Ezequiel Jesús Lopez y Camila Alegre, del partido bonaerense de San Fernando, y Jonathan Saavedra y Clarisa Aragón, ambos de la provincia de Córdoba, estuvieron desde la medianoche del sábado en la milonga casi centenaria y brindaron sendas exhibiciones con las que obtuvieron un gran recibimiento por parte de la gran cantidad de bailarines que fueron especialmente a verlos a ese lugar y de los milongueros de siempre, la mayoría vecinos del barrio donde se baila el estilo Villa Urquiza, de movimientos refinados, solo caminar y casi ninguna figura.
Los jóvenes -ninguno mayor de 30 años- esperaron su momento para salir a la pista en una mesa al lado de donde bailaban los habitués del lugar, quienes recibieron a los campeones con gran afecto y admiración, aún antes de que mostraran allí todo lo que pueden llegar a dar.
Jorge Rodríguez, el organizador de Sunderland, los recibió agradecido y fue el encargado de presentarlos para que primero bailasen cada una de las parejas y luego, como gran final, los cuatro, con las dos parejas, una en cada punta del salón (la histórica cancha de básquetbol rodeada de mesas y sillas que se arma cada tarde de sábado).
Rodríguez reiteró a Télam los problemas organizativos que le provoca la situación legal de la milonga que pese a que se inauguró en 1921 ahora tiene que renovar el permiso para realizar “bailes a beneficio” todas las semanas, autorización que le brinda la Comuna 12 de la Ciudad, para poder hacer el mismo baile que se hizo siempre en ese lugar.
El milonguero destacó las gestiones que realiza la Comisión Directiva del club todos los viernes para poder mantener en funcionamiento la milonga, que solo se vio interrumpida con la clausura que le impusieron en junio y se levantó de manera parcial en agosto, cuando comenzaba el Campeonato Mundial de Tango que organiza el Gobierno de la Ciudad.
La clausura de Sunderland se produjo después de que la otra milonga histórica de ese barrio, Sin Rumbo (de 1916), fuese cerrada a las dos de la mañana por otra inspección, aunque que fue levantada en menos de siete días.
Después, el gobierno porteño cerró el Club Atlético Fernandez Fierro, de Almagro, que volvió a ser rehabilitado de manera parcial, con un permiso provisorio, en tanto que El Arranque, un moderno local de Bartolomé Mitre al 1700 sigue cerrado pese a que las condiciones de seguridad del local son inobjetables por tratarse de un salón muy moderno y diseñado para ese fin.
Pero a pesar de los inconvenientes que produce la clausura parcial, como no permitir que asistan al lugar más de 200 personas -lo que compromete económicamente a la milonga-, Sunderland volvió a brillar como en sus mejores épocas, aunque sus graderías antes ocupadas por los fanáticos del tango de todo el mundo quedaron vacías por las limitaciones que impone el gobierno de la Ciudad.
Y allí, los campeones del mundo de Tango Escenario brillaron con sus trajes negros, verdes y blancos y los chicos de San Fernando justificaron el premio que recibieron. Después, los cordobeses volvieron a dejar en claro que el tango de salón no es solo de Buenos Aires y recorrieron los mosaicos bien al piso, como si volaran.
Ezequiel Jesús Lopez y Camila Alegre, del partido bonaerense de San Fernando, y Jonathan Saavedra y Clarisa Aragón, ambos de la provincia de Córdoba, estuvieron desde la medianoche del sábado en la milonga casi centenaria y brindaron sendas exhibiciones con las que obtuvieron un gran recibimiento por parte de la gran cantidad de bailarines que fueron especialmente a verlos a ese lugar y de los milongueros de siempre, la mayoría vecinos del barrio donde se baila el estilo Villa Urquiza, de movimientos refinados, solo caminar y casi ninguna figura.
Los jóvenes -ninguno mayor de 30 años- esperaron su momento para salir a la pista en una mesa al lado de donde bailaban los habitués del lugar, quienes recibieron a los campeones con gran afecto y admiración, aún antes de que mostraran allí todo lo que pueden llegar a dar.
Jorge Rodríguez, el organizador de Sunderland, los recibió agradecido y fue el encargado de presentarlos para que primero bailasen cada una de las parejas y luego, como gran final, los cuatro, con las dos parejas, una en cada punta del salón (la histórica cancha de básquetbol rodeada de mesas y sillas que se arma cada tarde de sábado).
Rodríguez reiteró a Télam los problemas organizativos que le provoca la situación legal de la milonga que pese a que se inauguró en 1921 ahora tiene que renovar el permiso para realizar “bailes a beneficio” todas las semanas, autorización que le brinda la Comuna 12 de la Ciudad, para poder hacer el mismo baile que se hizo siempre en ese lugar.
El milonguero destacó las gestiones que realiza la Comisión Directiva del club todos los viernes para poder mantener en funcionamiento la milonga, que solo se vio interrumpida con la clausura que le impusieron en junio y se levantó de manera parcial en agosto, cuando comenzaba el Campeonato Mundial de Tango que organiza el Gobierno de la Ciudad.
La clausura de Sunderland se produjo después de que la otra milonga histórica de ese barrio, Sin Rumbo (de 1916), fuese cerrada a las dos de la mañana por otra inspección, aunque que fue levantada en menos de siete días.
Después, el gobierno porteño cerró el Club Atlético Fernandez Fierro, de Almagro, que volvió a ser rehabilitado de manera parcial, con un permiso provisorio, en tanto que El Arranque, un moderno local de Bartolomé Mitre al 1700 sigue cerrado pese a que las condiciones de seguridad del local son inobjetables por tratarse de un salón muy moderno y diseñado para ese fin.
Pero a pesar de los inconvenientes que produce la clausura parcial, como no permitir que asistan al lugar más de 200 personas -lo que compromete económicamente a la milonga-, Sunderland volvió a brillar como en sus mejores épocas, aunque sus graderías antes ocupadas por los fanáticos del tango de todo el mundo quedaron vacías por las limitaciones que impone el gobierno de la Ciudad.
Y allí, los campeones del mundo de Tango Escenario brillaron con sus trajes negros, verdes y blancos y los chicos de San Fernando justificaron el premio que recibieron. Después, los cordobeses volvieron a dejar en claro que el tango de salón no es solo de Buenos Aires y recorrieron los mosaicos bien al piso, como si volaran.