Desde su oficina en un edificio de estilo francés del centro porteño, Ojea Quintana no se muestra abrumado por la misión que le dio el Consejo de Derechos Humanos de la ONU hace dos años y que se extenderá durante otros cuatro más.
"Mi trabajo es tratar de que mejoren los derechos humanos en Corea del Norte. Así de difícil es", aseguró en una entrevista con Télam, mientras sonreía con la picardía de quien aprendió a tener paciencia, a pensar a largo plazo y con objetivos graduales.
Los relatores especiales de las Naciones Unidas son una figura muy especial y poco conocida.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, elige cada seis años a 44 relatores especiales para investigar e informar de 10 países donde la situación de derechos humanos es muy mala y para hacer lo mismo sobre 34 temáticas especiales, como la libertad de expresión.
El trabajo de Ojea Quintana, un reconocido experto en derechos humanos que no recibe ninguna remuneración por el cargo en la ONU, es especialmente difícil porque Corea del Norte se niega a recibirlo, al igual que hizo con todos sus antecesores.
El abogado de 48 años, que en el país representa la querella en un juicio contra dos ex gerentes de Ford argentina por la complicidad de esa empresa con las detenciones y torturas de algunos de sus empleados durante la última dictadura, destaca todo el tiempo que apenas se entera de un porcentaje ínfimo de los dramas humanos, las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad que sufren los ciudadanos norcoreanos.
De todas maneras, no tiene dudas de que la situación es dramática y, por eso, no duda en criticar la eficacia y las posibles consecuencias negativas de las sanciones para la población civil.
"Naciones Unidas no puede imponer un régimen de sanciones contra toda la economía. El Consejo de Seguridad lo hace, pero yo no estoy de acuerdo", sentenció el abogado.
En octubre pasado, Ojea Quintana fue a Nueva York y, por primera vez en mucho tiempo, se escuchó una voz en contra al régimen de sanciones contra Corea del Norte en el seno de la ONU.
Si los fondos para armas nucleares fueran a atender necesidades económicas
"Naciones Unidas le dice a Corea del Norte: usted está usando todo el dinero que debería estar usando para la economía para hacer armas nucleares y desarrollo misilístico. Si usted usara todo ese dinero para la economía, no habría problemas, no habría desnutrición o malnutrición", comenzó a explicar el experto.
"Es cierto que el desarrollo de armas nucleares consume mucho dinero, que el gobierno norcoreano no está destinando a la economía y esa es una responsabilidad del gobierno de Corea del Norte. Pero si a eso le agregamos un bloqueo total a la economía, los efectos pueden ser muy dañosos y mi responsabilidad como persona de derechos humanos es llamar la atención y preguntar: ¿quién se va a encargar de averiguar si están pasando cosas graves por las sanciones?", continuó.
"Lo que quise enfatizar es que esto no es un tablero de geopolítica nada más, en ese país viven millones de personas", concluyó Ojea Quintana.
Los norcoreanos que se escapan le contaron al abogado argentino historias de "frustración y desilusión".
"Hay como una suerte de transición entre un Estado comunista, que te cubría todo, la alimentación, salud, educación... todo eso está desapareciendo, no existe más. Pero en lo formal se mantiene, entonces el Estado los obliga a trabajar por muy poco dinero y la gente tiene que además trabajar de otra cosa a la noche para poder comer, vivir. A la vez, si haces algo ilegal, está el sistema de vigilancia y ese sí logró sobrevivir", contó el relator especial de la ONU.
El castigo más serio en Corea del Norte, destacó el abogado, es ser mandado a uno de los campos de prisioneros políticos.
"La verdad es que nadie sabe bien qué pasa en esos campos, nadie salió y contó lo que pasa allí en los últimos 10 años, ni siquiera un guardia. Se cree que hay 100.000 personas detenidas, pero nadie tiene acceso ni sabe qué pasa en esos lugares", explicó.
Para ejemplificar el miedo que aún producen estos campos de detención entre los norcoreanos contó la historia de una familia que logró cruzar a China, sólo para ser detenidos y deportados de inmediato.
"El padre era miembro del Partido de los Trabajadores, por lo que una vez que fueran repatriados iban a ir casi seguro a un centro de detención de prisioneros políticos. Para evitar eso, toda la familia se suicidó con una pastilla con una especie de insecticida en el trayecto de China a Corea del Norte", relató Ojea Quintana, quien escuchó la historia junto a la única hija de esa familia que logró escapar y llegar hasta Corea del Sur.
