Editorial / El freno parcial al recorte, una pequeña batalla en medio de la “tormenta”

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04 AGO 2018 - 21:58 | Actualizado

La suspensión por treinta días del decreto que recortó salvajemente las asignaciones familiares y los pagos diferenciales por Zona para los trabajadores patagónicos fue apenas un pequeño triunfo. De algunos legisladores nacionales de Chubut –no se puede soslayar el lobby que hicieron los senadores Alfredo Luenzo y Nancy González, o el diputado nacional Santiago Igon- pero, por sobre todas las cosas, de los miles de ciudadanos que salieron a repudiar esta decisión insensata del Gobierno de Cambiemos.

Claro que hay que tomar la decisión con cautela: el decreto firmado por la vicepresidente Gabriela Michetti sólo fue “suspendido”. Es decir, en vez de tomar vigencia el primer día de septiembre, como rezaba el texto orginal, ahora se pasó para el 1º de octubre. Es de esperar que todos aquellos que se movilizaron políticamente para lograr al menos un freno temporal, no se duerman en los laureles porque el Gobierno nacional puede volver en octubre con este recorte y avanzar con otros que tiene en carpeta.

La presión propia

De cualquier modo, la dilación -aunque sea por un mes- es una derrota política del Gobierno nacional, que tuvo que ceder ante la presión popular pero, también, ante las críticas de sus propios “socios” locales, como el PRO Chubut y la UCR, que no tuvieron más remedio que pararse del lado del sentido común y dejar al Poder Ejecutivo en la vereda de enfrente.

Si queremos tener alguna chance de algo en 2019 hay que terminar con este ataque a las provincias patagónicas, le dijeron -palabras más, palabras menos- algunos dirigentes de Cambiemos a sus enlaces nacionales, que si bien tienen llegada a altos dirigentes del Gobierno, terminan siendo meros intermediarios. Ese formato de vínculo, dicho sea de paso, es el que enoja –y mucho- a los dirigentes radicales de Chubut. No se bancan tener que tragarse semejantes sapos sin antes ser consultados.

En este mismo sentido sonó a chiste de mal gusto que algunos legisladores nacionales de Cambiemos, como el chubutense Gustavo Menna, salieran a adjudicarse el logro de frenar el decreto que su propio Gobierno había pergeñado. La dirigencia chubutense de Cambiemos debería llamarse a silencio si lo único que va a hacer es justificar lo injustificable o adjudicarse “soluciones” a los problemas que ellos mismos crean.

Amparo

En medio de todo, el Gobierno provincial salió a exagerar su insatisfacción con Nación por las últimas medidas, cuando todos recuerdan que hasta hace pocos meses desde Fontana 50 hacían cola para presionar a los diputados provinciales para que voten el Pacto Fiscal, que desde casi todos los sectores internos combatían por afectar los intereses chubutenses.

Ninguneado por el Gobierno nacional y ya pensando en el lanzamiento de su reelección en el mes de noviembre, al gobernador Mariano Arcioni no le quedó más remedio que salir a vociferar su “enfrentamiento” con Nación y el recorte de las asignaciones familiares y el nuevo tarifazo del gas fueron las excusas perfectas.

Claro que ahora ya no hay retorno. Arcioni sigue teniendo los mismos problemas económicos y financieros de siempre y su enfrentamiento con el Gobierno nacional no le será gratuito. En la Casa Rosada lo saben y, a la luz de los acontecimientos, lo pusieron en el lote de los adversarios a limar. Y si hay algo que el Gobierno de Cambiemos sabe hacer –inclusive con más dedicación y fineza con la que lo hacían otros expertos en estas lides, el kirchnerismo- es maltratar a los enemigos políticos sin despeinarse y sin importar las formas.

¿Alcanzará sólo con levantar el tono del discurso? Claramente, no. Para defender las zonas diferenciales que se crearon en 1969 para ayudar a la región patagónica hay que seguir trabajando todos los días en acciones concretas, moviendo conexiones en el Congreso y sentándose a decir las cosas que hay que decir en la cara de los funcionarios nacionales. Si no, se tratará solo de un jueguito para la tribuna para tratar de mejorar la imagen política. Y ya se sabe cómo funciona esto: la imagen importa mucho pero las elecciones se ganan con votos.

Imagen en picada

Hablando de imagen, esta semana Jornada divulgó los detalles de una encuesta exclusiva realizada por la consultora SocialData. A más de un año de las próximas elecciones –salvo que haya un adelantamiento a nivel provincial-, se midió la percepción que tienen los chubutenses del gobernador Arcioni y el presidente Mauricio Macri. Ninguno de los dos quedó muy bien parado y si las elecciones fueran hoy, el golpe sería fuerte. Arcioni tiene más de 68,5% de imagen negativa y apenas 12,57% de positiva. Lo del Presidente es pésimo: es el dirigente con peor imagen en Chubut con 72,5% de percepción negativa.

A Arcioni lo ayuda haber asumido hace nueve meses con una provincia ya en proceso de incendio. Levantar ese lastre con tan poca experiencia política y casi sin margen de acción, con un escándalo de corrupción en el medio, sin pagarle a los proveedores y abonando los sueldos de los empleados públicos en tres tandas, no es para cualquiera.

Pero Macri, que nunca fue muy bien apreciado en Chubut, asumió su mandato con poder, marcando el contraste con el kirchnerismo como principal argumento político y con una situación económica razonable. Pero en 31 meses de gestión dilapidó casi todo, se lo comió la inflación, tomó medidas absolutamente antipopulares -sobre todo con la Patagonia- y mostró impericia hasta para saltar los charcos de agua. A este paso, su sueño de repetir en la Casa Rosada se va diluyendo peligrosamente para sus intereses.

