Punta Tombo: un laboratorio para evaluar el mar

Hace décadas concentra a miles de pingüinos en su faz reproductiva y es uno de los principales atractivos turísticos de la provincia. Pero también allí se realizan investigaciones con última tecnología que permiten conocer cómo el estado del mar y el cambio climático influyen en la especie.

Punta Tombo es un gran laboratorio para entender los pingüinos y el mar
15 SEP 2018 - 21:48 | Actualizado

Por Dario Roberts

La evolución periódica de una especie a lo largo de décadas nos permite no solo conocer su comportamiento y evolución, sino también al entorno en el cual se desenvuelve. Así es como todos los años la migración de los pingüinos que anidan en Punta Tombo permite a los científicos identificar las condiciones del mar en la ruta que siguen rumbo a Brasil, el alimento disponible y los potenciales peligros que afrontan estas aves marinas en su viaje.

Esos datos parten de la observación de los investigadores en la misma reserva, de la comparación de las estadísticas de la población, pero especialmente de un complejo sistema de adquisición de datos que permite determinar en qué fecha del otoño y con qué peso emigran los ejemplares rumbo al norte, y en qué época del año regresan, además de la condición del animal.

Los datos que cotejan los científicos toman como base los censos de población de pingüinos que permitan conocer la dinámica de la población de estas aves marinas, y de ese modo encontrar una explicación al hecho de que algunas colonias hayan disminuido de manera sostenida en las últimas dos décadas, como ha ocurrido con Isla Leones, y hayan aparecido nuevas colonias en Península Valdés y el sur de Río Negro.

Los pingüinos se mueven

El Dr. Pablo García Borboroglu, investigador de CESIMAR/CCT Cenpat CONICET y fundador y presidente de la Global Penguin Society, dijo a Jornada que de acuerdo a los últimos censos realizados se estima la población del Pingüino de Magallanes en alrededor de 1.100.000 parejas, aunque indicó que es complejo evaluar a toda la población “porque hay lugares, como el sur de Chile, que no está explorado, no se sabe cuántas colonias hay, es una especie de agujero negro y no nos permite tener un número cerrado”.

“Cuando uno pone los datos medidos, la población global tiene una pequeña declinación, no es muy grande ni abrupta, pero es evidente”, cuenta el investigador.

García Borboroglu sostuvo que “hay otras especies, como el Pingüino Africano que está calificado como amenazado, y otros en situación vulnerable”, pero aseguró que la dinámica de estas aves “que están en distintas regiones es como que tienen realidades ambientales diferentes, o se comportan de manera distinta” y para graficar esa situación afirmó que mientras las colonias del extremo sur del continente, en el Canal de Beagle han evidenciado una gran declinación, “en Santa Cruz permanecen estables”.

En Malvinas se da una situación particular, “porque las colonias no son como las nuestras, son nidos muy profundos, y a veces no podés ver que hay nidos. Es muy difícil, porque puede estar ocupado o no, las estadísticas son muy inciertas, pero se estima que para todo Malvinas habría unas 100 mil parejas”.

Situación en Chubut

El litoral costero de Chubut concentra el 40% de la población mundial de Pingüino de Magallanes y solo Punta Tombo “tiene hoy unas 150 mil parejas, lo que sería más que todo Malvinas”. Sin embargo la dinámica de las colonias chubutenses es particular, ya que durante los últimos años se observa una migración de los pingüinos hacia el norte, “y es así que las colonias del sur, como Isla Leones o Punta Tombo, que eran las colonias que dirigían el sistema han bajado notablemente”, dijo el investigador y presidente de Global Penguin Society.

“Isla Leones nos preocupa mucho, es una colonia que data de 1814, porque hubo un naufragio ahí y había pingüinos, lo cual marca que es una colonia bastante vieja. Hace 22 años había casi 100 mil parejas y en el último censo identificamos 25 mil parejas; lo cual para nosotros no es una sorpresa porque cada vez que hacemos un censo estamos viendo esa caída”, remarcó el científico.

La declinación en el número de ejemplares de las colonias ubicadas en la parte sur de Chubut empezó a principios de la década de 1990 y no es abrupto, pero sí sostenido, “a razón del 1% por año”.

En contraposición, se fueron generando nuevas colonias más al norte, especialmente en Península Valdés y el sur de Río Negro, como San Lorenzo, Caleta Valdés, o El Pedral “y nosotros hipotetizamos que es porque ahí está el alimento o por lo menos está más cerca de estas colonias”.

Un gran laboratorio

El dato no es lineal, pero los 35 años ininterrumpidos de investigaciones en Punta Tombo hacían prever esta tendencia, ya que a lo largo de los años se veía cómo los pingüinos debían recorrer mayor cantidad de kilómetros para lograr el alimento. La variación, medida con precisión estadística, permitió establecer que cada 10 años estas aves debían extender su viaje en 40 kilómetros más, mar adentro y su respectivo regreso.

Esa distancia extra que debían recorrer los pingüinos generaba mayor fatiga, pérdida de peso y consecuentemente una disminución en su capacidad reproductiva, además del abandono de nidos y disminución de los nacimientos.

Cambio de hábitos

Los pingüinos todos los años viajan a Brasil y vuelven al lugar donde anidaron el año anterior. Contra lo que se pensaba hace años, en cuanto eran aves fieles a las colonias en las que habían nacido, “se descubrió que son más apegados al lugar donde comenzaron a reproducir”, dice Pablo García Borboroglu. Estos animales inician su etapa reproductiva a los 5 años, para las hembras y a los 7 en los machos y si un animal que “nació en Tombo, por ejemplo, empezó a reproducir en otra colonia, es probable que quede anclado a ese lugar y vuelva todos los años al nido donde empezó a reproducir.

