Opinión / De violentos y violentados digitales

Reflexiones de Derecho Informático, por Guillermo Zamora.

11 MAR 2017 - 20:46 | Actualizado

Por Guillermo M. Zamora / Twitter: @gmzamora

Intento expresarme en este artículo sobre comportamientos violentos online, podríamos decir que es “ciberviolencia”.

Vayamos por partes. Entiendo por “ciberviolencia” aquella conducta llevada a cabo a través de cualquier medio de transferencia de datos, que constituye o conduce a un ataque contra la integridad (físico, psicológico, emocional) de una persona o grupo.

Lo que distingue a la ciberviolencia de las formas tradicionales de violencia o sea, fuera de línea, es que en el primer caso una parte importante del comportamiento se lleva a cabo en línea, pudiendo o no derivar fuera de línea. Es importante señalar que la ciberviolencia puede contener un componente físico o presencial. ¿Qué quiero decir con esto? Pues la violencia online no es menos dolorosa y real que la física, el componente psicológico y emocional es tan fuerte que puede derivar tranquilamente en acciones físicas dañosas, ya sea para quien la padece como para un tercero contra quien se pretende una venganza.

Violencia y Género

En el mundo físico las estadísticas nos marcan que existe una desproporción enorme entre hombres que ejercen violencia contra mujeres, que viceversa. La ciberviolencia, sin embargo, muestra un patrón distinto: cada vez es más creciente el número de mujeres agresoras, en especial contra otras mujeres. Al igual que en otros aspectos de la ciberviolencia, la tecnología equipara para peor las situaciones, quienes en el mundo físico son blanco fácil de violentos, en el mundo virtual se pueden convertir tranquilamente en vengadores/as o violentos/as.

Al igual que las mujeres, los hombres son también víctimas de la violencia (particularmente de la violencia realizada por otros hombres). No obstante, no hay que permitir que el árbol nos tape el bosque, hay que entender la cruda y simple realidad social en materia de violencia como medio de control e intimidación. En otras palabras, la violencia, sea la forma que tenga, busca siempre lo mismo, establecer una relación de poder dejando a la vista asimetrías de género existentes en la sociedad. Que quede claro, existen hombres que la pasan mal, pero siguen siendo los menos.

Ciberviolencia

El gran problema que nos presenta, no solo desde lo social sino también desde lo jurídico, es que la ciberviolencia es vista por los operadores judiciales del derecho como menos grave, menos “real” si se quiere, que la violencia en el mundo físico. Es probable que se deba en gran parte al profundo desconocimiento de las vivencias que tiene un violentado/a; como diríamos en una charla coloquial, “sino hay sangre no duele”, y de lo que no se dan cuenta estos operadores del derecho judicial es que la sangre llega indefectiblemente, ya sea por suicidio o por la impotencia que genera la falta de respuestas de parte de un estamento que ha dado claras muestras, en este y otro tipo de casos de la gran distancia del sentir social, del dolor que padece la sociedad que tienen.

Pongámoslo de esta forma para que se entienda, la ciberviolencia es menos palpable, menos visible. De hecho, cuando alguien, adulto o menor es agredido online, no se le ve el moretón, no se percibe el dolor o la desazón del daño padecido. Una conducta típica de quien recibe una denuncia o escucha este tipo de situaciones es creer que el que está del otro lado de la pantalla de la víctima es un “loquito/a” que difícilmente vaya a acercarse en realidad a concretar su amenaza, el punto es que cuando lo hace ya es tarde.

Dicho lo dicho, para empezar a combatir la ciberviolencia creo que deberíamos distinguir alguna clasificación entre sus formas, por ejemplo: a) El contacto en línea que conduce al abuso fuera de línea (grooming – violación) – b) Acecho informático o stalkeo, invasión a la privacidad e intimidad – c) Acoso, hostigamiento, ataque en línea o ciberbullyng – d) Difusión de imágenes privadas sin consentimiento como forma de venganza (Pornovenganza).

