La "idea" fue interpretada de otra manera sin un nueve de área

Tevez ejecutó en la cancha lo que había anunciado un par de días antes, que se sentía cómodo arrancando más lejos del área, pero esa no fue la función en la que pretendía Martino que jugara, porque así Argentina se convirtió en un equipo anárquico.

13 OCT 2015 - 23:33 | Actualizado

A partir de esta textura el equipo argentino nunca pudo afirmarse en el 4-2-1-3 propuesto por el "Tata", que contó con un inédito doble enganche integrado por el "Apache" y el dueño natural de esa posición que es Javier Pastore.

El "Flaco" del París Saint Germain terminó curiosamente jugando por delante de Tevez, tan así era lo que retrocedía el hombre de Boca Juniors para hacerse de la pelota, superponiendo funciones respecto de lo antedicho y dejando un espacio vacío en el centro del ataque argentino que nadie ocupó en toda la noche.

Es que Angel Di María y Ezequiel Lavezzi jugaron como extremos, por derecha e izquierda respectivamente, pero se quedaron en el barullo de una entrega que no redundó en beneficio de la ofensiva del equipo, ya que ambos se convirtieron en receptores en vez de ser quienes nutrieran al delantero que hoy faltó absolutamente en Asunción.

Los únicos chispazos criteriosos del equipo albiceleste en ofensiva se dieron las pocas veces que se encontraron Pastore y Di María, corroborando lo dicho por el ex Huracán a Télam durante la pasada Copa América de Chile, respecto de que se sentía "más cómodo" jugando con "Fideo" como ladero que con el propio Lionel Messi, el gran ausente, como nunca antes, de estas dos jornadas de eliminatorias.

Entonces, a partir de la lesión de Agüero, que en el plantel haya faltado un nueve de área puro como Gonzalo Higuain es un detalle quizás justificado para el interior del grupo, pero no para lo que estrictamente en lo futbolístico necesitaba Argentina.

Sin estos elementos ofensivos el arco de Antony Silva le quedó siempre muy lejos al subcampeón del Mundo y América, que después estuvo atinado con el nuevo doble cinco que compusieron Javier Mascherano y Matías Kranevitter y también con la práctica defensiva, bien compensada esta vez con otro dueto sin rodaje como el integrado por Nicolás Otamendi y Ramiro Funes Mori.

Pero también fue satisfactoria la prestación de los dos laterales vinculados a San Lorenzo, antes Pablo Zabaleta y ahora Emmanuel Mas, que se reivindicó de una floja performance en el debut con Ecuador. Y detrás de ellos siempre estuvo la solidez del arquero Sergio Romero.

Todo esto hizo que hoy Argentina mutara del mencionado 4-2-1-3 a un extraño 4-2-2-2, más parecido a aquel Barcelona que justamente dirigía Martino y que pregonaba que el "nueve era el espacio", porque este siempre lo ocupaba en la puntada final un volante o un extremo, algo que no pasa en este equipo del "Tata" que no convirtió tantos en los últimos tres juegos oficiales (la final de la Copa América con Chile, Ecuador y ahora Paraguay).

La desesperación es mala consejera, porque se pierde el concepto, el orden, y se nubla la creatividad. Y esto es lo que le pasó el jueves y le volvió a ocurrir hoy a Argentina, ante rivales presuntamente inferiores a los que hizo crecer porque la idea está clara pero no tuvo a los ejecutantes afilados y, sobre todo, porque le faltó el principal desarrollador, ese que anda renqueando su zurda por la lejana España.

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13 OCT 2015 - 23:33

A partir de esta textura el equipo argentino nunca pudo afirmarse en el 4-2-1-3 propuesto por el "Tata", que contó con un inédito doble enganche integrado por el "Apache" y el dueño natural de esa posición que es Javier Pastore.

El "Flaco" del París Saint Germain terminó curiosamente jugando por delante de Tevez, tan así era lo que retrocedía el hombre de Boca Juniors para hacerse de la pelota, superponiendo funciones respecto de lo antedicho y dejando un espacio vacío en el centro del ataque argentino que nadie ocupó en toda la noche.

Es que Angel Di María y Ezequiel Lavezzi jugaron como extremos, por derecha e izquierda respectivamente, pero se quedaron en el barullo de una entrega que no redundó en beneficio de la ofensiva del equipo, ya que ambos se convirtieron en receptores en vez de ser quienes nutrieran al delantero que hoy faltó absolutamente en Asunción.

Los únicos chispazos criteriosos del equipo albiceleste en ofensiva se dieron las pocas veces que se encontraron Pastore y Di María, corroborando lo dicho por el ex Huracán a Télam durante la pasada Copa América de Chile, respecto de que se sentía "más cómodo" jugando con "Fideo" como ladero que con el propio Lionel Messi, el gran ausente, como nunca antes, de estas dos jornadas de eliminatorias.

Entonces, a partir de la lesión de Agüero, que en el plantel haya faltado un nueve de área puro como Gonzalo Higuain es un detalle quizás justificado para el interior del grupo, pero no para lo que estrictamente en lo futbolístico necesitaba Argentina.

Sin estos elementos ofensivos el arco de Antony Silva le quedó siempre muy lejos al subcampeón del Mundo y América, que después estuvo atinado con el nuevo doble cinco que compusieron Javier Mascherano y Matías Kranevitter y también con la práctica defensiva, bien compensada esta vez con otro dueto sin rodaje como el integrado por Nicolás Otamendi y Ramiro Funes Mori.

Pero también fue satisfactoria la prestación de los dos laterales vinculados a San Lorenzo, antes Pablo Zabaleta y ahora Emmanuel Mas, que se reivindicó de una floja performance en el debut con Ecuador. Y detrás de ellos siempre estuvo la solidez del arquero Sergio Romero.

Todo esto hizo que hoy Argentina mutara del mencionado 4-2-1-3 a un extraño 4-2-2-2, más parecido a aquel Barcelona que justamente dirigía Martino y que pregonaba que el "nueve era el espacio", porque este siempre lo ocupaba en la puntada final un volante o un extremo, algo que no pasa en este equipo del "Tata" que no convirtió tantos en los últimos tres juegos oficiales (la final de la Copa América con Chile, Ecuador y ahora Paraguay).

La desesperación es mala consejera, porque se pierde el concepto, el orden, y se nubla la creatividad. Y esto es lo que le pasó el jueves y le volvió a ocurrir hoy a Argentina, ante rivales presuntamente inferiores a los que hizo crecer porque la idea está clara pero no tuvo a los ejecutantes afilados y, sobre todo, porque le faltó el principal desarrollador, ese que anda renqueando su zurda por la lejana España.


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