“Hay lugares donde la única forma de explicar el crecimiento, es por inmigración”, explica Borboroglu.

Punta Tombo es un gran laboratorio para entender los pingüinos y el mar
15 SEP 2018 - 21:48

Por Dario Roberts

La evolución periódica de una especie a lo largo de décadas nos permite no solo conocer su comportamiento y evolución, sino también al entorno en el cual se desenvuelve. Así es como todos los años la migración de los pingüinos que anidan en Punta Tombo permite a los científicos identificar las condiciones del mar en la ruta que siguen rumbo a Brasil, el alimento disponible y los potenciales peligros que afrontan estas aves marinas en su viaje.

Esos datos parten de la observación de los investigadores en la misma reserva, de la comparación de las estadísticas de la población, pero especialmente de un complejo sistema de adquisición de datos que permite determinar en qué fecha del otoño y con qué peso emigran los ejemplares rumbo al norte, y en qué época del año regresan, además de la condición del animal.

Los datos que cotejan los científicos toman como base los censos de población de pingüinos que permitan conocer la dinámica de la población de estas aves marinas, y de ese modo encontrar una explicación al hecho de que algunas colonias hayan disminuido de manera sostenida en las últimas dos décadas, como ha ocurrido con Isla Leones, y hayan aparecido nuevas colonias en Península Valdés y el sur de Río Negro.

Los pingüinos se mueven

El Dr. Pablo García Borboroglu, investigador de CESIMAR/CCT Cenpat CONICET y fundador y presidente de la Global Penguin Society, dijo a Jornada que de acuerdo a los últimos censos realizados se estima la población del Pingüino de Magallanes en alrededor de 1.100.000 parejas, aunque indicó que es complejo evaluar a toda la población “porque hay lugares, como el sur de Chile, que no está explorado, no se sabe cuántas colonias hay, es una especie de agujero negro y no nos permite tener un número cerrado”.

“Cuando uno pone los datos medidos, la población global tiene una pequeña declinación, no es muy grande ni abrupta, pero es evidente”, cuenta el investigador.

García Borboroglu sostuvo que “hay otras especies, como el Pingüino Africano que está calificado como amenazado, y otros en situación vulnerable”, pero aseguró que la dinámica de estas aves “que están en distintas regiones es como que tienen realidades ambientales diferentes, o se comportan de manera distinta” y para graficar esa situación afirmó que mientras las colonias del extremo sur del continente, en el Canal de Beagle han evidenciado una gran declinación, “en Santa Cruz permanecen estables”.

En Malvinas se da una situación particular, “porque las colonias no son como las nuestras, son nidos muy profundos, y a veces no podés ver que hay nidos. Es muy difícil, porque puede estar ocupado o no, las estadísticas son muy inciertas, pero se estima que para todo Malvinas habría unas 100 mil parejas”.

Situación en Chubut

El litoral costero de Chubut concentra el 40% de la población mundial de Pingüino de Magallanes y solo Punta Tombo “tiene hoy unas 150 mil parejas, lo que sería más que todo Malvinas”. Sin embargo la dinámica de las colonias chubutenses es particular, ya que durante los últimos años se observa una migración de los pingüinos hacia el norte, “y es así que las colonias del sur, como Isla Leones o Punta Tombo, que eran las colonias que dirigían el sistema han bajado notablemente”, dijo el investigador y presidente de Global Penguin Society.

“Isla Leones nos preocupa mucho, es una colonia que data de 1814, porque hubo un naufragio ahí y había pingüinos, lo cual marca que es una colonia bastante vieja. Hace 22 años había casi 100 mil parejas y en el último censo identificamos 25 mil parejas; lo cual para nosotros no es una sorpresa porque cada vez que hacemos un censo estamos viendo esa caída”, remarcó el científico.

La declinación en el número de ejemplares de las colonias ubicadas en la parte sur de Chubut empezó a principios de la década de 1990 y no es abrupto, pero sí sostenido, “a razón del 1% por año”.

En contraposición, se fueron generando nuevas colonias más al norte, especialmente en Península Valdés y el sur de Río Negro, como San Lorenzo, Caleta Valdés, o El Pedral “y nosotros hipotetizamos que es porque ahí está el alimento o por lo menos está más cerca de estas colonias”.

Un gran laboratorio

El dato no es lineal, pero los 35 años ininterrumpidos de investigaciones en Punta Tombo hacían prever esta tendencia, ya que a lo largo de los años se veía cómo los pingüinos debían recorrer mayor cantidad de kilómetros para lograr el alimento. La variación, medida con precisión estadística, permitió establecer que cada 10 años estas aves debían extender su viaje en 40 kilómetros más, mar adentro y su respectivo regreso.

Esa distancia extra que debían recorrer los pingüinos generaba mayor fatiga, pérdida de peso y consecuentemente una disminución en su capacidad reproductiva, además del abandono de nidos y disminución de los nacimientos.

Cambio de hábitos

Los pingüinos todos los años viajan a Brasil y vuelven al lugar donde anidaron el año anterior. Contra lo que se pensaba hace años, en cuanto eran aves fieles a las colonias en las que habían nacido, “se descubrió que son más apegados al lugar donde comenzaron a reproducir”, dice Pablo García Borboroglu. Estos animales inician su etapa reproductiva a los 5 años, para las hembras y a los 7 en los machos y si un animal que “nació en Tombo, por ejemplo, empezó a reproducir en otra colonia, es probable que quede anclado a ese lugar y vuelva todos los años al nido donde empezó a reproducir.

“Hay lugares donde la única forma de explicar el crecimiento, es por inmigración”, explica Borboroglu.


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