Adentrarme en cada uno de estos aspectos me llevaría muchísimo espacio y no solo no creo que el Diario me lo permita, sino que me parece es irme un poco de lo que realmente entiendo debo escribir hoy, así que lo dejo para otra columna.

Respuestas recomendadas

Entiendo que la ciberviolencia es muchas veces muy difícil de frenar o evitar, las figuras públicas, estudiantes, un trabajador que tiene su perfil en una red social, no poseen muchas veces el tiempo o los conocimientos para luchar contra estas circunstancias, por ello es que es necesario que usted y todos sepan que deben animarse a accionar contra el agresor, que la tarea de identificarlo puede ser difícil, pero no imposible; por otro lado, el operador del derecho judicial debe saber que no se está ante un laberinto de difícil resolución, sino ante una persona que está agrediendo a otra.

No existe un botón mágico o un software que apague o descubra un perfil agresor, pero sí existen recaudos que se pueden tomar y que van a facilitar la tarea al letrado que consulten ante esta situación. Por ejemplo, no borrar las comunicaciones realizadas, tomar capturas de pantalla, no se deben brindar al agresor mayores datos privados, no reaccionar, mantener la calma por sobre todo, cuidar lo que se comparte y estar atento a cambios de conductas o ánimos en el caso de los menores. Se han llevado a juicio casos relativos a difamación y se han conseguido resultados positivos, es decir condenas. No hay soluciones mágicas, como dije, pero sí hay herramientas que permiten que con trabajo y profesionalismo se obtenga información relevante que permite identificar al agresor.

Si alguna vez han leído alguna otra de mis columnas, notarán que en esta no fue tanto una cuestión de opinión filosófica, sino de datos cotidianos. El motivo es simple, alarma el nivel de violencia que estamos viviendo en todos los ámbitos, las redes sociales son cada vez más #antisociales, se han convertido en el lugar donde “anónimos” buscan expulsar frustraciones, vivimos una época de violentos y violentados y está en nosotros como sociedad el poner un freno a esto. Tomemos conciencia, es un espiral, y estamos cayendo.#

*Director de la Red Iberoamericana ElDerechoinformatico.com y presidente de la Asociación de Derecho Informático de Argentina.

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11 MAR 2017 - 20:46

Por Guillermo M. Zamora / Twitter: @gmzamora

Intento expresarme en este artículo sobre comportamientos violentos online, podríamos decir que es “ciberviolencia”.

Vayamos por partes. Entiendo por “ciberviolencia” aquella conducta llevada a cabo a través de cualquier medio de transferencia de datos, que constituye o conduce a un ataque contra la integridad (físico, psicológico, emocional) de una persona o grupo.

Lo que distingue a la ciberviolencia de las formas tradicionales de violencia o sea, fuera de línea, es que en el primer caso una parte importante del comportamiento se lleva a cabo en línea, pudiendo o no derivar fuera de línea. Es importante señalar que la ciberviolencia puede contener un componente físico o presencial. ¿Qué quiero decir con esto? Pues la violencia online no es menos dolorosa y real que la física, el componente psicológico y emocional es tan fuerte que puede derivar tranquilamente en acciones físicas dañosas, ya sea para quien la padece como para un tercero contra quien se pretende una venganza.

Violencia y Género

En el mundo físico las estadísticas nos marcan que existe una desproporción enorme entre hombres que ejercen violencia contra mujeres, que viceversa. La ciberviolencia, sin embargo, muestra un patrón distinto: cada vez es más creciente el número de mujeres agresoras, en especial contra otras mujeres. Al igual que en otros aspectos de la ciberviolencia, la tecnología equipara para peor las situaciones, quienes en el mundo físico son blanco fácil de violentos, en el mundo virtual se pueden convertir tranquilamente en vengadores/as o violentos/as.

Al igual que las mujeres, los hombres son también víctimas de la violencia (particularmente de la violencia realizada por otros hombres). No obstante, no hay que permitir que el árbol nos tape el bosque, hay que entender la cruda y simple realidad social en materia de violencia como medio de control e intimidación. En otras palabras, la violencia, sea la forma que tenga, busca siempre lo mismo, establecer una relación de poder dejando a la vista asimetrías de género existentes en la sociedad. Que quede claro, existen hombres que la pasan mal, pero siguen siendo los menos.

