sus cines y sus librerías (solamente la ciudad tenía más librerías en los años 50 que todo Brasil).

Indudablemente que nosotros también podríamos escribir mucho acerca de lo que sentimos por los brasileños y por su país y que nos pasa con su ciudad icónica: Río de Janeiro, pero vamos a concentrarnos en lo que está ocurriendo en esta Copa del Mundo y lo que fue el fenómeno de Porto Alegre, en los tres días que duró la invasión argentina.

Con la cantidad de argentinos que llegaron aquí se podrían haber llenado dos estadios Beira Río completos pero, no nos confundamos porque aunque se hubieran jugado dos partidos igual los asientos no hubieran alcanzado. Los brasileños y en especial los “Gaúchos” habitantes de estas tierras, también querían como nosotros ir a ver a Messi. Por primera vez pudimos ver que no eran mayoría en el estadio (seguramente muchos prefirieron hacerse la América revendiendo su entrada), pero igual había cerca de veinte mil hinchas vestidos mayoritariamente con las remeras rojas del Inter de Porto Alegre, dueño de casa en el Beira Río.

Los portoalegrinos vinieron en masa a ver al mejor jugador del mundo y no ocultaron su admiración. Un columnista de un medio local escribió que él vino a ver a Messi como hubiera ido a ver a Pelé, para poder decirle a sus nietos: “yo vi al mejor futbolista de la actualidad” y con eso se daba por satisfecho, si jugaba bien o mal ese partido iba a ser una anécdota. Pero encima, escribió, vio el mejor Messi de toda la copa. Todos hablan si Neymar es más decisivo que Messi, “no voy a compararlos -dice el periodista- los cracks se admiran, no se comparan”.

Es que mal que les pese a los brasileños y que durante el partido alienten a Nigeria y griten sus goles, los llenó de orgullo tener en esta ciudad al 10 de la selección.

“El genio pasó por aquí”, “De otro Planeta” “Messi 100%”, titularon los principales diarios de la ciudad que alberga al plantel argentino pero quería ver jugar al mejor jugador del mundo de los últimos años, aunque sea un partido en Porto Alegre y lo tuvo.

Se habló mucho de la rivalidad entre los argentinos y brasileños pero cien mil hinchas invadieron la ciudad y, salvo incidentes menores para el volumen de gente que llegó, y terminó siendo una fiesta del fútbol y un gran negocio para los locales (en la ciudad los hinchas gastaron algo así como unos 12 millones de dólares en tres días).

Es, al fin, como termina diciendo la columna del diario Correo del Pueblo, al definir el amor y odio entre argentinos y brasileños: “Los brasileños aman detestar a Argentina y los argentinos odian tener que amar tanto a Brasil”.

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29 JUN 2014 - 22:39

Por Walter García Moreno, especial para Jornada

El diario Correo del Pueblo, uno de los principales medios de la ciudad, en su editorial del día posterior al partido con Nigeria, hablaba de la pasión que une ambos países: el fútbol. Y hasta reconocía que los argentinos son más fanáticos que los mismos brasileños. Basta ver los cien mil hinchas que invadieron Porto Alegre para alentar a la selección, algo jamás visto en cualquier otra copa del mundo, en que las fronteras cercanas a los países anfitriones podrían haber proporcionado una invasión semejante de hinchas.

Sigue diciendo que si bien Argentina ya no es más aquel país cuya capital, Buenos Aires, también era la capital de Brasil en algunos libros de geografía del Primer Mundo, reconoce que Argentina cuenta en su historia con una colección de hechos que producen en nosotros aquel orgullo nacional que, a veces, los brasileños definen como “arrogancia o soberbia”.

Que si Pelé fue más grande que Maradona y que ellos tienen cinco copas contra apenas dos de Argentina es una comparación, afirma, más que superflua; Argentina gana por goleada en premios Nobel: ¡5 a 0!.

Sigue diciendo la editorial que el noventa por ciento de los brasileños se siente superior a los argentinos aunque la porción que piensa en este país siente un complejo de inferioridad ante la presencia cultural argentina en el mundo de la ciencia y de los derechos humanos.

Los brasileños podrán ser, dice, séxtuple campeón, pero va a ser muy difícil que sea pentacampeón en premios nobel, como Argentina que cuenta con dos premios de la Paz, dos de Medicina y uno de Química, lo que le garantiza a nuestro país una clasificación muy especial en la Copa de la Inteligencia de la Humanidad.

Para muchas generaciones de brasileños que soñaban con viajar al exterior, Buenos Aires era la primera opción. Admiraban de la ciudad sus cafés elegantes, sus cines y sus librerías (solamente la ciudad tenía más librerías en los años 50 que todo Brasil).

Indudablemente que nosotros también podríamos escribir mucho acerca de lo que sentimos por los brasileños y por su país y que nos pasa con su ciudad icónica: Río de Janeiro, pero vamos a concentrarnos en lo que está ocurriendo en esta Copa del Mundo y lo que fue el fenómeno de Porto Alegre, en los tres días que duró la invasión argentina.

Con la cantidad de argentinos que llegaron aquí se podrían haber llenado dos estadios Beira Río completos pero, no nos confundamos porque aunque se hubieran jugado dos partidos igual los asientos no hubieran alcanzado. Los brasileños y en especial los “Gaúchos” habitantes de estas tierras, también querían como nosotros ir a ver a Messi. Por primera vez pudimos ver que no eran mayoría en el estadio (seguramente muchos prefirieron hacerse la América revendiendo su entrada), pero igual había cerca de veinte mil hinchas vestidos mayoritariamente con las remeras rojas del Inter de Porto Alegre, dueño de casa en el Beira Río.

Los portoalegrinos vinieron en masa a ver al mejor jugador del mundo y no ocultaron su admiración. Un columnista de un medio local escribió que él vino a ver a Messi como hubiera ido a ver a Pelé, para poder decirle a sus nietos: “yo vi al mejor futbolista de la actualidad” y con eso se daba por satisfecho, si jugaba bien o mal ese partido iba a ser una anécdota. Pero encima, escribió, vio el mejor Messi de toda la copa. Todos hablan si Neymar es más decisivo que Messi, “no voy a compararlos -dice el periodista- los cracks se admiran, no se comparan”.

Es que mal que les pese a los brasileños y que durante el partido alienten a Nigeria y griten sus goles, los llenó de orgullo tener en esta ciudad al 10 de la selección.

“El genio pasó por aquí”, “De otro Planeta” “Messi 100%”, titularon los principales diarios de la ciudad que alberga al plantel argentino pero quería ver jugar al mejor jugador del mundo de los últimos años, aunque sea un partido en Porto Alegre y lo tuvo.

Se habló mucho de la rivalidad entre los argentinos y brasileños pero cien mil hinchas invadieron la ciudad y, salvo incidentes menores para el volumen de gente que llegó, y terminó siendo una fiesta del fútbol y un gran negocio para los locales (en la ciudad los hinchas gastaron algo así como unos 12 millones de dólares en tres días).

Es, al fin, como termina diciendo la columna del diario Correo del Pueblo, al definir el amor y odio entre argentinos y brasileños: “Los brasileños aman detestar a Argentina y los argentinos odian tener que amar tanto a Brasil”.