La Patagonia, refugio del Führer

Historias Mínimas.

07 JUL 2018 - 21:48 | Actualizado

Por Ismael Tebes

Para la historia nunca existe una verdad absoluta. El misterio que rodea los últimos años del patriarca nazi Adolf Hitler parece girar en torno a una polémica que entrelaza no solamente a la Argentina sino especialmente a la Patagonia. Después de la Segunda Guerra Mundial, los pasos de quien fuera líder del Tercer Reich se tornaron dispersos y distintos testimonios daban cuenta de su presencia en nuestro país una vez consumada la huida de un Berlín en llamas y sitiado por el Ejército Rojo, en abril de 1945.
La historia oficial asegura Hitler se suicidó junto a su pareja, Eva Braun, horas después de contraer matrimonio en el bunker de la Cancillería de Berlín, cercada por los soviéticos. El Führer se habría disparado en cabeza mientras que su pareja ingirió -de acuerdo a este relato- una cápsula de cianuro.
La versión que marcha en paralelo sugiere que Hitler protagonizó un escape hacia España o Argentina con datos y certezas que le atribuyen firmeza a esta hipótesis. Y más aún, se lo “deposita” recorriendo varias ciudades de nuestro país luego de establecerse en Villa La Angostura. Inclusive los investigadores coinciden en el destino pero no en el medio de transporte utilizado: avión o submarino, quizás la variable que cobró más cuerpo años después.
Mediante la utilización de “dobles” que facilitaron una maniobra distractiva, Hitler habría logrado volar en primera instancia el 22 de abril de 1945 hacia el aeropuerto austríaco de Hörsching, cercano a la ciudad de Linz, con ocho personas, entre ellas su esposa Eva Braun. Estuvo cuatro días en Austria y el 26 de abril embarcó con destino a Barcelona junto a su comitiva.
“Un convoy de submarinos nazis partió días más tarde de España y, tras una escala técnica en las Islas Canarias, continuó su periplo hacia el sur argentino”, detalla Basti advirtiendo que el viaje se concretó con la “anuencia” de Estados Unidos.
Hitler y Eva Braun desembarcaron en la Patagonia entre julio y agosto de 1945, al amparo del presidente de facto Edelmiro Farrell y de Juan Domingo Perón, entonces ministro de Guerra.
Un estancia cercana a Bariloche cobijó durante nueve meses al matrimonio Hitler y a su perra Blondi, que también había hecho la travesía en el submarino U-518, que los trajo de Europa con avanzada tecnología para la época y suficiente autonomía para navegar hasta Sudamérica sin la necesidad de realizar escala alguna.
El establecimiento “San Ramón” pertenecía al principado alemán de Schauburg Lippe, la familia de Bernardo, el esposo de la reina Juliana de Holanda, que fue parte de las SS nazis. Se asegura en distintas líneas de investigación que hizo viajes a Mar del Plata y Laguna Mar Chiquita, en Córdoba, donde fue sometido a una operación para sacarle astillas de una vieja herida producida por la bomba del atentado del 20 de julio de 1944. También habría pasado por La Falda, para visitar al matrimonio Eichhorn, una pareja alemana que había aportado dinero a la causa nazi desde el principio. E inclusive un informe del FBI lo declaró “de vacaciones” en Casino, Brasil, en 1947.