Ciberviolencia

El gran problema que nos presenta, no solo desde lo social sino también desde lo jurídico, es que la ciberviolencia es vista por los operadores judiciales del derecho como menos grave, menos “real” si se quiere, que la violencia en el mundo físico. Es probable que se deba en gran parte al profundo desconocimiento de las vivencias que tiene un violentado/a; como diríamos en una charla coloquial, “sino hay sangre no duele”, y de lo que no se dan cuenta estos operadores del derecho judicial es que la sangre llega indefectiblemente, ya sea por suicidio o por la impotencia que genera la falta de respuestas de parte de un estamento que ha dado claras muestras, en este y otro tipo de casos de la gran distancia del sentir social, del dolor que padece la sociedad que tienen.

Pongámoslo de esta forma para que se entienda, la ciberviolencia es menos palpable, menos visible. De hecho, cuando alguien, adulto o menor es agredido online, no se le ve el moretón, no se percibe el dolor o la desazón del daño padecido. Una conducta típica de quien recibe una denuncia o escucha este tipo de situaciones es creer que el que está del otro lado de la pantalla de la víctima es un “loquito/a” que difícilmente vaya a acercarse en realidad a concretar su amenaza, el punto es que cuando lo hace ya es tarde.

Dicho lo dicho, para empezar a combatir la ciberviolencia creo que deberíamos distinguir alguna clasificación entre sus formas, por ejemplo: a) El contacto en línea que conduce al abuso fuera de línea (grooming – violación) – b) Acecho informático o stalkeo, invasión a la privacidad e intimidad – c) Acoso, hostigamiento, ataque en línea o ciberbullyng – d) Difusión de imágenes privadas sin consentimiento como forma de venganza (Pornovenganza).

Adentrarme en cada uno de estos aspectos me llevaría muchísimo espacio y no solo no creo que el Diario me lo permita, sino que me parece es irme un poco de lo que realmente entiendo debo escribir hoy, así que lo dejo para otra columna.

Respuestas recomendadas

Entiendo que la ciberviolencia es muchas veces muy difícil de frenar o evitar, las figuras públicas, estudiantes, un trabajador que tiene su perfil en una red social, no poseen muchas veces el tiempo o los conocimientos para luchar contra estas circunstancias, por ello es que es necesario que usted y todos sepan que deben animarse a accionar contra el agresor, que la tarea de identificarlo puede ser difícil, pero no imposible; por otro lado, el operador del derecho judicial debe saber que no se está ante un laberinto de difícil resolución, sino ante una persona que está agrediendo a otra.

No existe un botón mágico o un software que apague o descubra un perfil agresor, pero sí existen recaudos que se pueden tomar y que van a facilitar la tarea al letrado que consulten ante esta situación. Por ejemplo, no borrar las comunicaciones realizadas, tomar capturas de pantalla, no se deben brindar al agresor mayores datos privados, no reaccionar, mantener la calma por sobre todo, cuidar lo que se comparte y estar atento a cambios de conductas o ánimos en el caso de los menores. Se han llevado a juicio casos relativos a difamación y se han conseguido resultados positivos, es decir condenas. No hay soluciones mágicas, como dije, pero sí hay herramientas que permiten que con trabajo y profesionalismo se obtenga información relevante que permite identificar al agresor.

Si alguna vez han leído alguna otra de mis columnas, notarán que en esta no fue tanto una cuestión de opinión filosófica, sino de datos cotidianos. El motivo es simple, alarma el nivel de violencia que estamos viviendo en todos los ámbitos, las redes sociales son cada vez más #antisociales, se han convertido en el lugar donde “anónimos” buscan expulsar frustraciones, vivimos una época de violentos y violentados y está en nosotros como sociedad el poner un freno a esto. Tomemos conciencia, es un espiral, y estamos cayendo.#

*Director de la Red Iberoamericana ElDerechoinformatico.com y presidente de la Asociación de Derecho Informático de Argentina.


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