Tiene cáncer y asegura: “Respiré alúmina durante doce años trabajando en turismo”

Tiene 43 años y desde el año pasado está bajo tratamiento oncológico por una leucemia linfática crónica. Mamá de Pedro, profesora de Inglés y Guía de Turismo, hacía de intérprete en el arribo de los cruceros a Puerto Madryn. Valiente, habló a solas con Jornada de su experiencia.

12 JUN 2011 - 21:38 | Actualizado

Mientras para muchos el cáncer provoca una parálisis instantánea en sus vidas, para otros despierta otros intereses, otras preocupaciones, generalmente tendientes a la solidaridad. Analía García vive en Trelew, tiene 43 años, es Guía de Turismo y profesora de Inglés y además mamá de Pedro, de 8 años. Pero el cáncer llegó a su vida en 2010 y, lejos de paralizarse, arremetió con todo para luchar por su vida y a la vez crear conciencia de la donación de médula ósea, capaz de salvar muchas historias.

Más allá de la enfermedad, Analía tiene en claro que “hay muchísimos más casos de leucemia de los que uno supone. Somos una de las provincias con mayor índice de leucemia en el país y no todo el mundo lo sabe. Lo sabemos de oído y no de manera científica, pero sí está claro que hay muchos casos. Las causas de la enfermedad pueden ser miles, pero yo trabajé muchos años en el Muelle Storni, durante 12 horas como intérprete a la llegada de cruceros en Madryn. Por lo que estaba doce horas respirando alúmina, con sequedad en la garganta y en el organismo se evidenciaba”.

Sin embargo, el miedo a la posibilidad de despertar alguna enfermedad relacionada con el cáncer llegó mucho antes de su leucemia por el lugar de trabajo, el Muelle Storni. “Pensar en Aluar como posibilidad de enfermedad lo hice mucho antes de mi leucemia. Yo no pongo un pie en el agua de Puerto Madryn. En turismo nos capacitamos regularmente y mis colegas hablan de Aluar de su proceso, del aluminio, etcétera. Yo trabajo con extranjeros y sólo hago mención a que es una planta de aluminio, no hablo de Aluar, porque no me van a mentir. Los turistas extranjeros la tienen muy clara y de hecho es normal que me pregunten cómo permitimos una planta de aluminio acá. ¿Y qué les puedo contestar?”, agregó Analía.

Con casi dos décadas de trabajo en turismo y atendiendo a cruceros mucho antes de que el Muelle Piedra Buena sea terminal de cruceros, el turismo llegaba al Storni. “Los turistas extranjeros veían la planta y se tapaban la cara hasta subir al colectivo que los transportaba. En el mundo se sabe que este tipo de industria contamina”, señaló.

En algunos casos, enfermedades como la de Analía requiere el transplante de médula ósea. Analía fue una donante de sangre altruista durante muchos años de su vida y hoy, lo que la hacía pertenecer al mundo de la concientización a través de la donación de sangre y después de médula, la deja a un lado por su enfermedad.

“Doné sangre toda mi vida, porque sabía que a través de la donación de sangre se salvan vidas. Me pesó mucho saber que no podía donar más”, le dijo a Jornada.

El comienzo

“Desde abril hasta agosto de 2009 me hice estudios en Trelew y por decisión propia me fui a Buenos Aires, donde me dijeron que aquí estaba en buenas manos. Me punzaron la médula y me diagnosticaron leucemia linfática crónica por lo que me informaron que tenía que pasar por algunas quimios a lo largo de mi vida, controles, y demás. En octubre de 2010 se despertó la enfermedad por primera vez y desde entonces comenzaron las sesiones de quimioterapia”, contó Analía.