Hitler, se sabe, habría vivido en la Patagonia alrededor de diez años. Su refugio en el sur fue la residencia Inalco, un complejo ubicado cerca de Villa La Angostura, unos 80 kilómetros al norte de San Carlos de Bariloche, construido en 1943 por el arquitecto Alejandro Bustillo, diseñador entre otros del hotel Llao Llao y el Hotel Provincial de Mar del Plata.
Costó originalmente cuatro millones de dólares y fue emplazado en un lugar de difícil acceso con otro detalle anecdótico: tenía características similares a Berghof, la casa de descanso que el jerarca alemán poseía en la zona montañosa de Obersalzberg, en los Alpes Bávaros. A la propiedad, situada en cercanías del límite con Chile, se accedía a través de una rústica huella de montaña; no existían puentes sobre el río Correntoso por lo que la única vía de ingreso era el lago Nahuel Huapí. Nadie ajeno al grupo de confianza tenía posibilidades de acercarse siquiera al complejo Inalco, quien por estas características resultaba ser un lugar discreto –más bien inaccesible- y fácil de “aislar” de cualquier tipo de mirada.
Con más de 450 hectáreas y otros cinco kilómetros de costa sobre el lago, la construcción constaba de un chalet principal con un gran salón con hogar y ventanales con vistas majestuosas del lago y las montañas. La casa fue construida “a contramano” de las construcciones de la zona, en sentido inverso a la luminosidad y era fría de acuerdo a una expresa solicitud de Hitler por supuestas cuestiones de salud. Un baño unía las dos habitaciones principales y se disponía de un hangar para hidroaviones; antenas de radio y puestos de guardia destinados a la seguridad externa. Casi al estilo de las antiguas fortalezas europeas. Impenetrable.
El investigador y periodista Abel Basti, autor del libro “Tras los pasos de Hitler”; “Hitler en Argentina” y “Los Secretos de Hitler” detalló que los terrenos originalmente pertenecían a los italianos Primo Capraro y Federico Baratta. “En los años 40, Enrique García Merou, un abogado cercano a Juan Domingo Perón y testaferro de capitales alemanes”.
Inclusive se cuenta que el propio líder y creador del Partido Justicialista se habría alojado en esta residencia alguna vez.
La supuesta “Casa de Hitler” en la Patagonia fue vendida en los ’70 y posteriormente una fundación alquiló el sitio para destinarlo a viajes de estudio de un colegio alemán de Villa Ballester. Quedó deshabitada cerca del año 2000 pese a que llegó a tasarse en más de veinte millones de dólares, promocionada como el lugar que albergó al mismísimo Führer. Como su vida, su propia muerte fue un misterio. Sus restos descansarían en una cripta escondida en Paraguay donde inclusive es objeto de culto por fanáticos del régimen. También hay versiones disímiles. Su cuerpo nunca apareció.#

