Los primeros veinte días tras la eclosión de los huevos son los más críticos para las crías de Pingüino de Magallanes, a tal punto que se estima que del total de pichones que no supera la primera temporada, la mitad muere en ese periodo y el factor común es la falta de alimentos.
Según los estudios que se han realizado a lo largo de cuatro décadas en la reserva de Punta Tombo el alimento de las parejas reproductivas está cada vez más lejos, al punto que la ruta que deben hacer los adultos ha aumentado a razón de 80 kilómetros cada diez años.
Hace menos de una semana se registraban parejas de pingüinos que todavía estaban poniendo huevos en Punta Tombo. El dato no es bueno, pero tampoco catastrófico. Los especialistas afirman que se está en una temporada de buena para abajo, pero que recién cuando avancen los meses, se den los primeros nacimientos y se pueda evaluar el éxito reproductivo de las parejas.
Pablo García Borboroglu, investigador CONICET y presidente de la Global Penguin Society, explica que cada temporada es diferente, “hasta que no empiezan a llegar no sabemos cómo vienen, los pingüinos como otras aves marinas comen durante el invierno y de alguna manera la alimentación define cuando llegan a las colonias. Si es un año bueno llegan antes y si el invierno es malo llegan tarde y puede haber un mal año reproductivo”.
En diálogo con Jornada, García Borboroglu dice que en Punta Tombo la temporada en curso “marca un año promedio para abajo, algunos empezaron un poco tarde, hay algunos pingüinos que pusieron huevos hasta el martes pasado” y agrega que según los datos que se han recopilado de manera histórica “cuando más tarde ponen los huevos peor les va” ya que según viene ocurriendo históricamente, “está bastante sincronizado y se han ido plasmando los ciclos reproductivos con la abundancia de comida en el océano”.
En ese sentido el investigador indicó que a los pichones de huevos que eclosionan de manera tardía “generalmente no les va bien, hacia fines de enero y principios de febrero los adultos van a buscar alimento, los padres están agotados y sin reserva, y al ser un pichón chico, está más flaco y tiene menos chances de sobrevivir que uno más gordo y en mejor estado”.
Según los cálculos y estimaciones realizadas a lo largo de los años de investigación en el lugar, alrededor del 40% de los pichones muere por falta de comida, “los adultos tienen que ir lejos porque hay poca comida y no son alimentados a tiempo”. Este proceso se incrementa en los primeros veinte días del pichón, pues en esa etapa debe ser alimentado a diario, y “si bien ahora hay un ambiente de calma porque están incubando, cuando nacen los pichones los pingüinos salen todos los días o cada dos días para alimentarse, y si está lejos de la comida cuando llega por ahí ya es tarde”.
La comida está cada vez más lejos. Los datos de los investigadores que hace cuatro décadas se dedican a Punto Tombo indican que cada diez años la comida se aleja en promedio 80 km.
Punta Tombo tiene alrededor de 200 mil parejas reproductivas y un número importante de hembras y machos que aún no han llegado a su etapa reproductiva. Los datos se corroboran a través de censos que los investigadores realizan todos los años para saber de manera estimativa de todas las colonias en la Patagonia.
Una nueva amenaza
Los pingüinos han enfrentado diferentes amenazas a lo largo de su historia, más allá de las que son propias de la naturaleza animal. Hace años las manchas de petróleo eran un problema grave, “pero Chubut hoy es ejemplo de conservación a nivel mundial. Antes morían 40 mil por año en Chubut en los `80, pero eso cayó a menos de 50 animales por el cambio en la ruta de los petroleros y también de medidas de seguridad, con la implementación del doble casco y las alarmas por derrame”.
La sobrepesca y de manera consecuente la falta de alimento es otra causa de preocupación en materia de conservación para los pingüinos a nivel global. Sin embargo hay un nuevo fenómeno que preocupa, especialmente en Punta Tombo y son las severas tormentas que suelen caer durante la temporada, especialmente “en diciembre, cuando hay más lluvia, hay tormentas más severas, grandes precipitaciones a lo que siguen días de frío, y los pichones mueren de hipotermia”, dice García Borboroglu, tomando como base un estudio de la Dra. Dee Boersma, quien estudia esa colonia desde hace muchos años.