Hoy, a meses de iniciado su tratamiento, confiesa estar cansada en muchos momentos, pero firme en su objetivo: vivir por su hijo que hoy tiene 8 años. “Estoy cansada del tratamiento, no estoy tirada en la cama llorando ni lamentándome. Sinceramente a esta altura estoy cansada. Mi familia lo tomó de manera trágica, para mis amigas ‘no pasó nada’ e incluso insistían en que no hablara de la enfermedad, aunque siempre me acompañaron. Sin embargo, me está pasando, quiero hablarlo y quiero contar qué me pasa y en definitiva se muestra el reflejo de la sociedad, que no quiere hablar de estos temas”, agregó.#

12 JUN 2011 - 21:38

Mientras para muchos el cáncer provoca una parálisis instantánea en sus vidas, para otros despierta otros intereses, otras preocupaciones, generalmente tendientes a la solidaridad. Analía García vive en Trelew, tiene 43 años, es Guía de Turismo y profesora de Inglés y además mamá de Pedro, de 8 años. Pero el cáncer llegó a su vida en 2010 y, lejos de paralizarse, arremetió con todo para luchar por su vida y a la vez crear conciencia de la donación de médula ósea, capaz de salvar muchas historias.

Más allá de la enfermedad, Analía tiene en claro que “hay muchísimos más casos de leucemia de los que uno supone. Somos una de las provincias con mayor índice de leucemia en el país y no todo el mundo lo sabe. Lo sabemos de oído y no de manera científica, pero sí está claro que hay muchos casos. Las causas de la enfermedad pueden ser miles, pero yo trabajé muchos años en el Muelle Storni, durante 12 horas como intérprete a la llegada de cruceros en Madryn. Por lo que estaba doce horas respirando alúmina, con sequedad en la garganta y en el organismo se evidenciaba”.

Sin embargo, el miedo a la posibilidad de despertar alguna enfermedad relacionada con el cáncer llegó mucho antes de su leucemia por el lugar de trabajo, el Muelle Storni. “Pensar en Aluar como posibilidad de enfermedad lo hice mucho antes de mi leucemia. Yo no pongo un pie en el agua de Puerto Madryn. En turismo nos capacitamos regularmente y mis colegas hablan de Aluar de su proceso, del aluminio, etcétera. Yo trabajo con extranjeros y sólo hago mención a que es una planta de aluminio, no hablo de Aluar, porque no me van a mentir. Los turistas extranjeros la tienen muy clara y de hecho es normal que me pregunten cómo permitimos una planta de aluminio acá. ¿Y qué les puedo contestar?”, agregó Analía.

Con casi dos décadas de trabajo en turismo y atendiendo a cruceros mucho antes de que el Muelle Piedra Buena sea terminal de cruceros, el turismo llegaba al Storni. “Los turistas extranjeros veían la planta y se tapaban la cara hasta subir al colectivo que los transportaba. En el mundo se sabe que este tipo de industria contamina”, señaló.

En algunos casos, enfermedades como la de Analía requiere el transplante de médula ósea. Analía fue una donante de sangre altruista durante muchos años de su vida y hoy, lo que la hacía pertenecer al mundo de la concientización a través de la donación de sangre y después de médula, la deja a un lado por su enfermedad.

“Doné sangre toda mi vida, porque sabía que a través de la donación de sangre se salvan vidas. Me pesó mucho saber que no podía donar más”, le dijo a Jornada.

El comienzo

“Desde abril hasta agosto de 2009 me hice estudios en Trelew y por decisión propia me fui a Buenos Aires, donde me dijeron que aquí estaba en buenas manos. Me punzaron la médula y me diagnosticaron leucemia linfática crónica por lo que me informaron que tenía que pasar por algunas quimios a lo largo de mi vida, controles, y demás. En octubre de 2010 se despertó la enfermedad por primera vez y desde entonces comenzaron las sesiones de quimioterapia”, contó Analía.

Hoy, a meses de iniciado su tratamiento, confiesa estar cansada en muchos momentos, pero firme en su objetivo: vivir por su hijo que hoy tiene 8 años. “Estoy cansada del tratamiento, no estoy tirada en la cama llorando ni lamentándome. Sinceramente a esta altura estoy cansada. Mi familia lo tomó de manera trágica, para mis amigas ‘no pasó nada’ e incluso insistían en que no hablara de la enfermedad, aunque siempre me acompañaron. Sin embargo, me está pasando, quiero hablarlo y quiero contar qué me pasa y en definitiva se muestra el reflejo de la sociedad, que no quiere hablar de estos temas”, agregó.#