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07 JUL 2018 - 21:48

Por Ismael Tebes

Para la historia nunca existe una verdad absoluta. El misterio que rodea los últimos años del patriarca nazi Adolf Hitler parece girar en torno a una polémica que entrelaza no solamente a la Argentina sino especialmente a la Patagonia. Después de la Segunda Guerra Mundial, los pasos de quien fuera líder del Tercer Reich se tornaron dispersos y distintos testimonios daban cuenta de su presencia en nuestro país una vez consumada la huida de un Berlín en llamas y sitiado por el Ejército Rojo, en abril de 1945.
La historia oficial asegura Hitler se suicidó junto a su pareja, Eva Braun, horas después de contraer matrimonio en el bunker de la Cancillería de Berlín, cercada por los soviéticos. El Führer se habría disparado en cabeza mientras que su pareja ingirió -de acuerdo a este relato- una cápsula de cianuro.
La versión que marcha en paralelo sugiere que Hitler protagonizó un escape hacia España o Argentina con datos y certezas que le atribuyen firmeza a esta hipótesis. Y más aún, se lo “deposita” recorriendo varias ciudades de nuestro país luego de establecerse en Villa La Angostura. Inclusive los investigadores coinciden en el destino pero no en el medio de transporte utilizado: avión o submarino, quizás la variable que cobró más cuerpo años después.
Mediante la utilización de “dobles” que facilitaron una maniobra distractiva, Hitler habría logrado volar en primera instancia el 22 de abril de 1945 hacia el aeropuerto austríaco de Hörsching, cercano a la ciudad de Linz, con ocho personas, entre ellas su esposa Eva Braun. Estuvo cuatro días en Austria y el 26 de abril embarcó con destino a Barcelona junto a su comitiva.
“Un convoy de submarinos nazis partió días más tarde de España y, tras una escala técnica en las Islas Canarias, continuó su periplo hacia el sur argentino”, detalla Basti advirtiendo que el viaje se concretó con la “anuencia” de Estados Unidos.
Hitler y Eva Braun desembarcaron en la Patagonia entre julio y agosto de 1945, al amparo del presidente de facto Edelmiro Farrell y de Juan Domingo Perón, entonces ministro de Guerra.
Un estancia cercana a Bariloche cobijó durante nueve meses al matrimonio Hitler y a su perra Blondi, que también había hecho la travesía en el submarino U-518, que los trajo de Europa con avanzada tecnología para la época y suficiente autonomía para navegar hasta Sudamérica sin la necesidad de realizar escala alguna.
El establecimiento “San Ramón” pertenecía al principado alemán de Schauburg Lippe, la familia de Bernardo, el esposo de la reina Juliana de Holanda, que fue parte de las SS nazis. Se asegura en distintas líneas de investigación que hizo viajes a Mar del Plata y Laguna Mar Chiquita, en Córdoba, donde fue sometido a una operación para sacarle astillas de una vieja herida producida por la bomba del atentado del 20 de julio de 1944. También habría pasado por La Falda, para visitar al matrimonio Eichhorn, una pareja alemana que había aportado dinero a la causa nazi desde el principio. E inclusive un informe del FBI lo declaró “de vacaciones” en Casino, Brasil, en 1947.
Hitler, se sabe, habría vivido en la Patagonia alrededor de diez años. Su refugio en el sur fue la residencia Inalco, un complejo ubicado cerca de Villa La Angostura, unos 80 kilómetros al norte de San Carlos de Bariloche, construido en 1943 por el arquitecto Alejandro Bustillo, diseñador entre otros del hotel Llao Llao y el Hotel Provincial de Mar del Plata.
Costó originalmente cuatro millones de dólares y fue emplazado en un lugar de difícil acceso con otro detalle anecdótico: tenía características similares a Berghof, la casa de descanso que el jerarca alemán poseía en la zona montañosa de Obersalzberg, en los Alpes Bávaros. A la propiedad, situada en cercanías del límite con Chile, se accedía a través de una rústica huella de montaña; no existían puentes sobre el río Correntoso por lo que la única vía de ingreso era el lago Nahuel Huapí. Nadie ajeno al grupo de confianza tenía posibilidades de acercarse siquiera al complejo Inalco, quien por estas características resultaba ser un lugar discreto –más bien inaccesible- y fácil de “aislar” de cualquier tipo de mirada.
Con más de 450 hectáreas y otros cinco kilómetros de costa sobre el lago, la construcción constaba de un chalet principal con un gran salón con hogar y ventanales con vistas majestuosas del lago y las montañas. La casa fue construida “a contramano” de las construcciones de la zona, en sentido inverso a la luminosidad y era fría de acuerdo a una expresa solicitud de Hitler por supuestas cuestiones de salud. Un baño unía las dos habitaciones principales y se disponía de un hangar para hidroaviones; antenas de radio y puestos de guardia destinados a la seguridad externa. Casi al estilo de las antiguas fortalezas europeas. Impenetrable.
El investigador y periodista Abel Basti, autor del libro “Tras los pasos de Hitler”; “Hitler en Argentina” y “Los Secretos de Hitler” detalló que los terrenos originalmente pertenecían a los italianos Primo Capraro y Federico Baratta. “En los años 40, Enrique García Merou, un abogado cercano a Juan Domingo Perón y testaferro de capitales alemanes”.
Inclusive se cuenta que el propio líder y creador del Partido Justicialista se habría alojado en esta residencia alguna vez.
La supuesta “Casa de Hitler” en la Patagonia fue vendida en los ’70 y posteriormente una fundación alquiló el sitio para destinarlo a viajes de estudio de un colegio alemán de Villa Ballester. Quedó deshabitada cerca del año 2000 pese a que llegó a tasarse en más de veinte millones de dólares, promocionada como el lugar que albergó al mismísimo Führer. Como su vida, su propia muerte fue un misterio. Sus restos descansarían en una cripta escondida en Paraguay donde inclusive es objeto de culto por fanáticos del régimen. También hay versiones disímiles. Su cuerpo nunca apareció.#


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