Los primeros veinte días tras la eclosión de los huevos son los más críticos para las crías de Pingüino de Magallanes, a tal punto que se estima que del total de pichones que no supera la primera temporada, la mitad muere en ese periodo y el factor común es la falta de alimentos.
Según los estudios que se han realizado a lo largo de cuatro décadas en la reserva de Punta Tombo el alimento de las parejas reproductivas está cada vez más lejos, al punto que la ruta que deben hacer los adultos ha aumentado a razón de 80 kilómetros cada diez años.
Hace menos de una semana se registraban parejas de pingüinos que todavía estaban poniendo huevos en Punta Tombo. El dato no es bueno, pero tampoco catastrófico. Los especialistas afirman que se está en una temporada de buena para abajo, pero que recién cuando avancen los meses, se den los primeros nacimientos y se pueda evaluar el éxito reproductivo de las parejas.
Pablo García Borboroglu, investigador CONICET y presidente de la Global Penguin Society, explica que cada temporada es diferente, “hasta que no empiezan a llegar no sabemos cómo vienen, los pingüinos como otras aves marinas comen durante el invierno y de alguna manera la alimentación define cuando llegan a las colonias. Si es un año bueno llegan antes y si el invierno es malo llegan tarde y puede haber un mal año reproductivo”.
En diálogo con Jornada, García Borboroglu dice que en Punta Tombo la temporada en curso “marca un año promedio para abajo, algunos empezaron un poco tarde, hay algunos pingüinos que pusieron huevos hasta el martes pasado” y agrega que según los datos que se han recopilado de manera histórica “cuando más tarde ponen los huevos peor les va” ya que según viene ocurriendo históricamente, “está bastante sincronizado y se han ido plasmando los ciclos reproductivos con la abundancia de comida en el océano”.
En ese sentido el investigador indicó que a los pichones de huevos que eclosionan de manera tardía “generalmente no les va bien, hacia fines de enero y principios de febrero los adultos van a buscar alimento, los padres están agotados y sin reserva, y al ser un pichón chico, está más flaco y tiene menos chances de sobrevivir que uno más gordo y en mejor estado”.
Según los cálculos y estimaciones realizadas a lo largo de los años de investigación en el lugar, alrededor del 40% de los pichones muere por falta de comida, “los adultos tienen que ir lejos porque hay poca comida y no son alimentados a tiempo”. Este proceso se incrementa en los primeros veinte días del pichón, pues en esa etapa debe ser alimentado a diario, y “si bien ahora hay un ambiente de calma porque están incubando, cuando nacen los pichones los pingüinos salen todos los días o cada dos días para alimentarse, y si está lejos de la comida cuando llega por ahí ya es tarde”.
La comida está cada vez más lejos. Los datos de los investigadores que hace cuatro décadas se dedican a Punto Tombo indican que cada diez años la comida se aleja en promedio 80 km.
Punta Tombo tiene alrededor de 200 mil parejas reproductivas y un número importante de hembras y machos que aún no han llegado a su etapa reproductiva. Los datos se corroboran a través de censos que los investigadores realizan todos los años para saber de manera estimativa de todas las colonias en la Patagonia.
Una nueva amenaza
Los pingüinos han enfrentado diferentes amenazas a lo largo de su historia, más allá de las que son propias de la naturaleza animal. Hace años las manchas de petróleo eran un problema grave, “pero Chubut hoy es ejemplo de conservación a nivel mundial. Antes morían 40 mil por año en Chubut en los `80, pero eso cayó a menos de 50 animales por el cambio en la ruta de los petroleros y también de medidas de seguridad, con la implementación del doble casco y las alarmas por derrame”.
La sobrepesca y de manera consecuente la falta de alimento es otra causa de preocupación en materia de conservación para los pingüinos a nivel global. Sin embargo hay un nuevo fenómeno que preocupa, especialmente en Punta Tombo y son las severas tormentas que suelen caer durante la temporada, especialmente “en diciembre, cuando hay más lluvia, hay tormentas más severas, grandes precipitaciones a lo que siguen días de frío, y los pichones mueren de hipotermia”, dice García Borboroglu, tomando como base un estudio de la Dra. Dee Boersma, quien estudia esa colonia desde hace muchos años.