¿Quién es Reince Priebus, el próximo jefe de Gabinete de Donald Trump?

Los lazos que cultivó durante sus doce años en Washington el abogado Reince Priebus, el hombre designado por el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, como jefe de su futuro gabinete, pueden llegar a ser cruciales para el recién electo magnate, que carece de pasado político propio.

14 NOV 2016 - 14:48 | Actualizado

Priebus, en cambio, es un político oriundo de Wisconsin, de 44 años y presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), que cultivó ya desde antes de esa larga década en el Distrito Federal una sólida amistad con el jefe de la Cámara de Representantes (diputados), Paul Ryan, y puede alinear al Congreso con Trump.

Si bien Trump gobernará con un Congreso hegemonizado por el partido republicano, despierta desconfianza en los integrantes de ese partido más vinculados con el establishment económico y político, cuyas políticas fueron objeto del permanente ataque del millonario para así ganar las primarias republicanas.

Wisconsin fue una de las sorpresas en la elección. Históricamente un bastión demócrata en las presidenciales, en esta oportunidad se volcó a favor de la fórmula republicana.

El estado integra lo que se conoce hoy como el "cinturón de la herrumbre", el antiguo núcleo industrial estadounidense del Medio Oeste que fue arrasado por el desplazamiento de las inversiones al exterior bajo la era de la globalización.

El descontento de sus habitantes con la desindustrialización y sus consecuencias empezó a favorecer al partido republicano a nivel local ya en 2010, cuando justamente Priebus dirigió una campaña electoral que lo llevó a la gobernación, tras haber sido tesorero del Estado desde 2004 y presidir a los republicanos locales desde 2007.

Desde ese momento, Priebus, Ryan y Scott Walker pasaron a encabezar un grupo de republicanos que ganó importancia nacional.

En 2011, Priebus llegó a presidir el RNC, desde donde lideró el equipo que hizo el balance de la derrota republicana de 2012 y planteó perspectivas para ganar el voto hispánico y el voto femenino. Al mismo tiempo, ponía en orden las finanzas del RNC y modernizaba el partido.

Durante las primarias republicanas, que fueron durísimas, Priebus se destacó por predicar la unidad del partido al margen de quién fuera electo candidato, y apenas Trump venció en las primarias estableció una firme relación con él, mientras trabajaba para reaproximarlo con aquellos que se rebelaban contra el millonario.

Se ganó finalmente la confianza de Trump cuando, pese a las presiones de los funcionarios partidarios que lo instaban a abandonar a su suerte al empresario, puso a su disposición los recursos del CNR y además lo sostuvo en todo momento, incluso cuando un escándalo por ataques sexuales puso en riesgo sus posibilidades.

Ayer, Priebus emitió una declaración en la que aseguró que, con Trump, la Presidencia de Estados Unidos "trabajará para crear una economía que sirva a todos, asegure nuestras fronteras, rechace y suplante por otra cosa el Obamacare, y destruya el terrorismo islámico radicalizado".

Leal en la campaña, leal como subordinado administrativo, Priebus puede convertirse en el gran ordenador del erizado mundo de los políticos profesionales de la capital estadounidense, que aún no terminan de admitir a Trump como uno de los suyos.

14 NOV 2016 - 14:48

Priebus, en cambio, es un político oriundo de Wisconsin, de 44 años y presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), que cultivó ya desde antes de esa larga década en el Distrito Federal una sólida amistad con el jefe de la Cámara de Representantes (diputados), Paul Ryan, y puede alinear al Congreso con Trump.

Si bien Trump gobernará con un Congreso hegemonizado por el partido republicano, despierta desconfianza en los integrantes de ese partido más vinculados con el establishment económico y político, cuyas políticas fueron objeto del permanente ataque del millonario para así ganar las primarias republicanas.

Wisconsin fue una de las sorpresas en la elección. Históricamente un bastión demócrata en las presidenciales, en esta oportunidad se volcó a favor de la fórmula republicana.

El estado integra lo que se conoce hoy como el "cinturón de la herrumbre", el antiguo núcleo industrial estadounidense del Medio Oeste que fue arrasado por el desplazamiento de las inversiones al exterior bajo la era de la globalización.

El descontento de sus habitantes con la desindustrialización y sus consecuencias empezó a favorecer al partido republicano a nivel local ya en 2010, cuando justamente Priebus dirigió una campaña electoral que lo llevó a la gobernación, tras haber sido tesorero del Estado desde 2004 y presidir a los republicanos locales desde 2007.

Desde ese momento, Priebus, Ryan y Scott Walker pasaron a encabezar un grupo de republicanos que ganó importancia nacional.

En 2011, Priebus llegó a presidir el RNC, desde donde lideró el equipo que hizo el balance de la derrota republicana de 2012 y planteó perspectivas para ganar el voto hispánico y el voto femenino. Al mismo tiempo, ponía en orden las finanzas del RNC y modernizaba el partido.

Durante las primarias republicanas, que fueron durísimas, Priebus se destacó por predicar la unidad del partido al margen de quién fuera electo candidato, y apenas Trump venció en las primarias estableció una firme relación con él, mientras trabajaba para reaproximarlo con aquellos que se rebelaban contra el millonario.

Se ganó finalmente la confianza de Trump cuando, pese a las presiones de los funcionarios partidarios que lo instaban a abandonar a su suerte al empresario, puso a su disposición los recursos del CNR y además lo sostuvo en todo momento, incluso cuando un escándalo por ataques sexuales puso en riesgo sus posibilidades.

Ayer, Priebus emitió una declaración en la que aseguró que, con Trump, la Presidencia de Estados Unidos "trabajará para crear una economía que sirva a todos, asegure nuestras fronteras, rechace y suplante por otra cosa el Obamacare, y destruya el terrorismo islámico radicalizado".

Leal en la campaña, leal como subordinado administrativo, Priebus puede convertirse en el gran ordenador del erizado mundo de los políticos profesionales de la capital estadounidense, que aún no terminan de admitir a Trump como uno de los suyos.


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