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04 AGO 2018 - 21:58

La suspensión por treinta días del decreto que recortó salvajemente las asignaciones familiares y los pagos diferenciales por Zona para los trabajadores patagónicos fue apenas un pequeño triunfo. De algunos legisladores nacionales de Chubut –no se puede soslayar el lobby que hicieron los senadores Alfredo Luenzo y Nancy González, o el diputado nacional Santiago Igon- pero, por sobre todas las cosas, de los miles de ciudadanos que salieron a repudiar esta decisión insensata del Gobierno de Cambiemos.

Claro que hay que tomar la decisión con cautela: el decreto firmado por la vicepresidente Gabriela Michetti sólo fue “suspendido”. Es decir, en vez de tomar vigencia el primer día de septiembre, como rezaba el texto orginal, ahora se pasó para el 1º de octubre. Es de esperar que todos aquellos que se movilizaron políticamente para lograr al menos un freno temporal, no se duerman en los laureles porque el Gobierno nacional puede volver en octubre con este recorte y avanzar con otros que tiene en carpeta.

La presión propia

De cualquier modo, la dilación -aunque sea por un mes- es una derrota política del Gobierno nacional, que tuvo que ceder ante la presión popular pero, también, ante las críticas de sus propios “socios” locales, como el PRO Chubut y la UCR, que no tuvieron más remedio que pararse del lado del sentido común y dejar al Poder Ejecutivo en la vereda de enfrente.

Si queremos tener alguna chance de algo en 2019 hay que terminar con este ataque a las provincias patagónicas, le dijeron -palabras más, palabras menos- algunos dirigentes de Cambiemos a sus enlaces nacionales, que si bien tienen llegada a altos dirigentes del Gobierno, terminan siendo meros intermediarios. Ese formato de vínculo, dicho sea de paso, es el que enoja –y mucho- a los dirigentes radicales de Chubut. No se bancan tener que tragarse semejantes sapos sin antes ser consultados.

En este mismo sentido sonó a chiste de mal gusto que algunos legisladores nacionales de Cambiemos, como el chubutense Gustavo Menna, salieran a adjudicarse el logro de frenar el decreto que su propio Gobierno había pergeñado. La dirigencia chubutense de Cambiemos debería llamarse a silencio si lo único que va a hacer es justificar lo injustificable o adjudicarse “soluciones” a los problemas que ellos mismos crean.

Amparo

En medio de todo, el Gobierno provincial salió a exagerar su insatisfacción con Nación por las últimas medidas, cuando todos recuerdan que hasta hace pocos meses desde Fontana 50 hacían cola para presionar a los diputados provinciales para que voten el Pacto Fiscal, que desde casi todos los sectores internos combatían por afectar los intereses chubutenses.

Ninguneado por el Gobierno nacional y ya pensando en el lanzamiento de su reelección en el mes de noviembre, al gobernador Mariano Arcioni no le quedó más remedio que salir a vociferar su “enfrentamiento” con Nación y el recorte de las asignaciones familiares y el nuevo tarifazo del gas fueron las excusas perfectas.

Claro que ahora ya no hay retorno. Arcioni sigue teniendo los mismos problemas económicos y financieros de siempre y su enfrentamiento con el Gobierno nacional no le será gratuito. En la Casa Rosada lo saben y, a la luz de los acontecimientos, lo pusieron en el lote de los adversarios a limar. Y si hay algo que el Gobierno de Cambiemos sabe hacer –inclusive con más dedicación y fineza con la que lo hacían otros expertos en estas lides, el kirchnerismo- es maltratar a los enemigos políticos sin despeinarse y sin importar las formas.

¿Alcanzará sólo con levantar el tono del discurso? Claramente, no. Para defender las zonas diferenciales que se crearon en 1969 para ayudar a la región patagónica hay que seguir trabajando todos los días en acciones concretas, moviendo conexiones en el Congreso y sentándose a decir las cosas que hay que decir en la cara de los funcionarios nacionales. Si no, se tratará solo de un jueguito para la tribuna para tratar de mejorar la imagen política. Y ya se sabe cómo funciona esto: la imagen importa mucho pero las elecciones se ganan con votos.

Imagen en picada

Hablando de imagen, esta semana Jornada divulgó los detalles de una encuesta exclusiva realizada por la consultora SocialData. A más de un año de las próximas elecciones –salvo que haya un adelantamiento a nivel provincial-, se midió la percepción que tienen los chubutenses del gobernador Arcioni y el presidente Mauricio Macri. Ninguno de los dos quedó muy bien parado y si las elecciones fueran hoy, el golpe sería fuerte. Arcioni tiene más de 68,5% de imagen negativa y apenas 12,57% de positiva. Lo del Presidente es pésimo: es el dirigente con peor imagen en Chubut con 72,5% de percepción negativa.

A Arcioni lo ayuda haber asumido hace nueve meses con una provincia ya en proceso de incendio. Levantar ese lastre con tan poca experiencia política y casi sin margen de acción, con un escándalo de corrupción en el medio, sin pagarle a los proveedores y abonando los sueldos de los empleados públicos en tres tandas, no es para cualquiera.

Pero Macri, que nunca fue muy bien apreciado en Chubut, asumió su mandato con poder, marcando el contraste con el kirchnerismo como principal argumento político y con una situación económica razonable. Pero en 31 meses de gestión dilapidó casi todo, se lo comió la inflación, tomó medidas absolutamente antipopulares -sobre todo con la Patagonia- y mostró impericia hasta para saltar los charcos de agua. A este paso, su sueño de repetir en la Casa Rosada se va diluyendo peligrosamente para sus intereses.


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