Un estudio realizado por la Universidad de Washington y el Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste, ambos estadounidenses, señala la posibilidad de que partículas minúsculas distribuidas a lo largo de amplias extensiones juegan un papel fundamental a la hora de generar “nubes más brillantes”.
La investigación, publicada el viernes en la revista ‘Science Advances’, destaca que el plancton, unos organismos minúsculos que viven en los océanos y que producen tanto gases como materia orgánica que luego terminan depositados en las gotas que forman las nubes, lo que a su vez lleva a que éstas reflejen una cantidad mayor de luz solar.
“Las nubes de los océanos del sur reflejan una cantidad significativamente mayor de luz solar durante el verano de lo que lo harían si no tuviesen esas grandes masas de plancton, -asegura el coautor del estudio Daniel McCoy-. Durante esta época, la concentración de gotas en las nubes es el doble de la que sería si los océanos estuvieran muertos”.
Por su parte, otro de los autores de la investigación, el científico y profesor Dennis Hartmann, ha concluido que la vida de los océanos “tiene un gran efecto sobre las nubes” algo que, según explica el profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Washington Robert Wood, hasta ahora “ha sido una hipótesis durante mucho tiempo pero no se había encontrado evidencia científica”.
En cambio los resultados de este estudio indican que, a lo largo de un año, el incremento de luz solar reflejada por las regiones con mayor densidad de plancton alcanza los cuatro vatios de energía por metro cuadrado de océano.
La cantidad de luz que reflejan las nubes, según han explicado los responsables de la investigación, depende de la cantidad de líquido que contiene la nube y del tamaño de las partículas que la forman, que suele ser de entre 0,1 y 1 milímetro.
Para averiguar el efecto de los microorganismos marinos sobre las nubes los científicos emplearon datos del satélite de la NASA que mostraban que, durante el verano, las nubes de la región de los océanos del sur del planeta estaban compuestas por partículas más pequeñas que durante el resto del año.
“Eso no tenía sentido teniendo en cuenta que esos océanos, por lo general tormentosos, se calman durante esta época y generan menos espuma de mar, por lo que el aire transporta menos sal”, explican los responsables de la investigación.
Por ello, el estudio acerca de cuál podría ser la causa de que las nubes se volvieran más reflectantes se dirigió hacia un modelo biológico oceánico “para ver si la cuestión biológica podía ser responsable”, señalan.
Así, hallaron que la vida marina puede afectar a las nubes de dos formas: o bien emitiendo gases como el sulfuro de dimetilo, que es responsable del olor sulfuroso del mar y produce partículas que van a parar a las gotas de las nubes, o bien mediante la materia orgánica que recoge la superficie marina y que crea una espuma que puede filtrarse en el aire, en forma de pequeñas partículas de plantas muertas y material animal.
Al cruzar los datos sobre la concentración de partículas en las nubes con la presencia de partículas de sulfatos, producidos principalmente por fitoplancton, y con la presencia de materia orgánica en la espuma marina, hallaron una correlación.
Los responsables del estudio han destacado que por ahora los estudios y observaciones en el entorno de los océanos del sur del planeta son “muy pobres”, pese a que consideran que se trata de una región “muy importante” desde el punto de vista científico. “Permite hacerse una idea de cómo se debía comportar una región preindustrial virgen”, según Wood.
“Nadie sabe qué aspecto tenían los cielos antes de que se empezara a quemar petróleo. Hoy casi la mitad de las gotas que forman las nubes en el hemisferio norte se generan alrededor de partículas de contaminación -aseguran los responsables de la investigación- La presencia de nubes en a atmósfera ayuda a regular el clima”.#
Fuente: Europa Press
Un estudio realizado por la Universidad de Washington y el Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste, ambos estadounidenses, señala la posibilidad de que partículas minúsculas distribuidas a lo largo de amplias extensiones juegan un papel fundamental a la hora de generar “nubes más brillantes”.
La investigación, publicada el viernes en la revista ‘Science Advances’, destaca que el plancton, unos organismos minúsculos que viven en los océanos y que producen tanto gases como materia orgánica que luego terminan depositados en las gotas que forman las nubes, lo que a su vez lleva a que éstas reflejen una cantidad mayor de luz solar.
“Las nubes de los océanos del sur reflejan una cantidad significativamente mayor de luz solar durante el verano de lo que lo harían si no tuviesen esas grandes masas de plancton, -asegura el coautor del estudio Daniel McCoy-. Durante esta época, la concentración de gotas en las nubes es el doble de la que sería si los océanos estuvieran muertos”.
Por su parte, otro de los autores de la investigación, el científico y profesor Dennis Hartmann, ha concluido que la vida de los océanos “tiene un gran efecto sobre las nubes” algo que, según explica el profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Washington Robert Wood, hasta ahora “ha sido una hipótesis durante mucho tiempo pero no se había encontrado evidencia científica”.
En cambio los resultados de este estudio indican que, a lo largo de un año, el incremento de luz solar reflejada por las regiones con mayor densidad de plancton alcanza los cuatro vatios de energía por metro cuadrado de océano.
La cantidad de luz que reflejan las nubes, según han explicado los responsables de la investigación, depende de la cantidad de líquido que contiene la nube y del tamaño de las partículas que la forman, que suele ser de entre 0,1 y 1 milímetro.
Para averiguar el efecto de los microorganismos marinos sobre las nubes los científicos emplearon datos del satélite de la NASA que mostraban que, durante el verano, las nubes de la región de los océanos del sur del planeta estaban compuestas por partículas más pequeñas que durante el resto del año.
“Eso no tenía sentido teniendo en cuenta que esos océanos, por lo general tormentosos, se calman durante esta época y generan menos espuma de mar, por lo que el aire transporta menos sal”, explican los responsables de la investigación.
Por ello, el estudio acerca de cuál podría ser la causa de que las nubes se volvieran más reflectantes se dirigió hacia un modelo biológico oceánico “para ver si la cuestión biológica podía ser responsable”, señalan.
Así, hallaron que la vida marina puede afectar a las nubes de dos formas: o bien emitiendo gases como el sulfuro de dimetilo, que es responsable del olor sulfuroso del mar y produce partículas que van a parar a las gotas de las nubes, o bien mediante la materia orgánica que recoge la superficie marina y que crea una espuma que puede filtrarse en el aire, en forma de pequeñas partículas de plantas muertas y material animal.
Al cruzar los datos sobre la concentración de partículas en las nubes con la presencia de partículas de sulfatos, producidos principalmente por fitoplancton, y con la presencia de materia orgánica en la espuma marina, hallaron una correlación.
Los responsables del estudio han destacado que por ahora los estudios y observaciones en el entorno de los océanos del sur del planeta son “muy pobres”, pese a que consideran que se trata de una región “muy importante” desde el punto de vista científico. “Permite hacerse una idea de cómo se debía comportar una región preindustrial virgen”, según Wood.
“Nadie sabe qué aspecto tenían los cielos antes de que se empezara a quemar petróleo. Hoy casi la mitad de las gotas que forman las nubes en el hemisferio norte se generan alrededor de partículas de contaminación -aseguran los responsables de la investigación- La presencia de nubes en a atmósfera ayuda a regular el clima”.#
Fuente: Europa Press