Desde su oficina en un edificio de estilo francés del centro porteño, Ojea Quintana no se muestra abrumado por la misión que le dio el Consejo de Derechos Humanos de la ONU hace dos años y que se extenderá durante otros cuatro más.
"Mi trabajo es tratar de que mejoren los derechos humanos en Corea del Norte. Así de difícil es", aseguró en una entrevista con Télam, mientras sonreía con la picardía de quien aprendió a tener paciencia, a pensar a largo plazo y con objetivos graduales.
Los relatores especiales de las Naciones Unidas son una figura muy especial y poco conocida.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, elige cada seis años a 44 relatores especiales para investigar e informar de 10 países donde la situación de derechos humanos es muy mala y para hacer lo mismo sobre 34 temáticas especiales, como la libertad de expresión.
El trabajo de Ojea Quintana, un reconocido experto en derechos humanos que no recibe ninguna remuneración por el cargo en la ONU, es especialmente difícil porque Corea del Norte se niega a recibirlo, al igual que hizo con todos sus antecesores.
El abogado de 48 años, que en el país representa la querella en un juicio contra dos ex gerentes de Ford argentina por la complicidad de esa empresa con las detenciones y torturas de algunos de sus empleados durante la última dictadura, destaca todo el tiempo que apenas se entera de un porcentaje ínfimo de los dramas humanos, las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad que sufren los ciudadanos norcoreanos.
De todas maneras, no tiene dudas de que la situación es dramática y, por eso, no duda en criticar la eficacia y las posibles consecuencias negativas de las sanciones para la población civil.
"Naciones Unidas no puede imponer un régimen de sanciones contra toda la economía. El Consejo de Seguridad lo hace, pero yo no estoy de acuerdo", sentenció el abogado.
En octubre pasado, Ojea Quintana fue a Nueva York y, por primera vez en mucho tiempo, se escuchó una voz en contra al régimen de sanciones contra Corea del Norte en el seno de la ONU.
Si los fondos para armas nucleares fueran a atender necesidades económicas
"Naciones Unidas le dice a Corea del Norte: usted está usando todo el dinero que debería estar usando para la economía para hacer armas nucleares y desarrollo misilístico. Si usted usara todo ese dinero para la economía, no habría problemas, no habría desnutrición o malnutrición", comenzó a explicar el experto.
"Es cierto que el desarrollo de armas nucleares consume mucho dinero, que el gobierno norcoreano no está destinando a la economía y esa es una responsabilidad del gobierno de Corea del Norte. Pero si a eso le agregamos un bloqueo total a la economía, los efectos pueden ser muy dañosos y mi responsabilidad como persona de derechos humanos es llamar la atención y preguntar: ¿quién se va a encargar de averiguar si están pasando cosas graves por las sanciones?", continuó.
"Lo que quise enfatizar es que esto no es un tablero de geopolítica nada más, en ese país viven millones de personas", concluyó Ojea Quintana.
Los norcoreanos que se escapan le contaron al abogado argentino historias de "frustración y desilusión".
"Hay como una suerte de transición entre un Estado comunista, que te cubría todo, la alimentación, salud, educación... todo eso está desapareciendo, no existe más. Pero en lo formal se mantiene, entonces el Estado los obliga a trabajar por muy poco dinero y la gente tiene que además trabajar de otra cosa a la noche para poder comer, vivir. A la vez, si haces algo ilegal, está el sistema de vigilancia y ese sí logró sobrevivir", contó el relator especial de la ONU.
El castigo más serio en Corea del Norte, destacó el abogado, es ser mandado a uno de los campos de prisioneros políticos.
"La verdad es que nadie sabe bien qué pasa en esos campos, nadie salió y contó lo que pasa allí en los últimos 10 años, ni siquiera un guardia. Se cree que hay 100.000 personas detenidas, pero nadie tiene acceso ni sabe qué pasa en esos lugares", explicó.
Para ejemplificar el miedo que aún producen estos campos de detención entre los norcoreanos contó la historia de una familia que logró cruzar a China, sólo para ser detenidos y deportados de inmediato.
"El padre era miembro del Partido de los Trabajadores, por lo que una vez que fueran repatriados iban a ir casi seguro a un centro de detención de prisioneros políticos. Para evitar eso, toda la familia se suicidó con una pastilla con una especie de insecticida en el trayecto de China a Corea del Norte", relató Ojea Quintana, quien escuchó la historia junto a la única hija de esa familia que logró escapar y llegar hasta Corea del Sur.